Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

enrique cadicamo
CON ENRIQUE CADÍCAMO O ROSENDO LUNA. QUE SON LA MISMA PERSONA.

A este gran muchacho, de atmósfera internacional, con alma de golondrina, que dentro de unos días nos deja impulsado por su ardiente deseo de andar, remontando —por segunda vez— vuelo hacia los cielos de Europa, el noticiero lo sorprende "en su romántico bulincito". Al ver un piano destapado, cuyas notas se le antojan grandes dientes:
—¿Quién lo toca?
—Yo...
—¿Y no teme que lo muerda?
—No, porque no tiene “fobia". Además, yo lo trato con caricias...
Brota la melodía. Es la canción "Tres amigos". Versos de Cadícamo. Música de Rosendo Luna —que es él mismo.
—¡Pero había sido modesto usted! ¿Cómo no se había divulgado hasta ahora?
—No sé. Son esas cosas que no se dicen.
—¡Estoy admirado! Usted es tan exclusivo en sus melodías como en sus letras. Le estoy muy agradecido por la primicia de la “ divulgación
Y Rosendo Luna, ¿está satisfecho con Enrique Cadícamo?
—Suelen tener esas agarraditas de solapas; pero más o menos se entienden, y salen juntos tomados del brazo,.
—Bueno, el tiempo urge. No le voy a hacer la apología de esa pila de éxitos suyos, empezando por “Che, papusa, oí", "Muñeca brava", “Anclao en París". “Pituca", “Los mareados” y aquel famoso campero “Cruz de palo, porque sería cosa de no terminar ni para el año dos mil, fundándome en que usted es un “monstruo” de la producción. Vengo a preguntarte cómo se escribe un tango.
—¿Eso?... Suele hacerse de mil maneras. A veces, por compromiso con un editor, lo obliga a cumplir con esa ética, aunque no sea del agrado de uno.
—Y dígame ¿cómo usted “la pega" en todos, aunque lo haga con el tecnicismo del profesional?
—Eso sí que no sé; quizá sea suerte...
—No estoy de acuerdo. ¿Me permite que yo se lo aclare? ¿No será usted un intuitivo del tango? Algo de eso debe ocurrir, porque usted no falla una. Pero, entiéndame, me refiero al tango “vocacional”.
—Entiendo. Es esa forma, o ese momento que lo puede sorprender a uno en un mismo colectivo. Es esa fiebre literaria que lo ataca a uno donde se encuentra.
—Pero no se va a poner a escribir en cualquier parte.
—No crea. Del tango "Garúa", que hicimos con Troilo, escribimos la segunda parte en la trastienda del Tibidabo. Por eso le digo: de ponerse a escribir, uno escribe donde lo ataca la fiebre, y si se pone a romper papeles, sumarían Kilos. Para algunos, necesito oír la música, aprenderla, para que salga ligada a la letra con las palabras más adecuadas. Sobre el “monstruo” es realizar un verdadero esfuerzo como hablar con una mordaza. “Pituca” lo escribí en dos etapas. Razzano —el mecenas de los autores—, dijo: "Eso me gusta”. Era en el tiempo en que no era él tan ligeramente escorado de proa.. .
—Me deja en ayunas. ¿Que es ese término náutico?
—¡Ah!, cuando no tenía el abdomen que muestra ahora. Como le dije, “Pituca” fue votado sin merecer ningún premio de los asignados —en el que interviniera Max Glucksman—, pero el público, en su justo veredicto, falló con el premio a la obra. Ya ve cómo el público tiene el instinto del resultado del éxito, porque si hubiera sido por el certamen, hubiera ido a parar al canasto.
—Pues ni hace falta que lo diga No seria exagerado en decir que hasta las piedras han cantado sus tangos. Hubo un tiempo en que a usted lo llamaban la “peste del tango”, porque todas las orquestas tenían kilos de su repertorio.
—Francamente, no sé qué decirle. Es que hay cosas raras. Vea, le voy a contar algo para demostrarle cómo la imaginación despierta en el pueblo idealizando los personajes del tango. Yo venía de Mar del Plata con mi coche. Acepté en llevar a un agente de la caminera conmigo; por supuesto, sin saber que yo era Cadícamo. Cuando al pasar por los suburbios de Barracas mi acompañante me mostró una casa ruinosa con aspecto de tapera, diciéndome: “Mire, señor, acá vivió el cuarteador de Barracas.” Sentí unas ganas tremendas de reírme. Ese es un tango mío que dice: “Yo soy Prudencio Navarro, el cuarteador de Barracas’’. Al cuarteador yo nunca lo vi, tuve que “fabricarlo”. ¿Se da cuenta? Qué vigilante novelero ¿verdad?
 
 

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