Marilyn Monroe
La gloria que lleva a soledad y muerte

"HOLLYWOOD cargará con la culpa de esta muerte. La vida de Marilyn fue explotada más allá de lo que nadie puede aguantar" Lo dijo sir Laurence Olivier cuando el cable le llevó —domingo por la mañana — la noticia de que en la Meca del cine se había extinguido trágicamente quien era la encarnación fílmica de una detonante, inigualada "alegría de vivir". Allí, en su regia mansión de estilo español de la que no salía desde muchos días atrás, Marilyn Monroe había sido encontrada muerta. La mano sobre el teléfono, emergiendo del lecho en el que, desnuda bajo las sábanas que la cubrían hasta el cuello, pasó de la vida a la nada, sola. Sin que nadie, absolutamente nadie, imaginara lo que ocurría entre esas cuatro paredes.

El ciclo, para ella, se había cumplido. El símil, su propia desnudez. Así nació a la fama, en una fotografía iluminada de un almanaque que todo el mundo conoció, porque nunca se le perdonó tal comienzo. Hace poco, le habían preguntado si no se arrepentía de haber posado así, entonces.
—En las mismas condiciones de aquel tiempo, volvería a hacerlo...
Sin alardes, humildemente. Reivindicaba en última instancia, el derecho de no morirse de hambre. Porque "esas condiciones", eran simplísimas. Cuando posó desnuda para el almanaque que tanto se le reprochara, ni tenia dinero, ni sabia donde dormir, esa noche.
Después, fue la fulminante trayectoria a la fama. Hollywood movilizó sus mejores recursos publicitarios para lanzar a esta muchacha sensacional, que iba a ser modelo de millones de muchachas como ella, soñando con idéntico destino. Pero desde ese mismo instante, la revelación de algo que seria el obstáculo insalvable, su largo martirio que conduce a la muerte. Porque nadie sufrió tanto, rodeada de millones y de halagos, mimada de los públicos de todo el mundo, centro de la atención permanente de
los cinco continentes, como sufrió Marilyn. ¿Por qué? Quizás, porque equivocó el camino.
Imagino, ella que había sido la más pobre de todas, una más en la triste lista de las niñas que crecen en un orfelinato, que la gloria y el dinero, compensaría su infancia tristísima, su adolescencia miserable. Tarde supo que el rumbo no era ése. La síntesis la dio como un anticipo de este final inesperado, que a todos conmueve, a un periodista:
—Estoy sola. Me siento sola... Más sola y triste que nunca...
¿Recuerdan "El ciudadano"? Mientras se busca en todas las esferas de su turbulenta peripecia vital la clave de esa palabra con que muere el todopoderoso personaje, la verdad escapa a todos, porque se refugia en un íntimo recuerdo de la infancia. También como a Marilyn, ocurría con él, un destino frustrado. Había llegado a todas las cumbres. Íntimamente, sabia que la felicidad, pudo estar en el punto de partida, humilde y oscuro...

AMADA POR HOMBRES Y MUJERES
Todos los interrogantes pueden alzarse ahora ante la muerte, al parecer voluntaria, de Marilyn Monroe. ¿Por qué sentirse sola, rodeada del amor de hombres y mujeres de todo el mundo? ¿Cómo sentirse siempre triste, si era como el vaso comunicante de todo lo que puede vivir, de feliz y de alegre, de despreocupada, la juventud que ella encarnaba?
Cuando se supo que ya era sólo un recuerdo, el dolor fue colectivo. Pena en los hombres de todo el mundo. Pero pena, también, en las mujeres. Aquellos, llorando íntimamente, el final de un sueño: el de la estupenda mujer que era como la síntesis misma de todas las mujeres forjadas por la imaginación. Para ellos, una frase, también, de Marilyn:
—Quisiera que debajo de un cuerpo más o menos bien modelado, encuentren a una actriz.
Para las mujeres, que pudieron ver en ella a la gran enemiga, otras palabras suyas resultaron la ligazón íntima, indestructible, que perdurará más allá de su muerte:
—Lo único que quise de verdad, fue ser madre. Y Dios no lo ha querido...
Destino frustrado, sí. Como marcada por un sino trágico desde la cuna, Marilyn no pudo escapar al suyo. Inclusive, la última película suya, la que no terminó, llevaba un título que es toda una premonición: "Algo habrá de romperse". ..
Y fue su vida, cuando tenía 36 años, nada más...

