Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

precios y salarios
Pacto SocialLa vida del Pacto Social
Cierta vez Henry Ford invitó a Walter Reuther, presidente del Sindicato de Trabajadores del Automóvil, a visitar las nuevas salas de computación de la Ford, en Detroit.
—Aquí —le dijo sobradoramente— se hace el trabajo de 25.000 empleados, y quisiera ver cómo hace usted para cobrarles la cuota de afiliación a su sindicato.
—Es bastante difícil —admitió Reuther—, pero yo quisiera saber cómo hace usted para venderles un automóvil.
La anécdota, verídica o no, ilustra con suficiente claridad la interdependencia de la industria y el trabajo, o de la producción y el consumo.
Este mismo tema tiene arrolladora actualidad esta semana en la Argentina con motivo de la Gran Paritaria Nacional, convocada por Perón, donde tanto empresarios como trabajadores tendrán que ponerse de acuerdo con respecto al futuro del Pacto Social. A fines de diciembre pasado se tenía la impresión de que el Pacto sería prorrogado por seis meses, hasta junio próximo, pero sorpresivamente en marzo se indicó oficialmente que sería revisado. Y esta semana se han mantenido importantes reuniones, a las que han asistido representantes de los tres sectores involucrados: CGE, CGT y el Estado nacional.

POSICION DE LA CGE. La opinión de la CGE con respecto a los ajustes que deben hacerse al Pacto aparece un poco desdibujada, ya que la ahora máxima organización empresarial del país ha colocado sus hombres más importantes en puestos claves del gobierno y se ve obligada a suscribir la política económica oficial sin hacer mayores críticas. Por otra parte, en líneas generales está completamente de acuerdo con los planes oficiales, en los que ha intervenido en calidad de parte. No es suya la iniciativa de ajustar los términos del Pacto Social, sino de la CGT, de manera que en estas circunstancias juega un rol pasivo, acomodándose a las circunstancias que plantea la decisión de los obreros y el visto bueno otorgado por Perón a la realización de esta Gran Paritaria. Los argumentos de los empresarios no son distintos de los del Ministerio de Economía. Por otra parte, para ellos sigue siendo más importante el desarrollo económico que el aumento de la tasa de inflación. Como dijo el presidente de la CGE en un reportaje que damos por separado: “En términos de porcentajes, creo que el desarrollo importa un 90 por ciento y que la inflación solamente un 10 por ciento”.

POSICION DE LA CGT. Pocas, por no decir ninguna, son las declaraciones oficiales emitidas por la CGT con respecto a la Paritaria recientemente convocada. El secretario general de la CGT, Adelino Romero, en ningún momento ha dado a entender que hubiera fricciones entre la central obrera y la conducción económica oficial. El viernes pasado, al término de una importante reunión en el Ministerio de Economía, Adelino Romero declaró que se estaba estudiando la posibilidad de que “hubiera que hacer algún ajuste en los precios y los salarios” si eso surgiera de los análisis estadísticos que en estos momentos están realizando los técnicos de la CGT, la CGE y el Gobierno.
Pero entre lo que se dice oficialmente y lo que se actúa hay un abismo. El grupo obrero abrió un grueso flanco a partir de un sector crítico, que le sirve de punta de lanza: la carne. La CGT no cuestiona el Pacto Social, pero apoya a Constantino Zorila, secretario general del gremio de la Carne, quien sí ha hecho severas críticas a la conducción económica oficial.
La primera, y quizá más importante, es que la carne tiene dos precios, uno oficial y otro real. El oficial se paga en algunas ferias controladas por el Ministerio de Comercio, por carne que no es de la mejor calidad; el real se abona en el resto de todas las carnicerías del país. Al tambalear el precio oficial de la carne tiemblan todas las estadísticas gubernamentales sobre el costo de la vida, ya que la carne representa el 15 por ciento de la canasta familiar utilizada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos. A esto se agrega otra circunstancia: el precio de la carne influye en el de todos los alimentos, que a su vez constituyen el 60 por ciento del costo de la vida medido por las autoridades oficiales. La política en materia de carnes no solamente ha obligado a ganaderos, frigoríficos, intermediarios, carniceros y consumidores a enrolarse en el mercado negro, sino que ha producido una distorsión tal que pone en peligro la fuente de trabajo de 22.000 obreros.
De manera que Constantino Zorila no solamente está defendiendo el alza real en el costo de la vida producido por el mayor precio de la carne, sino que ve peligrar su futuro como dirigente gremial si no resuelve satisfactoriamente un problema de trabajo que afecta masivamente a los trabajadores de su sector.
A los problemas de la carne vacuna hay que agregar el desabastecimiento en materia de pollos que sufrió la Capital Federal durante casi seis meses, y el que actualmente se está produciendo en materia de huevos frescos. Sin olvidar, claro está, la falta de aceite comestible que también se hizo sentir pesadamente para el ama de casa hace poco tiempo.

