HACE pocos días
tuvimos ocasión de leer en uno de nuestros
periódicos, y en las pocas líneas que tenían por
título: "El Tíbet está indefenso", que "marchan
hacia ese territorio dos columnas comunistas, una
de las cuales se dirige hacia la provincia de
Sining, y la otra presiona en dirección sur desde
Sining. capital de la provincia de Chinghai".
Más adelante agrega el
diario "que en el ambiente de mayor información se
tienen noticias de que el gobierno sacerdotal del
Tíbet, previendo nula la ayuda que pueda esperar
de Occidente, decidió no resistir a los ejércitos
comunistas". Todo parece evidenciar que así como
hemos podido conocer geográficamente en detalle. y
casi me animo a decir también socialmente, a
Corea, podremos observar al Tíbet a través de
nuestros órganos de información.
Por ello mi curiosidad
me llevó a querer saber cómo es el país de los
lamas en sus particularidades, pues aunque muchas
veces, por más que ansiamos, queremos recordar lo
aprendido en otras épocas, nuestra memoria olvida
los que a la vez son pequeños e importantes
detalles. Y al tomar la geografía llegué a una
conclusión tal vez un tanto anticipada, pero no
por ello injustificada ante los hechos por los que
actualmente atraviesa el mundo.
Así fué que leí que
aun hoy se pueden contemplar las ruinas del
castillo de los antiguos reyes tibetanos: el rey
de Lhasa y sus dos mujeres, con quienes contrajo
enlace al mismo tiempo: una princesa nepalense y
otra china. Este monarca, al mismo tiempo que
reconoció la real independencia del Imperio del
Centro, hizo construir templos budistas, introdujo
el arte del Nepal y la escritura de la India. De
manera entonces que ambas princesas contribuyeron
de distinto modo en la influencia foránea sufrida
por el Tíbet: China en cuanto a política, e
Indostán, tocante a las más variadas formas del
arte y la religión.
En primera instancia,
se quedó el tradicionalismo del aislamiento, ya
que, favorecidos por los árabes, se lanzaron
resueltamente a la expansión territorial. Pero el
acrecentamiento del budismo no sólo rompió la
unidad monárquica. sino también esa notable
facultad expansiva. Más adelante, como complemento
de esa obra, y a novados por la preponderante
influencia china, terminaron por imponer el
régimen teocrático que aun subsiste. Ello provocó
un encierro estrecho en actitud de defensa, de lo
que derivó esa austera y comprensible modalidad de
desconfianza hacia el extranjero, ejemplo
auténtico de un pueblo de refugiados.
El género de vida de
la población, la cual no pasa de tres millones de
habitantes, según unos, y de dos millones, según
otros, y como consecuencia lógica desprendida de
la gran cantidad de monjas célibes, es sedentario
en sus cuatro quintas partes. La labor habitual se
reduce a la cría de yaks, bueyes y carneros en las
zonas menos Mas. Su esencial alimentación consiste
en quesos secos y té batido con manteca; carne,
cuando se puede, y un caldo sucio completan el
menú de esta gente, en su mayoría pobre.
La vestimenta se
reduce a una cubierta de piel de carnero, o
harapos que cubren el cuerpo, sin ropa interior,
mugriento, engrasado, repugnante por su hedor
característico, y devorado por piojos y pulgas. En
ellos el hábito se superpone a todo. Poseen la
misma profesión y pertenecen a la misma clase
social de su padre. Por cierto que se ignorarán
completamente las "madres Marías", ya que todos
ven su destino al llegar al mundo, y, por ende, la
preocupación está muy por fuera de su alcance.
En la familia es el
hermano mayor el único que puede contraer
matrimonio, y la "mujer de todos" en esta forma de
poliandria no trae, como parecería, una
disminución en los servicios que podría prestar
puesto que, por el contrario, le interesan a ella
los trabajos pesados y rudos, tanto en la casa
como madre, ya en el campo como agricultor, ya con
el ganado o en la tarea de transportar los pesados
barriles de agua atados a su espalda.
En lo que respecta a
su geografía política, los territorios tibetanos
se hallan divididos en tres sectores: el reino de
Lhasa, pueblos que dependen directamente de la
China, y varios grupos unidos a la India.
Si a través del mapa
observamos atentamente los límites más próximos,
encontraremos hacia el este y el norte todos
pueblos sometidos al comunismo, situados
aproximadamente entre los paralelos 34 y 45.
Conociendo la cantidad de habitantes y sabiendo
que son 2.109.000 los kilómetros cuadrados que
ocupa, con las grandes regiones montañosas y los
enormes desiertos, fácil nos será llegar a la
conclusión de que es un territorio poco menos que
deshabitado. Si a ello agregamos la denigrante
impresión que extraemos del bosquejo de forma de
vida que he querido realizar, y la resolución de
no resistencia a las fuerzas comunistas que se
aprestan de uno a otro momento a pasear por el
Himalaya, los Karakorum y el Brahmaputra, vamos
entrando a repetir la historia, esa historia que
nos delata cómo la barbarie de los pueblos
atrasados arrasa más y más pueblos quizá
semejantes, para ir en busca guerrera de la
cultura occidental. Sabemos que no es ése su
principio, pero es su fin; el único fin útil que
les queda, aunque lo desprecien, aunque también a
ella, a la cultura, traten de hacerle sufrir el
martirio de la metralla.
Revista Mundo
Argentino
20.09.1950
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