Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

LOS DESCONOCIDOS DE TATO
Forman una legión y esperan siempre una nueva oportunidad. Se los puede ver por los pasillos del canal, dispuestos a aceptar cualquier trabajo. Giran alrededor de Tato Bores. Sueñan con el triunfo y la gloria

'Ponga que Marcelo Jaime se reintegra a su labor artística después de cuatro años de inactividad'.
Estaba sentado en un rincón. Pelo engominado, traje oscuro, sonrisa nerviosa y un cigarrillo en la mano derecha.
"Trabajé con Pepe Arias, y también me presenté en teatros vocacionales", comentó en voz baja. Don Marcelo había sido el primero en llegar a Canal 11; su esposa le preparó el bife con papas fritas y le deslizó los habituales consejos: "Tratá de que la corbata esté bien anudada, no te olvides de poner cara de feliz, ponete al lado de Tato...
—Es bueno tener una mujer así.
Después, mientras memoraba sus trabajos para Argentina Sono Film, pitó su quinto cigarrillo. "Escriba que formé parte del elenco de Una jaula no tiene secretos", pide con su vocecita de niño.
A la una y media de la tarde, los demás extras se arremolinaron en el estudio principal de Teleonce. "Se giraba, se giraba", repetía una asistente. Tato Bores, uniformado con buzo azul de boxeador, caminaba por los pasillos con aire reconcentrado. "Hoy está de malhumor", se atemorizó la modelo Chispita (24 años, soltera), una muchacha rubia que aspira a hacer carrera en el medio televisivo.
Mientras, el director Luperena ordenaba los últimos detalles de la grabación.
—Es una buena oportunidad para comenzar. Es el primer programa que hago con Tato y no te puedo negar que estoy con unos nervios...
Ángela Barucca (19 años, soltera) piensa seriamente en la posibilidad de convertirse en una estrella. Su entusiasmo la hace olvidar que vive en Berazategui, que debe viajar más de dos horas para llegar al canal.
—Allí tengo una peluquería —explica Barucca—. Pero mi vocación es el arte. Daría cualquier cosa por hacer un teleteatro o algo parecido. Además, tiene mucha fe en sus condiciones: "Hay tantas que ni siquiera saben moverse...", recita a SEMANA.

HOMENAJE A LA HORA DE LA SIESTA
No vacune a su perro; prohibido resfriarse; vivir se puede, pero no te dejan: cartelitos que entusiasman a Bores, aunque no logran apaciguar su malhumor. "Está nervioso", comenta Chispita. Los utileros distribuyen las mesas, acomodan las sillas, esconden los bostezos.
—Ahora entramos nosotras. ¿Te acordás lo que debemos decir?
La modelo Elena Casares (23, soltera) fuma con impaciencia y quiere que su compañera Aída Angélica Perrone (24, soltera) no se olvide la letra.
—Nos llamaron para hacer este trabajito —explica Casares—. Pagan poco, pero te ve el país.
Alta y estilizada, parece confiar en sus condiciones. "Tengo una vida por delante", filosofa.
"Se graba la segunda parte", grita Luperena. Se disponen las cámaras, se gradúan las luces y el asistente pide a los extras que pongan mayor ganas en lo que están haciendo. "Con alegría, muchachos, con alegría ...", las entusiasma. Sus palabras tienen efecto: apenas Tato inicia su monólogo, los extras aplauden y ríen, dan golpecitos en el suelo y a veces ni siquiera esperan la orden para repetir las risas y los aplausos.
—En canal 9 me pagaban mil pesos para hacer de público que ríe. Me acuerdo que Adolfo Stray estaba muy contento con nosotros.
Nieves Gómez (47, casada) está orgullosa de su actividad. Mientras exhibe una cadenita que le obsequiaron por su labor en Mujeres en presidio, enumera otros trabajos: "En Los miserables tengo un papel bastante importante", se jacta. Nelly Prono, en cambio, evita los detalles y prefiere subrayar su condición de actriz. Es que ella jamás ha prestado su risa para apuntalar ningún programa. Alejada de los demás extras, la Prono se pasea por el estudio: saco rojo sobre sus hombros, la mirada distraída, espera ansiosamente el momento de su entrada. "Yo soy una actriz y quiero que esto lo remarque bien", señala. Después enciende un cigarrillo, acomoda un mechón de pelo sobre la frente, mastica sin ganas un emparedado de jamón y queso.
—Estoy contratado en exclusividad por Teleonce desde hace cuatro años. En cine llevo hechas varias películas: Humo de marihuana, En mi casa mando yo, Destino para dos... En esta última hice de protagonista junto a Horacio Accavallo.
Mario Alberto Achaga (31, casado) desgrana ante SEMANA sus esperanzas de actor con futuro. Su amigo Alberto Lisa (30, casado) tiene menores antecedentes: un bolo en el Martín Fierro que dirigió David Stivel y un film junto a Lolita Torres.
"Pero tengo la seguridad de que ahora me va a llegar la buena", se promete Lisa.
El homenaje a Tato Bores está en su apogeo: sandwiches, jerez, masas y saladitos se distribuyeron sobre las mesas. Son las cuatro de la tarde y Marcelo Jaime tiene hambre. "El jamón está fabuloso", invita. A su lado, Armando Parente (50, la primera vez que lo llaman del 11) se ajusta la corbata y hace gestos para que el fotógrafo de SEMANA le saque un primer plano."¿Qué me decís, Venancito? Vamos a salir en la revista", lo entusiasma a Venancio Riggio, un tímido italiano que hace rato integra la troupe de Bores. "Siempre hago de mozo", se justifica.

AYER, HOY Y MAÑANA
—¿Te pagan poco?
Brígida Loreto (22, soltera) estudia canto en una escuela de Chile y Bernardo de Irigoyen. Sus afanes —además— la llevan a preocuparse por el arte escénico: todas las noches frecuenta el teatro Roma,
en Avellaneda, donde cursa clases aceleradas con muy buenos profesores.
—No es mucho lo que me pagan, pero me sirve para estimularme. Tené en cuenta que recién empiezo.
Loreto vive en Rafael Calzada. "Tengo un negocio de marroquinería en sociedad con una vecina". Llegó al programa invitada por un amigo, y desde entonces ha recibido ofertas para realizar pequeños bolos en teleteatros vespertinos.
—Es toda gente buena. Si no triunfo es por culpa mía ...
La fe de Loreto no es compartida por Parente:
—Ayer, hoy y mañana siempre será lo mismo. Los que no tenemos acomodo no podemos ir a ninguna parte —enfatiza.
—¿Cuánta le pagan por este trabajo?
Los dieciocho extras consultados por SEMANA evadieron la respuesta. Algunos, como Marcelo Jaime, respondieron secamente: "Todavía no he arreglado mi cachet". Sin embargo, no es difícil saber cuánto ganan; nunca sobrepasan los mil doscientos pesos de los viejos por programa. "Es una tarifa común", explicó un chequeador del canal.
A las cinco de la tarde, los desconocidos de Tato dejaron sus ropas de ficción, firmaron la planilla y salieron apurados por la puerta de la calle Pavón.
—No se olvide de mandarme unas fotos —pidió Marcelo Jaime.
Revista Semana Gráfica
17.07.1970

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