En cualquier parte y a cualquier hora, en un café
de la calle Suipacha, en un rincón del "night
club" Embassy, en su departamento de San Martin y
Viamonte, el exitoso autor Ben Molar concluía las
letras de más de veinte canciones. En la última
semana de julio "quedaba a punto" la comedia
musical "best seller" de los últimos años. La
vertiginosa "¡Paren el mundo, quiero bajar!",
de los ingleses Anthony Newly y Leslie Bricuse
("Stop the World... I want to get off"). La
comedia "de nuevo estilo" fue aclamada durante
tres años en Londres y otros dos en Nueva York
(1962-64), donde obtuvo el premio de los críticos
teatrales. Sus canciones ingresaron en el
repertorio de Frank Sinatra y Sammy Davis. Una de
ellas, "Qué clase de tonto soy", se mantuvo
primera en el ranking norteamericano durante dos
meses y medio. Además, la comedia tiene
argumento auténtico: con enorme humor, con ironía,
con cierto drama y ternura —con alguna
reminiscencia
chaplinesca— cuenta la vida de un hombre, de un
payaso fracasado, de un formidable egoísta que
llega al éxito, a la melancolía, y a la trampa
última. Poner en escena la obra significa elaborar un espectáculo donde la interpretación es la
pantomima, pero esa interpretación mimada tiene
que complementarse con la música, el baile y el
canto. Para montar ese sofisticado juego, la
actriz Eva Dongé se ha convertido en empresaria.
Osvaldo Pacheco, en el payaso. Mabel Manzotti, en
la mujer del payaso (y en sus variables "amigas"
—que las tiene en cantidad— interpretándolas a
todas); la rigurosa coreógrafa Stella Maris creó
las danzas para un grupo de ocho muchachas, que
hacen una especie de bailado coro griego,
contrapuesto al personaje del payaso. El
escenógrafo Saulo Benavente, el director Martín
Clutet y Ángel ("Pocho") Gatti —a cargo de la
dirección musical— completan el equipo de
responsables mayores de "Paren el Mundo". La
historia que se "ve" es ésta. El payaso Pocacosa
viene desde abajo socialmente. Es ambicioso,
oportunista, ávido. Para triunfar hará cualquier
cosa. Las canciones, la pantomima, las danzas de
las muchachas, "muestran" su historia. Pocacosa
tiene una novia, con un padre rico. Mientras el
payaso canta "Quiero Ser Rico", se ha producido
aquello "por lo que un padre exige casamiento".
Pocacosa canta entonces "Estoy atrapado", y se
casa. Eva —su mujer— le informa que va a nacer su
hija, y su influyente suegro da empleo al payaso,
que empieza su carrera vertiginosa. Triunfa
espectacularmente en los negocios, da la vuelta al
mundo, ama y olvida a mujeres de distintos países
(que además son prácticamente iguales a Eva, su
mujer). Insaciable, inicia su carrera política.
Aquí se desarrolla una formidable sátira al compás
del "Mambo Jumbo", y Pocacosa canta: "Mambo Jumbo,
Mambo Jumbo, hoy yo zumbo cual moscón, con los
beatles o sin los beatles, ganaremos la elección".
Triunfa, se convierte en Lord Pocacosa, la reina
lo honra y obtiene el desopilante Premio Nobel de
la Paz. Su vida va a concluir, canta melancólicas
canciones de amor a su mujer, aunque conviene que
sólo se ha amado a si mismo. En un final
espectacular queda en claro que Pocacosa —por
cualquier medio, con cualquier trampa— volverá a
la vida, al loco mundo que nunca para, aunque uno
grite: "Basta, quiero bajarme". "Es un golpe de
aire fresco en la comedia musical", dijo la
crítica internacional sobre este "Paren el Mundo",
que ahora se "detiene" en Buenos Aires. Revista
Atlántida 08/1965
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