Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Justo el 31
Nuestra noche triste
Está probado. La Argentina tiene una noche triste: la del 31 de diciembre. Supera la "noche triste" de Pascual Contursi -más allá de la guitarra en el ropero- y exhibe un rictus inquietante; en medio del bullicio y los abrazos familiares, hay razones conscientes e inconscientes que hacen subir vertiginosamente el índice de los suicidios y los dramas pasionales.- ¿Por qué nos angustiamos en esas horas del año que se va?
(Si no quiere deprimirse no lea esta nota)
QUIEN más, quien menos, ha intuido alguna vez que al ritual de los festejos a que nos sometemos cada 31 da diciembre, está teñido de una angustia difusa, inaferrable. La página policial de los diarios refleja fielmente, en los días inmediatamente anteriores y posteriores a esa fecha, de qué manera esa angustia se concreta en hechos luctuosos: suicidios, intentos de suicidio, accidentes dudosos, dramas pasionales.
Una rápida investigación practicada en las comisarlas de la Capital Federal, indica que, para la tuerza policial, es un lugar común hablar de la "angustia de fin de año": se calcula que los suicidios y los accidentes dudosos aumentan automáticamente en las cercanías del 31 de diciembre.
EXTRA se propuso investigar cuáles eran los mecanismos de esa angustia, cuáles sus causas. No sólo los mecanismos psicológicos, sino también los factores de orden social que ayudan y acentúan la angustia.
Por otra parte, la investigación debía proporcionarnos pistas concretas acerca de si era posible que nuestra forma de celebrar el Año Nuevo, nuestro ritual — a menudo bastante triste y apagado— del 31 de diciembre, nos definiera como pueblo, aportara datos concretos acerca de la individualidad de nuestro pueblo.
De allí, entonces, que invitáramos a nuestra mesa redonda a cuatro psicoanalistas. Ellos debían encargarse de desnudar las facetas más ocultas del fenómeno. Invitamos también a Dalmiro Sáenz y a Marta Lynch, vastamente conocidos por su labor de novelistas, de buceadores de la realidad argentina. Y al sociólogo Roberto Carri, y al cineasta Ricardo Becher.
Vale la pena decir que la presencia del doctor Amoldo Rascovsky, una de las figuras más prestigiosas del psicoanálisis en la Argentina, contribuyó a darle envergadura a nuestra mesa redonda. Lo que sigue es la crónica de este suceso.
"Usted, Matilde, ha metido la pata con esta mesa redonda. Ha invitado a cuatro psicoanalistas y cuatro escritores. Y en estas cosas los psicoanalistas siempre tienen razón." Marta Lynch —novelista, casada, 35 años— abrió el fuego agrediendo a la redactora de EXTRA, Matilde Herrera. Pudo más su instinto de novelista, empero:
—Cuando yo era niña, papá y mamá —autores de todos mis complejos actuales— tenían la férrea disciplina familiar, que se manifestaba particularmente durante las celebraciones de fin de año. Entre mis recuerdos más aberrantes figura éste: tenía quince años, y mis padres vivían como un crimen mis deseos de llamar por teléfono a mis amigos, a la gente con la que realmente me comunicaba. El 31 de diciembre de ese año, mientras mi madre, aburrida, se había ido a dormir, cumplimos el rito presididos por mi padre, todos en silencio, mientras por la radio transmitían la "Marcha de San Lorenzo". Después me casé, me liberé de todo, ¡y al demonio con la angustia de fin de año!.
Lo contaba con una sonrisa en la boca, pero de alguna manera transmitía un clima de inquietud a la mesa redonda. Lo que pareció obrar como incentivo para Arnaldo Rascovsky (60 años, psicoanalista, dos hijos, dos nietos): "El sometimiento familiar impide el desarrollo del amor. Además, en la angustia de fin de año hay razones conscientes e inconscientes. Por el lado consciente, no se cumplen los anhelos de todo el año. Llega el 31 y el balance es necesariamente negativo. Entre las razones inconscientes figura, en primer término, este hecho: el 1º de enero festejamos la circuncisión de Jesucristo. Es decir, festejamos la castración de todos nosotros".
El mazazo dio en el blanco. En vano Dalmiro Sáenz y Marta Lynch intercambiaban incoherencias, negaciones. La "angustia de castración" pareció extenderse a todos los participantes. EXTRA, entonces, propuso a Rascovsky que narrara su propia última fiesta de fin de año. Lo que, vale la pena anotarlo, no entusiasmó al psicoanalista."Pese al intento maníaco de elaborar una depresión para esa fecha, cualquiera puede divertirse, cada uno puede llegar a disfrutar la fiesta..."
