VICENTE SOLANO LIMA
71 AÑOS, UNA HIJA
ASI ES Y ASI PIENSA EL VICEPRESIDENTE DE LOS ARGENTINOS

MAS DE CINCUENTA AÑOS DE LA VIDA POLITICA ARGENTINA ESTAN RESUMIDOS EN VICENTE SOLANO LIMA, VICEPRESIDENTE DE LA REPUBLICA. EL VETERANO POLITICO CHARLO
LARGAMENTE CON "GENTE" DE LOS RECUERDOS DE SU INFANCIA EN SAN NICOLAS Y DE SUS ESTUDIOS DE ABOGACIA EN LA PLATA. A LOS 22 AÑOS SE RECIBIO Y MUY POCO TIEMPO DESPUES FUE DIPUTADO PROVINCIAL, EL PRIMER CARGO PUBLICO EN UNA LARGA CARRERA, EN LA QUE CONOCIO TODO TIPO DE HONORES Y SATISFACCIONES. VICENTE SOLANO LIMA HABLO TAMBIEN DE SU RELACION CON JUAN DOMINGO PERON, DE SU LARGA MILITANCIA POLITICA, Y CONTO ANECDOTAS. LE GUSTA PESCAR EN MAR DEL PLATA, IR AL CINE, RELEER A LOS CLASICOS. ES SOBRIO PARA
CASI TODAS LAS ACTIVIDADES DE SU VIDA. VICENTE SOLANO LIMA NACIO EN RAMALLO, PROVINCIA DE BUENOS AIRES. ESTA FUE LA CONVERSACION QUE MANTUVO CON
"GENTE"

Los pasos, los ruidos, las voces desaparecen de inmediato en este despacho sobrio de espesas alfombras y paredes de cedro. Está en el primer piso del Congreso, y desde sus ventanales —que se abren a la avenida Entre Ríos— es posible ver una buena porción de Buenos Aires. Sobre el inmenso escritorio con incrustaciones de bronce, papeles y carpetas sin mucho orden, que hablan de un lugar donde se trabaja. Donde se trabaja activamente. Varios cables debajo de ese escritorio dan utilidad a cuatro teléfonos y un intercomunicador. A la derecha, una mesa con todos los diarios del día. Inflexible en los horarios. Vicente Solano Lima, vicepresidente de los argentinos, llega quince minutos antes de la hora acordada para la entrevista.
Bajo, de pronunciada calva, cuidada elegancia en el vestir, una sonrisa frecuente que le achica los ojos y le transforma la cara, hablar pausado y serenidad difícilmente alterable, nos hace pasar. Está solo. Se ubica en su sillón giratorio preferido, y pide agua mineral sin efervescencia, que sorberá de a poco durante la entrevista. No fuma. Jamás lo ha hecho. Bebe de vez en cuando, y, recuerda que su primer copetín lo conoció a los 25 años. Cada tanto entra un secretario con un papel. El doctor Lima lo lee, le da una respuesta, nos pregunta: "¿Por dónde íbamos?", y retoma el relato. En las salas contiguas esperan dos embajadores, algunos políticos, muchos amigos.
Algo más de 50 años de la vida política argentina están resumidos en este hombre. "Sin embargo, muy pocos me conocen", dice. Es cierto.
Buen tema, entonces, para comenzar el reportaje.
Casi sin mover las manos (que mantiene cruzadas sobre sus piernas) y tomándose el tiempo adecuado para cada respuesta, esto es lo que nos dijo Vicente Solano Lima, vicepresidente de la Nación.

¿QUIEN ES?
—¿Qué imagen cree que el pueblo tiene de usted?
—No me conocen. Yo soy introspectivo. Nadie sabe quién soy, pero es una cuestión de carácter. Una cuestión temperamental, de conformación.
—¿Cómo se presentaría, entonces?
—No se lo voy a decir. A usted le haría mucha gracia.
—¿Por qué?
—Porque yo me considero, en cierta manera, una bala perdida. Soy un improvisador en todo. Improvisé siempre las cosas. Pero debo tener un destino, porque la línea la he seguido siempre. Quiero decir que he seguido siempre una misma línea dentro de esa enorme cantidad de improvisaciones.
