Para las huestes que
avanzaban trabajosamente rumbo a Ezeiza, en la
mañana del viernes 17, aquellos volantes fueron un
alivio contra la lluvia y la barrera militar. "Son
peronistas. Se levantó la Escuela de Mecánica de
la Armada", comentaron. Pero horas después los
papeles desaparecían en el barro y las columnas
peronistas desandaban su camino. Apenas comentada
ese día por el periodismo, la rebelión sigue
siendo, de algún modo, un enigma. ¿Intento
peronista al margen de las órdenes pacíficas de
Perón o ciega provocación para evitar el retorno?
A causa, tal vez, de su escasa importancia, las
especulaciones alrededor del motín languidecieron
pronto. Fueron sobrepasadas, además, por el clímax
político. Panorama informó entonces (291) que uno
de sus implicados, el guardiamarina Julio Urien,
es hijo del juez Julio César Urien, número uno de
la Logia Anael.
INFORME DEL CIELO ...
Los diversos sectores en que está dividido el
movimiento peronista niegan —a pesar de los
volantes del 17 y de otros datos históricos de la
logia— que Anael pertenezca a sus filas. Más allá
de una compleja vidriera ideológica, la secta
contiene, al parecer, elementos espiritistas. Y el
motín habría sido dictado —a la manera de un
mandato divino— por la majestuosa figura de los
jefes de la logia a un grupo de jóvenes
suboficiales. Más por diplomacia que por rubor, el
círculo anaeliano habría borrado sus huellas
espiritistas a fin de articular con mayor libertad
un modelo ideológico de "liberación".
Si su vínculo con la
política aparece —ahora— casi forzado, en su
origen la logia habría contado con dos padrinos de
fama mayor: Getulio Vargas y Juan Perón. Desde
Brasil y por intermedio de Héctor Caviglia (para
algunos, brasileño y para otros, argentino) llegó
a Perón el precepto más visible de Anael: ambos
países latinoamericanos debían concertar un eje de
oposición a los Estados Unidos. Aunque recibía con
agrado los mensajes de su colega brasileño, Perón
nunca integró la logia; después del suicidio de
Vargas, desaparecieron para él todas las garantías
de seriedad o interés. Caviglia deambuló,
entonces, por Buenos Aires en busca de almas
crédulas.
Alrededor de 1960
encontró, por fin, un candidato por demás
adecuado: el juez Urien. Poco antes de morir
(1964), Caviglia confesó a sus íntimos que, en una
noche tormentosa, el Ser Supremo dictaminó que su
sucesor sería un juez en lo Civil y Comercial.
Según se afirma, el milagro tiene un solo testigo:
Urien. Convertido en número uno, el juez trató de
llegar hasta Perón pero, aparentemente, sólo
consiguió una entrevista sin frutos duraderos. Si
existió, en esa época, algún contacto entre la
logia y el peronismo, su desvinculación parece
ser, ahora, absoluta.
... Y DEL INFIERNO.
Varios integrantes del movimiento peronista se
ufanaron por consignar que —salvo conceptos
antiimperialistas— nada los une al cenáculo
anaeliano. Aunque algunos reconocieron que,
durante cierto período (alrededor de 1965), José
López Rega trabó efímera amistad con los asociados
secretos. Las opiniones de los dirigentes
peronistas recorren una gama bastante amplia: para
muchos, Anael es un pequeño grupo a merced de un
espiritista con buenas intenciones; para otros,
Urien podría ocultar designios menos santos.
Un viejo jefe de la
resistencia peronista comentó la semana pasada a
Panorama: "Detrás de la pantalla del misterio,
coexistieron siempre sinceras aspiraciones —de los
menos— e intereses políticos y económicos. Junto a
un psicópata, siempre estuvo el vivo, que terminó
negociando lo suyo. Vaya a saber quién es, aquí,
el vivo, pero sin duda, existe. De algún modo hay
cierta semejanza con el GOU (Grupo de Oficiales
Unidos), pero la gran diferencia es que entonces,
el vivo se llamaba Juan Perón. Lo mismo pasó con
El Dragón Verde: un grupo de coroneles y abogados
se acordaron de Nasser y el nasserismo cuando ya
Perón había hecho todo eso desde el gobierno. En
cuanto a Anael, sé que Perón no se chupa el dedo y
no va a andar creyendo en los espíritus. Además,
ahora que está Perón aquí, se acabaron las logias
y el misterios".
