JULIO SOSA
YA VIVE EN EL BRONCE SU ESTAMPA TANGUERA
Al año justo de su caída en una calle de Buenos Aires, Julio Sosa ya se erige en bronce en la Plaza de las Piedras, su pueblo natal del Uruguay. Su estatua fue inaugurada el 20 de noviembre, en la plaza principal, mientras la madre dolida, lloraba al pie del pedestal y el pueblo entero la rodeaba como un solo e inmenso corazón palpitante de devoción. Solo cinco meses bastaron para concretar la idea del monumento, mediante el acopio ininterrumpido de diversos objetos usados de bronce, que el artista transmutó en imagen. Así nació, de la entraña popular, la estatua del varón del tango, que ahora canta desde el bronce levantado en la Plaza de las Piedras.

LAS PIEDRAS, Uruguay (De nuestros enviados especiales) — Exactamente un año después —incluso con la precisión de la hora y el minuto— de la muerte de Julio Sosa, este pueblo ha inaugurado un monumento a su memoria, al cantor que fuera y sigue siendo uno de sus hijos y sus orgullos más queridos. El 26 de noviembre de 1964, Julio Sosa caía aniquilado en una calle de Buenos Aires. Un año después, vuelve a levantarse en bronce en una plaza de éste su pueblo natal, mientras la madre lloraba a ios pies de la imagen que lo eterniza.
Pocas veces hubo reunión de pueblo tan emocionante y conmovedora. La ceremonia tuvo una unción casi religiosa. Unánime, profunda. La gente que asistió a la inauguración de la estatua integró un solo corazón palpitante y sollozante, puesta la dolorosa memoria del oído en la voz del cantor malogrado. Y toda la población de Las Piedras estuvo alli, rodeando el bronce donde la figura de Julio Sosa canta para siempre.

La Colecta del Bronce
En una edición anterior, "ASI" dio cuenta de los antecedentes que condujeron a ¡a inauguración del monumento. Pocos meses después de la muerte de Julio Sosa se formó aquí, su pueblo natal, una comisión de homenaje presidida por el señor Maggiolo.
En el seno de la comisión nació la idea de perpetuar en bronce la memoria del cantor, cosa que el pueblo todo deseaba fervientemente. No habia dinero disponible para reunir los fondos y concretar rápidamente la idea.
Se recurrió entonces, como suele apelarse en casos similares cuando el fervor es mucho y los medios son escasos. a una colecta pública. Pero no se requirió exclusivamente dinero de la gente. Se apeló principalmente al bronce. Se hizo un llamado al bronce. Como suele ocurrir, los humildes son los más fieles depositarios de la devoción. De manera que siendo así, no se podia requerir dinero. Bastaba con que aportaran objetos usados de bronce. El artista haría el resto para trasmutar el notable material en la imagen querida e inolvidable.
Y comenzó la campaña. Prestó una gran colaboración en esa tarea la señorita Liliana, locutora de Radio Carve, a través del programa la Voz del Aire.
Mientras tanto, ya se habia elegido el emplazamiento de la futura estatua: la plaza José Enrique Rodó, no lejos de ia cual reside la desconsolada madre del cantor, doña Ana María Venturini, y sus dos hijos.
Puesta en marcha la campaña, se eligió el lugar para centralizar los aportes: el bar "El Continuado", que fuera una especie de patria chica del cantor y donde su culto se mantiene vivo y perdurable. El bar está situado frente a la misma plaza.
Junto a la puerta del local se instalaron dos enormes cubos y una alcancía. Las primeras para recibir el bronce y la segunda para el dinero. Los aportes no tardaron en sucederse. Hora tras hora, día tras día, los cubos fueron llenándose de toda clase de objetos de bronce: viejos calentadores, candelabros, camas y hasta chapas de médicos y abogados. La alcancía también se fue colmando de billetes y monedas.
El éxito fue asombroso y dio la medida del fervor popular hacia la memoria de Julio Sosa. En solo cinco meses se reunió lo necesario para concretar la idea del monumento. A este respecto, cabe señalar un extraño contraste: para hacer lo propio con Carlos Gardel, en Buenos Aires, se requirieron cinco años. Gardel tuvo su estatua, en la Chacarita, a los cinco años de su muerte. Julio Sosa a los cinco meses.