—¿Usted cree? —gritó Roberto Carri (25 años, casado, dos hijos, sociólogo, técnico de la Confederación General Económica). La fiesta de fin de año es la elaboración cultural de un pueblo. Nosotros somos un pueblo formado por inmigrantes de Europa e inmigrantes de las provincias. Y desde el punto de vista cultural, aunque hemos copiado algunas cosas de Europa, de los países nórdicos, etc., también hemos llegado a tener, en un momento de nuestra historia, un tipo muy particular y definitorio de las festividades de Año Nuevo. Me refiero, concretamente, a las fiestas de fin de año que van desde 1946 hasta 1955, donde la Fundación Eva Perón repartía pan dulce, sidra; donde las familias obreras festejaban fin de año con aguinaldo, con alegría. Desde el 55 no hay ni aguinaldo pagado a tiempo, ni sidra, ni pan dulce ni...
La batahola posterior es prescindible.
Carri volvió a gritar:
—Las sociedades pobres y atrasadas, inclusive, festejan y se divierten para fin de año. En la época de Perón la gente bailaba en la calle...
Un coro de psicoanalistas coincidió en la réplica:
—Más manifestación de alegría es un matrimonio bien acostado que la gente bailando en la calle...
Hubo tres manifestaciones malhumoradas en contra: Carri, Jorge Rovatti, Dalmiro Sáenz.
—¿Qué razón hay para estar eufórico a fin de año? ¡Si nos castran! —insistía Rascovsky.
Una conclusión preliminar: a Perón no hay que llevarlo a las mesas redondas. Jorge Rovatti (psicoanalista, 40 años, casado) elaboró sutilmente, tal vez para aliviar la tensión:
—Para fin de año hay una tristeza por la pérdida del tiempo: es un año menos de vida, es un año más cerca de la muerte. Pero además hay toda una posibilidad de vida, una puerta hacia le futuro.
—A mí, viejo, lo que me angustia de fin de año es la cantidad de guita que hay que gastar en regalos... —sollozó el cineasta Ricardo Becher.

LAS COSAS SERIAS
Este asunto de la seriedad viene del lado que uno menos se lo espera. Liliana Heer (24 años, casada, psicoanalista) se recogió el larguísimo pelo rubio, extrajo una espantosa carpeta negra, y anunció:
—He realizado algunas entrevistas acerca de la fiesta de fin de año. Me he permitido traer a esta mesa redonda un breve informe... Características generales de una fiesta de fin de año en una familia de la pequeña burguesía urbana, con buen nivel de Ingresos: se comienza a hablar de la fiesta una semana antes de la fecha, se deciden los gastos y se encarga a las mujeres —generalmente la madre— los detalles de la organización. La celebración se cumple en casa del pariente más viejo y de más posibilidades económicas. La asistencia es exclusivamente familiar. Después de medianoche, es bien vista la presencia del ''novio de la nena". Hay una persecución generalizada: en la pareja, la mujer advierte a su cónyuge: "No tomés tanto". A los chicos se les impone: "No se ensucien, no corran, no griten". Los adolescentes optan por retirarse en cuanto pueden...
—¡Eso es horrible! Ese tango lo conozco! —apoyó alguien.
—Todos estos hechos responden al dramatismo del propio nacimiento —respondió Liliana Heer—. En cuanto a la pirotecnia —de la cual participan los tíos solteros—, está directamente ligada al hecho.
El ramalazo de datos empíricos, concretos, no quedó en el vacío. Diana Rizzato (Psicólogo, 26 años, soltera, apoyó a su colega explicando:
—La fiesta de fin de año es una forma de tomar conciencia de que el tiempo ha pasado. Aparentemente, el día del cumpleaños tendría esta misma función. Pero ocurre que, mientras el cumpleaños es algo meramente personal, fin de año tiene trascendencia social, colectiva. A fin de año se cumplen las etapas vitales de los logros... Los factores externos no son decisivos en la angustia de fin de año. Sí, en cambio, los factores internos...
Marta Lynch se desprendió rápidamente de la copa de whisky para acotar, utilizando los datos científicos y cargarlos de su propia intuición de la realidad:
—Claro, claro: en mi casa, hoy, por ejemplo, la fiesta de fin de año tiene valor, un sentido, porque nosotros nos sentimos felices...
