IZQUIERDAS
Apci, Ena, Fra, Psa, Fip, Fec...

La izquierda atraviesa una instancia crítica. No es una novedad: los procesos políticos argentinos casi nunca la tuvieron como eje, especialmente desde que Juan Perón edificó una gruesa muralla entre el marxismo y las capas populares. Sin embargo, cuando en 1969 detonó el cordobazo, las izquierdas se entusiasmaron: por primera vez vislumbraron la posibilidad de repechar el escollo justicialista y emerger como alternativa cierta. Razones: las mediaciones parlamentarias habían caducado, los partidos tradicionales parecían hundirse en el desprestigio, y la jerarquía sindical comenzaba a sufrir las consecuencias de su alianza con Juan Carlos Onganía. A la luz de esos factores, y de una insoluble crisis económica, se generó un vacío político, que no sólo revolvió el avispero estudiantil: lo más importante fue el fortalecimiento del clasismo, una corriente sindical alentada por los núcleos más radicalizados, cuyo enraizamiento —particularmente importante en Córdoba— implicó la materialización de los viejos sueños marxistas de pisar fuerte en las fábricas y los talleres.
¿Qué queda hoy de aquel andamiaje? Si se compara la situación actual de la izquierda con la del pre-cordobazo, resulta evidente que ha efectuado algunos progresos. En Córdoba distintas variantes del marxismo acaudillan dos sindicatos poderosos (mecánicos y Luz y Fuerza) y obligan a la mayoría del peronismo a radicalizar sus posiciones. Con todo, este fenómeno es casi exclusivamente cordobés: los brotes clasistas en el Gran Buenos Aires y en otros centros industriales no han superado aún el nivel embrionario, con la excepción de algunos focos aislados que no pesan en el conjunto. En la metrópoli, por ahora, el aparato de las 62 Organizaciones controla la situación.

LOS SEIS FRENTES. Esta situación, con todo, puede no ser permanente; ello dependerá de la suerte del actual curso de institucionalización y de los vaivenes de la crisis económica. Pero lo cierto es que, en la actual coyuntura, la encrucijada electoral encuentra a la izquierda en una situación poco airosa. Una prueba de ello es que se han constituido nada menos que seis "frentes", de distinta fuerza y contenido ideológico. Son los siguientes:
• Alianza Popular de Centro-Izquierda. Su constitución revela hasta qué punto la convocatoria electoral relegó a los grupos más radicalizados. La APCI es una coalición de partidos tradicionales, que nada tienen que ver con el clasismo, pero que giraron hacia la izquierda: el Intransigente, de Oscar Alende; el Revolucionario Cristiano, de Horacio Sueldo; Unión del Pueblo Adelante, de Héctor Sandler, y Laborista, de Enrique Basualdo. La estrategia de los aliancistas —que aspiran a presentar candidatos en todos los distritos— apunta a vertebrar un andarivel capaz de encauzar a las fuerzas de izquierda que carecen de estructura electoral; en ese sentido, calculan que, a la hora decisiva, el Partido Comunista les prestará su apoyo. A las reuniones de la APCI asisten como observadores representantes del ENA, del Partido Justicialista y de la Tendencia Nacional y Popular del Peronismo, un núcleo liderado por Norberto Ceresole y Guillermo Pini (este último es también secretario general de la juventud del ENA). Para los animadores de la Alianza —que esperan obtener también la adhesión de núcleos demoprogresistas— la ausencia de la candidatura de Perón en los comicios determinará que sectores de base del justicialismo se vuelquen hacia una salida de centro-izquierda. El candidato natural sería Oscar Alende, sobre todo ahora que los médicos han determinado fehacientemente que no padece de cáncer. Con todo, hay disidencias internas: un sector de la APCI postula el apoyo al peronismo o la unión con el "Frente electoral" enunciado por Cámpora.
• Encuentro de los Argentinos. Es, sin duda, el nucleamiento más poderoso, dado que engloba al Partido Comunista. El problema del ENA consiste en que no es un partido político y, por lo tanto, no puede presentarse en las elecciones. El PC sostiene, además, que el proceso es fraudulento y que no corresponde avalarlo presentando candidaturas de izquierda. Esta tesis generó discusiones en el seno del ENA, en razón de que algunos aliados del PC —que en rigor son personalidades individuales y militantes de los partidos tradicionales— pujan por participar en los comicios. El problema no fue resuelto en la última convención del nucleamiento, reunida el sábado 2: allí sólo se decidió, contra la opinión de los peronistas más notarios, que el ENA no participe en frente alguno, pero no se adoptó ninguna iniciativa por la positiva. Hasta hoy, se estima difícil que el ENA como tal puede fijar una posición única frente a los comicios, en razón de que los aliados del PC amenazan dispersarse en sus respectivos partidos. Los comunistas, empero, tratarán de salvar la estructura; a pesar de ello, la posición electoral tendrán que fijarla como partido, cosa que seguramente harán cuando se aclare la situación política general: entonces deberán decidir si apoyan una candidatura extrapartidaria, o si prefieren el voto en blanco; hasta ahora esta última variante parece la más viable.
• Frente de Izquierda Popular. Es una combinación formada por el Partido Socialista de Izquierda Nacional y algunos lectores del escritor Jorge Abelardo Ramos. Cuenta con alguna fuerza en el movimiento estudiantil —ocupa el sexto lugar en el ranking—, pero carece totalmente de bases obreras. Obtuvo personería nacional enarbolando la candidatura dé Perón; su actitud frente a la elección presidencial depende de la posición que a ese respecto adopte el Líder: si éste nomina a un sustituto, el FIP seguramente postulará a Ramos para el sillón de Rivadavia.
• Partido Socialista Argentino. Fue la primera agrupación marxista que decidió participar en los comicios. Su líder, Juan Carlos Coral, sumó fuerzas con Nahuel Moreno, jefe del trotskista Partido Revolucionario de los Trabajadores, fracción La Verdad. Ello posibilitó que el PSA lograra personería nacional y personería local en once distritos. El PSA ofrece sus listas a candidatos obreros de distinta extracción; los dirigentes gremiales más notorios que han aceptado la propuesta son, hasta ahora, José Páez, ex directivo de Sitrac, Leandro Fote, ex caudillo azucarero de Tucumán, y Mateo Fossa, legendario dirigente trotskista de la década del 30.
Los dos "frentes" restantes son la Fuerza Revolucionaria Antiacuerdista —FRA— y el Frente Electoral Clasista —FEC—. La primera., producto de una alianza entre el Partido Comunista Revolucionario y Vanguardia Comunista (ambos son maoístas) no apoyará a ningún candidato; sus animadores sostienen que no se oponen a las elecciones en abstracto, pero sí a éstas, convocadas —dicen— para licuar el "auge clasista" operado últimamente. El FRA tiene fuerza sindical en Córdoba y en algunos lugares del Gran Buenos Aires; su tesis es boicotear las elecciones. En los últimos meses, decreció su poderío estudiantil. El FEC, por su parte, es producto de un cambio de táctica de la agrupación trotskista Política Obrera, la cual juzga que las elecciones se han convertido en un eje de referencia concreto para los trabajadores y que, por lo tanto, corresponde participar en el proceso. Dado que el FEC carece de estructuras legales por donde canalizarse, realiza conversaciones con otros grupos, especialmente con el PSA.
Panorama
07/12/1972

 

Ir Arriba

Ir al índice del sitio