Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

MUNICIPALIDAD Vs. VILLAS MISERIA
LA REBELION DE LOS DESHEREDADOS
Las 97 villas de emergencia de Buenos Aires están en pie de guerra. El nuevo plan de viviendas anunciado por las autoridades municipales amenaza con el desalojo masivo de sus 250.000 habitantes, que, atrincherados como en una ciudad sitiada, resisten el reiterado y siempre temido embate de las topadoras

Fue la semana pasada, pero parecía una escena de las invasiones inglesas. Armadas de palos, 40 personas montaron guardia en los límites de la villa miseria Mitre, en el partido de San Martín. La vigilia, sin embargo, no fue sólo para ellos. Los 900 habitantes de la villa también estaban despiertos: en las marmitas, dispuestas sobre cada cocina de cada casilla, crepitaba el aceite hirviendo. "Estamos en pie de guerra", justificó Norma Urruti, vicepresidenta de la Junta de Vecinos. "No se va a repetir lo de los otros días". Según cuenta, "hace cosa de un mes apareció una camioneta de la que descendieron 4 personas. En las manos llevaban bombas molotov y estaban dispuestos a incendiar y devastar el caserío. Lo impidieron unos vecinos. A la mañana siguiente se apareció un camión de SEGBA: iban a cortar la luz. El aceite hirviendo asustó a los empleados. Se fueron. Desde entonces hacemos guardia todas las noches. ¡Esta villa va a seguir en pie por mucho tiempo!".
El grito de guerra se escuchó en las 97 villas de emergencia de Buenos Aires confabuladas contra la Municipalidad, cuyo último plan de vivienda (ley 17.605) implica el desalojo masivo de 250.000 habitantes.
"¡Nos quieren someter a un régimen militar permanente, como si fuéramos bandidos!", protestó Antonio Ezquivel, presidente de la Federación de Barrios y Villas de Emergencia de la provincia de Buenos Aires. "En la Municipalidad afirman —explicó airadamente— que se construirán 8.000 casas cercanas a los cuarteles militares. Para ir a vivir allí tendremos que dejar nuestras ocupaciones
actuales porque están lejos de todo. Eso puede ser positivo para quienes hoy no tienen techo... Además, esas 8.000 casas son una burda mentira: se piensa mandar allí a los desalojados, a los incendiados, a los inundados e, inclusive, a los habitantes de las 5 manzanas de la 9 de Julio... Es decir, a todos."
Ezquivel no disimula su furia; es drástico y definitorio: "Se está siguiendo un método criminal para la erradicación de las villas de emergencia: el incendio intencional. En Villa Piolín, el fuego se originó en 4 lugares distintos. Se puede comprobar con cualquier peritaje. Como la nueva ley impide la construcción de nuevas viviendas, la gente se tiene que amontonar en otras villas... En Piolín, las topadoras arrastraron incluso casas de material que el fuego había perdonado: es evidente el propósito de destruir las villas..."
Representante de 25 villas bonaerenses, también amenazadas (ciento veinte mil habitantes) busca con los ojos la ayuda de Francisco Scantamburlo, envuelto en su sotana negra, cruzada a la cintura por una soga (único detalle que lo denuncia como cura franciscano), quien mueve afirmativamente su encrespada cabeza rubia.
"Piolín es una villa rara —dijo el padre Scantamburlo—, es una de las pocas que se ha trasformado totalmente: sus habitantes han construido 220 casas de material y se ponían multas de 2.000 pesos a los que no cumplían el turno de trabajo correspondiente...". Para dar mayor fuerza a sus frases, incurre en reproches como éste: "Los partes policiales tratan a sus habitantes de bolivianos desocupados. Yo puedo aseverar que todas son familias trabajadoras y perfectamente constituidas. ¡Quedan solamente 25 solteros!".

