Parlamento
Entre los jefes de bloque y los estrategos
A comienzos de la semana pasada —una vez conocidos los resultados
del sorteo que determinó la duración de los mandatos—, los
distintos bloques de diputados comenzaron a discutir la
posibilidad de reelegir o no a sus actuales mesas directivas. Lo
curioso es que en la mayoría de los casos el "poder real" de los
sectores no está representado por los presidentes de bloque, sino
que debe ser buscado en una teórica "segunda línea" o fuera de la
lista de legisladores.
En el frondizismo este hecho es muy evidente. "Piragine reina pero
no gobierna", comentan los observadores parlamentarios con
referencia al bloque de la UCRI frentista. El presidente del
sector es el diputado correntino Fernando Piragine Niveyro
(abogado, reposado, poco locuaz, incondicional de Frondizi,
demasiado sensible a las presiones de su bloque). Quien orienta al
núcleo, sin embargo, es el veterano santafecino Héctor Gómez
Machado, que fue presidente de la bancada radical intransigente
entre 1958 y 1962. Tanto Gómez Machado como Piragine Niveyro
ocuparán su banca hasta el 30 de abril de 1967.
Los diputados del MIR reconocen a Gómez Machado como su líder
parlamentario. Es el estratego del bloque. Su autoridad se
visualiza en el recinto, donde se constituye en eje de la acción
frentista. Sus preguntas son las más temidas ahora por los
testigos que concurren a declarar a la comisión investigadora de
los contratos petroleros: "Nunca se puede saber hasta dónde quiere
llegar; nadie entiende para qué hace una pregunta hasta que no
hace una segunda y una tercera: a la cuarta, su contrincante ya
está confundido y desorientado", confesó el amigo de uno de los
testigos. En las conversaciones privadas se adapta con casi
inverosímil flexibilidad a la psicología y a la ideología de su
interlocutor. El hecho de no ocupar la presidencia formal del
bloque, de alguna manera favorece su papel de estratego: mientras
Piragine Niveyro es el comandante en jefe, que debe estar
inclusive en los detalles administrativos, Gómez Machado es el
jefe de estado mayor y traza las tácticas.
Ni Piragine Niveyro ni Gómez Machado tienen mayores problemas con
el homogéneo bloque frentista. De todos modos, la principal fuente
de autoridad es allí Arturo Frondizi y los 20 legisladores la
acatan.
No ocurre lo mismo en el bloque radical del Pueblo (70 diputados,
primera minoría). Raúl Fernández, cordobés, sabattinista, es el
presidente del sector: parece una réplica de Arturo Illia.
Posterga continuamente las decisiones para intentar un frágil
equilibrio inestable entre las múltiples corrientes en que se
divide el partido oficialista. El resultado, hasta ahora, ha sido
una constante pérdida de autoridad. El deterioro llegó a tal punto
que, recientemente, el bloque consideró la posibilidad de
"degradar" al presidente de la Cámara de Diputados, Arturo Mor
Roig, y designarlo como titular del sector. El proyecto no
prosperó, pero dejó evidenciada una situación apremiante.
En el radicalismo del Pueblo no hay un verdadero jefe de bancada
ni un estratego a la altura de Gómez Machado. Cada uno actúa
independientemente, o bien formando pequeños grupos, cohesionados
a veces por motivos casi municipales (por ejemplo, la solidaridad
de los rabanalistas o de los sancernistas entre sí). El bloque,
por lo demás, no parece moverse por encima del nivel comunal.
Inclusive la búsqueda de apoyo proveniente de otras bancadas para
la sanción de leyes es más el trabajo de francotiradores que el
resultado de una organización coherente. Aunque verbalmente el
factor de unión es la defensa del programa electoral, en los
hechos la bancada se inspira en un modesto pragmatismo, a tono con
su solidaridad con la Casa de Gobierno. Cada uno de los
legisladores, en fin, parece respetar más su contacto con tal o
cual funcionario que la propia disciplina de la bancada.