EL CONTROL DE PRECIOS. Los vaivenes del control de precios máximos para la carne están dando la tónica de toda una serie de distorsiones que se producen en el mercado y que pocas veces son visibles al consumidor de productos finales. Por ejemplo, es común que los bares compren cinco kilos de jamón y reciban una factura por seis. O que restaurantes especializados en la venta de comidas a base de pollo, hayan pagado el pollo a precio oficial... pero también hayan abonado kilos de carne vacuna picada, un producto que nadie les entregó jamás.
El esquema de precios rígidos ha producido una alternativa de hierro: o el producto que escasea se paga caro en el mercado negro, o el producto desaparece. En puestos de ferias muy controlados, durante seis meses se dejó de vender pollo. En otros, con menor control, el pollo se vendía por encima del precio oficial.

EN LA INDUSTRIA. Pero no fue el mercado de alimentos el único castigado por el desabastecimiento y el sobreprecio. A partir de octubre, y cada día en mayor medida, crecientes áreas industriales se fueron sumando a estos dos problemas, hasta tal punto que hoy en día suman cientos las fábricas con problemas de producción.
El fantástico crecimiento de los precios de las materias primas en los mercados internacionales obligó a los industriales argentinos a absorber nuevos precios en sus insumos importados, que llegaban a duplicar los corrientes a principios de 1973. Luego de trabajosas deliberaciones que ocuparon el último trimestre del año pasado, cuando ya los empresarios se aprestaban a trasladar a los precios finales los mayores costos provenientes de insumos importados más caros, un repentino ucase proveniente de la Casa Rosada paralizó completamente esa resolución. El caso más grave fue el de SOMISA, sometida a un doble juego de costos altos y, precios de venta baratos, que la descapitaliza. La solución encontrada fue poco académica: el Banco Central dispuso vender dólares de importación de insumos críticos a 500 pesos viejos por unidad, con lo cual pudo paliarse algo la situación.
Así se entró en enero, con una solución a medias que produce roces en numerosas etapas de producción. Por ejemplo, el precio del bronce aumentó de tal manera que numerosos fabricantes no pueden absorber el mayor costo,, ni siquiera con un dólar de 500 pesos viejos. Les queda entonces a los empresarios la alternativa de cerrar su fábrica, o la de sobrefacturar.

SOBREFACTURACION. Las maneras de realizar una sobrefacturación ponen a prueba el ingenio de los industriales, arrastrados a un juego muy peligroso por el afán de no cerrar sus fábricas. Por ejemplo, un industrial necesita determinada pieza de bronce. Pero su proveedor le dice que no puede fabricarla, porque compra el bronce a 70 pesos el kilo, y debe vender la pieza al precio máximo de 72 pesos el kilo. Entonces el industrial propone: que le cobre una modificación de la pieza, inexistente, por supuesto, pero que le permite al proveedor recuperar el valor agregado en mano de obra y tecnología.
Los ejemplos que se ven a diario en Buenos Aires son miles, pero todos tienen un único móvil: evitar que las fábricas paren. Mientras puede aguantar, el industrial busca las mil formas de absorber un mayor costo con tal de mantener su volumen de producción.
En el caso de los materiales críticos que más escasean, como las resinas plásticas, el mercado está trabajando prácticamente en un 100 por ciento con dinero negro.

LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ. Por supuesto que los ejemplos expuestos se dan en la industria pequeña y mediana. La gran industria, en cambio, no puede recurrir a esas triquiñuelas y su problema es distinto. Como tiene mayor poder financiero, tolera los mayores costos de los insumos a pura pérdida. El caso más significativo es el de la industria automotriz, cuyas plantas terminales están perdiendo el equivalente de unos 80 millones de dólares mensuales, tomadas en conjunto.
Al mes de septiembre, las pérdidas mensuales confesadas por las distintas fábricas eran las siguientes: Citroën, 1.000 millones de pesos; Chrysler, 400 millones; Fíat, 1.300 millones; Ford, 1.250 millones; General Motors, 1.800 millones; IKA, 1.200 millones; Mercedes Benz, 700 millones, y Safrar, 850 millones de pesos.
La imposibilidad de trasladar al precio de los automotores los mayores costos de sus insumos ha perjudicado sensiblemente la rentabilidad de las empresas terminales, llegando a significar para algunas de ellas, con menor respaldo financiero del exterior, la asfixia económica. Esto preocupa no solamente a las empresas multinacionales, sino también a los trabajadores, que ven un difícil escollo en el camino. Para tener una , idea de las presiones que esta situación provoca en el sector gremial, basta consignar que los obreros directamente afectados a fábrica suman 113.000, a los que hay que sumar 120.000 trabajadores de empresas proveedoras y 166.000 talleristas. En total representan una fuerza de trabajo nada despreciable de 400.000 obreros, quienes visualizan a diario los problemas por los cuales atraviesa su sector.
El problema de la rentabilidad de la industria de base también se refleja en la siderúrgica y en la petroquímica, sin que hasta el momento se hayan arbitrado soluciones para superar esta situación.

NAFTA Y PETROQUIMICA. A partir de octubre del año pasado, el impresionante aumento registrado en el precio del petróleo crudo afectó a la economía de todo el mundo occidental. Aunque la Argentina produce el 85 por ciento del petróleo que consume, no ocurre así con su fabricación de producción petroquímicos, que no alcanza al 60 por ciento de las necesidades de su demanda interna. El abastecimiento del 40 por ciento restante se ha convertido en una de las aventuras de resultado más incierto al que se ven sometidos los industriales argentinos. Los precios internacionales están por las nubes, y solamente con un dólar a 100 pesos y mucha suerte podrían nuestros empresarios conseguir los productos petroquímicos que necesitan. Los repetidos reclamos a la Dirección Nacional de Insumos Críticos han encontrado finalmente un completo vacío, porque los funcionarios carecen de elementos como para poder resolver el problema.

EL ESTIRENO Y OTRAS CUESTIONES. Una de las actuales vedettes de la industria argentina son los monómeros de estireno. Su precio actual alcanza a 250 pesos viejos el kilo, igual a un quinto del precio internacional. Pero nadie consigue, salvo a costa de esperar pacientemente con la fábrica parada a que le llegue su turno para poder trabajar unos días. Los obreros de las fábricas paradas saben bien que los industriales no tienen la culpa. Los delegados se quejan al sindicato, los sindicatos al ministro del Trabajo, pero el problema no se resuelve. Otros industriales no se animan a decir que paran la fábrica por la asfixia económica que les produce la congelación de precios. En lugar de admitir que no quieren producir a pérdida, aducen causas imprevistas, como rotura de una máquina importante, falla de materias primas, reparaciones en planta y mil causas más.
Si los obreros no han podido resolver el problema de abastecimiento y de producción en el ámbito de la CGT, a los empresarios no les ha ido mejor en las cámaras empresariales que los agrupa en la CGE. El gerente de la Cámara de Artefactos para el Hogar, señor Julio César del Sacramento, dio una explicación de lo que ocurre en , su sector que es válida para infinidad de otros: "Creo que los objetivos del Pacto Social son muy importantes y han logrado mantener una estabilidad durante cierto tiempo, pero a partir de ahora las empresas que agrupa mi Cámara no podrán seguir trabajando con tan escaso margen de ganancias y, de mantenerse esta política, ellas se verían obligadas a cerrar, con las inevitables consecuencias de tipo social”.
Para tener una idea de magnitud hay que considerar que esta Cámara agrupa a 110 empresas productoras de bienes para el hogar, con ventas en todo el territorio del país.

