Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

INAUGURACIONES
El puente sobre el río Colorado
"Esta es tierra buena, sólo falta regarla." Como una cantilena —y eso que los pampeanos no son obsesivos— en Colonia 25 de Mayo todos repiten lo mismo, con la mirada fija en una mole de hormigón y acero emplazada sobre el río Colorado: es el puente-dique derivador El Sauzal. Es que estancada en su desarrollo por la mezquindad del agua, la zona —una sábana arenosa monótona como el mar en calma— se convertirá en un vergel apenas las compuertas móviles del coloso eleven el nivel del caudaloso torrente: una cristalina corriente fluirá entonces por los canales anexos y 100 mil hectáreas dejarán de calcinarse bajo el sol. Este prodigio comenzará a germinar en marzo —tras los obvios bombos y verborreas inaugurales— y alienta la grandeza futura de la región. Un cálculo prudente pronostica la radicación de 5 a 8 mil colonos, integrados en grupos familiares capaces de explotar entre mil y mil quinientas granjas. En el camino del agua asomarán pueblos nuevos y ya nadie soñará con dejar La Pampa para tentar fortuna en pago ajeno.
Aunque el regadío de estos páramos encierra ribetes milagrosos, el puente-dique redituará otros halagos: 100 mil kilovatios de energía (integrando el sistema El Chocón-Cerros Colorados) y un paso para la ruta nacional 151 que enlaza el Alto Valle del Río Negro con las ubérrimas viñas cuyanas.

EL POLVO QUE NO CESA. A los corcovos —sobre un camino de ripio donde la polvareda oculta el día— Panorama viajó en busca de la tierra prometida. Furibundos, los guijarros chicotean contra los parabrisas y el calor funde los motores. Es común que los vidrios se astillen y ningún chasis se salva de lucir ominosas abolladuras. "Aquí todos los autos tienen el tanque reforzado abajo", alecciona José Andrés Paredes (39), un locuaz chileno que consume sus energías como oficial general en las obras hidráulicas. Verdadero hombre orquesta, tanto acciona una topadora como liquida los sueldos o pilotea un jeep. "Llegué hace siete años —evoca— apenas empezaron los trabajos y ahora, con una chacrita en plena producción me siento afincado. Pero antes fue duro: esto era un desierto y ni sitio para comer había".
Memorioso, el comisario Prudencio Sánchez (54), un entrerriano con alma pampeana, exulta: "Con el dique en marcha se acabaron las inundaciones. Y algunas son bravas: en la del 14, el Colorado barrió con todo y más de uno no contó el cuento. Aquella vez la correntada arrastró a uno de mis antecesores. Pero don Antonio Díaz era un valiente: tuvo tiempo de salvar a la china y a sus críos antes de desaparecer". Zumbón, un poblador lo interrumpe: "Che, comisario. ¿No te trajiste la bikini para salir en las revistas?"
Al pie del puente, el santafesino Carlos Alberto Wuthrich (23) se desentiende por un momento de las conexiones eléctricas para resumir su experiencia obrera: "Con 100 mil pesos promedio de sueldo mensual no puedo quejarme. Los solteros vivimos en casas prefabricadas, a razón de dos por cada habitación con baño privado. La tarde del domingo —nuestro medio día de franco semanal— tratamos de pasarla lo mejor posible: un poco de pesca en el río, algún picado, la hora del mate.. . Antes jugábamos al fútbol con todo, pero ahora se fueron muchos y nuestro club (Puente-Dique) se fundió. Integrábamos la liga Catrilense de Río Negro y en el 69 ganamos el campeonato". Resignados, otros combaten de distinta manera el aburrimiento: oyen por radio los partidos o releen revistas viejas arrumbados en los catres. Con todo, los más urgidos se animan a rumbear hacia Catriel para retozar fugazmente en alguno de sus decadentes prostíbulos.
"Hay que comprenderlos —susurra José Lecrecq (59), un belga que lleva dos años predicando el evangelio en la zona—. A misa casi no vienen, pero por otras cuestiones sí me visitan. Pobre gente aislada y acogotada por los precios". (Un kilo de tomates —producto regional— es dos veces más caro que en Buenos Aires). Sin embargo, algunas alegrías gratifican al canoso párroco: regularizó matrimonios a granel y una escuelita primaria ya cobija a 300 párvulos.
A un costo total de 2.500 millones de pesos, la construcción del puente-dique devoró 3 millones de kilos de hierro y 50 mil metros cúbicos de hormigón. Para el grupo empresario responsable (Roffo, Iriso y Cía., Obras y Proyectos SCA. y Salas y Biloch S.A.) entregarlo antes del tiempo fijado adquiere un valor inusitado. Otro record estimula al ingeniero en jefe Aníbal Nicolás Brizzio (31): un único herido grave a lo largo de los riesgosos, fatigantes trabajos. La víctima fue el actual pañolero. Mientras tensaba un cable del blondín recibió un chicotazo en la pierna y debieron amputársela. "No sólo es factor suerte —alardea Brizzio— sino precaución. Nosotros trabajamos siempre con red de nylon abajo".
PANORAMA, ENERO 26, 1971

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