PAPEL PRENSA
La liebre y la tortuga
El despegue papelero argentino está cerca ya de convertirse en un vuelo vigoroso y el nuevo impulso de la industria asegura un crecimiento firme y sostenido para la próxima década. Hasta hace pocos meses el número de los que confiaban en este proceso era por demás exiguo.

Ahora que la balanza se inclina favorablemente, se desencadena un verdadero sprint para ver quién puede apoderarse de la buena racha. El efecto de esta avalancha puede resultar tan nefasto como el peso del último náufrago en el bote salvavidas.
La puesta en marcha de la industria nacional del papel de diarios, comenzada por la autorización de la primera planta a Papel Prensa S.A. y continuada con la licitación de las dos restantes, se basó en una estimación de los recursos forestales existentes y de sus posibilidades de ampliación dentro de un ritmo razonable, en lo que resta de la década en curso, hecha por los expertos del Servicio Nacional Forestal. Este plan, de vital importancia para la integración sectorial de la industria de la madera, la celulosa y el papel, implica agotar los actuales sobrantes de maderas de fibra corta del Delta, creando un exceso de demanda que reactivará la actividad forestal de esa región, fortalecerá los precios actualmente deprimidos y agilitará el mercado. Pero la temperatura favorable que desarrolla este proyecto ha descongelado involuntariamente algunos planes del pasado que parecían "enfriados" para siempre y fueron descartados en los cálculos de recursos forestales A la hora en que el proyecto nacional de papel para diarios está en su fase crítica, estas resurrecciones imprevistas pueden convertirse en un riesgo para todo el esfuerzo de auto-abastecimiento papelero nacional.

LA MAQUINA DEL TIEMPO. Hace más de una década, en plena retracción del mercado maderero, un grupo de inversores, propietarios de fracciones forestadas del Delta, se asoció bajo el rótulo de Delta Industrial con una empresa papelera norteamericana, para aprovechar los excedentes de madera de la zona, que no encontraban salida en el mercado. El proyecto varó al poco tiempo de lanzado. Entre las razones que se atribuyen a este fracaso, se incluyen la falta de capitales suficientes, el subdimensionamiento y la inadecuada tecnología de la planta industrial propuesta. El proyecto sufrió diversos intentos de rehabilitación. El último, merced a un tratamiento de belleza in extremis, logró trasportarlo hasta los despachos de la Casa Rosada. La propuesta consiste, ahora, en levantar una planta de pasta química de fibra corta en la provincia de Entre Ríos, con una capacidad anual de 100 mil toneladas. Esto representa, aproximadamente, un consumo de 300 mil toneladas de maderas de sauce y álamo del Delta cada año.
La virtud más aparente de este proyecto sería que podría absorber el 60 por ciento o más de los actuales excedentes de producción de la zona, del orden de 445 mil toneladas anuales. Sus inconvenientes inmediatos son varios. El primero es que la necesidad de esas pastas en nuestro país apenas alcanza a 26 mil toneladas por año: el volumen no cubierto con la actual fabricación nacional, y que se suple con importaciones. Ocurre, además, que los actuales fabricantes de ese tipo de pastas ya tienen planeadas módicas expansiones de su capacidad actual (estimada en más de 160 mil toneladas) para cubrir este déficit. Pero aun suponiendo que la planta propuesta por Delta Industrial lograra un mercado como para trabajar a capacidad plena, el volumen de materia prima que requiere liquidaría toda posibilidad de implementar en un plazo razonable el Plan Nacional de Autoabastecimiento de Papel para Diario. El corolario de esto sería que por abastecer una demanda interna de 26 mil toneladas de pasta, Argentina se condenaría a importar entre 100 y 200 mil toneladas anuales de papel Una forma de quitarle a Juan para darle a Pedro por demás perniciosa.

RECUERDOS DEL FUTURO. Los motivos que dieron lugar, en su origen, al lanzamiento del proyecto Delta Industrial, por otra parte, ya se han extinguido. El consumo de madera por tonelada de pasta producida, con el proceso propuesto por Delta Industrial, es el más alto de la rama celulósica. Representa dos toneladas y media de materia prima por cada tonelada de producto terminado. En contraposición, una planta de pasta mecánica con moderna tecnología a discos trasforma la madera en celulosa con una pérdida de volumen inferior al diez por ciento. La voracidad de la planta propuesta por Delta Industrial era un atractivo más a comienzo de la década del 60, pues habría servido de paliativo para la falta de demanda de maderas del Delta. Hoy, en cambio, sería un cáncer para toda la industria papelera, y una carga más para la economía general del sector.
El miércoles 24 la Asociación de Fabricantes de Papel envió una urgente misiva al presidente Lanusse, en la que expresaba su alarma por esta súbita resurrección de Delta Industrial Los papeleros hacen hincapié en que no hay madera suficiente para una planta de estas características y que, de todos modos, su producción no es necesaria en el mercado nacional y difícilmente colocable en el extranjero No son los únicos en estar irritados, sin embargo. El propio presidente Lanusse estaría molesto porque el proyecto fue empujado "a dedo" hasta Casa de Gobierno y no se le dio intervención a los ministerios pertinentes: Agricultura e Industria.
La solución para el problema de los excedentes de madera del Delta, por otra parte, es ya un hecho concreto: la industria del papel para diarios, que entrará en producción dentro de tres años y alcanzará su máxima capacidad prevista a fines de la década actual, los absorberá totalmente y exigirá un aumento de la producción forestal del Delta de un 30 por ciento. Como en la fábula de los sofistas atenienses, sin embargo, parecería que de alguna manera la liebre estuviera a punto de ser derrotada por la tortuga. El proyecto que más impulso desarrolló en los últimos años —el del autoabastecimiento de papel para diarios— está acechado por una remorosa tortuga que se puso en marcha hace diez años y nadie sabe, todavía, cuándo pisará la línea de llegada. De seguir al pie de la letra la fábula griega, ese día no existe porque la tortuga corre contra un tiempo infinito. Afortunadamente, se trata sólo de una fábula. Porque en realidad el papel para diarios es la prioridad nacional en materia de celulosa y papel, y la condición establecida y garantida por el Estado, al aprobar su plan de autoabastecimiento, es la disponibilidad de materia prima en cantidad suficiente. Si el Estado lanzara ahora al mercado un proyecto competidor, sólo lograría sabotear el que ya se encuentra en marcha.
PANORAMA, FEBRERO 19, 1973

 

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