LAS PIEDRAS, Uruguay (De nuestros enviados
especiales) — Exactamente un año después —incluso
con la precisión de la hora y el minuto— de la
muerte de Julio Sosa, este pueblo ha inaugurado un
monumento a su memoria, al cantor que fuera y
sigue siendo uno de sus hijos y sus orgullos más
queridos. El 26 de noviembre de 1964, Julio Sosa
caía aniquilado en una calle de Buenos Aires. Un
año después, vuelve a levantarse en bronce en una
plaza de éste su pueblo natal, mientras la madre
lloraba a ios pies de la imagen que lo eterniza.
Pocas veces hubo reunión de pueblo tan emocionante
y conmovedora. La ceremonia tuvo una unción casi
religiosa. Unánime, profunda. La gente que asistió
a la inauguración de la estatua integró un solo
corazón palpitante y sollozante, puesta la
dolorosa memoria del oído en la voz del cantor
malogrado. Y toda la población de Las Piedras
estuvo alli, rodeando el bronce donde la figura de
Julio Sosa canta para siempre.
La Colecta
del Bronce En una edición anterior, "ASI" dio
cuenta de los antecedentes que condujeron a ¡a
inauguración del monumento. Pocos meses después de
la muerte de Julio Sosa se formó aquí, su pueblo
natal, una comisión de homenaje presidida por el
señor Maggiolo. En el seno de la comisión nació
la idea de perpetuar en bronce la memoria del
cantor, cosa que el pueblo todo deseaba
fervientemente. No habia dinero disponible para
reunir los fondos y concretar rápidamente la idea.
Se recurrió entonces, como suele apelarse en casos
similares cuando el fervor es mucho y los medios
son escasos. a una colecta pública. Pero no se
requirió exclusivamente dinero de la gente. Se
apeló principalmente al bronce. Se hizo un llamado
al bronce. Como suele ocurrir, los humildes son
los más fieles depositarios de la devoción. De
manera que siendo así, no se podia requerir
dinero. Bastaba con que aportaran objetos usados
de bronce. El artista haría el resto para
trasmutar el notable material en la imagen querida
e inolvidable. Y comenzó la campaña. Prestó una
gran colaboración en esa tarea la señorita
Liliana, locutora de Radio Carve, a través del
programa la Voz del Aire. Mientras tanto, ya se
habia elegido el emplazamiento de la futura
estatua: la plaza José Enrique Rodó, no lejos de
ia cual reside la desconsolada madre del cantor,
doña Ana María Venturini, y sus dos hijos.
Puesta en marcha la campaña, se eligió el lugar
para centralizar los aportes: el bar "El
Continuado", que fuera una especie de patria chica
del cantor y donde su culto se mantiene vivo y
perdurable. El bar está situado frente a la misma
plaza. Junto a la puerta del local se
instalaron dos enormes cubos y una alcancía. Las
primeras para recibir el bronce y la segunda para
el dinero. Los aportes no tardaron en sucederse.
Hora tras hora, día tras día, los cubos fueron
llenándose de toda clase de objetos de bronce:
viejos calentadores, candelabros, camas y hasta
chapas de médicos y abogados. La alcancía también
se fue colmando de billetes y monedas. El éxito
fue asombroso y dio la medida del fervor popular
hacia la memoria de Julio Sosa. En solo cinco
meses se reunió lo necesario para concretar la
idea del monumento. A este respecto, cabe señalar
un extraño contraste: para hacer lo propio con
Carlos Gardel, en Buenos Aires, se requirieron
cinco años. Gardel tuvo su estatua, en la
Chacarita, a los cinco años de su muerte. Julio
Sosa a los cinco meses.
La Estatua
Mientras proseguía la campaña, la comisión de
homenaje decidió quién debía ser el arista
encargado de crear el monumento. Se puso un aviso
y se presentaron varios escultores con sus
respectivos modelos en maqueta. La elección recayó
en un artista casi desconocido, Ulrico Habegger,
de Las Piedras, de 40 años, uruguayo de
ascendencia suiza y alemana. Nunca habia hecho ni
siquiera una exposición, pero su obra era
importante y copiosa. A la espera del bronce.
