Ahora que la balanza
se inclina favorablemente, se desencadena un
verdadero sprint para ver quién puede apoderarse
de la buena racha. El efecto de esta avalancha
puede resultar tan nefasto como el peso del último
náufrago en el bote salvavidas.
La puesta en marcha de
la industria nacional del papel de diarios,
comenzada por la autorización de la primera planta
a Papel Prensa S.A. y continuada con la licitación
de las dos restantes, se basó en una estimación de
los recursos forestales existentes y de sus
posibilidades de ampliación dentro de un ritmo
razonable, en lo que resta de la década en curso,
hecha por los expertos del Servicio Nacional
Forestal. Este plan, de vital importancia para la
integración sectorial de la industria de la
madera, la celulosa y el papel, implica agotar los
actuales sobrantes de maderas de fibra corta del
Delta, creando un exceso de demanda que reactivará
la actividad forestal de esa región, fortalecerá
los precios actualmente deprimidos y agilitará el
mercado. Pero la temperatura favorable que
desarrolla este proyecto ha descongelado
involuntariamente algunos planes del pasado que
parecían "enfriados" para siempre y fueron
descartados en los cálculos de recursos forestales
A la hora en que el proyecto nacional de papel
para diarios está en su fase crítica, estas
resurrecciones imprevistas pueden convertirse en
un riesgo para todo el esfuerzo de
auto-abastecimiento papelero nacional.
LA MAQUINA DEL TIEMPO.
Hace más de una década, en plena retracción del
mercado maderero, un grupo de inversores,
propietarios de fracciones forestadas del Delta,
se asoció bajo el rótulo de Delta Industrial con
una empresa papelera norteamericana, para
aprovechar los excedentes de madera de la zona,
que no encontraban salida en el mercado. El
proyecto varó al poco tiempo de lanzado. Entre las
razones que se atribuyen a este fracaso, se
incluyen la falta de capitales suficientes, el
subdimensionamiento y la inadecuada tecnología de
la planta industrial propuesta. El proyecto sufrió
diversos intentos de rehabilitación. El último,
merced a un tratamiento de belleza in extremis,
logró trasportarlo hasta los despachos de la Casa
Rosada. La propuesta consiste, ahora, en levantar
una planta de pasta química de fibra corta en la
provincia de Entre Ríos, con una capacidad anual
de 100 mil toneladas. Esto representa,
aproximadamente, un consumo de 300 mil toneladas
de maderas de sauce y álamo del Delta cada año.
La virtud más aparente
de este proyecto sería que podría absorber el 60
por ciento o más de los actuales excedentes de
producción de la zona, del orden de 445 mil
toneladas anuales. Sus inconvenientes inmediatos
son varios. El primero es que la necesidad de esas
pastas en nuestro país apenas alcanza a 26 mil
toneladas por año: el volumen no cubierto con la
actual fabricación nacional, y que se suple con
importaciones. Ocurre, además, que los actuales
fabricantes de ese tipo de pastas ya tienen
planeadas módicas expansiones de su capacidad
actual (estimada en más de 160 mil toneladas) para
cubrir este déficit. Pero aun suponiendo que la
planta propuesta por Delta Industrial lograra un
mercado como para trabajar a capacidad plena, el
volumen de materia prima que requiere liquidaría
toda posibilidad de implementar en un plazo
razonable el Plan Nacional de Autoabastecimiento
de Papel para Diario. El corolario de esto sería
que por abastecer una demanda interna de 26 mil
toneladas de pasta, Argentina se condenaría a
importar entre 100 y 200 mil toneladas anuales de
papel Una forma de quitarle a Juan para darle a
Pedro por demás perniciosa.
RECUERDOS DEL FUTURO.
Los motivos que dieron lugar, en su origen, al
lanzamiento del proyecto Delta Industrial, por
otra parte, ya se han extinguido. El consumo de
madera por tonelada de pasta producida, con el
proceso propuesto por Delta Industrial, es el más
alto de la rama celulósica. Representa dos
toneladas y media de materia prima por cada
tonelada de producto terminado. En contraposición,
una planta de pasta mecánica con moderna
tecnología a discos trasforma la madera en
celulosa con una pérdida de volumen inferior al
diez por ciento. La voracidad de la planta
propuesta por Delta Industrial era un atractivo
más a comienzo de la década del 60, pues habría
servido de paliativo para la falta de demanda de
maderas del Delta. Hoy, en cambio, sería un cáncer
para toda la industria papelera, y una carga más
para la economía general del sector.
El miércoles 24 la
Asociación de Fabricantes de Papel envió una
urgente misiva al presidente Lanusse, en la que
expresaba su alarma por esta súbita resurrección
de Delta Industrial Los papeleros hacen hincapié
en que no hay madera suficiente para una planta de
estas características y que, de todos modos, su
producción no es necesaria en el mercado nacional
y difícilmente colocable en el extranjero No son
los únicos en estar irritados, sin embargo. El
propio presidente Lanusse estaría molesto porque
el proyecto fue empujado "a dedo" hasta Casa de
Gobierno y no se le dio intervención a los
ministerios pertinentes: Agricultura e Industria.
La solución para el
problema de los excedentes de madera del Delta,
por otra parte, es ya un hecho concreto: la
industria del papel para diarios, que entrará en
producción dentro de tres años y alcanzará su
máxima capacidad prevista a fines de la década
actual, los absorberá totalmente y exigirá un
aumento de la producción forestal del Delta de un
30 por ciento. Como en la fábula de los sofistas
atenienses, sin embargo, parecería que de alguna
manera la liebre estuviera a punto de ser
derrotada por la tortuga. El proyecto que más
impulso desarrolló en los últimos años —el del
autoabastecimiento de papel para diarios— está
acechado por una remorosa tortuga que se puso en
marcha hace diez años y nadie sabe, todavía,
cuándo pisará la línea de llegada. De seguir al
pie de la letra la fábula griega, ese día no
existe porque la tortuga corre contra un tiempo
infinito. Afortunadamente, se trata sólo de una
fábula. Porque en realidad el papel para diarios
es la prioridad nacional en materia de celulosa y
papel, y la condición establecida y garantida por
el Estado, al aprobar su plan de
autoabastecimiento, es la disponibilidad de
materia prima en cantidad suficiente. Si el Estado
lanzara ahora al mercado un proyecto competidor,
sólo lograría sabotear el que ya se encuentra en
marcha.
PANORAMA, FEBRERO 19,
1973
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