LA OTRA CAMPANA: "¡SEÑORES!"
Parado en los estribos de un camión, como un capitán de marinería, dirigió días pasados la "operación Piolín". Vestido con impecable traje de calle, cuello duro y corbata, el atildado secretario de Vivienda de la Municipalidad de Buenos Aires, arquitecto Máximo Vázquez Llona, fue el que dio las órdenes para arrasar con topadoras el sector de Villa Piolín que, según las autoridades municipales, tiene que convertirse en una plaza.
Ahora, en su escritorio del palacio municipal, el arquitecto carraspea, trata de ser conciso: "No desalojaremos a nadie hasta que no hayamos encontrado una vivienda definitiva para ofrecerle, y eso ocurrirá sólo en agosto". Consultado entonces por la repentina actitud de despejar los terrenos de Piolín y Mitre, Vázquez Llona explica:" Lo que pasa es que después de muchos años de inactividad municipal se comienza a hacer obra pública. Ampliaremos la avenida Dellepiane; alargaremos — tras 25 años de vacilaciones— la avenida 9 de Julio, y pondremos en práctica un coherente plan de viviendas, como no se hace en Buenos Aires desde 1960. Toda obra pública necesita espacio. . ."
Para los damnificados, el procedimiento seguido por la Municipalidad es claro: se desaloja a los habitantes de las villas de emergencia sin contemplar los problemas que éstos puedan esgrimir. Fundamentalmente, ellos quieren conservar el terreno que ocupan desde muchos años y construir allí nuevas viviendas, de acuerdo con el plan vigente. "¡Eso no puede ser —protesta Vázquez Liona—, la mayoría de los terrenos ocupados son municipales y ya tienen un destino!"
Los incidentes y el clima de violencia que se vive en las villas capitalinas y bonaerenses despiertan la agresividad del secretario de Vivienda municipal: "¡Señor! Si usted vive en un lugar sin luz, sin agua, sin calles, sin veredas, con permanente barro en el piso, sin cloacas, sin desagües, sin escuelas, ¿no se mudaría a una buena casa? ¿Qué razones hay para hacer tumulto con nuestro plan? ¿Quiénes están detrás de estas subversiones?"

DOS CURAS EN APRIETOS
—¡Nosotros somos culpables! Si no fuera por nuestras gestiones ya habrían arrasado con todas las villas miseria del país. ..
El sacerdote franciscano Pedro Beltrame se golpea el pecho con las manos. En un castellano matizado con abruptas expresiones itálicas, es quien asume, junto a Francisco Scantamburlo, la tenaz defensa de los posibles desalojados.
"El arquitecto Vázquez Llona — denuncia el padre Beltrame— fue a ver a monseñor Caggiano para que atemperara nuestra acción y la de todos los curas que trabajan en las villas de emergencia. El cardenal nos llamó, tuvimos una larga reunión y, finalmente, le habló al secretario de Vivienda de la Municipalidad. De esa manera conseguimos una entrevista que se nos había negado durante un mes y medio. De todas maneras, en esa entrevista Vázquez Llona no nos prestó ninguna atención. Por el contrario: dijo que el criterio municipal no variaría para nada."
Se sabe que un grupo de sociólogos apoya y aconseja a los curas que trabajan en las villas de emergencia. "Los ataques a mansalva en perjuicio de las villas -sentenció un miembro de ese grupo-produjeron el efecto contrario que esperaba la Municipalidad: un acercamiento organizado de los habitantes de las villas, que convierten a casi un millón de personas en una fuerza homogénea, difícil de vencer".
La rebelión no tiene desertores. "¡No nos dejaremos pisotear!", explotó Esperanza de Calis, 60 años, que con orgullo guerrero luce una clavícula y el 60 por ciento de su espalda ocupado por un hematoma, producto de su participación en las grescas del 18 de febrero en Villa Piolín.
La defensa de las 72 familias que quedaron desde entonces sin techo no tuvo, luego, mayores alternativas. Actualmente viven apretadas en casillas de amigos y parientes y, algunas, en la iglesia Nuestra Señora de las Gracias, a la que pertenecen, precisamente, Francisco Scantamburlo y Pedro Beltrame, "los curas gauchos", como los llaman los agradecidos habitantes de Piolín.
Doña Esperanza, aún ofuscada, hace de cicerone a los cronistas de SIETE DIAS en su recorrido por la villa.