Dalmiro Sáenz estaba preso, por su oposición al peronismo, durante los últimos días de 1954. El 24 de diciembre de ese año, lo dejaron libre.
—Me llamó la atención —aunque parezca idiota— que mientras yo y los demás presos políticos en libertad nos sentíamos muy dichosos, los guardianes parecían una perfecta ilustración del tema de esta mesa redonda: la angustia de fin de año..
—Lo más dramático que tiene la fiesta de fin de año es la muerte que se viene —reflexionó Rascovsky.
—Yo quisiera decir una verdad —pidió Rovatti—. Las fiestas, todas las fiestas, tienen un valor en cuanto uno establece los valores de la vida.
—Enfrentar la angustia duele. Todos hemos tratado de evadirnos alguna vez —comentó en voz baja Diana Rizzato.
—Hay que enfrentar la cosa: hay que sacarse la angustia de la fiesta de encima.,. —murmuraba Marta Lynch.
—Hay una búsqueda patológica de la destrucción del propio "yo Como ustedes se explicaron al principio, para fin de año aumenta la cantidad de suicidios, de accidentes, de intoxicaciones —puntualizó Liliana Heer.
—Y esta mesa redonda parece una perfecta producción de una fiesta de fin de año: no nos entendemos; charlamos cada uno por nuestro lado; es el caos, la incomunicación. .. —se sobrepuso de pronto Matilde Herrera.
—De veras: no hay que hablar de la angustia. Trae mala suerte. Los europeos prohibieron una vez una canción muy triste —no me acuerdo cómo se llamaba— por la cantidad de suicidios que su tristeza provocaba... —narró Marta Lynch.
—¡Ya sé cuál es esa canción! —recordó Rascovsky—. Y se puso a tararearla casi sin desafinar, coreado por Dalmiro Sáenz, el sociólogo Carri y EXTRA. El título de la canción es "Domingo triste".

LA PRIMAVERA
El año primitivo comenzaba en primavera. Junto con el reverdecer de los árboles, las flores, los deseos sexuales. El paganismo, a mi modo de ver, ofrecía al hombre un comienzo coherente del año. El cristianismo retrotrajo la celebración al invierno. Lo hizo coincidir con la circuncisión; para nosotros, los argentinos, resulta doblemente falso. Inventamos un invierno con papelitos blancos y pinos falsificados; nos indigestamos con nueces, almendras y otros alimentos invernales. Hasta tenemos un barbudo y abrigadísimo Santa Claus.
Rascovsky enumera otra serie de motivaciones de lo que él llama "nuestra incongruencia". Ya ha dejado de cantar. Ahora se queja de los intentos de interrumpirlo, que parten de Marta Lynch, de Liliana Heer, de Jorge Rovatti. EXTRA nada puede hacer para impedirlo.
—Es algo bastante conocido que en diciembre hay una intensificación de la curva de ansiedades y frustraciones, que desembocan en suicidios. También una manera generalizada de elaborar el duelo por la pérdida de un año más. Y en esto de elaborar, racionalizando, las pérdidas, los argentinos tenemos experiencia: en el norte, el "velorio del angelito" se transforma en una fiesta, en la ocultación maníaca del duelo —consiguió terminar Rascovsky.
Ya había varios solicitantes para el uso de la palabra. En estos casos, las voces de tenor, como la de Jorge Rovatti, suelen ser útiles:
—Aquí lo que se nota es que los escritores, los literatos, se han sometido dócilmente a los psicoanalistas. .. En lugar de participar de una mesa redonda, en igualdad de condiciones, parece que estuviesen pidiendo un tratamiento psicoanalítico...
Dalmiro Sáenz miró el suelo y musitó: "Sí".
En cambio, Marta Lynch saltó de su asiento y acusó:
—Lo que sucede, ya lo dije antes, es que los psicoanalistas en estos casos corren con "handicap". Siempre tienen argumentos científicos para todo* Y, además, qué quieren, con ese lenguaje difícil que utilizan...
A esta altura, no se pudo descubrir bien por qué, todo el mundo estaba furioso. Matilde Herrera recordó sus deberes periodísticos y contemporizó con el más exaltado:
—En realidad, hemos oído bien poco lo que dice el sociólogo Carri...