La Estatua
Mientras proseguía la campaña, la comisión de homenaje decidió quién debía ser el arista encargado de crear el monumento. Se puso un aviso y se presentaron varios escultores con sus respectivos modelos en maqueta. La elección recayó en un artista casi desconocido, Ulrico Habegger, de Las Piedras, de 40 años, uruguayo de ascendencia suiza y alemana. Nunca habia hecho ni siquiera una exposición, pero su obra era importante y copiosa.
A la espera del bronce. Habegger puso manos a la obra modelando la estatua en arcilla y en yeso. Asi nació la imagen de Julio Sosa. La figura mide dos metros y diez centímetros. Julio Sosa se yergue de pie, en actitud soñadora, macizo, con el pecho levantado como conteniendo todas las canciones dormidas. Su rostro es grave, sereno, firme y melancólico. El brazo derecho pende a lo largo del cuerpo; el izquierdo está flexionado y su mano sostiene un cigarrillo. El "Varón del Tango" aparece asi en toda la plenitud de su físico y su espíritu. Parece que va a ponerse a cantar en cualquier momento. Y en realidad, lo está haciendo. La estatua es bastante similar a la de Gardel.
Llegó el bronce y Habegger fundió el metal sobre el modelo de yeso.
La obra estaba concluida.
La figura de bronce —de 400 kilos de peso—, fue emplazada y lijada sobre un pedestal de granito, en uno de los ángulos de la plaza José Enrique Rodó, pocos días antes de la inauguración, es decir, el primer aniversario de la muerte del cantor.
Llegó el día y la estatua fue cubierta con una bandera mitad uruguaya y mitad argentina. Era lo justo. Ese gesto del pueblo de Las Piedras, reflejaba no solo una hermandad incuestionable, sino también la común nacionalidad del idolo de ambas orillas del Plata.
A las 6 de la tarde, en la iglesia de la localidad, fue oficiada una misa de réquiem, que estuvo a cargo del R. P. Julio Arrillaga. La multitud colmó el templo, el mismo donde en 1959, bendecía la boda de Julio Sosa con Susana Merighi.
Dos horas después, la muchedumbre se dirigió a la plaza Rodó, ubicada entre las calles General Rivera V Las Flores. La gente se apretujó en torno a la estatua cubierta con la doble bandera.
Hubo varios discursos, entre ellos, el del presidente de la comisión de homenaje, señor Maggiolo. Junto al pedestal, una anciana vestida de negro parecía orar, con la cabeza baja. Era la madre del idolo, doña Ana María Venturini. La noche caía cuando se quitó la bandera que cubría la estatua. Entonces apareció Julio Sosa, fijado en el bronce para siempre, mirando hacia la tierra y hacia la eternidad. Pareció que su voz se elevaba en el aire, que se pobló de canciones. Doña Ana María lloró. Pero el pueblo todo, de Las Piedras, estaba alli. rodeándola. Era como un palpitante corazón inmenso, ocupado por el "Varón del Tango".

Pie de fotos
-Cubierto por una bandera uruguaya unida a otra argentina, el bronce de Julio Sosa recibe la ofrenda floral de unas vecinas de Las Piedras.
-Cacho Maggiolo, entrañable amigo del varón del tango descubre su estatua a la misma hora en que se produjo el accidente que le costó la vida Fue un momento de emoción
-Chiquilines de Las Piedras hicieron su agosto vendiendo banderines y fotografías con la efigie de Julio Sosa, el cantor desaparecido.
-Mientras Cacho Maggiolo la acompaña, Ana María Venturini, la madre de Julio, se apresta a dejar un sencillo ramo de flores en el monumento a su hijo.
-Nadie, en la ciudad de Las Piedras, quiso dejar de tener un valioso recuerdo...
-Toda la población del lugar en donde había nacido Julio Sosa, el varón del tango, estuvo presente en la ceremonia de inauguración de su bronce. En cambio, faltó su esposa y el mundo tanguero de Buenos Aires
-Abajo: Horas antes de que fuera descubierto el monumento, mucha gente aguardaba al pie del mismo. Fue pagado con el aporte popular del pueblo del varón del tango
-Abajo: En este altar del bar "El Continuado" depositaron donaciones en efectivo y en piezas de bronce que hicieron posible la obra.
-Abajo, izquierda se realizó una solemne misa en la iglesia local -Abajo derecha a altas horas de la madrugada, la gente seguía reunida en torno del monumento a Julio Sosa.
Revista Así
07/09/1965

Ir Arriba