Tato y Nelly
Prince entran
Tato. — ¡No, no:
sensacional, no! Me parece que sensacional es muy
escombrero.. .
Nelly. —
(Impacientándose.) ¿Entonces querés que te diga el
modesto? Fijate: "El modesto actor Tato Bores..."
Tato. — No, tampoco...
¡ Modesto es lo que dice todo el mundo, pero nadie
te lo cree!.. .
Nelly. — (Enojada.)
¡Pero entonces qué querés que te diga!... ¿Te
gustaría "El actor costumbrista"?
Tato. — No: la palabra
costumbrista da idea de cosa vieja, y yo quiero
algo que sea nuevo, moderno, algo
revolucionario... ¡Eso es! Poné: "el gran artista
revolucionario".
Nelly
desesperada hace mutis arrugando los papeles y
gritando
Plano
de tato solamente, que comenta la salida de Nelly
Nelly. —
¡Revolucionario, revolucionario! ¡Ahora todo el
mundo quiere ser revolucionario!
Tato. — Es increíble
la cantidad de gente que pierde la chaveta,
¡caramba! Pero créame que en todas partes pasa lo
mismo, vea... Yo me acuerdo que cuando hice mi
viaje por Europa... (Fuertes murmullos de
fastidio").
Gesto de
impaciencia de Tato
Tato. — ¡Ah, no, no,
acá ustedes se la aguantan! Yo ya hice cerrar las
puertas y de acá no sale nadie hasta que termine
mi charla sobre Europa!... Además, yo no quiero
hablar de política, ni hablar de los militares, ni
hablar de Aeronáutica, ni hablar de la Armada ni
hablar de la que se armó... ¡Y de la que se armó
mucho menos todavía!... Créame que yo no le puedo
llevar el apunte a todos los irresponsables que se
me cruzan en el camino: desde el lunes pasado yo
no puedo andar por la calle sin que me paren cada
dos metros... "Chau, Tato: ¿Cómo le vas a dar con
todo el domingo, eh?" "—¿Con todo qué? ¿A quién le
voy a dar?" "—¡Al que sea, pero tenés que darle!"
Y en seguida otro:
"¡Adiós, gordo! Me imagino que le vas a caer con
el hacha, ¿no?" "—¿Hacha, a quién le voy a caer
con el hacha si todavía no sabés ni cómo se
llama?" ¿Se dan cuenta? ¡El lunes pasado! ¡Todavía
no sabían quién iba a ser el nuevo patrón, y ya
querían que le diera con todo!... Menos mal que yo
no me dejo calentar el bocho: digo que sí con la
cabeza y sigo tranquilo... Porque yo tengo mi
posión (nota: textual en la transcripción) muy
bien tomada: ¡ Yo soy loco, pero no estúpido!...
(Aquí tomó agua y dijo): Hoy tengo más sed que
nunca.
Entra Crespi
(MR: se trata del actor Rodolfo
Crespi) todo rotoso y muy deprimido.
plano de Crespi hasta que se acerca a Tato
¡Crespi!...
¡Crespi!... Crespito!
Estaba preguntando por vos enloquecido... Te
felicito. ¿Se puede saber dónde estuviste todos
estos días? ¡Pero qué pasa, muchacho! ¿Es que
acaso?—
Gesto violento
de Crespi de retirarse: plano de Tato
¡Parece mentira cómo
queda alguna gente después de un cambio
político!... ¡ Por eso yo no quiero meterme en
camisa de once varas y prefiero dedicarme a lo
mío!... Recuerdo que cuando el avión llegó a
Checoslovaquia, en el aeropuerto de Praga estaba
mi gran amigo don Pancho Smétana, que en seguida
me enchufó la llave de la ciudad y tras cartón me
pidió que no dejara de saludar a su colega don...
Tato hace
gestos desesperados
Bueno, como les decía,
el intendente de Praga me agasajó, me llevó de
paseo, me hizo conocer la ciudad, me invitó al
cine... ¡Hombre, me acuerdo que fue en Praga donde
vi la película checoslovaca "Los amores de una
rubia"!... ¡Sí, sí, esa misma que ahora
prohibieron en Buenos Aires, y muy bien prohibida
por supuesto! Yo, aplaudo la censura, porque uno
va al cine a divertirse y no a castigarse: y uno
va a descansar y no a que le planteen problemas
con señoritas... ¡ Hay tipos que salen del
biógrafo con una mirada de lobo y los dientes así
de largos! ¡Se lo juro!... El cine y el teatro van
por muy mal camino presentando obras de tesis, o
con tantas cosas eróticas... ¡Usted se mete en el
cine para aflojar los nervios, y no para que lo
pongan más nervioso todavía!... Por eso, yo voy al
cine solamente para ver dibujos animados...