LOS DUEÑOS DE LA PALA
Concepción de Saavedra tiene 26 años, tres hijos y un cuarto en camino. "Después de los incendios intencionales que se produjeron en la villa —denuncia— se sometió a toda la zona a una implacable vigilancia policial... Hace pocos días, pese a estar embarazada de 8 meses, dos policías me pegaron. Todo fue por unas palas que compró la comisión de vecinos y son utilizadas por todos aquellos que las soliciten. Los policías vieron una de esas palas en mi casa y me la quisieron quitar, acusándome de ladrona. Entonces, me llevaron a la comisaría, tirándome de un brazo, arrastrándome por la calle, insultándome."
El padre Scantamburlo la acompañó a la comisaría 34a. "Allí la quisieron detener —cuenta— y se produjo un diálogo inaudito:
—"Si usted no robó la pala, muéstreme el certificado de propiedad...
—"Yo no tengo ningún certificado. La pala es de todos los vecinos.
—"Entonces va presa.
—¿Cómo? ¿Y mis hijos?
—¡Que se mueran!"
La guerra "cura-vecinos-policías" parece interminable. Scantamburlo cuenta su entrevista con el comisario de la sección 34*: "Traté de que entendiera nuestros problemas. Me dijo, a boca de jarro, que no creía en el testimonio de borrachos... ¿Qué podía contestarle? Me fui dispuesto a seguir luchando. Ahora ya no sé si nuestras armas se reducirán a una simple resistencia pasiva. Si la Municipalidad y la policía quieren violencia, la tendrán."

¿HABRA SOLUCIONES?
Planteadas sintéticamente, las causas de desalojo que esgrime la Municipalidad son, hasta hoy, cuatro: 1) En Villa Piolín, el incendio; 2) En el Bajo Belgrano, la falta de higiene; 3) En la avenida 9 de Julio, las obras de ampliación; 4) En Almirante Brown, la construcción del parque.
Aún no se sabe si habrá o no más desalojos inmediatos. El plan de la Municipalidad prevé la construcción de 8.000 viviendas transitorias, con una inversión de 1.200 millones de pesos, incluidos los trabajos de infraestructura, a un costo de ciento cincuenta mil pesos por unidad. Los 15 metros cuadrados de superficie cubierta de estas viviendas abarcarán dos habitaciones, cocina y baño. El plan establece además la entrega posterior de 6.000 viviendas similares por año y está destinado a eliminar en el plazo de 7 años los barrios de emergencia.
Pánfilo Genes, presidente de la Federación de Villas de la Capital, es terminante: "Estamos contra ese plan. Se habla de 'casas transitorias'. Yo diría que son tinglados, nada más. Hace 20 años se construyó un llamado barrio provisorio. Fue en Lacarra. Sus habitantes tienen ya 20 años de vida en la miseria...
"¡Lo quieran o no, 1968 marcará el comienzo de la erradicación de las villas miseria! Aunque haya violencia. Ya está en marcha la construcción de 2.240 casas en 4 zonas ubicadas en los alrededores de Amancio Alcorta y Zavaleta, Godoy Cruz y Luna, Avenida del Trabajo y Piedrabuena y Camino de Cintura y avenida Crovara (Tablada). A la provocación yo respondo con hechos: cuando los habitantes de los actuales barrios de emergencia vean sus nuevas casas, no dudarán un instante en mudarse". El representante municipal, arquitecto Vázquez Llona, está convencido del éxito del nuevo plan de vivienda. Mientras tanto, todas las noches, una cerrada vigilancia -a base de palos y aceite hirviendo- torna imposible cualquier intento por desalojar a los 250.000 habitantes de las 97 villas de Buenos Aires.
Revista Siete Días Ilustrados
19.03-1968


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