Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

El país
Entre la realidad y el gardelismo
Al concluir la campaña electoral de 1958, el entonces candidato radical del Pueblo a la presidencia de la Nación, Ricardo Balbín, pronunció un discurso durante un acto público en la plaza Once de la ciudad de Buenos Aires. En medio de uno de sus típicos párrafos románticos, alguien del público le gritó con arrobamiento: "Piquito de oro; sos el Gardel de la democracia"
En la última semana, el radicalismo del Pueblo, ahora en el gobierno, ha desatado una verdadera ofensiva para demostrar que su acción desde la Casa Rosada y todos los ministerios constituye, en conjunto, la mejor obra que el país ha conocido desde la caída de Hipólito Yrigoyen. Y si bien los mensajes en son de payada, clásicos de Ricardo Balbín, están un poco superados en cuanto a su estilo, todos los ministros, y en especial el vicepresidente de la Nación, mantienen el mismo espíritu de auto-elogio, si bien no siempre la realidad acompaña con sus drásticas demostraciones la efectividad de la política del gobierno.
Es así como se ha desatado una polémica sobre si este gobierno es realmente bueno, como piensan los radicales del Pueblo; si es bueno, a pesar de sus errores, como piensan algunos opositores políticos que ven en la existencia del Parlamento su única posibilidad de supervivencia, o si es francamente malo, como se estima en los círculos empresarios, obreros, militares y religiosos.
La semana pasada, el influyente matutino "La Nación", de Buenos Aires, dedicó dos editoriales, los días jueves y viernes, a señalar lagunas muy serias en la conducción económica del país. Al referirse, el viernes, a la Memoria del Banco Central, señaló: "Todos los datos contenidos en la Memoria son importantes, y más aún sus comentarios. Desgraciadamente, la realidad de los hechos no permite formular deducciones promisorias para 1964. Transcurrida la mitad del año, aún no se ha resuelto ninguno de los problemas fundamentales que afectan a la economía del país; por el contrario, algunos se han agravado por la concurrencia de diversos factores que no fueron solucionados oportunamente. El país no puede soportar por más tiempo una situación de intranquilidad social y económica capaz de originar hechos de imprevisibles consecuencias, un estado de cosas favorable a la política de grupos disolventes perfectamente conocidos y que ya ni siquiera actúan a la sombra."
Los defensores del gobierno, intentan generalmente una enumeración de las medidas tomadas para justificar la calidad de su gestión; pero cada vez que se señala la difícil situación social y económica, el costo de la vida y la escasez de trabajo y de alimentos, indican que se trata de un clima político creado por sus enemigos. Por su parte, quienes intentan analizar la acción del gobierno en forma independiente, sin gardelismo democrático o mística radical, prefieren enjuiciar la realidad tal como se presenta y llegan a la misma conclusión que "La Nación"; no se ha resuelto ninguno de los problemas fundamentales que afectan a la economía del país, y algunos de han agravado.
Por lo tanto, ¿qué hacer? Este interrogante es el que más circula en todos los sectores y, lógicamente, cada uno lo resuelve a su manera. La CGT parece decidida a llegar hasta las últimas consecuencias, y pactar con el gobierno únicamente si éste cambia lo suficiente como para desterrar de su seno todo vestigio de radicalismo, cosa que parece poco probable. Las Fuerzas Armadas prefieren seguir formulando observaciones marginales al presidente de la República, señalando los mismos hechos que señaló "La Nación" en su editorial, pero sosteniendo que el "gobierno debe cambiar", en vez
del lema "el gobierno debe caer" que alientan los sectores obreros. Por su parte, los círculos empresarios están convencidos del fracaso de la misión Elizalde-Carranza en el exterior —ya que la política económica del actual gobierno difícilmente le permita obtener la financiación necesaria para su aún desconocido plan de desarrollo—, y estiman que el sacudimiento que sufrirá el gobierno, ante la imposibilidad de ofrecer una salida al país, determinará un cambio sustancial de equipo o de régimen, Finalmente, los sectores políticos están totalmente interesados en descubrir qué participación ofrecerá el gobierno al peronismo en las elecciones de renovación parlamentaria de marzo próximo.
Mientras tanto, el gobierno, agobiado por la desocupación nuevamente en crecimiento, la creación del mercado paralelo del dólar, la creciente carestía de la vida y la escasez de alimentos, está montando el más gigantesco aparato de propaganda y presión contra los órganos independientes de prensa de que se tenga memoria desde la época del régimen peronista. Es prácticamente imposible, para quien no quiera ensalzar al gobierno, difundir sus opiniones en las radios de la cadena oficial; los boletines informativos de esa cadena son tendenciosos; son suprimidos los periodistas que no se sujetan a las órdenes e instrucciones de Nélida Baigorria; la agencia independiente Telpress fue copada por el gobierno mediante la amenaza de cancelar sus contratos con las radios oficiales; el gobierno ha dado orden de presionar a los órganos de prensa mediante la discriminación en la concesión de los avisos oficiales; en la vice-presidencia de la Nación se está estudiando afiebradamente la situación financiera de todos los órganos de prensa y sus créditos en bancos oficiales.
Según "La Nación", el país no puede soportar por más tiempo esta situación. Los observadores políticos están en estos momentos tratando de determinar cuáles son las marcas del calendario que señalan ese "por más tiempo".
Revista Primera Plana
07/07/1964

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