¡Cualquier cosa, menos películas profundas, llenas
de problemas sociales, económicos y políticos!
¡Hay que dejarse de complicaciones, y hay que ir a
las cosas sencillas y lógicas! Claro que muchas
veces la lógica falla... Me acuerdo que el domingo
pasado, después de la audición me vino a buscar un
alto funcionario del gobierno... ¡ Del gobierno
anterior, por supuesto!.. . "Vos que sabés tantas
cosas, Tato, ¿tenés idea del día que se va a
producir la cosa?" "¡Por favor, Pirulo, no va a
haber ninguna cosa! ¡Si no hay fecha disponible!"
"No entiendo, Tato..., ¿qué es eso de que no hay
fecha disponible?" "Es la pura verdad, Pirulo...,
para empezar, imaginate que yo quisiera hacer una
revolución —¡Dios libre y guarde!—, ¿qué día voy a
elegir?, un domingo no puedo porque tendría que
suspender el fútbol y las carreras.. . ¡ Sería
antipático!..." "Pero quedan los otros días del
año, Tato." "¡Días quedan, pero no sirven,
Pirulo... Fijate Navidad, Año Nuevo y Reyes, ni
soñar, porque la gente está dedicada a la sidra y
el pan dulce. Sin contar que enero y febrero son
muy calurosos y la mayoría de los revolucionarios
están veraneando en Mar del Plata o en Punta del
Este... Y después, ¿qué te queda? ¿Vos harías una
revolución el Veinticinco de Mayo? ¡Nunca te
saldría tan buena como la otra!... Como tampoco
podés hacer una revolución el seis de septiembre.
¡Los radicales chillarían como locos!" "¡No nos
pueden fajar dos veces en el mismo día!" "¡Y
tampoco podés usar el catorce de julio, porque la
gente podrá decir "Se copiaron de los franceses!"
Y no podés hacer una revolución el mismo día que
se hizo la revolución del noventa, ni el día que
se hizo la del año cinco: ni cuando se hizo la del
cuarenta y tres: ni cuando se hizo la del
cincuenta y cinco: ni tampoco la del sesenta y
dos, el día de san Frondizi... ¿Y vas a hacer una
revolución el doce de octubre, cuando lo están
festejando a Colón, ¿o el diecisiete de octubre,
cuando lo recuerdan a Juan coso?..." "Pero
escúchame, Tato: ¡Todavía quedan más días en el
año!" "¡No queda nada, Pirulo: ya está todo
ocupado y dedicado!... ¡Vos no podés hacer una
revolución ni en el Día de los Santos, ni el
veintiocho de diciembre, el Día de los
Inocentes!... ¡Si hacés una revolución el Día de
los Inocentes parecería una cargada!... Y si das
un golpe en el Día de la Madre, se te enojan todas
las viejas... Y tampoco el Día del Padre...,
porque muchos generales son papitos y no van a
salir a laburar justo en su día!... ¡Y lo mismo en
el día del abuelo, porque hay almirantes jovatos
que son abuelitos! ¡Quedate tranquilo, Pirulo: en
el almanaque no queda libre ni una sola fecha para
hacer una revolución sin ofender a alguien! Si
hacés una revolución en el Día del Periodista, en
seguida te caen diciendo que es un atentado a la
libertad de prensa: y lo mismo en el Día del
Canillita, o el Día del Escritor, o el Día de la
Policía... Como no podés hacer una revolución en
Semana Santa... ¡Sería una falta de respeto!
Tampoco en julio... ¡No podés, las vacaciones de
invierno!... ¡Y tampoco la podés hacer en
carnaval, porque en vez de revolución te sale un
corso..." "¡Gracias, Tato, gracias!... ¡ Con lo
que vos me decís me voy tranquilo!" ¡Pero ahora me
quedó un cargo de conciencia: yo le nombro a
Pirulo todos los días y todas las fechas del
año... ¡Pero me olvidé justamente del lunes
veintisiete de junio que estaba libre!...