TERCERMUNDISMO Y
TRASMUNDO.
Un tono bíblico satura
ciertas páginas de los folletos de la Logia Anael.
A veces, parece la voz de Zaratustra. El mundo ha
entrado en una constelación histórica
cualitativamente nueva. No se trata de capitalismo
o comunismo sino de tener o ser. De seguir
viviendo a través de palabras o de hechos. El
tercer mundo se ha decidido por los hechos. Llegar
a lo concreto, más allá de los conceptos. Asentado
en los cimientos de sus civilizaciones milenarias,
quieren accionar correctamente para edificar el
mundo humano. Dios —la evolución o revolución de
los pueblos— se encargará de demostrar esa
justicia. El mundo de las minorías privilegiadas
semejase a un magnífico jardín. Paisajes, árboles,
flores, frutos, ordenadamente dispuestos.
Engañados, retiene a los pueblos en él. Hay
laberintos. El tercer mundo es un vasto desierto
interior. Pero ese desierto tiene un camino. Ese
camino conduce a la cumbre, a la tercera evolución
de la humanidad: la libertad. Es el camino del
hombre. Un camino en la tierra, alumbrado por el
Sol, guiado por la conciencia. Porque el hombre
es, en última instancia, la síntesis final de
Conciencia, Tierra, Sol.
El conjunto de ideas
propuesto por La razón del tercer mundo, El tercer
mundo en acción (folletos) y La revolución de
veras (libro de Julio César Urien) articula una
serie de opuestos: Tener versus Ser, mundo
humanoide versus mundo humano, lobos contra
hombres, razas horizontales o anglosajones contra
razas verticales o latinos ("Ellos, los
horizontales, viven y pelean para tener. Nosotros,
los verticales, vivimos y estamos luchando para
ser"), hombres boreales (hemisferio norte) contra
hombres australes, capitalismo y comunismo
(sociedades del oro) contra Tercer Mundo o
Capitalización del Trabajo. La oposición
fundamental consiste, finalmente, en materialismo
y espiritualismo. Para superarla, Anael propone el
reino de la Triple A: El Tercer Mundo se
consolidará mediante tres vértices magnéticos: en
Asia (Pekín), en África (Argelia), en América
latina, la "L" inclinada. La obra Anaelina
consolidará su armazón cuando entre a funcionar el
tercer vértice del triángulo escaleno de la triple
A (la "L" inclinada). ¿Por qué se llama así?
Tirando una línea recta de Lima hasta Buenos Aires
y otra desde allí hasta San Pablo, fórmase un
ángulo de 90 grados y la figura de una "L"
inclinada.
Continúan los
iluminados: "El primer paso en el concierto
mundial hacia la posición de síntesis es la
Argentina. Causas históricas, geográficas,
económicas, antropológicas confluyeron para que
así fuese. La dialéctica, al evolucionar
históricamente prepara los procesos que, luego,
por variadas razones, maduran en ciertos lugares y
encarnan en determinadas personas". Esas personas
son Getulio Vargas, Juan Perón y Anael. Cuando
mencionan a ambos caudillos, los anaelianos
utilizan un estilo especial. Mediante frases que
imponen cierta distancia, Perón aparece como
circunstancial. "Perón, por rara coincidencia,
significa Rompe al revés. ¿Qué nos proponemos
decir con esto? Lo siguiente: Perón,
metafóricamente, encarna tres momentos en el
quehacer argentino con su proyección
latinoamericana." Primer momento: rompe un
edificio vetusto; segundo momento: apilados y
clasificados los escombros, unos se venden al
mejor postor, otros destíñanse donde mejor se
utilicen, y, tercer momento: "el instante de
levantar el moderno edificio aproxímase".