Los radicales del Pueblo explican esta situación señalando que el
mismo presidente de la República fomenta el caos interno. Por una
parte, el bloque refleja las contradicciones del gabinete
nacional; por otra, Illia no reconoce una autoridad única, sino
que alienta —en sus contactos "mano a mano"— a una decena de
diputados al mismo tiempo, en sus pujas por el predominio dentro
del sector.
"Cuando algún diputado quería hablar con Frondizi, sólo conseguía
audiencia a través de Gómez Machado. En cambio, a Raúl Fernández
se le escapan todos. Ni siquiera es un puente con el presidente",
comentó un parlamentario alendista.
Así como están las cosas, difícilmente Raúl Fernández sea
reemplazado. Su mandato ha sido establecido por cuatro años y,
paradójicamente, parece contar con el visto bueno de Illia.
Además, no hay figuras de relevo, exceptuando a Mor Roig. Dentro
de lo relativo, quienes suelen destacarse por sí mismos en el
bloque son el chaqueño Luis León, presidente de la comisión de
relaciones exteriores; el bonaerense Juan Carlos Pugliese,
balbinista, amigo de los socialistas democráticos, vicepresidente
del bloque, y el cordobés Mario Roberto, sabattinista,
francotirador, el menos antifrondizista de los diputados
oficialistas. Pero los tres tienen solamente un año más de
mandato. Entre los jóvenes tratan de destacarse el formoseño
Alberto Maglietti, adinerado y atildado diputado ubicado en el
sector "gorila" del radicalismo del Pueblo, y el cordobés Horacio
Garca, inexperto, pero brillante por momentos.
En el alendismo, el presidente del bloque es el moderado y calmo
entrerriano Osvaldo Horacio Domingorena, cuya prudencia a menudo
se vincula con la difícil situación de su distrito, donde la UCRI
se volcó totalmente al frondizismo. Esto hace que difícilmente
vuelva a la Cámara cuando termine su actual gestión, dentro de un
año. Pero quien impone su hegemonía en la bancada es un
"triunvirato" compuesto por Tomás Arana, Vicente Musacchio y Pablo
Calabrese, representantes, los tres, de la llamada "trenza
bonaerense".
Calabrese es quien dispone allí de más poder real: antes de la
escisión ucrista, consiguió ganar para el alendismo una extensa y
populosa zona de la provincia de Buenos Aires
(Quilmes-Berazategui), Sin embargo, es quien menos reniega de su
pasado frondizista. Con Fayiz Sago, también bonaerense, y los
otros miembros del triunvirato, impuso una hábil línea de acción
frente al peronismo, apoyado en su poder real y en la falta de
estructura partidaria de los justicialistas y conseguir una
semialianza con parte del sector: el llamado "juego de enroque"
(la marcación del enroque en ajedrez es O-O y la jugada consiste
en desplazar al rey hacia un costado del tablero; el "enroquismo"
consiste en el acuerdo entre quienes quieren simultáneamente
arrinconar a Frondizi y a Perón; la forma en que se anota refuerza
la imagen, ya que los dos inspiradores iniciales de esa estrategia
se llaman Oscar—O-O—: Albrieu y Alende).
El presidente del bloque neoperonista es el chaqueño Juan A. Luco,
cuyo mandato se prolonga solamente por un año más. El sector
justicialista es el más nuevo del actual Parlamento:
originalmente, los diputados que ahora lo componen (16 en total)
llegaron en representación de partidos provinciales de tendencia
neoperonista, que habían desacatado la orden de voto en blanco
impartida por el Consejo Coordinador y Supervisor. Allí nació el
antagonismo entre el sector y el peronismo ortodoxo.
Al llegar a la Cámara de Diputados, los legisladores integraron un
núcleo que llevaba un cauto nombre provisional: Movimientos
Populares Provinciales. De la reorganización dirigida por el
ingeniero Alberto Iturbe aceptaron una consecuencia y pasaron
luego a llamarse bloque justicialista. Pero no hubo reconciliación
y siguieron coexistiendo dos tendencias: la neoperonista
propiamente dicha, encabezada por el propio presidente de la
bancada, y la ortodoxa, que acata la autoridad del ingeniero
Iturbe. La cabeza visible de este núcleo es el mendocino Guillermo
Catalán. El neoperonismo, sin embargo, está en mayoría.