—Vamos a hablar un poco de su vida, doctor Lima. Usted nace en Ramallo, provincia de Buenos Aires. . . el 21 de setiembre de 1901...
—Si, y por casualidad. Casi por mis propios medios, y los de mi madre, claro Mis padres vivían en San Nicolás. Eran dueños de campos. Un día fueron a ver unos campos en Ramallo, y a mí se me ocurrió nacer ahí, es decir, en un rancho. Ese rancho, más tarde, me quedó de herencia, y yo mismo, 50 años después, lo hice derribar. Mis padres eran muy malos campesinos, porque se arruinaron.
—¿El resto de la familia?
—Éramos ocho hermanos en total. Ahora quedamos sólo tres: Feliciano, qua tiene 80 años y es el mayor, y Hugo Ramón, de 59, qua ahora es diputado nacional. Las orientaciones morales, en mi casa, me las dio siempre mí madre.
Mi madre y mi hermano mayor. Nosotros somos una familia de nombres antiguos. Mi madre se llamaba Regina, por ejemplo. Solano también es un nombre de origen español, como Lima, mi apellido. Mi apellido es en realidad Lima Sánchez. Me pusieron Solano por el dictador del Paraguay. Mi padre era federal. A un hermano le puso Juan Manuel. Vivimos siempre en San Nicolás. Lindo, muy lindo lugar. ..
—¿Qué rescata de ese lugar, de esa época?
—Tengo algunos recuerdos decididamente inconfesables. Tengo otros que si son confesables. Los recuerdos de un compadrito, por ejemplo. A mi me gustaba escribir, hacer descripción de personas. Una de las composiciones que hice en el primario y que merecieron una felicitación especial se llamó, justamente, "El compadrito". Todavía lo veo, siempre parado en la esquina de mi casa de San Nicolás. Seguramente estaba esperando a su amor de ese momento. Pero a mi me parecía un héroe: pañuelo blanco al cuello, saco cruzado, zapatos de charol, pantalón bombilla. Si me hubieran preguntado entonces qué me hubiera gustado ser, hubiera contestado, simplemente, compadrito.
—¿Compadrito hasta cuándo? Es decir, ¿hasta cuándo le gustó ser compadrito?
—Hasta que empezó a gustarme ser militar. Se lo dije a mi madre. "Termina primero el bachillerato. Después, si aún te gusta, ingresa en el Colegio Militar", me dijo. Pero cuando terminé el bachillerato ingresé en la Facultad de Derecho de La Plata. Demoré cuatro años en recibirme, pero en realidad estudié dos. En ese tiempo ya me había incorporado a la política. Sánchez Elia era candidato a vicegobernador y la campaña fue en el mes de diciembre. Ese año no rendí ninguna materia. Fui delegado universitario en Mar del Plata. Perdimos la elección. Entonces volví a los estudios. En esa época no había tesis, sino exámenes generales. Es decir, los cuatro años que uno había estudiado se los volvían a examinar en dos turnos. En el primer turno saqué sobresaliente. En el segundo, distinguido, a causa de una pregunta del Dr. Ramón S. Castillo, profesor de Quiebras y luego mi intimo amigo. Vacilé al contestar esa pregunta. En 1923 obtuve titulo de doctor en jurisprudencia, y muy poco tiempo después fui diputado provincial. Pero... yo nunca conté esto, es decir nunca hablé tanto de mi vida .
—No se olvide, doctor Lima, es como si se estuviera presentando.
Por ejemplo, ¿cuándo se casó?
—Me casé en 1927. Mi primera esposa se llamaba María Josefa Barrera. Cinco años después enviudé. No tuvimos hijos. Me volví a casar diez años después con María Lida Almagro Quintana. Tuvimos una hija. Lida Regina. Es mi única hija. Se casó hace dos años. No, aún no tengo nietos. Volví a enviudar, y ya ve, aún sigo en ese estado.
—¿Hobbies?
—Pescar. Pero pescar en función de descanso. Colecciono cañas. Cuando puedo me voy a Mar del Plata. Es más fácil pescar ahí que en Chascomús, por ejemplo. Además, estéticamente, no me gustan los pejerreyes da Chascomús. Son muy gordos. Todo lo que es gordo no me gusta. Aunque los hombres gordos son, generalmente, buenos. En cambio los flacos son nerviosos, irritables, malos.
