Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

EL PROBLEMA DE LOS DELITOS SEXUALES
UN SEMINARIO DE ESTUDIOS UNIVERSITARIOS DILUCE EN EVA PERÓN ESTE IMPORTANTE PROBLEMA
"LA familia es el barómetro en el que se refleja el estado de la sociedad. Nada más alarmante que una crisis de la institución matrimonial, porque ella indicaría sin lugar a dudas que lo que está en crisis es la sociedad misma, edificada en torno a la célula familiar. Si la célula está enferma, mal puede estar sano el organismo que ella integra."
Esta definición, que pertenece, palabras más o menos, al doctor Samuel Daien, explica la inclusión que él hizo del tema de la crisis del matrimonio en el Seminario de Derecho Penal que dirige en la Facultad de Derecho de la Universidad de Eva Perón, cuyo temario general. "La Delincuencia Sexual", califica de por si el sentido de esa inclusión. Y muestra, reflejado en la tarea universitaria, un eco de la preocupación que en otros ámbitos se manifiesta en iniciativas parlamentarias, en opiniones judiciales y en la reacción de la prensa que, bien inspirada, sirve de adecuada caja de resonancia al estudioso, al legislador o al juez que expresan su inquietud ante ese hondo problema de nuestro tiempo.

Enfoques del problema en lo Argentino y en otros países
Desde distintos ángulos y en lugares distantes se ha enfocado ese problema. La encuesta de ESTO ES sobre el divorcio, que tan vasta repercusión alcanzó en nuestro ambiente, la tuvo porque respondiera una inquietud latente en la Argentina. La iniciativa que en el Parlamento italiano propone extender al hombre la responsabilidad por el delito del adulterio, calificado hasta el presente sólo en el caso de la mujer, aunque contiene mucho elemento polémico y se presta a infinitas discusiones, traduce también la reacción frente a una grieta por donde asoma el resquebrajamiento de la institución matrimonial, al menos en el país donde el problema ha llegado a inquietar al legislador.
Apresurémonos a advertir, con patriótica complacencia, que las iniciativas que en nuestro país han tocado aspectos del problema, lo han hecho para proteger a la parte más débil y desamparada; a las víctimas casi siempre inocentes de un hecho que no les era imputable. Así, por ejemplo, cuando se convierte en delito el abandono de la familia o el no pasar alimentos a los hijos. Y así, también, en la reciente sanción de la ley que suprime toda discriminación entre los hijos nacidos dentro o fuera del matrimonio.

Un pequeño laboratorio social
La candente actualidad del tema habría bastado para justificar una larga charla con un profesor universitario que, como el doctor Daien, le presta acogida en su cátedra. Pero el viaje a Eva Perón (nota MR: se refiere a la actual ciudad de La Plata, antes Ciudad Eva Perón) tiene aún otro premio; la oportunidad de percibir cómo los problemas tratados encuentran en los jóvenes estudiantes —varias niñas entre ellos— disectores agudos e inteligentes, que a la preocupación del catedrático oponen su propia inquietud; que le preguntan y discuten según su personal enfoque de los hechos y de las ideas; que responden al propósito del doctor Daien de convertir el seminario en un pequeño laboratorio social.

Lo discriminación suprimida
El primer tema que se impone en nuestra conversación con el doctor Daien es, naturalmente, el de la reciente sanción del Congreso sobre filiación. A ese respecto es categórico:
—Para el Estado no puede haber diferencia entre los hijos nacidos dentro o fuera del matrimonio. No puede hablarse, por lo demás, de hijos legítimos, porque los que son ilegítimos en todo caso son los padres, y los hijos no tienen por qué llevar el estigma de una ilegitimidad que no les fué dado prever ni impedir. Hasta ahora se condena al inocente sin sancionar a los verdaderos culpables, que eran los padres ilegítimos. No eran válidos, por ello, los argumentos que se oponían a la sanción de la ley, de que la discriminación —ahora felizmente suprimida— protegía a la familia. La enorme cantidad de hijos en esas condiciones proclamaba, con su condición de parias, que ella no había logrado impedir las evasiones ni las lesiones a la institución del matrimonio. No ha de olvidarse, además, que frente al orden legal, de todas maneras prevalecen los sentimientos y toda norma legal debería estar tonificada por los sentimientos para llegar a la perfección dogmática.