Un eclecticismo pocas
veces superado logra reunir conceptos
nacionalistas, tercermundistas y
antiimperialistas (que una coherencia mínima
ubicaría en el marco de la lucha de clases) con
las nubes de la metafísica. El doctor Urien supone
que, en 1973, accederá al poder. Sin embargo, ni
los folletos anaelianos ni sus libros indican
métodos concretos. Tanto los párrafos literarios
como el motín del 17 no sugieren más que pases
mágicos.
DE LOS VISIONARIOS.
Por completo ajenos a la minúscula Logia Anael,
los 600 mil socios de la Escuela Científica
Basilio asumen sin culpa su fervor espiritista
mezclado a su peronismo. Juan Perón concedió a la
Escuela una personería jurídica largamente
esperada. Cualquiera de los 41 recintos de la
Basilio está saturado de comentarios y suspiros
peronistas. Definido por los sociólogos como una
cultura de las clases populares, el espiritismo
puede ser comparado con el auge de la astrología
en Europa y los Estados Unidos. En el
peronismo ambas formas están sincretizadas en la
figura de José López Rega. Vinculado, en una
época, con la Escuela Basilio, el secretario
privado de Perón alcanzó hace tiempo luz propia
(Es autor de Astrología Esotérica, Zodíaco
Vegetal, Zodíaco Musical, Astrología Policial,
Asiro finanzas, Filosofía Astrológica de la Moda,
Libro de las revelaciones, entre otras obras).
También la esposa de
Perón está relacionada: su nom de guerre Isabel
(el verdadero es María Estela) tiene esas
resonancias. En su infancia, Isabel Zoila Gómez de
Cresto —una Madre María de Villa Real— la sedujo:
desde joven se consideró hija de Isabel y José
Cresto. La "escuela" de Tinogasta 5631, una vieja
casona de techo de chapa, está tapizada de fotos
de doña Isabel. Pero, desde su muerte, en 1957, se
convirtió en el templo de José Cresto, un anciano
que en algún momento estuvo en Puerta de Hierro y
a quien llamaban El Padre. Ahora, rodeado de
ancianas con velas encendidas, don José administra
todos los miércoles yuyos y consejos. Se negó a
hablar de su relación con Isabel de Perón y,
mientras vendía paquetes de velas y se desprendía
de una joven impaciente ("Sí, ya sé lo que te pasa
en el trabajo. Seguí no más. Y andate. No vuelvas
hasta dentro de tres meses. Quiero verte diez
minutos cada tres meses, si no, me cansás mucho"),
dijo a Panorama: "Esos son informes
confidenciales. Yo no quiero decir nada —repetía
sonriente—. Tengo mucho trabajo y 76 años, seis
meses menos que el general. Me levanto a las 6 de
la mañana y vuelvo a mi casa a las 12 de la noche.
Ando de un lado a otro. Mañana, por ejemplo, me
encuentro en el Círculo de Intelectuales —yo soy
miembro pero no intelectual.— junto con abogados,
coroneles, aviadores, de todo, y vamos a cenar
juntos. Por supuesto eso es política. Pero nuestro
maestro es el general. En el espiritismo, no; en
la política. El ni cree en esto".
Recuadros en la
crónica
Misterios: Detrás de
un vidrio opaco
Entre las mil y una
joyerías de la calle Libertad al 100 surge un
deslucido cartel de acrílico: Óptica Duffourc. En
las vidrieras, la clásica exhibición de armazones
de variado calibre, almanaques anacrónicos y
kodak'girls; en las paredes, premios de concursos
de fotografía y varios diplomas de la Asociación
de Óptica de Buenos Aires. Algunos están a nombre
de Eduardo Duffourc; otros, de Ernesto Duffourc.
El de la óptica —Duffourc— no concuerda con
ninguno: un misterio que no fue posible develar.