—¿Alguna vez llegó a tener gran fortuna?
—Jamás. Nunca tuve fortuna, y nunca integré ninguna sociedad anónima. Es curioso. Pero mucha gente no sabe quién soy, ni qué hago, ni hacia dónde me conduzco. Pero intuyen que soy un hombre honrado. Un político honrado. Un profesional honrado. La honradez mía creo que es lo que menos se discute. Omito mi opinión sobre si yo mismo me considero honrado. Viví siempre de mi profesión, y ni siquiera tengo auto. Lo tuve, sí, antes de mi exilio en Montevideo. Y con él viajaba da noche a San Nicolás para atender mi estudio. Después del exilio seguí viajando. Pero en tren. No volví a tener auto. Sí, es cierto, tengo un departamento. Pero es muy modesto. No me interesan los bienes materiales. En 50 años de actividad política sólo estuve 10 años en el oficialismo, y asimismo con grandes dificultades, por mi independencia excesiva.
—¿Qué le interesa?
—Sobre todo la política. Y la lectura.
—Y cuando no hace política, ¿a qué se dedica?
—Muy pocas veces dejo de hacer política, o de trabajar. Antes, cuando era diputado nacional y alquilaba un departamentito en la calle Tucumán 630 para quedarme a dormir en Buenos Aires, solía ir con mis amigos a comer al Tropezón y también a una churrasquería famosa que estaba en la calle Entre Ríos. Recuerdo que permanecía abierta toda la noche. También me gusta muchísimo el cine, pero no puedo ir casi nunca. La última película que vi fue una de Alain Delon que me causó mucha gracia. Se trataba del asalto a un banco, pero no me pregunte el nombre de la película, porque seria inútil. En cuanto a música, escucho muy poco: no tengo tiempo ni oído. Eso sí, todas las mañanas, mientras me visto, suelo poner Radio Nacional para escuchar música clásica. Pero no la entiendo. Me halaga los oídos nada más. En cuanto a literatura, de vez en cuando releo "El Quijote" y a Eça de Queiroz. También me gusta mucho Enrique Larreta. Siempre me gustó, no solamente por sus novelas sino también por sus conferencias. Ahora, últimamente quiero decir, estoy leyendo sobre toda la filosofía que inspiró al movimiento juvenil en el mundo. Me ocupo de eso. Al movimiento femenino y al movimiento obrero ya los estudié hace muchos años. Ahora me dedico al movimiento juvenil. En especial leo a Herbert Marcuse. Y también a Fromm. Sobre todo sus estudios sobre Freud. Creo que el mundo vuelve a Freud. No tengo una gran biblioteca. La que tenía se remató cuando yo estaba en Montevideo. La rematé yo. Necesitaba fondos.
—¿Qué espera del futuro?
—A esta altura de mi vida el futuro tiene un relativo interés. Mi vida ya fue muy larga. Tengo 71 años. Espero, solamente, poder servir con honestidad y toda mi fuerza al pueblo, a mi país. Si bien el gobierno tiene una serie de contingencias, es otro género de lucha. Yo estoy acostumbrado a otra clase de lucha: a la lucha en la calle, contra los que estaban dentro de sus casas. Me encantó siempre ser oposición. Ahora, como vicepresidente, tendré que acostumbrarme a un tipo distinto de lucha. En cuanto a qué espero, no tanto del futuro sino del ahora, es poder dormir más. Estoy durmiendo cinco o cinco horas y media por día. Es mi único déficit. Mi único acreedor es el sueño.

"PERON Y YO"
Ha llegado ahora al despacho el arquitecto Santiago Sánchez Elia, su intimo amigo, el hijo de aquel candidato a vicegobernador de que nos habló Vicente Solano Lima. Pregunta si queremos más café. Respuesta unánime y afirmativa. Volvamos a las preguntas.
—¿Cuándo y cómo conoció a Perón?
