Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado


URUGUAY:
MANTENER LA DEMOCRACIA A CUALQUIER PRECIO
El caos que azota al vecino país, no parece inquietar a los uruguayos, que siguen creyendo en las bondades de la democracia
De repente, las escalinatas del Ministerio de Industria y Comercio — apenas a dos cuadras del Palacio de Gobierno— se llenaron de gente y de pasos decididos. Un ordenanza asombrado alcanzó a esbozar la inútil pregunta de "si tenían audiencia con el señor ministro". "No; no tenemos ninguna audiencia. Hemos resuelto ocupar el ministerio", replicó quien parecía el cabecilla. Entonces, 200 obreros del Frigorífico Nacional se desplegaron por todas las dependencias, se sentaron en los pasillos y cubrieron las escaleras. El miércoles pasado a las 2 de la tarde, la casa particular del presidente Gestido, en el barrio residencial de Pocitos, y el edificio del Ministerio de Hacienda, soportaban un despliegue similar.
"Uruguay se acostumbró al asombro", sostienen los entendidos. Lo cierto es que escenas como ésas, hoy, parecen no alarmar a nadie. Ni siquiera a la policía que no se molestó en desalojar a los ocupantes.
"En este país no hay carne, escasea la leche, el dólar llegó a las nubes, el ejército ocupó el Puerto y el Correo, la policía reparte la correspondencia, la Universidad no tiene cómo subsistir, ¿a quién le puede extrañar entonces que haya huelgas, manifestaciones y ocupaciones de fábricas?", preguntó a SIETE DIAS un pulcro funcionario del Senado, cerrando su contundente enumeración. Hubo un detalle que pasó por alto: hace 83 días que el Uruguay está sin diarios. Ello implica otra costumbre más: la lectura ávida de la prensa argentina y de "El Popular", la hoja comunista, uno de los tres diarios que se siguen editando.
"Mire; esto está lindo de feo que está. Y se tiene que poner peor para que algo cambie", confió el director de un importante matutino.

EL SISTEMA DE PRESION
No era el único que pensaba así Si algo faltaba para aumentar la cuota de tensión, fue el rotundo No que la patronal de la prensa contestó a la comisión parlamentaria que mediaba en el conflicto. "No me pregunte, porque en este momento estoy muy nervioso. La insólita actitud de la Asociación de Diarios cierra toda posibilidad de negociación", se lamentó Antonio Hugo Fernández, presidente de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Representantes. Al día siguiente, el Parlamento prometía subvencionar a los desocupados de la prensa y el pago de los largos días de "lock out". Con lo que el problema continuaba en fojas cero y se aumentaba el agobiante sistema de subsidios que no es otra cosa que una inyección inflacionaria.
Lejos de allí, en la escarpada calle Grecia de El Cerro, los estudiantes cumplimentaban la promesa que habían formulado la noche anterior: "Mañana vamos a armar relajo". Largas colas de pacíficos montevideanos aguardaban su turno para que los estudiantes de medicina les tomaran la presión y los auscultaran. Los improvisados consultorios se extendían a lo largo efe todo el barrio al amparo de carteles que poco tenían que ver con la medicina: "Gobierno en colachata, Universidad sin plata". Junto con la temperatura y la presión arterial, los ciudadanos recibían una detenida explicación de cuanto ocurre en la Universidad y el ofrecimiento de luchar juntos por la solución de sus problemas. "Estamos consolidando la unidad obrera estudiantil", se entusiasmó una de las samaritanas. Horas después, la avenida 18 de Julio se ensordecía a! paso de una manifestación que en tonaba consignas antigubernamentales.

EL PRECIO DE LA DEMOCRACIA
"Es el lenguaje de nuestra democracia. Conflictos habrá siempre. Por eso, no me preocupa la agitación universitaria; al contrario, los admiro y los respeto". Abandonando por un momento el agitado recinto del Senado, el voluminoso Alberto Abdala, senador de la república, ex consejero nacional de gobierno y amigo personal del general Gestido —de quien se dice que muchas veces habla por boca del senador—, resumió de ese modo la crisis de su país. Y agregó: "Los diversos sectores se organizan para reclamar lo que consideran justo, y creo que hacen bien. Pero no van a golpear las puertas de los cuarteles. Y eso le da estabilidad al gobierno", dedujo con el mismo tono que había empleado unos instantes antes en la Cámara, durante el debate suscitado por las declaraciones del ministro del Interior, Augusto Legnani. Muchos observadores juzgaron dicho discurso como una evidente amenaza de endurecimiento por parte del gobierno. Abdala, correligionario del ministro en el Partido Colorado, entendió que "Legnani es consecuente con su punto de vista: libertad en el orden. Pero la libertad a veces cuesta, y muchos no lo comprenden".
Por momentos, daría la impresión de que la libertad, en Uruguay, tiene el sentido que le atribuyó en tono socarrón Jorge Battle, director del diario "Acción" y líder de la disidente fracción mayoritaria del oficialismo colorado: "Aquí cada uno canta su verso pero no hay nadie que dirija la orquesta".