Detrás de la mampara de vidrio opaco que oculta el
taller, apareció un hombre joven, de pelo corto y
ojos desconfiados: "Espere; Ernesto Duffourc
vuelve dentro de diez minutos". Regresó, después,
a su cubículo y aumentó el volumen de la radio.
Varios informes
consignan que en la trastienda de esta óptica se
realizaron reuniones de la Logia Anael presididas
recientemente por el Dr. Urien y antes por un
personaje legendario: Caviglia. Por el momento, el
mostrador y los revisteros rebosan de inocentes
folletos del club Gimnasia y Esgrima. Después de
media hora de espera apareció, por fin, Ernesto
Duffourc, un hombre de más de cincuenta años,
menudo, con hombros cargados y un guardapolvo
viejo y cortón que le da un aire de peluquero
suburbano. Lo que sigue es el intento de
reproducción de un diálogo por demás dificultoso:
—Estamos haciendo una
nota sobre espiritismo...
—Nada que ver. Esto es
una óptica.
—Se trata de Anael.
Los vecinos me han informado que, hace unos días,
sufrieron ustedes un allanamiento a causa de la
rebelión en la Escuela de Mecánica de la Armada.
—Yo no sé nada. El
anaelismo es una concepción político-filosófica.
No es como el socialismo o el trotsquismo. Además,
debería ver a la gente que está en el asunto.
Lamentablemente sufro de amnesia y lo que me entra
por una oreja se me evapora por la otra.
—¿Qué nombres sugiere
para esas entrevistas?
—Ya le digo: sufro de
amnesia y no retengo nada. Tome mi tarjeta
(Ernesto Duffourc. Optico Técnico). A lo mejor,
dentro de unos días, recuerdo algunos nombres.
—Tal vez, a causa de
los clientes, le resulte más difícil hablar...
—Yo no tengo problemas
para hablar acá ni en ningún otro lado.
—¿Cómo se incorporó a
la Logia Anael?
—No es una logia. Una
logia es secreta, y, en cambio, el anaelismo
existe para el bien de la humanidad toda. Y no hay
reclutamiento. Fuerzas superiores deciden que los
hombres se acerquen o se alejen. Fuerzas cósmicas.
Así quisieron que yo lo conociera, hace muchos
años, a Caviglia. Lamentablemente, un grupo de
infelices tiene la sartén por el mango y aparezco
vinculado a situaciones en las que ni Caviglia ni
yo tuvimos nada que ver.
—Se dice que el doctor
Urien, actual jefe de la Logia —o grupo-— era
amigo de Caviglia.
—Puede ser, y, como
Caviglia también era amigo mío, ahora me vinculan
al doctor Urien. Muchos se dedican a tejer
mentiras.
—Se dice, además, que
José López Rega es —o fue— miembro de la Logia.
—Pregúnteselo a él.
Todos los que estuvieron en esto seriamente han
muerto. La verdad se fue a la Chacarita.
"'Vos no tenés por qué
hacer declaraciones", tronó una voz de mujer desde
la trastienda. Ernesto Duffourc se achicó aún más
y balbuceó inútiles disculpas. Su mujer —alta,
voluminosa y entintada de rubio—, agregó: "Dejame
a mí". Su marido, entonces, se escurrió hacia el
taller. Mientras moviliza ininterrumpidamente su
pesado cuerpo, la mujer exigió credenciales y
documentos personales.
—Es una lástima.
Estábamos charlando cordialmente sobre el Dr.
Urien.
—¿Cómo? El doctor
Urien es un cliente más. Hace 25 años que le
vendemos anteojos. Como a tantos otros: Mercante,
Kelly, López Rega. Yo, por ejemplo, nunca lo
atendí. Cuando el velorio de Caviglia, mi marido
me señaló a una persona alta, esbelta,
buen-mozona, de traje oscuro y me dijo: "Ese es
Urien".
—¿Y Caviglia?