LOS ALQUILERES. Otra gruesa piedra en el camino del Pacto Social lo constituyen los fantásticos precios alcanzados por los alquileres de departamentos durante los últimos nueve meses. Esto se refiere a los alquileres nuevos, ya que todos los contratos de locación anteriores a la sanción de la actual ley tienen precios prácticamente congelados:
Con pocas palabras, no exentas de cierto tono dramático, José D. Quiroga, de 53 años, casado, con tres hijos, nos resumió la situación en el mercado inmobiliario en Buenos Aires:
“Creo que actualmente hay desesperación por parte de los nuevos inquilinos. Con motivo de la ley de congelamiento de alquileres, los contratos se han paralizado. Muchos propietarios consideran que el texto de la ley encierra prácticamente una expropiación, y retiran sus propiedades del mercado. Recuerdo que en 1970 la gente no quería los departamentos internos. Elegían frente o contrafrente. Un departamento interno, de dos ambientes, a 28.000 pesos, costaba hasta dos meses de avisos para poder alquilarlo. El año pasado, ese mismo departamento estaba en 60.000 pesos, y se tardaba unos quince días en alquilarlo. Ahora, dos ambientes con teléfono están a 160.000 pesos mensuales, y con un solo aviso en un diario lo visitan más de 40 personas por día”.
—¿Por qué suben los alquileres?
—Son los propios interesados los que suben los precios. Tienen tal desesperación por alquilar que ellos mismos hacen contraofertas cada vez más caras para asegurarse la locación.

LA GENTE JOVEN. En el caso de los alquileres los grandes sacrificados son los jóvenes que quieren formar nuevas parejas. El precio de los departamentos resulta prohibitivo para la gran mayoría de los interesados, lo cual contribuye a aumentar un mal social: el déficit de viviendas. El Plan Trienal prevé la construcción de 800.000 viviendas por año, pero mientras tanto la gente joven no puede alquilar. El congelamiento beneficia las situaciones existentes,
pero desalienta las nuevas. Lo mismo ocurre con la baja o nula rentabilidad de las empresas. No hay nuevas inversiones, lo cual significa que tampoco hay nuevas fuentes de trabajo.
En ese sentido, el Pacto Social congela no solamente los precios y salarios, sino las oportunidades de las clases más jóvenes.

EL PODER DE LA POLICIA. Hasta el momento, los únicos que han obtenido aumentos de salarios mientras dura la vigencia del Pacto Social son los policías de Mendoza, beneficiados por un convenio firmado por el gobernador y el vicegobernador de esa provincia. A ellos se suman ahora las presiones salariales de los policías de Salta, Santa Fe y Córdoba.
En cuanto a la presión de los empresarios, es posible que las cámaras que los agrupan no tengan peso suficiente como para superar los problemas centrales. Pero de lo que no hay duda es de que la CGT tiene la fuerza suficiente como para pedir soluciones de fondo en la Gran Paritaria Nacional iniciada esta semana. No tiene el poder de las armas que posee la policía, pero tiene un formidable poder de negociación del que dan prueba los últimos dieciocho años.
Rodolfo Gallo del Castillo

Revista Panorama
21.03.1974
::::::::::::::

balbínPerón: Un viaje complicado
Ricardo Balbín, uno de los hombres que más arriesgan en este resbaladizo proceso, pronosticó el domingo último: “Se acercan momentos complicados”. Y, en efecto, todo indica que, en el centro mismo del tablero, nuevamente se está produciendo una sigilosa acumulación de elementos inflamables.
Por cierto que los nudos de conflictos que ahora se agudizan no son nuevos y que, hace muy pocos días, en Córdoba estalló un verdadero anticipo de los “momentos complicados” previstos por Balbín. Pero algo muy importante debe estar pasando para que el veterano caudillo puntualice, sin embages, la inminencia de acontecimientos de acaso mayor trascendencia que los anteriores.
“Están pensando en la sucesión del líder”, precisó Balbín. “Se están peleando prematuramente”, agregó. O sea: el gran tema, de la política argentina —el tema de siempre desde hace un año— reaparece de pronto en el primer plano, como eslabón principal de toda la cadena de conflictos que viene dirimiéndose en los centros de poderes que pugnan por el predominio.
No es casual que ello ocurra justamente ahora, inmediatamente después de un hecho como el de Córdoba, cuyos reales alcances aún están por verse en lo que respecta a sus consecuencias sobre el gobierno nacional y a la dialéctica de las líneas de fuerza que, desde distintos bastiones, lanzan andanadas sobre el rumbo que quiere imponer el primer mandatario. Y tampoco parece casual que precisamente éste sea el momento en el que arrecian las noticias oficiosas sobre el viaje de Perón a Europa.

