Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Vietnam
Las colinas de la muerte
Aunque Washington y Vietnam del Sur ya no se oponen a negociar con el Vietcong, el recrudecimiento de la lucha parece alejar cada vez más la posibilidad de una paz inmediata. Mientras tanto, con el arribo de nuevos efectivos norteamericanos, el conflicto vietnamita multiplica su carácter de guerra sin fin. Los combates más feroces se libran en las estratégicas colinas de la ruta Ho Chi-minh

Como en años anteriores, las fiestas navideñas impusieron su obligada tregua en el desangrado Vietnam. Pero fue efímera: con las primeras luces de 1968, las ametralladoras pesadas volvieron a tabletear sin pausa, mientras un diluvio de napalm se abatía con furia incontenible sobre las selvas vietnamitas. A pesar de que la única solución viable —negociar con el Vietcong— cuenta ya con el visto bueno del Pentágono y el gobierno de Sur Vietnam, el feroz recrudecimiento de la guerra parece demostrar que el armisticio es aún remoto. Todo hace suponer que los combates, librados ya en las puertas de Saigón, proseguirán también sobre los puntos más estratégicos del territorio: las colinas que flanquean las rutas de conexión con Nordvietnam. Es allí donde, inevitablemente, se repetirán las encarnizadas batallas que, durante 1967, sembraron de cadáveres las colinas 978, 1338 y 875.
Mientras tanto, se confirma el envío de nuevos efectivos norteamericanos, cuyo número roza ahora el medio millón: exactamente el doble que las fuerzas guerrilleras. El general Westmoreland conserva un gran optimismo: "Se empieza a percibir —vaticinó días pasados— el comienzo del fin".



Revista Siete Días Ilustrados
09-01-1968

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