—El era un verdadero
amigo de la familia. Comíamos juntos varias veces
por semana. En una oportunidad, mi hijo se había
enamorado de una mujer vieja, siete años mayor que
él. Yo estaba desesperada. Le pedimos a Caviglia
que lo convenciera de dejarla. Fíjese qué bondad,
qué poder de convencimiento. Se encontraba con mi
hijo y le hablaba, le hablaba. Al final lo
convenció. Hoy, mi hijo, está casado con otra y me
ha dado un nieto que es una locura.
—¿Caviglia era
peronista?
—Quería el bien de la
humanidad. Era nacionalista, pero en el buen
sentido de la palabra. En la historia hay ciclos:
Roma nació, fue un gran imperio y, luego,
sucumbió. Caviglia decía que estamos viviendo la
finalización del ciclo norteamericano y que
comienza un nuevo ciclo: el panamericano, cuyo
liderazgo lo ejercería la Argentina. Por eso
quería llegar a Perón, pero Evita le bajó la
cortina.
—¿Cómo surgieron, para
usted, las ideas de Caviglia?
—Era maravilloso. No
estaba ni con la subversión ni con la revolución
ni con las armas. El otro día leí que Anael era
trotsquista: pavadas. Cómo Caviglia iba a querer
eso si él soñaba con un ideal humano, cósmico.
Sirvió 5 años en la Legión Extranjera, en África.
Se ganó la Legión de Honor. Allí vio tanto horror
y muerte que, por eso, hablaba de amor y del
espíritu. El creía en las fuerzas sobrenaturales,
que una persona como nosotros no puede comprender.
Y era argentino. Ahora dicen que era brasileño
porque viajaba mucho a Brasil. Lo conoció a Vargas
y todo. Muchas veces nos contaba que había
presenciado, en África, cosas increíbles entre las
tribus: magia negra y ritos como el vudú. Y lo
mismo vio en Brasil. Hablar de eso lo fascinaba
tanto. Se posesionaba.
—¿Cómo surgió Anael?
—Precisamente, en
Brasil. Siempre nos decía que había conocido a
Anael en Brasil y que era la reencarnación de
Jesucristo, que había vuelto a La tierra para
anunciar cambios extraordinarios. Supongo que
Anael debía ser uno de esos superdotados, tal vez
un curandero...
—¿Oyó hablar de José
Cresto?
—¿De quién?
¿Jesucristo? (Mientras un diluvio de palabras
entrecortaban el diálogo, Ernesto Duffourc se
ubicó detrás de mostrador para presenciar la
escena.) Periódicamente, Caviglia nos traía
folletos y nos pedía que los repartiéramos de mano
en mano. Él mismo los escribía, y, además, los
enviaba por correo al Poder Ejecutivo, al
Legislativo, al Judicial, a los diputados y
senadores. Era esencialmente pacífico; quería
difundir, por ese medio, su pensamiento.
—¿Cómo financiaba
Caviglia sus viajes al Brasil?
—De su bolsillo. Él
era martillero público. No tenía subvención de
nadie. Era un idealista: todo lo que ganaba lo
gastaba en el anaelismo. A veces nos preguntaban
qué quería decir esto o aquello y no sabíamos qué
contestar. Todo era muy abstracto y espiritual.
Además, escribía frases muy largas. Cosa rara:
Caviglia tenía una redacción espantosa. Una vez le
pregunté cómo, si redactaba tal mal, escribía
folletos tan claros. (Porque, aunque no se
entendía el significado, estaban bien escritos.)
El confesó que, efectivamente, era un tronco para
escribir pero que, por las noches, se despertaba
sobresaltado y escribía como un autómata. Algo o
alguien le dictaba desde un punto del espacio. No
sé, quizás era Anael. Lo mismo le pasó al morir.
Una vez vino acá y nos dijo: "Anoche, en un sueño,
me anunciaron mi muerte". A las dos semanas se nos
fue. El fue un hippie precursor. Adoraba a la
juventud. Y, es cierto, porque ellos van a
realizar todo.
—Es lo que dice Perón.