El poder real del sector es ejercido virtualmente desde afuera por
un equipo de asesores, cuya figura más notoria es el doctor
Osvaldo Pérez Pardo.
Pérez Pardo trata de hacer equilibrios entre los neoperonistas y
los ortodoxos; apoya las combinaciones políticas de los primeros,
pero se solidarizó con los segundos en el apoyo al Frente Nacional
y busca recalcar esa circunstancia. Ante las objeciones a las
vinculaciones del bloque con el alendismo, gusta explicar que la
bancada también mantiene buenas relaciones con el MIR: "El
peronismo no olvida que estuvo con el Frente", dice.
Entre los diputados justicialistas, quienes también alcanzan
cierto relieve son el mendocino Alberto Serú García y el tucumano
Oscar Sarrulle.
El bloque de la Federación de Partidos de Centro afronta ahora un
complejo pleito interno y teme que se extienda a la acción
parlamentaria la rebelión escisionista dirigida por Julio César
Cueto Rúa. El cordobés Aguirre Cámara ya demostró cierta
proclividad a esa variante. El jefe real del bloque es el
bonaerense Pablo González Bergez, hombre de contacto con los
militares colorados, con los radicales del Pueblo y con el
vicepresidente Perette; la presidencia, sin embargo, es
formalmente ejercida por el mendocino Emilio Jofré, quien llegó a
ese cargo por la necesidad de González Bergez de atender al
problema de la provincia de Buenos Aires. Además, también aquí, la
técnica consistió en obviar las funciones administrativas de la
presidencia del sector al estratego del bloque. Hay otras dos
figuras importantes: el mendocino Silvestre Peña y Lillo y el
puntano Guillermo Belgrano Rawson.
En cambio, en UDELPA, el conductor real del bloque es, a la vez,
el presidente formal: Héctor Sandler, cordobés, ex militar,
abogado de gran gravitación partidaria. "Después de Aramburu,
Sandler", reconocen en UDELPA. Otros dos parlamentarios se
destacan en el sector: el joven misionero Luis Antón y el porteño
Oscar Murmis. Este último demostró su capacidad legislativa tanto
en el trabajo de comisión como en el debate al considerarse la ley
de medicamentos.
Dentro de la bancada de UDELPA se da un caso de curiosa
competencia deportiva: la pacífica rivalidad por sobresalir que
cunde entre Luis Antón y el porteño Eduardo Gutiérrez. Antón es de
pequeña estatura; Gutiérrez, alto. Ambos son amigos. Gutiérrez
hizo una apuesta: en 1964 alcanzará más notoriedad pública que su
colega misionero. Su esfera de acción, anunció, será la
televisión. Sin embargo, hasta el momento, Antón —amigo de varios
periodistas políticos— va triunfando por la modesta vía de los
diarios.
La democracia progresista no tiene grandes figuras. El presidente
del sector es Camilo Muniagurria, santafecino. Su comprovinciano
Rafael Martínez Raymonda cumple el papel de estratego del bloque.
Enrique De Vedia es presidente y conductor de la bancada
democristiana. Su condición de miembro de la Junta Nacional
partidaria le permitió hasta ahora suavizar los choques entre el
bloque y Horacio Sueldo, presidente del partido. En los debates,
tuvieron cierta repercusión las intervenciones de los porteños
Salvador Busacca y Raúl Torreiro.
Entre los socialistas, los ejes de coaliciones y, a la vez, las
figuras de más repercusión son el socialista democrático Américo
Ghioldi y los socialistas argentinos Alfredo Palacios, Juan Carlos
Coral y Emilio Carreira.
El resto de los diputados se confunde en mayor o menor medida con
"la selva", los parlamentarios que no gravitan en la acción
legislativa. Muchos desempeñan el papel de hombres de contacto.
Por el momento, esos contactos no han conseguido estructurar
alianzas estables en la proporcionalizada Cámara de Diputados:
sólo han servido para promover adhesiones personales o coaliciones
circunstanciales.
PRIMERA PLANA
19 de mayo de 1964
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