LA FELICIDAD NO SE ALCANZA
¿Qué son, en suma, esos 36 años, vistos desde la ficha personal de Norma Jean Baker, que así se llamaba realmente Marilyn Monroe?
Nace en Los Ángeles, el 19 de junio de 1926. Sus padres, no están casados. Piensan legitimar la situación, al llegar Norma al mundo. Pero él —inmigrante europeo, de origen nórdico, murió en un accidente, sin que su hija llegara a conocerlo, La mamá, empleada de un estudio cinematográfico, no podía atender a Norma. Y comienza, para ella, una etapa que marcó a su alma definitivamente con dolor irremediable.
Doce hogares —doce nada menos— van viéndola pasar, sin que nadie quiera quedarse definitivamente con la chiquilla rubia, pecosa, de inimaginable destino. Siempre en familias pobres, pobrísimas. Luego, a los orfelinatos, que recordó siempre con horror. Y —esto es también inexplicable o trágica ironía— mientras más difíciles son las circunstancias económicas donde vive, en tanto se hace más sombrío y tremendamente hostil el medio en que se desarrolla, su cuerpo, como flor exótica en tal ámbito, va tomando formas prodigiosamente bellas. Sola. Siempre sola. Aunque la codicia comenzara a rondarla, apenas adolescente.
—Para mi, la alternativa era clara. Quería ser algo, alguien.
Es decir, quería realizarse. Salir de ese aislamiento, de tanta angustia, para vivir una vida diferente. Por eso, seguramente, cuando tiene solamente 16 años, se casa con un agente de policía: también él —Jim Dougherty— se asoma a la vida. Y fracasan. Pero ya está emancipada. Y la fábrica la acoge, como un destino natural, irremediable.

LA HISTORIA DEL ALMANAQUE
Luego —"tuve que vivir como pude"— posa ocasionalmente para un fotógrafo. Su caso, revela milagrosa fotogenia. Pasa entonces, a ser modelo. Y un día esa foto que recorre el mundo, que se muestra primero furtivamente. Que pasa a ser lámina de un almanaque.
Desnuda. Tal su sino. Costará al mundo descubrir que bajo tal desnudez, resulta punto menos que imposible, penetrar en la enmarañada selva de sus sentimientos más íntimos. Allí hay otra Marilyn Monroe. Noble. Profundamente humana. Dotada de un también prodigioso talento natural, que le permite alternar en todos los ambientes, sin desentonar jamás.
Nadie la presiente todavía. Y desde las carátulas de las revistas —"Miss Pin Up", indiscutible, "Miss lanzallamas 1952", el paso al cine, es natural y lógico. La fama le llega, con lo que cree es el amor. Joe Di Maggio, famoso astro del baseball, es elegido por Marilyn, cuando ya puede elegir entre multimillonarios petroleros, príncipes del Viejo Mundo, aristócratas de su propio país. Marilyn no se traiciona. Joe no puede darle nada más que amor, que es lo que ella pide. Lo único que quiere.
Nueve meses después, otro divorcio. ¿Ella? ¿El? Tampoco interesa. Marilyn sabe que la felicidad, es difícil. (Luego tendrá conciencia de que para ella al menos, resultara inalcanzable).
Trabaja, desde entonces, en lo que es la parte más brillante y espectacular de su carrera. Irónico, también. Cuando mayor es su fracaso personal, más grande es su triunfo en el mundo entero. Se cultiva. Va al "Actor's Studio", porque pretende algo más que deslumbrar con sus encantos físicos. Cuando se siente transformada, filma eligiendo temas. Y otra vez, el amor.
Marilyn ha encontrado en su camino a un hombre distinto. Diferente. Un intelectual prestigioso, escritor de fama, alto, muy poco cuidadoso de su atuendo. Feo, según la opinión femenina. Arthur Miller la gana, apasionadamente. Para quienes piensan que ella absorberá al famosísimo autor, la sorpresa posterior es más grande aún. Allí donde lleguen, él es el astro. Y ella una humilde, una enamorada mujer colgada de su brazo, que no habla, que no opina. Que vive del reflejo de un hombre a quien ama, pero también admira.
Dos veces, esperan a un hijo. Las dos veces, Marilyn lo pierde antes que el hijo nazca. Otras dos huellas imborrables, en el corazón, en el alma, en el cerebro de la estrella, que sabe que lo único que quiere le está vedado.
Y tras "El millonario", con Ives Montand, un episodio extraño, donde Marilyn intentó quizás salvarse, por última vez, por vía del amor. Se habló de romance. Se tejieron mil fantasías. Lo único cierto, de todo ello, es que poco después, Marilyn y Arthur Miller, se divorciaban, en tanto Ives Montand volvía a París, del brazo de Simone Signoret, su esposa.
El frío intelectual de grandes gafas, desgarbado, feo, se casó poco después. Marilyn, para él, debió ser sólo un episodio más. La estrella, ya notoriamente ensimismada, con escasos contactos con el mundo, comentó la boda.
—Le deseo a Arthur que sea feliz. De él, aprendí mucho...
Fue encerrándose en si misma, pese a los desesperados esfuerzos de Joe Di Maggio, posiblemente el único que llegó a comprenderla plenamente, por mantenerla junto al mundo. Filmó una película más, que queda trunca. Ya no salía de su casa sino por excepción. La compañía, hace poco tiempo, demandó a Marilyn, "echándola" de los estudios. Tampoco quiso hacer comentarios. Sólo dijo esto:
—"Todo el mundo está siempre tironeando de una. Todos parecen querer un pedazo. Es como si quisieran arrancar un trozo de una. No creo que tengan conciencia de lo que hacen, pero es como si dijeran: "Haz esto, haz aquello". Pero una quiere seguir siendo quien es, lo que es, y continuar parada sobre sus pies",..
Estaba de regreso. Había pasado por todas las instancias, desde la infancia abandonada, sin hogar y sin amor, hasta el encumbramiento que da el cine, inigualable. De todo eso, de esos diez años rutilantes en que fue el "caso" más brillante de Hollywood, no quedaba sino su tremenda soledad.
—De toda la gente que conocí desde que tengo memoria, una sola me amó como yo esperaba. Se llamó Anna Lower, que tuvo para mi la ternura de la madre que no tuve...
El domingo por la mañana, cuatro horas después de que los médicos la encontraran sin vida, cubierta por una manta, en una camilla, un montoncito ya frío de carne, Marilyn fue llevada a una agencia funeraria. Fue cuando más cerca estuvo de quien más la amó, de quien le dio ternura. Porque allí, enfrente, calle por medio, está la tumba de Anna Lower.
Al menos en la muerte, encontraba amor, ella que fue amada por todos, quizás porque todos, hombres y mujeres, supieron que junto a la más bella, a la más famosa, indisolublemente unida, marchaba una muchacha sola y triste, para quien la vida fue ciclo tras ciclo, dolor y desencanto.
Que lo sepan quienes sueñan con el destino estelar. La gloria a veces lleva al dolor. Y a la muerte...