¡Y pensar que yo
estaba ensayando el libreto! No este que estoy
ensayando ahora: otro... ¡Dios mío!, había una
parte que decía: "Esta noche yo quiero felicitar a
los Radicales del Pueblo, porque el próximo jueves
siete de julio se cumplen tres años de la elección
que ganaron en mil novecientos sesenta y tres..."
Y mi nene que me estaba escuchando me dijo: "Papá,
vos estás seguro que van a estar el siete de
julio?" "¡Qué sé yo, nene! ¡Yo soy cómico, no
brujo". (Aplausos.)
Al terminar el
aviso entra Crespi que pasa por delante de la
mesita y sigue hasta encontrar a Tato que le
observa atentamente, muy desanimado, toma el
teléfono y marca sin entusiasmo, escucha y como no
contestan, cuelga. Vuelve a llamar, y cuelga de
nuevo. Es evidente que sus amigos han desaparecido
y nadie contesta.
Desalentado repite el gesto de fastidio anterior,
y se va agobiado. Plano de Tato solamente
Tato. — ¡Pero
escúchame, Crespi, atendeme, no te lo tomés así!
¡Caramba! ¡Oíme, Crespi, por favor: sos joven y te
quedan muchas oportunidades por delante!... i Pero
fíjese qué grosería, ni siquiera contesta mis
preguntas! Me imagino que estará así porque le
falló el horóscopo, y lo dejaron afuera, pero
igual, lo cortés no quita lo valiente, y en la
vida uno tiene que ser educado... ¡Créame que para
mí, la educación está por encima de todo! Y por
eso yo me puse muy contento estos días pasados,
cuando se inauguró en Buenos Aires la gran
Conferencia Americana sobre la educación, con la
presencia de delegados de veinticinco países, de
lo cual hablaré en seguida... (Grandes murmullos
de fastidio. Tato mira indignado y sigue
diciendo):
¿Pero es que ya nada
les gusta a ustedes? ¡Si hablo de Europa porque es
Europa, si hablo de educación porque es educación,
y les voy a hablar de educación y no de política,
viciosos!
Pues estoy muy
contento con la gran conferencia americana que se
hizo en Buenos Aires. Ya sé que algún envenenado
dirá: ¡ma qué educación, che! ¡Acá lo que hace
falta son conferencias para conseguir mangos! Pero
esos son los eternos materialistas, que piensan
que es mejor tener dinero que ser cultos...
Incluso yo mismo, me he preguntado muchas veces:
"Tato: vos que querés ser: ¿un burro con guita o
un sabio pobre?" La verdad, es que un burro con
guita, pero esa es otra historia.
De todos modos, fíjese
que apenas se inauguró la conferencia sobre la
educación, mucha gente cambió de modales... Yo me
acuerdo que en otros tiempos, cuando llevaba el
sueldo a mi casa, mi mujer pegaba unos gritos
espantosos: "¿Y esa es toda la plata que traés?
¡Si es poco con tres empleos, búscate otra changa,
aunque no vengas a dormir de noche!" En cambio,
ahora, mi esposa me dice: "Creo que con tu sueldo
nos vamos a arreglar muy bien, querido". Claro que
yo a mi mujer le doy todos los meses millones de
mangos... ¡Pero la educación es lo que vale!
Y la mejora también se
observa en las altas esferas, en las acciones de
alto nivel... Yo me acuerdo que antes, cuando se
armaba bronca y había que sacar a un gobierno, a
los presidentes y a los ministros, los agarraban
de la solapa y los trataban a los gritos:...
"¡Oiga, che, a ver si renuncia en seguida y se las
pica!" Pero ahora, no... Ahora un revolucionario
pide audiencia en la Casa Rosada, y cuando es
recibido comunica su parecer: "Me permito
advertirle, excelencia, que la política del actual
gobierno adolece de los principios básicos que
reclama el normal desarrollo de la Nación"... "¿Y
entonces usted qué me sugiere, general?"
"Que se desplace
amistosamente hacia la calle, dejándome la
manijita"... "¡Caramba!, ¿quiere decir que me voy
a quedar sin ocupación?..." "¡Pero no, qué
esperanza, usted pasará a ser opositor, y tendrá
más trabajo que nunca! Y nosotros, que hasta ayer
éramos opositores, ahora vamos a ser gobierno...
Un poco a cada uno, no le hace mal a ninguno..."