CERTEZA. Un mes y medio atrás, el caudillo indicó, en conferencia de prensa: “Me están haciendo viajar a mí. Yo no sé adonde y por cuánto tiempo, pero eso es una cosa atrabiliaria. No sé qué intenciones tendrán estas publicaciones, pero son falsas. No tengo decidido absolutamente nada sobre viajes. El día que sea necesario hacerlo por cuestiones de Estado, lo haré, pero por ahora no pienso hacerlo”.
En aquel momento —era el 8 de febrero— el desmentido presidencial disipó una nube de rumores que había sido alimentada por ciertos francos del propio oficialismo, pero aún así siguieron produciéndose algunos hechos aparentemente enderezados a preparar una gira por el exterior.
Ahora la ola de rumores es todavía más intensa que la de entonces. No sólo eso: absolutamente ninguno, de los núcleos relevantes del país con capacidad para estar enterado duda de que ese viaje vaya a concretarse. Todos tienen la certeza de que Perón se irá, y que ello ocurrirá antes del 1º de mayo próximo.
Por eso, es ineludible encuadrar algunos hechos que vienen sucediéndose últimamente como movimientos de piezas en un tablero que pronto será conmovido por la ausencia del principal jugador. Es sólo una hipótesis, pero la más plausible hasta ahora.
Lo de Balbín, por ejemplo, es una clara consecuencia del convencimiento que existe en la alta cumbre de la UCR, en el sentido de que el viaje de Perón es un hecho prácticamente consumado. Los máximos líderes radicales no sólo creen a pie juntillas en la proximidad de un anuncio oficial que sancione lo que ellos ya manejan como un punto de referencia inamovible, sino que, además, vinculan el viaje a cuestiones de salud, y aseguran que la ausencia de Perón no será breve.
De ahí las referencias de Balbín a los choques internos en el oficialismo. Los “momentos complicados” se producirían debido a que “mientras nosotros estamos hablando de estas cosas, que hacen al orgullo de nuestras convicciones —dijo el jefe radical— los en discrepancia, en vez de pensar en el país, están pensando en la sucesión del líder. Porque cada uno quiere ser, es que se están peleando prematuramente”.
Las estimaciones que trascienden de la UCR permiten colegir que, cuando Balbín alude a los pleitos tendenciales del justicialismo, va más allá del conocido enfrentamiento entre el gobierno y la juventud promontonera. Para los radicales la fisura es más amplia: alcanza —dicen— al propio “grupo Perón”, aparentemente escindido en líneas divergentes.
En realidad, cuesta creer que tal cosa ocurra, dada la cohesión que, durante años, caracterizó el desenvolvimiento del grupo de personas más allegado al presidente. Pero es ineludible consignar que los radicales no son los únicos que analizan el panorama actual, y trazan los cursos de acción correspondientes, ubicando en un sitio de relevancia los presuntos problemas que existirían entre María Estela Martínez, José López Rega o Raúl Lastiri.