El hombre y la mujer en el matrimonio
En su seminario de Derecho Penal el profesor Daien no desdeña elementos históricos, mitológicos y aún literarios. El ejemplo de las bravías Amazonas le sirve para ilustrar la remota existencia de un grupo humano basado en la adversión al hombre, pero en el que hubo un fin, una definición cuando una sucesora de Diana se rindió ante los requerimientos de un hombre. La "Lisístrata" de Aristófanes le aporta el ejemplo de un grupo de esposas que luchan por la paz con su mejor arma, cuando deciden no recibir a sus maridos si van al campo de batalla.
Hemos asistido a una clase del seminario y hemos charlado antes y después con el doctor Daien. Y en su respuesta a nuestros interrogatorios asoman, asimismo, elementos ajenos al puro tecnicismo jurídico.
—Lo que les decía de la familia como barómetro nos da una clara indicación a través de la historia. En épocas normales la familia es naturalmente monogámica, desde su origen mismo simbolizado por Adán y Eva, para pasar luego por la poligamia y la poliandria. El matrimonio verdadero, con sus atributos de comprensión, amor, solidaridad, es monogámico. El hombre, aún a despecho de inclinaciones poligámicas, manifiesta sus predilección por una mujer. Es en ese caso, al decir de Jiménez de Asúa, el hombre por antonomasia: es el que tiene un ideal, algo por qué luchar en la vida diaria; alguien por quién desvivirse. El otro no deja de ser un saltimbanqui. Por eso el donjuanismo, aunque parezca paradójico, está lejos de ser una condición de masculinidad. Hay distintos tipos de Don Juan : el de Zorrilla, que corresponde a la época romántica, fué el primer burlador de mujeres, pero su amor por Doña Inés es puro. El Don Juan de Tirso Molina no conquista mujeres, las engaña. Pero todos tienen un común denominador: son narcisistas, y han dado margen al estudio patológico. "Don Juan no es un intersexual: es un narcisista."
Pero, ¿y el otro término de la pareja? ¿Es monogámica la mujer? Hay elementos naturales, factores fisiológicos, que hacen que la mujer deba ser monogámica. La sociedad requiere "fijeza en el origen del hijo" que la mujer concibe en el seno del hogar. Factores sociales y psicológicos hacen, además (y sin que esta afirmación implique en manera alguna justificar la infidelidad masculina) que la transgresión por la esposa de las normas aceptadas tenga mayor gravedad que los desvíos circunstanciales del marido. De ahí que cuando el legislador italiano se siente alarmado al punto de pensar en extremar las sanciones contra el delito de adulterio, ello es un síntoma inequívoco de que algo anda mal.

Una época desquiciadora de lo familia
Llegamos con esto a lo que constituye un "leit motiv" del enfoque de Daien, y lo que fué también de su seminario en la parte atingente a la así llamada crisis del matrimonio: la incidencia de los aspectos negativos de la vida moderna con todas sus implicaciones y conflictos sobre la familia.
—Hemos visto—dice—, que las épocas de crisis desquician la familia, para quien la falta de estabilidad, los "brincos" sociales, son nocivos.
Este es el siglo que cuenta más guerras, revoluciones y convulsiones en menor tiempo, quizá de toda nuestra Era. (Y aun sin quizá, como acaba de subrayarlo Churchill con otro motivo) ¿Cómo no ha de sentirse su influencia desquiciante sobre la familia?
Pero no se trata tan sólo de los elementos notoriamente negativos. El doctor Daien sostiene que elementos aparentemente inofensivos, y aún otro positivos en su origen, pueden interferir en la normalidad de la vida familiar. Menciona el jazz como uno de ellos, aunque no faltó alguna alumna que le rebatió vivamente en el curso, así como varias y no una le rebatieron, como veremos luego, a propósitos de otra afirmación.