—Conocí al general Perón en 1932. Me lo presentó el entonces ministro de Guerra, general Manuel Rodríguez. Perón era su secretario. Entonces tenía el grado de capitán. Yo era diputado nacional. y en el Congreso tuve por entonces un incidente muy serio con el diputado Enzo Bordabehere, demócrata progresista de Santa Fe. A raíz del incidente se iba a producir un duelo. Fue un incidente parlamentario. Uno de los tantos que ocurren. Se estaba tratando sobre la exactitud o inexactitud de un concepto del ministro de Guerra en un discurso. Yo negué que fuera exacta la interpretación que daba el doctor Bordabehere. Hubo entonces un intercambio de palabras que llegaron a una gran violencia. El canciller de aquel entonces, el doctor Saavedra Lamas, pidió, como homenaje a que era la primera vez que el gabinete en pleno del general Justo acudía a la Cámara, que se retiraran las ofensas. Así lo hicimos. Yo a Bordabehere no lo conocía personalmente. En ese debate estaban presentes, por supuesto, el general Rodríguez y el entonces capitán Perón. Al día siguiente yo recibí una magnifica carta del ministro de Guerra. Nunca más lo volví a ver a Perón. Pero en el 62, cuando viajé por primera vez a Madrid, él me recordó la anécdota. Me preguntó si yo me acordaba de la carta. Perón, el general Justo y yo éramos grandes admiradores del ministro de Guerra, general Rodríguez. Le dije que sí, y entonces él me repitió, párrafo por párrafo, esa carta. "La escribí yo —agregó— y se la hice llegar con un suboficial". Todo eso reconstruyó la amistad que habíamos tenido. Del 62 hasta ahora vi al general Perón cada dos años. En el 71 y 72 lo vi más seguido.
—Su larga experiencia como opositor, ¿cree que ahora le va a ser útil?
—Yo fui siempre opositor, sí, pero prácticamente nunca lo fui de| peronismo. Yo estuve exiliado en Montevideo ocho de los diez años que gobernó Perón. Y esos dos años que estuve acá, observaba con interés el proceso porque me interesaba fundamentalmente. En 1955, ese mismo año, yo me aparté del gobierno revolucionario y me acerqué al peronismo para ayudarlo. Estaban encarcelados o estaban perseguidos. Así que prácticamente nunca fui opositor de ellos, y ellos me consideran un amigo. Tengo muy pocas resistencias en el peronismo. Yo siempre he chocado muy poco con las corrientes populares.
—Doctor Lima. Usted dirigía, en San Nicolás, un diario que se llamaba "El Norte". En setiembre de 1947 ese diario fue clausurado. ¿A qué se debió la sanción?
—El diario "El Norte" no fue clausurado. Fue clausurada la imprenta que lo editaba. En esos mismos talleres se imprimía un periódico clandestino de los conservadores de la Capital. Se llamaba "Tribuna Demócrata" y no habiendo logrado imprimirlo en ningún lado, contrataron nuestra impresión y la pagaron. Como clausuraron el taller, mi diario tampoco pudo salir más. En "El Norte'' yo nunca ataqué a Perón. Para mí Perón era una experiencia en consideración. Los que publicaban ese periódico, en cambio, cometieron injurias evidentes contra él. Nunca llegué a leer ese periódico clandestino. Pero los responsables, sí, se exiliaron conmigo en Montevideo.
—¿Por qué se exilió?
—Porque en el 47 se inició una causa contra ese periódico clandestino del que le hablé. Tenia dos opciones: o estar preso unos meses, o ser libre afuera. A mí me aplicaron unas multas penales a raíz de la clausura de la imprenta. Esas multas se convertían en prisión si no se pagaban. Me aplicaron 40.000 pesos por expediente. Eran 4.160.000 pesos, en aquella época era dinero. No pude pagarlas. Me fui. Desde el 55 hasta ahora, yo siempre defendí a los peronistas, y preconicé todo esto que se ve ahora: la tregua, la pacificación y la amnistía. Pero toda esta anécdota del diario es una etapa superada. Totalmente superada. Si no creyera firmemente eso, hoy no estaría como vicepresidente de este gobierno.
—¿Qué le diría a un argentino, a un ciudadano, que no olvida?
—Que nunca vale la pena abrir los capítulos cerrados. Que nunca vale la pena hacer comparaciones. Que éste es un ciclo nuevo. Que si bien recordar de vez en cuando es bueno, porque todo enseña, es mucho más positivo hacerlo sin maldades, sin resquemores, sin resentimientos. Los malos recuerdos es mejor no evocarlos. Lo mismo que las malas noticias: es mejor no dalias.
