Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Hugo del Carril
el valor de una conducta

La tarde invernal, con un manta gris y melancólico tendido sobre la ciudad y sus vastas adyacencias, resulta propicia para la tarea que viene desarrollando Hugo del Carril como director del film "La calesita". El excelente libro de Rodolfo M. Taboada, especializado en temas de evocación del ayer porteño, tiene en el escrupuloso realizador de "Las aguas bajan turbias" un campo vasto y propicio para retrotraernos a los días en que la humilde calesita de barrio venía a sintetizar el pequeño mundo de diversión de los pibes, dueños del tesoro de una moneda para dar una vuelta y tentar la suerte de la esquiva sortija...
El actor de recia estampa que hay en Hugo del Carril adquiere en esta, su nueva película, los perfiles del veterano "calesitero", bonachón y comprensivo bajo su apariencia de criollo de caído mostacho y de plateada cabellera.

"ME SIENTO MUY COMODO"
Hemos ido a los estudios San Miguel a charlar un rato con el inquieto artista porteño. Allí se levanta, precisamente, la mágica calesita, y un enjambre de chiquilines, a cual mejor elegido para representar a la prole de los barrios pobres, pugna a lo largo de las vueltas y vueltas por alcanzar la sortija que blande con rara habilidad el actor.
Se ha producido una pausa tras una de las tomas y, sabedor de nuestra presencia, Hugo del Carril se da una corta tregua para charlar y, al mismo tiempo, tomar unos mates que solícitas manos le alcanzan...
—Ni que haya usted ejercido por años este oficio de calesitero... —le decimos a Hugo.
El astro sonríe, se atusa el lacio bigote y nos responde:
—La verdad es que me siento muy, pero muy cómodo en este personaje. Es notable de qué modo la calesita y el mundo que se mueve a su alrededor configura física y espiritualmente el clima de las cosas simples, buenas de nuestro pueblo...
—¿Qué le indujo, Hugo, a elegir este tema para su película?
—Precisamente esto que acabo de decirles... Ya saben ustedes que "La calesita", con sus episodios, será, en primer término, material para mi debut en la televisión, a la que quiero aportar algo entrañablemente nuestro... Después, el film será exhibido en los cines de la Capital y del interior del país, con vistas a que llegue al exterior. Es este mi más vivo deseo...

"MOSTRARNOS COMO SOMOS"
—¿Por qué lo recalca, usted, tan especialmente, Hugo?
—Porque me afirmo cada vez más en la convicción de que debemos mostrarnos como somos... Creo que es absolutamente necesario persistir en esa línea temática... Voy a hacer míos los conceptos de un prestigioso escritor francés que dijo que cuanto más localista, más revelador de la idiosincrasia del pueblo es un cine, mayores son sus posibilidades de triunfar en otras latitudes, donde ha quedado demostrado hasta la máxima evidencia que se prefiere lo original, lo autóctono y no lo extranjerizante. Y si no, recuerden ustedes cómo se hizo poderoso el cine italiano, con su carga de localismos que . han terminado por universalizarse...
—La verdad, Hugo, es que nos place oírlo hablar así. Lo decimos porque sabemos que tiene usted de continuo ofrecimientos para filmar fuera del país.
—Ciertamente. Esos ofrecimientos tienen vieja data, pero habrán advertido ustedes, que siempre preferí filmar entre nosotros. Es que entiendo que hacerlo, significa contribuir a que nuestra cinematografía no languidezca. No ignoro que las dificultades para filmar en el país son cada vez mayores por falta de créditos que permitan solventar los gastos y por la falta de mercados para nuestra producción. Pero también estoy firmemente convencido
de que es preciso no cejar, insistir con fuerza y con fe, porque el cine argentino no puede morir.
—Lo dice usted con acento muy dramático, Hugo.
—No es para menos, frente a las crecientes dificultades de todo orden. Pero tengo confianza en que los malos trances han de superarte.

CON VISTAS A 1963
—Y tanta confianza tengo en ello —prosigue Hugo del Carril—, que apenas haya finalizado el rodaje de "La Calesita", para lo que no falta mucho, voy a entregarme de lleno al estudio del libro para la preparación de una película que, en un aspecto quizás distinto del de mi film actual, revelará muchos aspectos de nuestros gustos y nuestras costumbres en materia de música, danzas, canciones, humorismo, etc. No quiero abandonar una línea que espero sea muy beneficiosa para nuestro cine dentro y fuera, del país.
—¿Esta nueva película la filmaría usted todavía este año, Hugo?
—Probablemente. Aunque bien pudiera ser una producción con vistas al año entrante, puesto que en lo que resta de 1962 me gustaría cumplir con algunos compromisos de presentaciones personales en el interior del país, cosa que a mí me encanta, porque el contacto directo con el pueblo me reconforta y me entusiasma.
—¿No existen planes para una temporada como la que tan exitosamente cumplieran usted y otras figuras notorias en la temporada pasada en la Capital y Mar del Plata?
—Nada se ha hablado al respecto, pero he de guiarme por la experiencia recogida y el apoyo que el público nos ha prestado, bien valdría la pena intentar otro esfuerzo de esa, naturaleza.
La charla con el prestigioso director ha llegado a su término, porque alguien del equipo técnico ha venido a decirle que una nueva secuencia de "La Calesita" espera su rodaje. Y con la pasión de siempre, con el cariño que es proverbial entre artistas y técnicos, Hugo del Carril se entrega al trabajo de llevar al celuloide otro momento de la película en la que tantas esperanzas tiene depositadas.

Revista Radiolandia
10.08.1962

ir al índice de Mágicas Ruinas

Ir Arriba