Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

India
LA INDIA SIN EUROPEOS
EL día 1º de noviembre Francia entregará sus posesiones de la India. Mejor dicho, se retirará de ellas, porque no están pobladas por franceses, sino por naturales del país. Esas posesiones o establecimientos son los de Yanaon, Pondichéry, Karikal y Mahé. En total, medio millar de kilómetros cuadrados y medio millón de habitantes. Se hallan muy distantes entre sí dentro de la vasta península indostánica. Francia poseía además el establecimiento de Chandemagor, cerca de Calcuta, pero éste fué ya abandonado a la soberanía de la República de la India en 1950. Tales renuncias pacíficas por parte de Francia subsiguen a resultados concordes de plebiscitos organizados en dichos territorios. El principio de libre determinación, unido al hecho de la continuidad territorial, produjo el reintegro de esos trozos sueltos al enorme regazo de la Unión India.
Los establecimientos franceses de la India eran los restos de un predominio adquirido en tiempos pasados por la Francia de Versalles. El origen de la influencia francesa en el mundo índico data de los tiempos dorados del Rey Sol, cuyo gran ministro Colbert favoreció la creación de la Compañía Francesa de las Indias.
En la política de la colonización tres países rivalizaban en aquel tiempo, con sus buenas flotas marítimas: Inglaterra, Holanda y Francia. Al comienzo la disputa era de meros mercados, y el alcance de la acción nacional respectiva era puramente comercial, con el designio de obtener las mayores ganancias posibles. La iniciativa privada, respaldada por el Estado, tenía la dirección. Pero, a poco andar, lo político fué sobreponiéndose a lo comercial y lo público a lo privado. Los primitivos "comptoirs" se fueron transformando en colonias. En el reinado de Luis XV se destaca como gran colonizador Dupleix. que es llamado a la metrópoli, temerosa la Compañía de que el exceso de celo del noble funcionario estimulara los recelos británicos y condujese a una guerra que frustrase el pacífico cobro de los dividendos que los accionistas y directores de la Compañía pedían a la India.
La guerra vino. Inglaterra no toleró que Francia se le pusiera delante en el dominio de las fuentes de riqueza territoriales que orillaban el mundo ultramarino. La guerra fue perdida por Francia, y con ella el Canadá, la India y el Senegal, sus dominios de los tres continentes entonces coloniales. Tiempo después Francia se vengó ayudando a Jorge Washington a sublevar las trece colonias británicas que hoy son los Estados Unidos de América. Pero en el tratado de París, de 1763, que puso fin a la guerra marítima, los derechos franceses en la india se quedaron reducidos a esos pocos establecimientos en los que ahora es noblemente arriada, sin efusión de sangre, la gloriosa bandera tricolor de la Francia liberal.
Esta solución era inevitable, y el gobierno francés ha dado muestras de buen sentido no oponiendo una resistencia imprudente. Ya en los tiempos opulentos del imperio galo Voltaire decía que los franceses podían dormir tranquilos sin Québec, frase que tiene cierto parentesco con la de que los franceses no tenían ningún gusto en morir por los "sudeten", que precedió a los tristes acuerdos de Múnich. Cuando las gentes repiten consignas derrotistas de ese linaje no tardan los hechos en apostillarlas con su inapelable rigor. Pero, desde luego, en los momentos que vivimos, después de lo que se ha visto en la guerra de Indochina, los que mandan en Francia han hecho muy bien en no resistir la incorporación política de esos estable, cimientos a la nación de que forman parte natural y ancestral
Sobre todo, tal solución era previsible desde que Inglaterra, la metrópoli que dominaba a la India entera, había consentido, como final de un largo proceso de pugna, en reconocer la independencia de la India en los dos estados que hoy la componen: la Unión india y el Pakistán.
El colonialismo de las Indias orientales es un intermedio histórico Se abre con el derrumbe del tradicional imperio de las Indias, sobrevenido en los inicios del siglo XVIII, a la muerte del último emperador, que dió lugar al fraccionamiento en los principados que caracterizaron en los últimos tiempos a aquel país y creó la pintoresca India de los marajás, Y se cierra con la resurrección predicada por Gandhi y la retirada de los ingleses. La India ha vuelto a unirse, después de la pulverización de los siglos XVIII y XIX, y en la obra de esta resurrección de su unidad ha puesto muchísimo la acción colonial británica, por lo que, con razón. estadista tan certero como Bismarck pudo decir que ella bastaría por sí sola para acreditar el genio político de Inglaterra.
La Gran Bretaña se ha ido de la India. Se va ahora Francia. Sólo queda Portugal, que con su peculiar altivez ibérica no se allana en ningún empujón y se queda, pase lo que pase. Portugal ha creado en sus posesiones indianas algo más que comercio. Al estilo de su raza ha forjado valores espirituales y, por eso, aunque políticamente se ausentase, moralmente nunca dejaría de estar allí presente. La católica Goa, que guarda las cenizas del vasco inmortal Francisco de Javier, pionero de Cristo, y los recuerdos de Camoens. es un pedacito europeo en medio de la inmensa Asia.
Revista PBT
29.10.1954
 







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