—¿Dónde nace y donde termina su coincidencia con Perón?
—En la provincia de Buenos Aires yo fui dos veces ministro de Gobierno: en 1935 del doctor Raúl Díaz, y en 1942 de Rodolfo Moreno, mi íntimo amigo. Bueno, yo inicié en la provincia de Buenos Aires una política muy semejante a la del peronismo: recibir gremios, reforzar sus derechos, ayudarlos para que consigan el reconocimiento pleno de sus posibilidades sindicales. Tanto es así que en aquella época a mí me llamaban "el ministro rojo", porque en mi despacho les daba igual posibilidad de verme a los legisladores conservadores que a los dirigentes obreros, que generalmente venían acompañados de dirigentes comunistas. Por otra parte, en 1935, yo autoricé el funcionamiento del Partido Comunista. Creo que ahora también debe volver a funcionar. Es mejor que funcione, porque para mí es una doctrina que está perimida y que no tiene porvenir en el mundo, si no avanza hacia occidente. Es decir, si no se entienden con las bases de un capitalismo humanizado. Creo que tiene razón la Iglesia. Humanizando el capitalismo es innecesario el comunismo. Además, mis coincidencias con Perón son fundamentales: yo siempre creí en los principios de independencia económica, soberanía política y justicia social. ¿Quién —me pregunto— puede estar en contra de esos principios? Sin embargo, el mundo anterior al peronismo estaba en contra de esos principios. Había un mundo en contra de todo eso, y todavía lo hay. Es decir, hay quienes quieren negociar con la soberanía argentina, hay quienes quieren la dependencia económica, hay quienes quieren o les conviene la injusticia social.
—Si las banderas qué usted siempre esgrimió son similares a las del peronismo, ¿por qué usted no llegó a ser antes un líder del pueblo, un político popular y masivo?
—Porque Perón hay uno solo.
—¿Cuáles son, para usted, los rasgos más destacables de Perón?
—Tiene carisma, magia, genio. Genio político para una concepción universal del mundo. El ha llevado el plafond local a dimensiones internacionales. Por todo eso, tiene la emoción del pueblo de su parte. Y lo emocional es lo ideal. No es la racionalidad lo ideal. La razón se equivoca y a veces es perversa. Los sentimientos humanos, en cambio, no se equivocan nunca La plataforma política de Perón es mucho, muchísimo más clara y más conveniente que la de los demás partidos políticos. La emocionalidad del pueblo en el proceso Perón, se da por una identificación total del hombre con las masas. Yo empecé a valorizar en toda su dimensión al peronismo después de su caída. Como le dije, el pueblo siempre tiene razón.. .
—¿Tenía razón, o tuvo razón, cuando a usted no lo votó en anteriores elecciones?
—Y. . . debe haber tenido razón, puesto que no me votó, puesto que no gané. Es decir, yo no fui el verdadero intérprete del pueblo. El verdadero intérprete fue Perón.
—Ahora, desde su puesto de vicepresidente, ¿cree ser el intérprete del pueblo?
—No, yo soy un hombre común a quien los sucesos han ayudado.

EL FUTURO
—A partir de ahora, ¿usted seguirá siendo fiel a los ideales del conservadorismo popular o se ajustará a los ideales del Poder Ejecutivo?
—Estoy identificado. Es la misma cosa. La plataforma del peronismo y la plataforma nuestra es la misma cosa, porque las dos proceden de las encíclicas papales. Los principios fundamentales del peronismo son cristianos, y los principios nuestros también lo son.
—Hay mucha gente que dice que no es que usted se haya vuelto peronista sino que el peronismo se ha convertido en la fuerza más centrista. ¿Qué dice a eso?
—Puede ser que hayan ocurrido las dos cosas. Es decir, que la madurez de ideas del partido peronista se haya aproximado a una política de centro-izquierda, y que yo me haya desplazado un poco hacia la izquierda. Por otra parte, como le .dije, no es la primera vez que me imputan eso. Con respecto a su pregunta, posiblemente hayamos coincidido y nos hayamos encontrado.
