Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

EL RETORNO DE PRIMERA PLANA
El Decreto 847, que el Presidente Levingston firmó en la mañana del 31 de agosto, es quizás uno de los más breves que hayan arribado a su despacho. Sin embargo, importa una decisión de máxima envergadura nacional: levanta la clausura, junto a dos publicaciones menores (Prensa Confidencial, Marchar), del semanario de noticias Primera Plana, que fue prohibido hace 13 meses.
Se trata no sólo de una reparación moral sino de un servicio rendido a la cultura argentina, responsable del fenómeno Primera Plana. No hay otro calificativo que el de fenómeno para sintetizar la historia de una publicación que ocho años atrás iniciara un vigoroso movimiento renovador en el periodismo. Sus signos exteriores: la estabilización definitiva del mercado semanal en detrimento de las clásicas apariciones quincenales o mensuales; la apertura de vehículos publicitarios más específicos; la respuesta a una avidez de informaciones decantadas, que los diarios desdeñaban y terminaron por cubrir: y —last but not least— una dignificación del oficio periodístico.
Lejos de ser nuevo, el fenómeno reconoce antecedentes lejanos, incluso en el ámbito local. Baltasar Jaramillo fue el pionero en este campo, hoy saturado, con "Qué sucedió en Siete Días", una revista que vio la luz en 1946. Su parecido con el modelo norteamericano Time, creado veintitrés años antes, no le quita el mérito de haber introducido en nuestro medio lo que se ha dado en llamar objetividad periodística. Fue precisamente la pretensión de llevarla hasta sus últimas consecuencias lo que determinó su partida de defunción en el Nº 57, cuando el Gobierno peronista dispuso su clausura porque había aparecido en la tapa la foto de Libertad Lamarque, una enemiga acérrima del régimen. En aquella primera y trascendente aventura (las colecciones de Qué se agotaron y en Estados Unidos, se pagaban diez mil dólares por cada
juego) hicieron sus armas de juventud Ernesto Sábato, Rogelio Frigerio, Marcos Merchensky, Héctor Kuperman.
Hacia el final de su reinado, el peronismo aceptó el reto. Sus intentos, Esto Es y De Frente, reflejaron dos variantes nacionalistas del oficialismo. La primera, dirigida por Tulio Jacovella, expresaba al sector de industriales acaudillado por Jorge Antonio. La segunda fue un sondeo antiimperialista de John William Cooke apoyado en el izquierdista Ramón Prieto y el nacionalista Dante Bonatto.
Tras el trauma del 55 reaparecieron, al servicio de un proselitismo que les quitó su carácter inicial, Esto Es (bajo la denominación de Mayoría) y Qué. Politizadas, electorales, apoyaron abiertamente la campaña de Arturo Frondizi y superaron los cien mil ejemplares de tirada en un mercado que todavía no rozaba, como ahora, los límites de la saturación. 'Qué' sirvió además como órgano oficial de Rogelio Frigerio, que la dirigió tras la breve gestión de Vicente Fatone, e impuso una línea ideológica luego expresada en la administración gubernamental de Frondizi. Tras las elecciones se sucedieron dos directores (Raúl Scalabrini Ortiz, Mariano Montemayor), acompañando la espiral descendente que suele describir todo oficialismo. La función de nexo con el peronismo, vaciada de sentido a muy altos niveles, dejó paso muy pronto a la justificación de cada acto de Gobierno. Click, la primera Panorama, Sepa Ud, fueron engendros fugaces, remedos de esas publicaciones que, al decir de Macedonio Fernández, "con salir una vez salían del todo". La izquierda se incorporó al juego con dos semanarios de considerable tirada: El Popular, de resonancias peronistas, y Che, con toda la barba.
Más original en cuanto a la forma, con verdaderos aportes, resultó 'Usted', cuyo director, Luis González O'Donnell, puede considerarse el creador local de un mito que aún perdura: el del ejecutivo. Empeñado en hacer "una revista para la clase dirigente", la salpicó de secciones hasta entonces insólitas, como Investigaciones (cubierta con lo que hoy sería el informe de un reportero) y Week-end (en la que se agrupaban rubros tan dispares como cine, mujeres, discos, autores, tests y hobbies). Sin embargo, apenas duró seis meses entre fines de 1960 y comienzos de 1961.
Pasó un tiempo hasta que los avisadores se percataron de que este tipo de revistas podía ser órgano de interés publicitario. Se las consideraba, con razón en algunos casos, más políticas que informativas. Cuando en noviembre de 1962 apareció Primera Plana protagonizó un boom indiscutible: no sólo capturó la adhesión de un público intelectualmente selecto sino que consiguió cubrir de avisos más del veinte por ciento de sus páginas.
En el desván de los proyectos incumplidos se arrumbaron, en 1964. dos amagos periodísticos. La Editorial Julio Korn desistió de lanzar un semanario conducido por dos críticos de cine (Edmundo Mondy Eichelbaum y Héctor Grossi) y Editorial Atlántida dejó impresos dos números cero de Eco, que iba a conducir Edgardo Da Mommio, un experto en política internacional.