Y así, sin nervios y
sin escándalos y gracias a la educación, se
producen dos cambios, que antes eran verdaderas
tragedias. Incluso, antes había golpistas
descorteses, que llegaban a la Casa de gobierno de
sorpresa y cuando nadie los esperaba... ¡Hubo
mandatarios que apenas tuvieron tiempo de
ajustarse los pantalones!... ¡ Pero ahora, fíjese
usted qué diferencia!: ¿Me quiere decir cuánto
hace que se anunciaba este cambio? ¡Semanas,
quincenas, meses.,., yo muchas veces lo llamaba
por teléfono a un funcionario de la presidencia
para pedir noticias!... "Hola, ¿y para cuándo es
la cosa?"... "No sabemos qué pasa, Tato..., ¡ya
tendría que estar aquí hace rato, pero tardan en
venir!"... "¡Pero, Pirulo: si los diarios dicen
que de un momento a otro!"... "¡Nosotros también
leemos los diarios, Tato, y no nos explicamos por
qué no vienen!"
Mire, tan cantado
estaba el asunto, que yo empecé a carburar por mi
cuenta y a buscarle explicaciones a la demora...
Usted se acordará que hace pocos domingos, yo dije
que el asunto no se produciría hasta después del
nueve de julio, porque seguramente los
revolucionarios no estaban bien de pilchas para la
fiesta... Pero resulta que la noche que debutó en
el teatro Colón la Filarmónica de Filadelfia,
dirigida por Eugenio Ormandy, yo fui... ¡Es mi
mujer que me lleva, para sacarme del café!...,
porque sino yo al Colón no voy ni por
casualidad... Pero aquella noche me alegré de
haber ido, porque comprendí que estaba
equivocado... ¡Qué le cuento que todo el mundo
derrochaba elegancia hasta por los codos: las
damas, los caballeros, ministros, altos
funcionarios, todo el mundo tenía unas pilchas que
parecían pintadas en el cuerpo!... i Y para qué te
digo que de repente se abre una cortina y lo veo
entrar nada menos que a él...! ¡A mi gran amigo el
teniente general don Juan Carlos Onganía!... Lo
dije: la primera vez cuesta.
Empilchado de etiqueta
que parecía de fábula, hecho al milímetro, sin una
arruguita, moderno, elegante... Y ahí fue donde yo
comprendí mi equivocación... Y me dije: "¡Tato,
tienen ropa hecha!... ¡No van a esperar hasta el 9
de Julio!..
Ya sé que alguno dirá
que yo quiero acomodarme hablando de mi gran amigo
Juan Carlos, y de su smoking, y que de golpe y
porrazo yo me he vuelto oficialista... ¡Yo he sido
oficialista toda mi vida, es un vicio el que
tengo!...
Siempre fui
oficialista, pero no soy el único. Somos muchos
los que laburamos y vamos para adelante..., pero
ojo, muchachos, a poner el hombro bien, no para
empujar, sino para apuntalar porque después de
esta vez, los piojos.
En mi larga
trayectoria política yo estuve del lado de los
gobiernos, y desde 1943 hasta la fecha recuerdo
con cariño a todos los presidentes que contaron
con mi simpatía y apoyo... Rawson..., Ramírez...,
Farrell..., Juan Coso..., Lonardi..., Aramburu...,
Frondizi... Illia..., Onganía... ¡Diez presidentes
en 28 años!...
Y vea qué porcentajes:
¡7 militares y 3 civiles!... i Y después algunos
civiles nos quejamos cuando nos toca hacer un año
de colimba, y no nos damos cuenta que toda la
ventaja es nuestra!... ¡Porque nosotros hacemos un
solo año de servicio militar, y salute!
Y a ellos a cada rato
les toca hacer un montón de años de servicios
civiles, y no se quejan... (Aplausos.)
Entra Venancio
(MR: se trata del actor Venancio
Riggio) con un teléfono moderno que
coloca en reemplazo del candelero
Tato. — ¿Pero qué
hacés, qué cambio es éste?
Venancio. — Este es el
nuevo teléfono directo, cuando quiera hablar,
puede hablar directamente ...
Simula
desenchufar el viejo y enchufa el nuevo. Mutis de
Venancio. Tato observa el aparato
Tato. — En realidad,
me gustaría hacerle una llamadita a Onganía. ..
Tiene tono y todo. ¿Qué opinará de mí? ¿Le gustará
lo que digo? ¿Lo llamo? ¿No lo llamo? (Deja el
teléfono.) No... ¡Dejemos pasar un poco de
tiempo...!
Revista Extra
agosto 1966
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