Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Mercado del Plata
Con los días contados
Dejará de ser imán de los exquisitos -y una de las pocas leyendas vivas de la ciudad- no bien la Municipalidad ponga en marcha su plan de trasformación en un supermercado popular

El Mercado del Plata tiene sus días contados. Subsistió ciento doce años, lo que es toda una hazaña en una ciudad que ha barrido con tantas cosas, malas y buenas. . . Es una institución, y desde que fue creado se convirtió, a pesar de todos los propósitos oficiales, en un lugar distinto, selecto y destinado a las minorías. La Municipalidad siempre trató —o imaginó— un destino utilitario y popular. Pero, obstinadamente, el mercado fue siempre otra cosa. Tal vez por su ubicación —Carlos Pellegrini y Sarmiento—, en pleno centro de la capital, o por alguna otra misteriosa razón.
Ahora, el secretario de Abastecimiento de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, doctor Héctor Guevara, dictó su certificado de defunción. El alto funcionario explica: "El Mercado del Plata actual sólo sirve para satisfacer gustos de pequeños grupos de familias ricas, que son, justamente, las que menos necesitan protección de la Municipalidad. Nosotros estamos abocados al problema de vender la mayor cantidad de productos a la mayor cantidad de personas y al menor precio". Y el doctor Guevara proyectó convertir las modernas instalaciones, habilitadas en 1962, en un popularísimo supermercado, destinado a las 100.000 personas, la mayoría de condición humilde, de la zona delimitada por Montevideo, Córdoba, Leandro Alem y Belgrano.
"Tengo el miedo lógico —dice Guevara— de todo aquel que se embarca en un gran negocio. Es una de las pocas veces en que una repartición pública piensa con mentalidad empresaria y comunitaria al mismo tiempo. Puede ser un 'boom'. En total son más de cuatro mil metros cuadrados —el supermercado Gigante tiene ocho mil— y tendrá una playa de estacionamiento con capacidad para doscientos coches. No puede fallar. Consulté al ministro de Economía y al de Interior y ellos confían en el proyecto... Hasta el general Onganía lo aceptó sin reparos..."

LA TRASFORMACION
La licitación correspondiente para otorgar la concesión del nuevo supermercado recién finalizará en abril. Descontando un mes de estudios previos a la adjudicación y un plazo de uno o dos meses para realizar obras e instalaciones, se estima que aquél podrá funcionar entre fines de junio y primeros días de julio, funcionará de acuerdo con la ley de supermercados y sus horarios serán novedosos para la zona céntrica: hasta las 21 los días hábiles, hasta las 20 los sábados, hasta las 13 los domingos. Además de los consumidores de la zona, el doctor Guevara prevé que concurrirán los empleados que trabajan por los alrededores y hasta la gente del Gran Buenos Aires que va a los cines céntricos los sábados: cargarán mercaderías para el fin de semana en sus coches. El espacio destinado a los productos de consumo popular ocupará el cincuenta por ciento de las instalaciones; también se venderán artículos de bazar y muchos otros. El secretario es muy, pero muy optimista: "Hasta temo que se produzcan aglomeraciones de tránsito. . .".

TODO TIEMPO PASADO...
"Como supermercado o como feria; ganando más o ganando menos; de cualquier manera, yo quiero quedarme acá. Acá estuvo mi abuelo, acá mi padre y aquí seguiré yo." Horacio Motto, 46 años y casado, dueño de un local de quesería fundado en 1856 por su "nonno", es vehemente en su declaración. La situación es similar a la de los 60 permisionarios del Mercado del Plata, pero no comparten los propósitos. En su totalidad se iniciaron en el negocio cuando eran muy niños e iban a jugar mientras sus padres y abuelos vendían. Pero no todos quieren sobrellevar la trasformación, o dudan de que se pueda.
Cerca de 20 concesionarios están dispuestos a unir sus capitales y presentarse a licitación. Los otros 40 trasladarán sus locales a otra: parte o abandonarán el ramo. La Municipalidad proyecta otorgarles facilidades y un lugar para que el Mercado del Plata pueda seguir existiendo. En épocas del intendente Schettini se había destinado para ello parte de los terrenos que ocupó la Penitenciaría Nacional, pero ninguno de los permisionarios demostró interés por la zona. Creían que allí no continuaría el negocio. . .
Claro, era como trasladar una boutique de la avenida Santa Fe a una calle de Lomas de Zamora. Porque el Mercado del Plata funcionó siempre como una especial y gigantesca boutique de alimentos, para un público conocedor y exclusivo. Todo lo raro, lo exótico y lo inusitado se encontraba —y por ahora se sigue encontrando— en sus 60 puestos. Tallarines de albahaca, higos de Esmirna, dátiles de Argelia, ravioles con relleno especial, mangos de Centroamérica, o mojama. . ., lomo disecado de delfín, que es un plato preferido por gitanos y españoles. Todas las colectividades extranjeras pueden encontrar allí productos típicos de su país: embutidos suizos quesos alemanes, conservas y pescados de todo el mundo.. .
Y aun los alimentos más comunes, como la carne vacuna y las hortalizas o legumbres, tienen la pretensión de ser distintas. Adquiridas con cuidado a proveedores especiales, seleccionadas, de calidad fuera de serie. También son fuera de serie los precios, mucho más elevados que en cualquier feria o mercado de la ciudad, completamente liberados de las listas de precios máximos. La clientela que siempre acudió es muy determinada: los puesteros recuerdan a presidentes de la República, como Alvear, y a grandes figuras del teatro, el cine y ahora de la televisión, además de las familias ricas de todos los, tiempos. Los concesionarios se acostumbraron a esa modalidad desde los comienzos del mercado, la continuaron durante su época subterránea, cuando se demolió el viejo edificio y las instalaciones fueron provisionalmente trasladadas bajo la avenida 9 de Julio, y la mantienen ahora, en el edificio inaugurado en 1962. Los tiempos y la ciudad han cambiado y la Municipalidad quiere que también cambie el viejo mercado.
Siete Días Ilustrados
20.08.1968

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