—Sí, yo soy peronista,
pero de los que piensan, no de los "grasas"
fanáticos que van con el bombo. Y hay que decir lo
que es: Perón tuvo muchos errores. Ojalá le
hubiera hecho caso a Caviglia. Cuando a Kelly —fue
increíble— se le dio por hablar de verticalismo,
lo echamos. "Má qué" verticalismo. El hombre debe
pensar. A mí me parece incorrecto, por ejemplo,
viajar al exterior y hablar mal de Lanusse. Mal
que me pese, Lanusse representa al país y yo,
entre extranjeros, no puedo hablar mal de mi
gobierno. Ya le han hecho tanto mal a la
Argentina. Los militares han desvirtuado nuestra
tradición. Cuando nació Jesús nadie se imaginaba
que era la cabeza de un movimiento tan
maravilloso. Cómo iban a aceptar que el hijo de un
carpintero fuera el Mesías, siempre imaginado como
un poderoso y adinerado.
—¿Cómo se trasformó la
concepción filosófica de Caviglia en una
organización política?
—No es cierto.
—Sin embargo según un
volante de la Logia, Anael significa Avanzada
Nacionalista Argentina en Liberación.
La señora de Duffourc
se levantó de un salto y llamó a su hijo. Ambos
festejaron la noticia entre burlas, insultos y
carcajadas. Duffourc, simplemente, sonrió.
—Además, el episodio
de la Escuela de Mecánica es bien político.
—Esas deben ser cosas
de Urien que, según me han dicho, está loco. Pero
jugar a un hijo en esa locura es no tener corazón.
¿Acaso pensaba que iba a tomar la Casa Rosada con
un guardiamarina y cinco cabitos?
—¿Caviglia tenía
amigos militares?
—Amigos y familiares.
Su hermano era médico del hospital Militar; sus
dos sobrinos son militares. Pero, según creo, no
compartían sus ideas. Caviglia. se arruinó con el
anaelismo. Poco antes de morir llegó acá con una
botella de burdeos francés: "Gasté lo último que
tenía —nos dijo—; quería tomar este vino con
ustedes".
En la trastienda
aparecieron la foto de Caviglia y, finalmente, la
imagen del Cristo Espirita. Héctor Caviglia es, en
verdad, un martillero público, con su cara
redonda, su calvicie, su traje gris y un aire de
satisfacción terrenal.
Junto al retrato está
ubicado el Cristo Espirita: trazos blancos sobre
fondo negro. Según Duffourc fue dibujado con tiza
sobre un pizarrón: "Caviglia trajo de Brasil fotos
de ese dibujo y nos regaló una a nosotros". Es el
esbozo de un rostro afilado y una barbilla
puntiaguda. Duffourc se negó a comentar el estilo.
Es que estas imágenes se logran durante los
momentos más sublimes de la videncia espiritista.
*.*.*.*.*
Los motivos de Julio
César Urien
.. Yo formo parte de
ese gremio de expectantes (que) se creen en el
deber de excitar la conciencia de la sociedad...,
de hacer algo, aunque ese algo sean disparates. Mi
algo, en esta circunstancia, es la sociedad
secreta. ¡Gran Dios! ¿Sabe acaso el hombre la
consecuencia de sus actos?" (Roberto Arlt, Los
siete locos. Discurso del Astrólogo.)
"Se ha tejido a mi
alrededor una maraña de mentiras e infamias." Este
lamento fue reemplazado, en seguida, por una
postura de predicador: "Se ha dicho que soy
trotsquista, comunista, marxista. Soy argentino y
basta ya de rótulos extranjeros. Soy escritor y
filósofo; quiero el bien de la patria y la
humanidad". Con sus largos brazos extendidos hacia
arriba, Julio César Urien agregó: "Se trata de una
nueva concepción, una nueva filosofía de la
liberación del hombre como persona y como pueblo.
Pronto, muy pronto, sabrán todos qué es Anael".
