Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

El Capitán Olmedo
"Cuando yo ero bailarina". Excéntrico y jefe de claque. Acróbata en Chile; aventurero en Buenos Aires. Los "swicheztes" son tipos honrados. Delante y detrás de la cámara. Fernando León tiene un año y un mes. Piluso lo obligó a renunciar. Un acróbata eterno.
Por ALFREDO SCALISE

ANTONIO y Alberto eran acróbatas. Acróbatas del Newell's Old Boys de Rosario. Pero como la acrobacia no alcanzaba para silenciar del todo los imperiosos llamados de sus jóvenes estómagos, formaron lo que ellos llamaron "Pareja de Bailarines Excéntricos", la bautizaron con el apócope del nombre del primero, y el apellido del segundo: "Tonio-Olmedo".
Olmedo, que acababa de cumplir sus 18 años, "acolchaba" su enjuto cuerpo para hacer creer a los espectadores que era la mujer de la pareja; nadie lo creía y todos se reían mucho.
Tonio-Olmedo ganaban, entre los dos, 25 pesos por noche. Para reforzar el poder de esos doce con cincuenta que tocaba a cada uno, se emplearon en el mismo teatro de varieté rosarino como jefes de claque: terminaban su labor en el escenario y bajaban a la platea, se mezclaban entre el público y aplaudían.
—Esos fueron mis "comienzos artísticos..." Pero yo era, en ecencia (MR:textual en la revista), dos cosas fundamentales: acróbata y aventurero. La acrobacia me llevó en gira por todo el norte, hasta Chile y Bolivia... La aventura me trajo a Buenos Aires...

¿VOS QUERES SER "SWICHEZTS"?
Alberto Olmedo llegó a Buenos Aires en los primeros días de 1955. Nunca había soñado con la televisión, "ni siquiera había soñado poder comprar un aparato alguna vez". Pero aquí se encontró con un muchacho que había sido actor en el mismo teatro de variedades en que él había sido nada menos que "Bailarín Excéntrico": Francisco-Pancho-Guerrero, el hoy famoso director de televisión (Yo y un millón. Operación 0, Distrito Norte, etc.).
Pancho era por entonces camarógrafo —luego de haber sido cuidador de stand en una exposición municipal— del único canal de televisión. Lo abrazó, se enteró que estaba sin trabajo, y espetó la proposición: ¿Querés ser swichezts? Alberto hizo el chiste de decirle que "había venido a Buenos Aires en busca de un empleo decente... Pero Francisco Guerrero, en una noche que terminó al mediodía de la jornada siguiente, le explicó que los swichezts son operarios del control técnico de televisión cuya tarea consiste en enviar al aire la cámara que ordena el director. En esas 15 horas de conversación Guerrero le explicó todos los detalles del difícil oficio, que normalmente se enseña en cosa de dos años.
Olmedo venía a la aventura. Asimiló todo lo que le explicaba su amigo, se animó y al otro día se presentó en el canal solicitando el empleo. Lo probaron. Lo aceptaron.
Desde entonces, siguió como swichezts, cumpliendo religiosamente sus seis horas diarias de trabajo. Era swichezts cuando a fines del 55 debutó ante las cámaras en "La troupe de TV", obteniendo su primer y sensacional éxito. Era swichezts cuando se hizo famoso con "Escuela de locutores". También lo era cuando "Joe Bazooka". Y cuando debutó, el 2 de agosto del 60. con su incomparable "Capitán Piluso".
Hoy sigue siendo swichezts. Pero sólo lo será hasta fin de mes. Los incontables: compromisos que le obliga a adquirir su querido "Piluso", lo obligaron a renunciar a esa también querida tarea...

TODAVIA UN ACROBATA
Alberto Olmedo necesita de su tiempo. El Piluso sigue hasta fin de año, siempre de acuerdo a libretos de Bertos Pacheco y Obbes, que no es otro que el Humberto Ortiz que trabajó con él en Bazzoka y que en el Piluso dice avisos vestido de marinerito. Lo harán en teatro en Mar del Plata, lo propalarán también por el Canal 8.
Necesita tiempo para dedicarle a su esposa, Judith, del Departamento Comercial del Canal 9. Y. sobre todo, necesita tiempo para su hijito, Fernando León, que el 3 de enero cumplió un año y un mes.
Por eso no puede seguir siendo swichezts. Porque debe preparar otro ciclo por el Canal 7, con Joe Gallego, un gángster pintoresco que no puede hacer el mal aunque quiera. Y necesita tiempo para contestar las 15.000 cartas mensuales que recibe su Piluso, héroe de todos los chicos y de muchos grandes de nuestro país.
Pero Alberto Olmedo —28 años, 60 kilos, un metro sesenta y siete— sigue siendo, a pesar de su fama, un acróbata. Un acróbata de la alegría. Un acróbata del gesto inocentemente feroz.
Un acróbata del amor por los niños.
Revista Radiofilm
11.01.1961

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