Otros productos llegaron a las soñadas playas de distribución. La Noticia con Ojos de Mujer, de Editorial Codex, buscó infructuosamente un ámbito informativo específicamente femenino. Se trataba de que "ella pudiera hablar con él", una empresa quizá demasiado ambiciosa. La siguiente novedad fue el resurrecto semanario Qué, en su tercera época, con la dirección de su propietario, Narciso de Machinandiarena, y con la eterna inspiración política de Frigerio. Después, Alfredo Garófano y Marcos Merchensky trataron de aprovechar lo que pareció una "ruptura de la barrera entre frondicismo y peronismo" a base de artículos de Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche. Prieto, Basilio Serrano, Ricardo Güiraldes, Horacio Rodríguez Larreta, Isidro Odena, Tecera del Franco y hasta el numen liberal Horacio Thedy llenaron sus páginas.
En el mismo año 64, fecundo en experiencias gráficas, nació y murió imagen, un quincenario confiado al locuaz Roberto Turco Hosne, cuya excepcional amenidad oral, capaz de seducir hasta al más indiferente, nunca logró trasuntarse en la letra impresa. Buscó (no pudo) llenar el vacío dejado por la tradicional Vea y Lea. A la lista se incorporó el semanario Todo, dirigido por Bernardo Neustadt con la intención de "interpretar la realidad argentina y mundial". El lanzamiento publicitario prometió "la mejor redacción del país" y cierta redundancia: una diagramación diseñada. Fue la primera publicación argentina que comenzó a utilizar como protagonistas habituales de sus páginas a un tácito staff de personajes supuestamente famosos (el presidente de Boca, figuras relativamente conocidas de la industria o el mundo del espectáculo) a quienes se le sometían periódicamente vastos y exhaustivos cuestionarios sobre cualquier tema de moda. Sus definiciones políticas hacían honor a la marca: daban, literalmente, para todo. La aventura murió a los seis meses.
La irrupción sucesiva de nuevos títulos desbordó la capacidad de los puestos callejeros, convirtió al lector en un campo de batalla donde sobrevivir era un triunfo. La Editorial Sarmiento, que hizo de Crónica un verdadero acontecimiento periodístico, siguió la línea de la desaparecida 'Ahora' con un producto cruento, demagógico, pero auténticamente popular: 'Así'. Sus tres ediciones semanales, que suman a veces hasta setecientos mil ejemplares, le dieron el ritmo de un diario profusamente ilustrado. Su audacia sensacionalista no desperdició ni una sola catástrofe, pero también supo transmitir, con eficiencia, episodios tan controvertidos como la muerte del Che Guevara.
En mayo de 1965 salía Confirmado, con la dirección de Jacobo Timerman. Quería "brindar a los lectores toda la información, sin intentar influir más que con la presentación cruda —y por lo tanto apasionada— de los hechos". Por la misma época la revista Análisis, en un principio reservada a selectas élites de financistas, se transformó en semanario de noticias sin modificar su entonces escalofriante precio: 100 pesos moneda nacional. A comienzos de 1967, luego de una experiencia frustrada como suplemento de La Razón. Abril lanzaba Siete Días, regenteada por el dinámico Luis Clur en su primera etapa y por Norberto Firpo (Vea y Lea, Primera Plana) a partir de marzo de 1968. Al principio pareció que la lucha con Gente, de Editorial Atlántida, sería a muerte: o una o la otra. Pero el tiempo demostró que en Buenos Aires hay lectores para todos. Más gráfica, aunque a menudo superficial, Gente llega a mucho público, pero Siete Días conserva a quienes no se resignan a dejar ciertos hábitos intelectuales. En junio de 1968, Abril convertía a su revista mensual Panorama en semanario de noticas.
Con menos fortuna, siguen naufragando en la indiferencia tenaz del lector otras dos publicaciones: Extra, vocero de Bernardo Neustadt, y la languideciente Semana Gráfica, cuyos peores números hicieron que los escépticos la rebautizaran con el nombre de los trágicos acontecimientos de 1919.
Cuando fue clausurada primera plana (5 de agosto de 1969) la competencia por apoderarse de su caudal de lectores fue feroz. Llegó hasta a aparecer una publicación que con el nombre de Cuarto Plano imaginó con ingenuidad que podría fascinarlos con una prédica oficiosamente pro gubernamental. Un juicio la obligó a cambiar la marca por la de Cuarto Nivel, pero su deceso se produjo a los tres meses.
Desde hace un año Periscopio cubrió buena parte de ese hueco y trató de conciliar las dos fuentes básicas de la supervivencia: venta y publicidad. La reaparición de primera plana replantea en toda su crudeza la batalla de los semanarios, cuyos frentes abarcan desde la propia promoción hasta las desconcertantes preferencias de un público que se ensancha horizontal y verticalmente. Además del espacio preferente en el quiosco, se disputa otro cada vez más escaso, el que ocupa una revista en el tiempo de sus lectores.
Lo cierto es que el advenimiento de las revistas de noticias ha modificado drásticamente la estructura de la comunicación de masas en la Argentina. Bastaría con agregar que Buenos Aires es la única ciudad del mundo donde conviven cuatro publicaciones de este tipo (Confirmado, Análisis, Panorama, primera plana), junto a cuatro semanarios de interés general (Así, Gente, Siete Días, Semana Gráfica). Hoy, las entrelineas de los diarios son más anchas y dicen más cosas; hoy, en los puestos directivos de esas Redacciones actúan 28 hombres de primera plana.
Primera Plana Nº 397
8/10/1970

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