Esta enfermedad fué
clínicamente descripta, por primera vez, por el
médico inglés Michael Underwood, en 1789. En 1840,
el médico alemán Jacobo Heine observó que el polio
atacaba las células nerviosas, y en 1890 el doctor
O. Hedin precisó que se trataba de una enfermedad
infecciosa. Se da un gran paso adelante gracias al
médico austríaco Karl Landsteiner, en 1909, al
demostrar éste que la causa de la enfermedad era
un virus, fácil de ser transmitido a los simios.
Así comenzaron las
investigaciones y experiencias en animales, pero
la enfermedad seguía causando víctimas: el virus
no podía ser observado con ningún microscopio,
pues su tamaño es tan pequeño que, uno a
continuación del otro, ¡se necesitan 400.000 para
formar un centímetro!
La electrónica
ayuda a la ciencia
Hoy podemos observar
el virus de la poliomielitis con el nuevo
microscopio electrónico, surgido para estudios
puramente físicos. Esto demuestra que no podemos
abjurar de los conocimientos científicos jamás:
ellos son algo positivo en el acervo cultural del
hombre. De éste depende utilizarlos bien o mal. Y
Franklin D. Roosevelt, víctima de la epidemia de
1921, no le perdonó al virus su ataque. En 1927
funda la "Georgia Spring Foundation", primera
institución del mundo creada exclusivamente para
combatir a la poliomielitis, y en 1938 creó la
ambiciosa "National Foundation for Infantile
Paralysis", a cuya obra se debe la vacuna Salk.
Esta Fundación destinó más de 200 millones de
dólares a la lucha contra el flagelo, de los
cuales 23 millones fueron destinados a
investigaciones científicas. Sin ese aporte, hecho
por la contribución voluntaria del pueblo, se
seguiría pensando si la propagación del mal era
debido a los gatos, las basuras o el clima
húmedo...
Los
predecesores de Jonas A. Salk
No bastaba saber que
un virus provocaba la parális s infantil. Era
necesario identificarlo para intentar más tarde la
preparación de una vacuna que, como la de Jenner
contra la viruela, derrotara a la enfermedad. Una
vacuna se prepara con las bacterias, virus o
principio orgánico que —muertos o suficientemente
debilitados como para no poder engendrar la
enfermedad— retienen su capacidad para crear en el
torrente sanguíneo substancias inmunizantes,
llamadas anticuerpos. Los trabajos de varios
grupos de investigadores permitieron lograr la
identificación apetecida. De 1948 a 1951 la
"National Foundation for Infantile Paralysis"
acordó dos millones de dólares para
investigaciones de los virus, y se llegó a saber
que existen 3 clases o tipos: el I, llamado
Brunhilde, que llega al 65 % de todos los casos;
el II, Lamsing, que provoca el 5 % de los casos de
polio, y el III, nombrado León, determinante de
algo más del 30 %. Se aprendió que la inmunidad
conferida contra uno de estos virus no era válida
contra los otros dos tipos.
La vacuna contra la
poliomielitis debía ser triple: es decir, mezcla
de virus de los tres tipos. Esta condición la
cumple la vacuna Salk.
Ardua labor
del "grupo Harvard"
En 1949 se da un paso
importante. El llamado "Grupo de Harvard",
integrado por los doctores John F. Enders, Thomas
H. Weiler y Frederick C. Robbins descubren que el
virus puede desarrollarse en cultivos de tejidos
distintas, y no únicamente del sistema nervioso,
como se creía hasta entonces. La importancia de
este descubrimiento los hizo acreedores al Premio
Nobel. En 1952 la doctora Dorothy Horstmann, de la
Universidad de Yale, y el doctor David Bodian de
la de John Hopkins (Baltimore, Maryland)
trabajando separadamente logran descubrir que el
virus viaja en el torrente sanguíneo antes de
llegar a los centros nerviosos y provocar la
parálisis. El descubrimiento permitió saber que es
factible crear anticuerpos y destruir el virus
antes de que éste lleve a cabo su ataque. El mismo
año el doctor Wiiliam Me D. Hammon, de la
Universidad de Pittsburgh, demuestra que la gamma
globulina —una de las tres existentes en la
sangre—, puede crear pequeñas cantidades de
anticuerpos capaces de proteger contra la
parálisis. Ciertamente, el mal no estaba vencido,
pero aumentaban las posibilidades a medida que se
eslabonaban estos nuevos conocimientos.
El 12 de julio de 1950
el doctor Jonas A, Salk, profesor de Bacteriología
de la Universidad de Pittsburgh, solicita una
subvención con "el objeto de desarrollar un método
para prevenir la poliomielitis paralítica por
medios inmunológicos". Como era conocido por su
trabajos anteriores, le conceden el pedido. Salk
siguió el método de cultivo de virus hallado por
Enders y sus colaboradores: experimentó con monos
y trabajó 18 horas diarias, hasta que adquiere la
convicción de haber salido airoso en preparar la
vacuna salvadora. "Aun cuando no se duerme bien
los primeros 2 ó 3 meses después de haber recibido
la vacuna, vale la pena"... Vacunó primero a sus
tres hijos, y a un grupo de niños de colegas. En
1955 la Fundación realizó la experiencia en escala
mayor: participaron 1.830.000 niños pertenecientes
a casi todos los estados de la Unión. Se
invirtieron unos siete millones de dólares. Los
niños fueron divididos en grupos. A unos se les
aplicaba la vacuna; a otros, otro tratamiento. Se
adoptaron todas las precauciones para que nadie
supiera qué niños habían sido vacunados o no, o
todo otro dato que pudiera falsear los resultados.
El 12 de abril el doctor Francis informa que en el
grupo de 1.830.000 niños que intervinieron en la
experiencia se produjeron 883 casos de parálisis
inicial. Habían sido vacunados 200.745 niños con
la Salk, y en ellos se declararon sólo 113 casos,
de los cuales 71 eran leves. En los 201.229 que
recibieron otro tratamiento y en los que no
recibieron ninguno, se produjeron 750 casos
comprobados, con 415 en forma de parálisis.
Conclusión
optimista
La vacuna puede
considerarse efectiva contra la parálisis
poliomielítica en el 80 a 90 % de los casos
observados; en el 60 a 70 % contra la enfermedad
causada por el virus Bruhilde, y 90 %, o más, en
los otros dos tipos. "La Vacuna —asegura Salk— es
segura, efectiva y potente". Aconseja se den tres
aplicaciones. La segunda, cuatro semanas después
de la primera, y la tercera, siete meses después
de la primera, ¿Dura por toda la vida? El tiempo
lo dirá. Por de pronto, se menciona la posibilidad
de su inmunización por largo tiempo. Últimamente
surgieron algunas dudas sobre la vacuna Salk. La
causa parece radicar en la imperfección del
proceso de elaboración, al pasar de la etapa del
laboratorio al de la industria. Pero el mal está
por vencerse del todo. El enemigo mayor del hombre
son los virus... y él mismo.
Revista Mundo
Argentino
14.03.1956
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