Habegger puso manos a la obra modelando la estatua
en arcilla y en yeso. Asi nació la imagen de Julio
Sosa. La figura mide dos metros y diez
centímetros. Julio Sosa se yergue de pie, en
actitud soñadora, macizo, con el pecho levantado
como conteniendo todas las canciones dormidas. Su
rostro es grave, sereno, firme y melancólico. El
brazo derecho pende a lo largo del cuerpo; el
izquierdo está flexionado y su mano sostiene un
cigarrillo. El "Varón del Tango" aparece asi en
toda la plenitud de su físico y su espíritu.
Parece que va a ponerse a cantar en cualquier
momento. Y en realidad, lo está haciendo. La
estatua es bastante similar a la de Gardel.
Llegó el bronce y Habegger fundió el metal sobre
el modelo de yeso. La obra estaba concluida.
La figura de bronce —de 400 kilos de peso—, fue
emplazada y lijada sobre un pedestal de granito,
en uno de los ángulos de la plaza José Enrique
Rodó, pocos días antes de la inauguración, es
decir, el primer aniversario de la muerte del
cantor. Llegó el día y la estatua fue cubierta
con una bandera mitad uruguaya y mitad argentina.
Era lo justo. Ese gesto del pueblo de Las Piedras,
reflejaba no solo una hermandad incuestionable,
sino también la común nacionalidad del idolo de
ambas orillas del Plata. A las 6 de la tarde,
en la iglesia de la localidad, fue oficiada una
misa de réquiem, que estuvo a cargo del R. P.
Julio Arrillaga. La multitud colmó el templo, el
mismo donde en 1959, bendecía la boda de Julio
Sosa con Susana Merighi. Dos horas después, la
muchedumbre se dirigió a la plaza Rodó, ubicada
entre las calles General Rivera V Las Flores. La
gente se apretujó en torno a la estatua cubierta
con la doble bandera. Hubo varios discursos,
entre ellos, el del presidente de la comisión de
homenaje, señor Maggiolo. Junto al pedestal, una
anciana vestida de negro parecía orar, con la
cabeza baja. Era la madre del idolo, doña Ana
María Venturini. La noche caía cuando se quitó la
bandera que cubría la estatua. Entonces apareció
Julio Sosa, fijado en el bronce para siempre,
mirando hacia la tierra y hacia la eternidad.
Pareció que su voz se elevaba en el aire, que se
pobló de canciones. Doña Ana María lloró. Pero el
pueblo todo, de Las Piedras, estaba alli.
rodeándola. Era como un palpitante corazón
inmenso, ocupado por el "Varón del Tango".
Pie de fotos -Cubierto por una bandera uruguaya
unida a otra argentina, el bronce de Julio Sosa
recibe la ofrenda floral de unas vecinas de Las
Piedras. -Cacho Maggiolo, entrañable amigo del
varón del tango descubre su estatua a la misma
hora en que se produjo el accidente que le costó
la vida Fue un momento de emoción -Chiquilines
de Las Piedras hicieron su agosto vendiendo
banderines y fotografías con la efigie de Julio
Sosa, el cantor desaparecido. -Mientras Cacho
Maggiolo la acompaña, Ana María Venturini, la
madre de Julio, se apresta a dejar un sencillo
ramo de flores en el monumento a su hijo.
-Nadie, en la ciudad de Las Piedras, quiso dejar
de tener un valioso recuerdo... -Toda la
población del lugar en donde había nacido Julio
Sosa, el varón del tango, estuvo presente en la
ceremonia de inauguración de su bronce. En cambio,
faltó su esposa y el mundo tanguero de Buenos
Aires -Abajo: Horas antes de que fuera
descubierto el monumento, mucha gente aguardaba al
pie del mismo. Fue pagado con el aporte popular
del pueblo del varón del tango -Abajo: En este
altar del bar "El Continuado" depositaron
donaciones en efectivo y en piezas de bronce que
hicieron posible la obra. -Abajo, izquierda se
realizó una solemne misa en la iglesia local
-Abajo derecha a altas horas de la madrugada, la
gente seguía reunida en torno del monumento a
Julio Sosa. Revista Así 07/09/1965
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