¿CAMPAÑA? Es claro que si se mira la cuestión desde otro ángulo, el persistente martilleo de noticias semiterroríficas referidas a tres de las personas de mayor confianza de Perón, puede llegar a catalogarse como parte de una fuerte campaña, destinada a mellar el corazón del grupo, precisamente ahora que se ha puesto sobre el tapete el problema de quién reemplazará al presidente cuando éste se ausente del país.
La extraña y profusa difusión de ciertos rumores urticantes, referidos a situaciones no específicamente políticas, es típica de las usinas especializadas en la guerra psicológica.
Con todo, se ha dicho que Lastiri manipuló hilos propios en el tratamiento de la cuestión cordobesa, y que operó en forma autónoma, contradiciendo las consignas “ultraduras” que emanaban de un sector de las altas esferas, cuyos portavoces públicos serían, entre otros, las revistas El Caudillo o Primicia Argentina (la primera atacó violentamente a los radicales y a los que “negociaron” la crisis, sin apoyar incondicionalmente a Navarro).
Pero resulta que fue el propio “grupo Perón” en su conjunto —empezando por el propio jefe del Estado— el que, mediante la salida negociada por Lastiri, pudo repechar una situación que estaba tornándose intolerable, superando así “errores” originados en otros círculos. Y es necesario poner entre comillas a tales “errores”, porque en política la impericia no siempre es involuntaria.
La alusión a lo ocurrido en Córdoba viene a cuento no solo porque el tema empalma con el viaje del presidente y la pugna sucesoria, sino porque durante su desarrollo los principales factores de poder y todos los partidos políticos, mostraron en forma concentrada cómo operan y qué alianzas buscan en los “momentos complicados”.
Cuando Balbín afirmó, el domingo, que defiende las instituciones “tengan pollera o pantalones”, explicitando así su apoyo a la vicepresidenta, manifestó una actitud coherente con la que su partido asumió en la crisis cordobesa al respaldar a Perón por encima de los "errores” que precisamente apuntaban a quebrar la alianza entre el primer magistrado y la conducción de la UCR.
Esa constante se repite ahora, y ubica a la UCR, en forma definitiva, (porque se descuenta el triunfo de Balbín en las próximas elecciones internas del partido) en el andarivel de la búsqueda de una salida constitucional en caso de acefalía. Es decir, instala a los radicales en una línea divergente tanto de la concordancia “Fuerzas Armadas-sindicatos”, que algunos alientan para cubrir un eventual vacío de poder, como de la salida “peruanista”, variante alternativa a la anterior, en la que estarían trabajando diversos núcleos, desde la juventud promontonera hasta el desarrollismo y la izquierda tradicional.
Lo dicho no implica que Balbín vaya a negarse a dialogar con todos los sectores, tratando de incidir y de abrir un espacio propio en cualquiera de las variantes en pugna. Pero se sabe que está alarmado por el excesivo predicamento que, a su juicio, han alcanzado los sindicatos, que algunos de sus amigos no ahorran críticas al grupo que, con el coronel Vicente Damasco, se afianzó en el poder; y que, si bien el caudillo radical puede llegar a participar en algún tipo de iniciativa conjunta con Oscar Alende, Horacio Sueldo, el PC y otras formaciones de izquierda, —y está recibiendo una fuerte presión en ese sentido por parte de tales grupos— en el fondo mantendrá su autonomía y sus líneas de comunicación directa con Perón.

PROBLEMAS. El viaje del Presidente reinstala en el centro del escenario los problemas generales de la sucesión, y agudiza todas las tensiones. Pero además, genera algunas cuestiones que deberán resolverse en forma inmediata.
Circulan varias hipótesis sobre el viaje. Se dice, por ejemplo, que será largo, y que la vicepresidenta acompañará a su esposo durante todo el periplo. El poder, entonces, sería ejercido por Raúl Lastiri.
En ese caso, Perón tendría que ausentarse antes del 27 de abril, día en que la Cámara de Senadores procederá a la elección de su presidente provisional. Sea o no electo José Antonio Allende para ese cargo, cualquiera que lo ocupe tendrá primacía legal sobre Lastiri para desempeñar el interinato. Salvo, claro, que se opte por eludir la elección, argumentando, por ejemplo, que ello es posible en virtud del artículo 10 del reglamento de la Cámara.
De cualquier forma, el problema del interinato será el mejor test para determinar si son o no ciertas las especulaciones sobre presuntas fisuras en el círculo íntimo de Perón. Porque si Lastiri resulta elegido, entonces el globo de ensayo se desinflará sin remedio.
En círculos porteños afines a algunas compañías multinacionales circula otra hipótesis. El viaje será corto —se afirma— y no obedece a razones de salud. Desde Europa, Perón lanzará una dramática convocatoria a la unidad nacional, que inmediatamente provocará un “17 de octubre disciplinado”, a partir del cual el gobierno recobraría el margen de maniobra que ha perdido en estos meses de luchas intestinas. De acuerdo con esta información, la salud del presidente es buena.
Pero todas las variantes coinciden en señalar que el viaje se producirá antes del 1º de mayo. Objetivo: permitir la elección de Lastiri, y hacer girar en el vacío a los Montoneros; que para el Día dé los Trabajadores preparan una concentración en Plaza de Mayo. Se dice que es por eso que está preso Mario Firmenich: algunos sectores del gobierno temen una explosión de violencia para el 1º de mayo, y consideran necesario prevenirla.
Revista Panorama
21.03.1974
 

ir al índice de Mágicas Ruinas

Ir Arriba