Recuadro en la crónica___________
A NUESTROS LECTORES
LA DESAPARICION DE MARILYN MONROE SIGNIFICA PARA EL CINE UNA DE SUS PERDIDAS MAS DOLOROSAS. PERO LA ESTRELLA ERA, POR ENCIMA DE SU CONDICION DE TAL, UNA MUJER EN CUYOS 36 AÑOS SE ENCIERRA UNA VERDADERA LECCION, UN EJEMPLO CLARO Y PENOSO, PARA MUCHOS. INFANCIA SIN AMOR, SIN CALOR DE HOGAR, AÑOS DE ORFELINATO, LUCHA DRAMATICA Y LUEGO, EL TRIUNFO, QUE DESEMBOCA EN SOLEDAD Y EN MUERTE. ESA VIDA, SEGUN DERECHOS ADQUIRIDOS POR "RADIOLANDIA" CON EXCLUSIVIDAD EN EE.UU. SERA NARRADA DESDE NUESTRAS PAGINAS, A PARTIR DEL PROXIMO EJEMPLAR EN TRES CAPITULOS. CADA UNO DE ELLOS. BELLO Y TRISTE, COMO LA PROPIA MARILYN, CUYO TRAGICO FINAL, LLORAN MILLONES DE HOMBRES Y MUJERES DEL MUNDO ENTERO.

Pie de fotos
-Este es el final de la carrera más sensacional de Hollywood. A diez años de su encumbramiento, Marilyn Monroe —ya muerta— es sacada de su casa, rumbo a la funeraria.
-En su lecho, encontraron muerta a la estrella, en la madrugada del domingo. Hacía varios días que no salía. La mano, en el teléfono. Cerco, un frasco de píldoras para dormir, vacío.
-Soledad, siempre soledad en tu vida y también en la muerte. Ni una sola persona junto a los despojos de Marilyn, rumbo a su descanso definitivo. Sino de la más famosa de las mujeres del cine, que la acompañó desde la cuna.
-Este que indica el dedo del policía, es el frasco de píldoras. Víctima de una terrible perturbación nerviosa —implacable el mundo hurgando en su vida constantemente— Marilyn no resistió más. y se rindió en plena fama a los treinta y seis años.
-Una belleza triste, se dijo de ella. Triste siempre, si. Triste la infancia sin hogar, pasando por doce casas, donde no la amaron nunca. "Sólo una persona me dio ternura de madre. Fue Anna Lower. El domingo, estuvo cerca suyo. Anna está enterrada frente a la funeraria donde fue llevado el cuerpo de Marilyn.
-Después de su divorcio de Arthur Miller, pareció derrumbarse. Joe Di Maggio, su segundo esposo, el único que quizás comprendió la terrible soledad de Marilyn, acudió a su lado, cuidándola solícitamente. No logró, empero romper el cerco de silencio en que, poco a poco, se sumía Marilyn, inexorablemente.
-Cuando filmaron juntos Marilyn e Ives Montand, muchos creyeron ver en ellos, algo parecido al amor. La película, fue un éxito rotundo. Pero para Marilyn se quebró, entonces, el último puente que había tendido hacia la felicidad.
-Con Arthur Miller, dos veces esperó un hijo. Lo perdió, prematuramente, en ambas ocasiones. Luego, el divorcio. Cuando Arthur se casó, Marilyn, dijo sólo esto: "Le deseo sea muy feliz. De él, aprendí mucho". Ni un reproche. Desde entonces, mayor soledad que nunca. Y ahora, el final, irremediable.

Revista Radiolandia
10.08.1962


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