ENTRE DOS FUEGOS
Mientras algunos juzgan que la, crisis es política, otros —los más—, entienden que el nudo de todas las dificultades es indudablemente económico. Pero es también político, insisten los observadores, porque no hay coherencia en el gobierno. Si el equipo económico, al que la oposición tilda de "macarrónico" (macaneador), logró homogeneizarse, no ocurre lo mismo en las demás instancias oficiales.
De tinte acentuadamente nacionalista, la conducción económica rompió casi con el Fondo Monetario Internacional, pero no contuvo la inflación. Al Contrario. En tanto la izquierda exige que el gobierno apele a la moratoria de la deuda externa, importantes sectores democráticos sostienen que es necesario aplicar el esquema utilizado por Krieger Vasena en la Argentina. A todo esto, ni el titular de la conducción económica, Amílcar Vasconcellos, ni ningún miembro de su equipo, ocuparán el sillón que tiene reservado Uruguay en las conferencias financieras internacionales que tendrán lugar en estos días, en Lima y Río de Janeiro. Será el canciller Héctor Luisi quien, al parecer, aprovechará la Asamblea anual de la UN para realizar gestiones componedoras ante el gobierno de EE. UU. ¿Y el presidente?. "Gestido está frente a una máquina que no entiende y no sabe qué botón apretar", responde el ciudadano común.
Cuando el ministro de Industrias, Zelmar Michelini, se encontró con la invasión de los obreros del Frigorífico, pálido, exclamó: "Ustedes me ocupan el ministerio, y ayer los ganaderos me amenazaron de muerte".
"El Uruguay necesita que el gobierno meta la mano como en una media vieja y la de vuelta", afirmó a SIETE DIAS el abogado Jorge Battle. Es precisamente lo que no ocurre. Arrinconado entre la izquierda y la derecha que lo acusan de ineficaz, el gobierno parece desgastarse en el estancamiento.
Mientras los blancos especulan con la posibilidad de que el gobierno se resigne a formar un gabinete de coalición que les dé cabida a importantes núcleos, tanto blancos como colorados, se esperanzan en la presión cada vez más detonante que el ministro Legnani y el vicepresidente Jorge Pacheco Areco, ejercen sobre el presidente Gestido para que cambie la política económica y contenga la posibilidad de la subversión. Si ello ocurre, se precipitaría una crisis de gabinete que arrasaría con el actual equipo económico.
Para algunos, quizá sean los estudiantes los que con mayor lucidez formulen sus objetivos: "Nuestra lucha es a largo plazo y la meta es sustituir a las clases dominantes para instaurar un gobierno popular", afirmó sin eufemismos Barret Díaz, secretario general de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU). Ni la Central de trabajadores (CNT) llega tan lejos en sus formulaciones. Los observadores desapasionados se inclinan a creer que el Uruguay marcha entre el golpe de estado y la subversión.
Pero la democracia no se asusta frente a ese panorama. "Hemos sobrevivido a todas las crisis, ¿por qué no ahora? Valga la historia", pronosticó un alto funcionario de la presidencia.
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HABLA PARA SIETE DIAS EL MINISTRO DEL INTERIOR DEL URUGUAY
SIETE DIAS: Los conflictos en el ámbito de la enseñanza, la universidad y los gremios obreros, ¿implican un peligro de subversión?
AUGUSTO LEGNANI: Los conflictos a que Ud. se refiere no se proponen subvertir el orden institucional, sino la satisfacción de necesidades económicas. En la medida en que los gremios y los diversos sectores de la enseñanza comprendan que las dificultades económicas y financieras que padece el país no permiten satisfacer plenamente sus aspiraciones, volverá la calma a los espíritus y no se replantearán, seguramente, los conflictos.
SIETE DIAS: A su juicio, ¿corre algún riesgo la democracia uruguaya? ¿Existen sectores que intentan socavarla, al calor de los actuales sucesos?
AUGUSTO LEGNANI: Entiendo que el sistema democrático seguirá regulando la existencia y el funcionamiento de nuestra sociedad política, aunque no ignore que hay sectores que pretenden socavarla, como Ud. dice, y destruirla. Pero estos sectores constituyen un minoría... y en nuestro país las mayorías democráticas son las que gobiernan.
SIETE DIAS: ¿Piensa tomar medidas el gobierno frente a la ocupación de frigoríficos, fábricas y algunas facultades?
AUGUSTO LEGNANI: Las medidas que normalmente corresponde adoptar para restablecer el orden público o prevenir el riesgo de su alteración.
SIETE DIAS: ¿Considera necesarias medidas extraordinarias, o se mantendrá la actual situación sin apelar a recursos de seguridad?
AUGUSTO LEGNANI: Estimo que no son necesarias medidas extraordinarias. La normalidad política y social no requiere otra cosa, en la situación actual, que la aplicación de medidas ordinarias de gobierno que derivan o resultan de cometidos conferidos por la Constitución y la ley.
SIETE DIAS: Las manifestaciones, las exteriorizaciones callejeras, etcétera, ¿constituyen un abuso de la libertad?
AUGUSTO LEGNANI: Esas manifestaciones y exteriorizaciones suponen, o mejor, constituyen distintos modos de ejercicio legítimo de la libertad civil. Si se abusa de esos derechos o libertades de terceros o el derecho de la comunidad, se está actuando al margen del ordenamiento jurídico. Aréchaga decía, y decía bien, "cuando el hombre se mueve en el ámbito de su libertad no teme al Derecho". El lema artiguista "con libertad no ofendo ni temo" tiene esa significación.
SIETE DIAS: El denominado Congreso Sindical, que finalmente no fue permitido, ¿indicaría la intención de los grupos extremistas de utilizar al Uruguay como centro de difusión de ideas subversivas?
AUGUSTO LEGNANI: Las razones que determinaron la prohibición de aquel Congreso fueron explícitamente enunciadas en la propia medida administrativa que procuró, en circunstancias especialmente difíciles interna e internacionalmente, prevenir a posibilidad a que usted alude.
Revista Siete Días Ilustrados
19/09/1967

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