Este no desperdició la oportunidad, y expresó:
—Aquí hemos hablado mucho de la angustia a nivel individual. Tan importante como eso es la angustia social que este año, concretamente, descargará sobre la clase obrera argentina. No hay que olvidar que esa clase social gozaba, hasta el 55, de la conciencia de ser un inmenso factor de poder en el manejo de la sociedad. Hoy, por el contrario, la clase obrera no está expresada en el gobierno, y de ahí que la angustia de fin de año tenga hoy y aquí una impronta eminentemente social...
Casi todos hablaban a un mismo tiempo, y otra vez la voz de tenor de Rovatti logró imponerse, aunque fugazmente:
—De acuerdo, de acuerdo. Después de todo, nadie me va a negar que el gobierno peronista es el único gobierno realmente popular de los últimos 20 años...

RESUMEN DE LA ANGUSTIA
"Aquí hubo mucha competencia en juego. Además, apuntó Diana Rizzato, no hay manera de evitarla. Todos nos hemos quedado con muchas cosas que decir..." Fue, a la vez que un resumen de la mesa redonda, el único punto en que estuvieron de acuerdo todos los participantes. Claro, éste no es el informe de una derrota: puede probarlo el recuento minucioso de las posiciones sostenidas por cada uno de los que intervinieron en la mesa redonda: Doctor Amoldo Rascovsky: Se hace difícil establecer cuáles son las particularidades nacionales de la "angustia de fin de año". La curva de depresión y de ansiedad que se observa en esas fechas es universal. Detrás de la angustia hay razones conscientes e inconscientes:
mientras lo noche del 31 de diciembre se revive la experiencia dramática del propio nacimiento, el de enero moviliza las angustias referidas a la circuncisión. Doctor Jorge Rovatti; Revivir el momento más dramático de nuestra vida, el momento en que estamos más desprotegidos, en que literalmente nos es imprescindible la cercanía de otra persona —la madre— para poder sobrevivir, esto es, el momento de nuestro propio nacimiento, es lo que se oculta detrás de la "angustia" que suele sentirse a fin de año, y especialmente en Navidad. Sociólogo Roberto Carri: Los componentes de orden social que tiene la angustia de fin de año no pueden ser ignorados: las presiones que la sociedad descarga sobre sus sectores más desposeídos durante 365 días, no pueden ser olvidadas en la hora de hacer el balance, en la hora del debo y el haber de todo el año. La política de Perón dio bases económicas a las grandes masas y extirpó, en ese sentido, uno de los motivos esenciales de la angustia colectiva, no sólo durante las fiestas de fin de año. Psicólogo Liliana Heer: De acuerdo al menor o mayor grado de salud mental se puede enfrentar una situación angustiosa, como es la que representa concretamente esta fiesta, de una manera negativa o positiva. La angustia constituye una señal de alarma mediante la cual el "yo" se prepara a la defensa. Según el grado de organización y desarrollo del "yo", esas defensas se adaptarán o no a la realidad. Por ejemplo, el exceso en las comidas que se registra habitualmente en esas fechas es una defensa, Los trastornos posteriores simbolizarían el desplazamiento de la angustia a un área del cuerpo, debido a que no se puede elaborar en la mente. Escritor Dalmiro Sáenz: Uno de los pocos factores que contribuyen a hacerme en alguna medida alegre la fiesta de fin de año es comprobar cómo —cada vez más— la fiesta adquiere caracteres laicos. Cómo los católicos rompen con el clero, se liberan y emprenden la búsqueda de la felicidad, de Dios, sin intermediarios. Novelista Marta Lynch: La liberación, la felicidad, no en una fecha cualquiera, sino siempre, a cada minuto, a cada instante, es la única garantía posible de que, al finalizar el año, nos sintamos conformes con nosotros mismos. Creo en que las fiestas de fin de año pueden ser para todos una fuente de alegría, en la medida que se superen las ataduras formales, familiares, etc. Psicólogo Diana Rizzato: Para comprender mejor el hecho de un aumento de accidentes y suicidios en fin de año hay que considerar que fin de año es la esencia concreta y colectiva de una pérdida. La de un período de vida que ha concluido. Como toda pérdida (sea de una persona a la que estábamos ligados o de una ideología o de una aspiración), exige al individuo un intenso trabajo psicológico que se denomina "trabajo de duelo". En ese proceso los afectos que nos ligaban al objeto son retirados paulatinamente del mismo para ser colocados luego de resueltos los primeros duelos (nacimiento, especialmente).
Parecería además que, así como el cumpleaños estaría ligado a revivir el nacimiento y el pasado del tiempo en forma individual, fin de año sería una situación generalizada y convencional de lo mismo.
Revista Extra
12/1965

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