Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

MUJERES ARGENTINAS:
OCHO HISTORIAS DE UNA MISMA PASION
Mercedes Sosa, Ariel Ramírez y Jaime Torres reviven sobre el escenario del teatro Presidente Alvear Mujeres Argentinas, las famosas composiciones de Ariel Ramírez y Félix Luna. Un espectáculo trascendente en el que tres maestros enseñan a conjugar, con la sabiduría del corazón, el verbo amar

Las ocho mujeres argentinas de Ariel Ramírez y Félix Luna, sin temerles a las luces malas del centro, llegaron a Buenos Aires y se instalaron en plena avenida Corrientes. Estaban cansadas de deambular por los teatros de provincias: hacía más de un año —casi simultáneamente con la aparición del disco— que habían comenzado esta tournée de la mano de un santafesino (Ariel Ramírez), una tucumana (Mercedes Sosa), un boliviano (Jaime Torres), un santiagueño (Domingo Cura) y un porteño (Oscar Alem). La voz de Félix Luna y la guitarra de Ángel Palacios también las habían acompañado en los éxitos provincianos y en los trámites que —con muy pocas esperanzas— encaraba la compañía para conseguir una sala portería donde alojarlas.
Sin embargo, dos adelantados, Alejandro Zterenfeld y Contemporánea Espectáculos —representantes de Ariel y Jaime, y de Mercedes, respectivamente— reafirmaron la confianza en la calidad de sus artistas con la decisión de producir su presentación en Buenos Aires. Con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad consiguieron el teatro Presidente Alvear y allí sentaron sus reales.
La noche del miércoles 8, Guadalupe —la eterna enamorada de Mariano Moreno—; Mariquita Sánchez de Thompson; la gringa chaqueña; Rosarito Vera; la cautiva Dorotea; Manuela, la tucumana; Alfonsina Storni y Juana Azurduy vivieron, otra vez, en el arte de Mercedes Sosa: enérgica, dulce, humilde, soberbia, la tucumana de hoy se hace canción, refalosa, guarania, zamba, milonga, triunfo o aire de cueca para integrar con la historia de ocho mujeres argentinas el territorio nacional.
—Es un intento de reflejar el proceso de construcción de la Argentina a través de mujeres que tuvieron que ver con nuestra grandeza —afirma Félix Luna y enseguida comienza a contar la historia de Las cartas de Guadalupe a Mariano Moreno, cartas de amor que él nunca recibió y que recién se publicaron hace cinco años; las visiones de una 'china' que espía por la ventana de la casa de doña Mariquita en el momento en que se canta el Himno; las convicciones profundas de la gringa chaqueña, que bien pudo ser santafesina, tucumana o formoseña; las anécdotas de Rosarito Vera, la abuela de todas las maestras; la aventura de amor de la cautiva Dorotea, que, enamorada de un indio, no quiso regresar con los de su raza; la obsesión de Manuela Pedraza; la muerte marina de Alfonsina Storni; las hazañas guerreras de Juana Azurduy. Y mientras tanto, la voz de Mercedes Sosa colma todos los rincones, se esfuma, busca otros horizontes, se mete en lo más profundo de la tierra y, de pronto, vuelve a irrumpir gloriosa, con más fuerza, con la misma ternura, con la humildad soberbia de la maestra, de la poetisa, de la guerrera. La tierra misma le responde, en un contrapunto de brujerías, con el piano de Ariel Ramírez y con el charango de Jaime Torres. Un coro de guitarra, percusión y contrabajo (Ángel Palacios, Domingo Cura y Oscar Alem) sostienen el diálogo y la Argentina, de pronto, toma su territorio sobre la piel.
—Es increíble que ningún empresario teatral haya querido producir este espectáculo —se queja Marián Farías Gómez—. ¡Un año en busca de una sala! Y eso que en provincias tuvo un éxito notable: en el Auditorium de Mar del Plata, por ejemplo, debieron proseguir con las representaciones mucho más allá de lo programado.
La primera parte del espectáculo crea el clima propicio para recibir a las ocho mujeres argentinas: la presentación de Jaime Torres y su charango permite que se mezclen los compases de El Humahuaqueño con los de La Pomeña de Mercedes Sosa, y en una sucesión de ritmos, el Duerme negrito, y la 'Canción de la ternura' dejan paso a Ariel Ramírez para que con su piano diga que 'Volveré siempre a San Juan', sienta La Procesión y el Malambo se haga violencia sobre el escenario.
—Lo oigo tocar a Ariel y me enamoro —comenta Marián mientras las manos de los Zupay, de los Buenos Aires Ocho, de Maro Machado, de Marta Adamoli, de los Farías Gómez, de Hernán Figueroa Reyes y de la mayor parte de la familia folklórica aplauden y y aplauden hasta que Mercedes, Ariel y Jaime se eternicen sobre el escenario argentino.
Revista Semana Gráfica
17.07.1970
 

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