Muchos afirman que
Anael es el propio Urien. El juez, por su parte,
movió negativamente la cabeza y sonrió: "Anael es
una estrella", y entre suspiros, repitió:
"Anael..Anael...". Según ciertos informes, Anael
es el nombre de una estrella fija ("Dentro de poco
va a revelarse esto que, por ahora, es un
misterio. Ya falta poco"), pero según un volante
que circuló en los últimos tiempos, sería la sigla
de Avanzada Nacionalista Argentina en Liberación:
"Es un ideal", se limitó a explicar Urien. Y
agregó: "De acuerdo a un exhaustivo estudio de la
historia, llegamos a descubrir que la Argentina
sería el punto inicial. Esto es inexorable".
De pronto su voz se
endureció: "Es que mi yo no existe, soy modesto;
esta concepción es de la humanidad toda". Se
detuvo, volvió sus ojos hacia el retazo de cielo
salvado entre dos muros, y dictó: "La Argentina
será ...; no, tache. Y escriba: La Argentina
comienza ya a ser el punto de arranque. Esta es la
hora crucial. Estamos cerca de que aquí se imponga
la nueva civilización. Será a la brevedad y a
través de sus mejores hombres y, sobre todo, a
través de la juventud, ahora sin esperanzas ni fe.
El destino es la libertad —dictó con puntos y
comas— pero, para alcanzarla, es necesario pasar
distintas etapas".
Cuando se le sugirió
si la rebelión en la Escuela de Mecánica es una de
ellas, Urien respondió con aire triunfal: "En mi
libro La revolución de veras anunciamos cosas. ¿Se
han cumplido o no? No soy un político sino un
técnico de las ideas generales. Soy un arquitecto.
Yo digo: acá hay que levantar estas paredes; allá
comenzar el techo. Y tengo hombres para cada cosa.
Yo no puedo detenerme en eso. Yo, sin ellos, no
hago nada, pero ellos, sin mí, tampoco. Por eso no
soy un político sino un filósofo. Ahora estamos
develando una nueva concepción económica de
acuerdo a la nueva concepción filosófica. Es la
cuarta y definitiva. La primera fue la
aristotélica, de la cual se alimentó Santo Tomás;
la segunda, liberal; la tercera, marxista. La
actual establece que la Argentina es la clave del
futuro proceso de la humanidad". Y agregó: "Es
inexorable".
Después de varios
minutos de sonrisas enigmáticas se atrevió a
hablar de Perón: "Todo se va cumpliendo. Hay dos
grandes líneas que atraviesan la historia del
país. Una —liberal— se inicia con Saavedra,
prosigue con Rivadavia luego Mitre, Dorrego, los
montoneros, Rosas, Yrigoyen y Perón. Pero pronto
van a fundirse en una sola causa. Cada una
rescatará lo mejor de sí misma. Pero la liberal
dejará de serlo para sumarse a la nacional, ya
purificada. Sobrevendrá una nueva civilización
humanista, plena de justicia social. Ahora se
juega el destino del país".
¿Es, acaso, el turno
de Anael? Urien moduló: "Anael..., Anael", volvió
sus ojos claros hacia un mapa de América latina y
exclamó: "Cuando escribí La revolución de veras,
me dijeron que era un utopista, un espiritista, un
astrólogo. Soy un idealista ... Todo comenzó con
Vargas, en Brasil, pero no tiene importancia
hablar de aquello. Anael resurge ahora y culminará
en esta época. Pero, para qué hablar. Pronto, muy
pronto se sabrá".
Durante los sesenta
minutos que dialogó con Panorama, Julio César
Urien logró borrar —con sus miradas fijas y. su
prédica— los tonos marrones de su despacho de juez
en lo Civil y Comercial. Entre la exaltación y la
solemnidad, apenas si separó su alta figura del
escritorio. Ciertos informes aseguran que, en una
pared de su casa de la calle Callao, el Cristo
Espirita no es un mero adorno. En su oficina, sin
embargo, resulta un Cristo clásico.
Revista Extra
07/12/1972
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