Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

si lo sabe cante
TELEVISION
Saludo a la afición
Sobre las imágenes sonrientes del conductor y sus tres secretarias, un cartel advierte —al comenzar la emisión— que el programa ha merecido el primer premio de entretenimientos y comunicación humana otorgado por el Ateneo Católico del Buen Pastor. Sin embargo, Roberto Galán, autor de la idea, afirma que “el negocio, es tan claro como el huevo de Colón”. Y no miente. Si lo sabe, cante, receta que emite Canal 11 de lunes a viernes, a partir de las 13, no podría esgrimir recursos más elementales: con un micrófono frente a la cámara, y la persuasión del animador, el desfile de aficionados puede ser una Corte de los Milagros, inventariar todos los fantasmas de Rocambole y Valle Inclán, las criaturas de Arlt y Fray Mocho, la sorprendente supervivencia de un lumpen que se nutre por igual en Gardel y en Palito Ortega.
Para la elaboración de su programa, el ex locutor peregrinó por los cuatro canales y soportó la incomprensión de quienes —siempre por las mismas causas— combatían la idea. Tras un año y medio en el 13 (donde, en combinación con el doctor César Guerrico, su “incansable mecenas”, urdió Remates en TV) pasó al 9 para reincidir con Remates Musicales. Fue allí donde el desfile de aficionados comenzó a ocupar los últimos veinte minutos del programa. Sorprendentemente, Alejandro Romay formuló reservas sobre la calidad del show: “Esas son astrakanadas, tenes que levantar el nivel”, eran sus reproches constantes, memora Galán. “Yo le respondía que cuidara los teleteatros nocturnos, llenos de pornografía desvergonzada, si tanto le interesaba pulir la imagen del canal, pero él insistía en que eso era otra cosa." Sin embargo, los concursos telefónicos propuestos por los entretenimientos del programa, congestionaban las líneas, al punto de provocar su prohibición por decreto; y las emisiones de los miércoles, desde un teatro, que se extendían a cinco horas y media, ratificaron el acertado olfato de Galán. Tres años después, a principios del 68. una oferta de Santiago Burroni, entonces director de Canal 7, trasladó el éxito a los predios estatales.

Cuando canta el corazón
“Al principio —acusa el conductor—, toda clase de influencias ubicaron elementos extraños en mi programa: Horangel, el dúo Piluso y Coquito. Hacia mitad de año, cuando me libré de injerencias, el espacio se dedicó, integramente, a los aficionados.” Pero entonces un curioso ir y venir de rumores incomodaba al productor: “Recibíamos, sin cesar, toda clase de llamados agraviantes de supuestos generales de las Fuerzas Armadas. Yo insistía en que se trataba de una competencia malevolente y ordené a la telefonista desestimar todo cargo que no fuera manifestado personalmente. Naturalmente, nunca se presentó nadie”. Sin embargo, y pese a que su rating era el mejor del canal, una entusiasta promesa de renovación contractual, que arrebató a Miguel de Calasanz en momentos de euforia, no volvió a repetirse. “Se decía que mi programa entusiasmaba a Federico Frischknecht, pero que él también sufría no sé qué presiones”, supone Galán.
El futuro no lo inquietaba: en los últimos meses de la temporada, los otros tres canales se disputaron su concurso. Venció Teleonce con una oferta no demasiado suculenta (alrededor de dos millones cuatrocientos mil pesos mensuales), pero que duplicaba sus ingresos en el 7.
"Quería trabajar tranquilo y sé que aquí podré hacerlo —homenajea—, porque éste es un canal serio." Con un equipo de trece personas —que incluye a su hermana, secretaria de producción, al director de cámaras Rubén Tobela y a dos ex boxeadores: Andrés Selpa y el Negro Salinas—, Galán consigue equilibrar los sencillos mecanismos de su improbable show. “La gente comienza a hacer cola a eso de las cuatro de la mañana o, a veces, desde la noche anterior. El estudio acoge a los primeros trescientos alrededor de las 10, y durante tres cuartos de hora se realiza la selección, basada en la búsqueda sumaria de un equilibrio de edades y estilos que nunca incluye una prueba vocal. “Yo no intervengo para evitar que los participantes puedan acusarme de favoritismo”, reconoce. Y no es ésa su única precaución: Selpa y Salinas, en principio encargados de fotografiar —a 200 pesos la instantánea— a los aspirantes, también disuelven todo conato de agresión oral o física. Por fin, dos horas antes de la salida al aire, comienza la grabación: no se emite en vivo para evitar posibles sorpresas, desde el día en que, por Canal 7, un aficionado dedicó sus gorjeos "a una viejita que está en cama, un poco jo...”
Con su número de orden prendido sobre el pecho, cada aficionado elige en cámara la canción que interpretará y es seguido —o empujado, o rescatado— por un milagroso sexteto capaz de interpretar cualquier cosa entre un aria operística y un tango discepoliano. Pero antes, cuidadosamente, Galán consigue, casi siempre sin esfuerzo, extraer del concursante copiosas dedicatorias que, infaliblemente, incluyen progenitores (vivos o muertos), barriadas populares y “el público presente”. El homenaje es debido, ya que sólo el aplauso del desaforado "respetable” decide los premios: dos vales para comprar por veinte mil pesos, uno para el ganador de cada ronda.

Antesala del infierno
La ridiculez y la falta de talento de la mayoría de los participantes, ingresan directamente en el patetismo. Reírse de ellos es un agravio a la condición humana, pero esto es algo que, lejos de pesar en el ánimo del público, parece incitarlo —como en esos groseros sainetes que utilizan los defectos físicos como resorte para la risa— a la más absoluta impiedad. Hay casos que rozan la ciencia ficción, como el de la señora que, al dedicar sus gorjeos, entre otras personas, al carnicero de su casa, le advirtió en cámara que, en vista de la propaganda que le estaba haciendo, descontaba que a partir de ese momento le fiaría más a menudo. Ocasionalmente, uno que otro aficionado demuestra una gracia auténtica.
Complacido por los halagos de un éxito que se repitió a mediados de diciembre, en un parque de diversiones de la ciudad de La Plata (donde unas quince mil personas por noche lo obligaban, según modesta confesión, "a salir a lo Palito, custodiado por la policía y dando besos a los chicos”), Galán promete capitalizar tanta adhesión en beneficio de los interesados: “Me propongo ayudar a los que exhiban reales condiciones para que graben y hagan carrera”. Por lo menos, es casi seguro que la harán en los tablados cómicos.
PRIMERA PLANA
Nº 316 -14 de enero de 1969
 

ir al índice de Mágicas Ruinas

Ir Arriba