—¿Por qué usted fue elegido candidato a vicepresidente del FREJULI, cuando en esa alianza hay otros grupos mayoritarios con respecto al conservadorismo popular, por ejemplo el MID?
—Porque Perón lo quiso.
—Esos ideales coincidentes de los que usted me habló, ¿cuáles son?
—Los ideales del conservadorismo popular tienen vigencia con respecto a cosas fundamentales que atañen a la raíz del país: religión, propiedad privada, familia, libertad. Son las cuatro rocas mudas del destino. No hablan pero actúan en nosotros.
—Esas cosas fundamentales, esos cuatro pilares, ¿cómo reciben la influencia del socialismo nacional, teoría sustentada por el peronismo?
—El socialismo nacional es una teoría que cruza el camino del socialismo marxista. Lo corta para que no siga, bloquea el camino. El socialismo nacional no es sino la admisión en el poder de una gran cantidad de factores o grupos que están sueltos dentro de la sociedad, que determinan un gran desorden y una gran desjerarquización social. Esos factores están intercalados entre el individuo y el Estado. Son todas las organizaciones intermedias: sindicatos, universidad, sociedades empresarias, agrícolas, culturales, filosóficas, religiosas.
—¿Hay que reformar la Constitución, o directamente hacer una nueva?
—Hay que hacer una nueva Constitución. Una revolución determina el cambio de una constitución. Nuestra Constitución de 1853 —que es la que todavía está en vigencia— es liberal, individualista y capitalista. En aquel tiempo tenía su explicación, y quizá la tuvo hasta hace muy poco tiempo. Digamos hasta el año 1910. Pero hoy resulta una constitución deshumanizada, que no puede seguir vigente. No contiene principios humanísticos. Es una constitución formal, que nos da un método de vida política, pero que no atiende a las necesidades de hoy: no atiende al enfermo, ni al niño, ni a la mujer, ni a los ancianos.
—Concretamente, doctor Lima, ¿cuál es la incidencia del SOCIALISMO NACIONAL en la propiedad privada, la familia, la religión y la libertad?
—Con respecto a la propiedad privada se tiende a la función social de esa propiedad privada. Sí, antes también nosotros entendíamos la propiedad privada en función social. Pero era sólo una teoría. Ahora, en cambio, ya se está elaborando en la vida política, ya ese concepto está en vías de aplicación. Con respecto a la familia, los principios no han variado mucho: es la familia cristiana. Lo que ha variado, si, es la metodología. La autoridad de los padres ha cedido un poco ante la necesidad cultural. Con un poco de buen humor, podríamos decir que en lugar de formar los padres a los hijos, hoy son los hijos los que están formando a los padres. No es que los hijos desestimen la experiencia de los padres sino que consideran que hay un ciclo de la vida en que los padres son un fracaso, porque han estructurado una sociedad inmóvil. Y ellos quieren movilizar, es una tendencia totalmente positiva. La autoridad familiar debe producirse ahora de otra manera: consustanciándose con la vida del hijo, pero no pretendiendo tiranizar la subjetividad del hijo. Es decir, no intentar formarlo a su imagen y semejanza, porque eso sólo le está permitido a Dios.
—¿Con respecto a la Iglesia?
—La Iglesia también está en estos momentos en un cambio. Sus últimas concepciones sociales lo dicen claramente. Para mí. el
concepto de Tercer Mundo no es una cuestión religiosa. Tiene una aplicación religiosa en la Argentina y puede ser que también la tenga en otros lados. Pero el debate no puede ser enfocado solamente desde el punto de vista religioso. El Tercer Mundo viene de las luchas de las colonias contra el mundo imperialista. El peronismo es tercermundista.
—Sin embargo, hoy es bastante clar0 el término para definir a algunos sacerdotes. ¿Qué piensa de ellos?
—Como todas las tendencias, en las luchas de las ideas puede haber exageraciones y extravíos. Pero el fundamento del Tercer Mundo es inatacable. Porque el tercermundista se propone elevar el nivel de vida de los seres humanos, establecer la igualdad social, la igualdad jurídica y política. Son las encíclicas de Juan XXIII, la filosofía de Pío XII, Medellín. La Iglesia se encuentra con el alma del hombre en el templo y se encuentra con el hombre integral en la calle. Claro, como siempre que una institución como la Iglesia va a operar un cambio, hay sectores dentro de ella que se resisten al cambio, porque creen que ese cambio resentirá la autoridad de la Iglesia. Los otros sectores, en cambio, los que no se resisten al cambio, los que piensan que su misión fundamental es participar en la solución del dolor humano, son tercermundistas.