Aspectos negativos del modernismo
—La danza dislocada, impropia del recato femenino (y ya sin acudir a su antítesis, digamos el vals) es un elemento notoriamente pernicioso de las costumbres de hoy. El caso de las jovencitas inglesas que relata el cable, procediendo al margen de todo pudor ante los Sinatra o los Frankie Layne, muestra hasta qué punto la voz insinuante de esos "crooners" puede desatar los frenos inhibitorios. Y si ello ocurre en niñas educadas en los prudentes hogares británicos, ¿qué puede esperarse de las que proceden de familias que no están en condiciones, por su propia situación de crisis hogareña,
de dar a su hijos adolescentes una educación adecuada?
El doctor Daien anota en la generación actual un desencuentro al que atribuye parte de esos problemas, agravados por una literatura que no sólo pinta la vida en los aspectos más crudos, sino que ni siquiera contiene una moraleja; por la influencia de ciertas películas que al margen de su intención pueden dañar a quien no sabe discernir entre el bien y el mal, y por los excesos sensacionalistas de cierta prensa, cuando están reñidos con su función de instrumento civilizador. Y agrega aún otro elemento, que considera típicamente disociador de la familia: el de las mujeres que confunden modernismo con exceso, que adoptan las costumbres del hombre, aun aquellas que conspiran contra su femineidad, y en la misma medida se apartan de la misión específico que les está reservada en el hogar.

La elevación cultural de la mujer
Una alusión del catedrático al aspecto que considera negativo del progreso, suscitó réplicas que dieron lugar a la discusión posiblemente más ilustrativa de la jornada. "El progreso mecánico, para la familia, puede traer, como los antibióticos, relaciones negativas", había dicho. "En el rascacielo-celda, con heladera, lavarropas y otros implementos eléctricos, a la mujer le sobra tiempo y le falta un motivo para quedarse en casa."
La reacción de los alumnos —las chicas en primer plano, pero no solas— fué lo bastante viva para que el profesor debiera completar su pensamiento en forma que satisfizo a todas. "¿Qué se pretende de la mujer? ¿Que se quede en su casa lavando y planchando en lugar de realizar un destino útil para el que sin duda está dotada, además de su misión de madre y esposa? ¿Acaso Madame Bovary no es la expresión de un tipo de mujer que existió siempre, sin lavarropas y sin departamento-jaula? "
No, no. El doctor Daien no pretende eso de la mujer, y lo explicó con suficiente claridad. La explicación es útil para completar el enfoque de todo nuestro problema:
—La mujer quiere ser madre, pero su carrera no es solamente el matrimonio. Debe seguir cultivando todos los atributos que le eran inherentes, y conquistar todas las posiciones que pueda alcanzar. Su elevación cultural, precisamente, puede constituir un precioso elemento de remozamiento y de dignificación del matrimonio, da la familia. Dos ejemplos bastan: Concepción Arenal y María Curie, espíritus luminosos y madres ejemplares a un tiempo.

La familia, núcleo de educación sexual
Ese matrimonio donde ambos términos estén dotados para impartir a sus hijos la educación adecuada, incluso la educación sexual que es imprescindible para que los adolescentes no enfrenten la realidad indefensos, es un ideal por el que hay que bregar.

La fuente de los delitos sexuales
Y aquí llegamos a lo que es específico del curso sobre delincuencia sexual. El doctor Daien postula para la juventud una educación y una cultura sexual cuya falta es la fuente de los delitos sexuales. Esas enseñanzas deben estar a cargo, en parte de los maestros, pero en parte principal, de la familia. Y una familia desquiciada no puede impartirlas.
Le advertimos que esto se refiere a la familia de cierto nivel cultural y económico, pero que la mayoría de los protagonistas de los hechos pasionales que asoman en la prensa están por debajo de ese nivel. Y nuestro interlocutor replica:
—La época convulsionada no reconoce diferencia de estratos culturales, aunque el aflojamiento de los frenos inhibitorios de los impulsos que le es propio actúan, naturalmente, con más violencia cuanto más bajo en nivel de cultura. Pero los estallidos pasionales no son los únicos delitos sexuales, que a veces aparecen cometidos por personas de un nivel superior. El caso de un médico, cuya acción incalificable está probada pero a quien no se puede condenar porque no encuadra en ninguna de las figuras jurídicas previstas; o el abuso deshonesto para el que no hay sanción posible si no concurren las causales, son dos ejemplos entre muchos.
—¿Y qué postulan frente a ellos?
—Se postula un reforma de la técnica jurídica para la tipificación y sanción de determinados hechos que por la insuficiencia actual no alcanzan a ser reprimidos. En uno y otro sentido, concluye el doctor Daien: con la reforma por una parte y por otra con la voz de alarma para que la acción educativa y social ataque en sus fuentes la posibilidad de delitos sexuales, habremos mostrado, al menos, que este hondo problema no nos deja insensibles.
Horacio ELIZALDE
Revista Esto Es
4/11/1954

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