—¿En cuánto a la libertad?
—Ese tema me gusta. Ese tema me apasiona. Creo en la libertad como sustancia de la vida humana. La forma externa de libertad, es decir, las garantías constitucionales, los derechos y las leyes, no me importan tanto. Lo que más me interesa es la libertad interior, la libertad de conciencia de cada individuo. Espartaco es un ejemplo. Porque Espartaco era esclavo por fuera, pero muy libre por
es también una garantía, una necesidad, una ayuda?
—Al revés de lo que pasó con Espartaco, puede haber personas
rodeadas de todo tipo de libertades constitucionales que siguen siendo esclavos por dentro. Esclavos en su conciencia. Por eso digo que esta libertad interior es más importante.
—Doctor Lima, ¿esa libertad interior es natural o se da por educación?
—Esa libertad interior se da naturalmente. Es connatural. Es una libertad que viene de Dios y que ha sido enajenada en el mundo. De forma que todos los seres humanos nacieron con esa libertad, sólo que unos llegaron a desarrollarla y otros no. Unos la tienen sin saberlo, y otros lo saben. Unos la ejercitan y otros no. Y a veces no la ejercitan por fanatismo, por falta de vida interior, porque prefieren reconocer el poder de la fuerza, de la ilegalidad, de la arbitrariedad, de la injusticia.
—¿Cómo haría, entonces, para que todos los hombres se den cuenta de esa libertad? ¿Los educaría?
—Es la única forma. Por eso fomentaré la libertad de enseñanza. Y postularé como obligatoria la enseñanza por lo menos secundaria. Porque enseñar a leer y escribir solamente no es educar.
—'¿En especial, con respecto a la libertad de prensa?
—Soy partidario de la libertad de prensa. Y esa libertad, el único limite que debe tener es la responsabilidad del periodista. Por eso el otro día, cuando me preguntaron al bajar de un avión si se iba a dictar una ley de prensa, respondí: "No se piensa dictar ninguna ley. Así que el honor de la gente quedará en manos de los periodistas". Nosotros vamos a aceptar la critica. ¿Sabe por qué? Porque poseemos una poderosa autocrítica. Si no tuviéramos esa valoración de nuestros propios actos no podríamos aceptar la critica de los demás. Simplemente, no tendríamos la medida de las cosas.
—Doctor Lima, para terminar, ¿qué espera para el país?
—Un reencuentro, un porvenir, justicia y una mayor felicidad. Nuestro país ha sido siempre un país triste. Una vez, en una asamblea que hubo en la CGT, yo acusé al doctor Illía de entristecer la República. Contagiaba su dejo de tristeza. Los argentinos siempre dramatizaron la vida. Quizá nos tocó un poco de la tristeza de la decadencia española. Y no habernos sentido nunca dueños de nosotros mismos. Fíjese: donde más mezcla india hay, más tristeza se encuentra. Toda la música norteña es triste. Y el tango también., aunque para mi el tango no es folklórico. Recién ahora, que los peronistas salen a la calle con sus bombos, su euforia, su entusiasmo, hay alegría en este país.
La entrevista ha comenzado en su despacho y ha terminado —o está finalizando ahora— en la casa del doctor Vicente Solano Lima. Buena parte de la familia está con él ahora: su hija Lida Regina, su hermano Hugo, su cuñada Susana de Dominicí, sus sobrinos Hugo y Ana María, sus sobrinos nietos Sebastián y Hugo Enrique. Desde el 25 de mayo son muy pocos los momentos en que este hombre bajo, de sonrisa fácil y serenidad inalterable puede gozar la calidez y la alegría de este encuentro.
Luchador infatigable, ese día, el 25 de mayo, Vicente Solano Lima ha iniciado la lucha quizá más ardua y más agotadora de su vida: la vicepresidencia de la Nación.
RENEE SALLAS
Fotos: RICARDO ALFIERI
Revista Gente y la actualidad
14.06.1973



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