Los colonialistas impusieron el triunfo de De Gaulle y con él
perdieron su dominio sobre Argelia francesa
"Franceses, váyanse a su casa" consigna de la
independencia argelina que derrotó al colonialismo
Ouari Boumedien
Ben Bella
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La Segunda Guerra Mundial
marcó un resurgimiento exacerbado del nacionalismo panárabe, o, más exactamente,
islámico. Desde Marruecos hasta Egipto y Siria se extendió un fermento de franca
rebeldía contra el colonialismo europeo, que durante más de un siglo, con diversas
formas, desde la conquista pura y simple hasta la implantación de
"protectorados", como el de Francia y España sobre Marruecos, o el de
Inglaterra sobre Egipto, había explotado a las naciones musulmanas.
El sentimiento de protesta tenia raíces muy hondas y venía de muy lejos, aunque fue
aplastado por la fuerza militar europea cuando tuvo tímidos brotes de violencia. Los
nacionalistas árabes colaboraron con los aliados durante la guerra, esperando, de la
intervención norteamericana, la liberación de sus países.
Esta situación provocó trastornos en todo el Mediterráneo, en el norte de África
especialmente. Surgió el Estado de Israel el 14 de mayo de 1948, y pronto estuvo en
guerra con sus vecinos árabes.
La derrota de Egipto provocó una revolución nacionalista con la proclamación de la
República, de la que surgió como un héroe el coronel Gamal Abdel Nasser, furiosamente
nacionalista panárabe.
El ejemplo y la predicación de Nasser, además de la ayuda material que inmediatamente
otorgó la nueva república egipcia, cuyo programa era la unificación del mundo islámico
en una gran República Árabe Unida, provocaron una cadena de crisis en los protectorados
franceses de Túnez y Marruecos, que terminaron en la independencia de estos países al
recuperar su total soberanía.
ARGELIA SE DESPEREZA
La situación de Argelia siguió la
misma pauta. El país había sido conquistado por los franceses mediante una sangrienta
guerra de diecisiete años, desde 1930 al 48. Después se convirtió en un conjunto de
departamentos administrativos. Sin embargo, los nativos nunca tuvieron plena ciudadanía
francesa. Hubo realmente división racial y los colonos propietarios de las tierras
utilizaban al "fellah" pobre como siervo en la práctica. El obrero urbano
árabe era menos pagado que el europeo o de este origen. Francia, en el hecho, nunca
asimiló a la inmensa mayoría de la población argelina.
En 1947 los nacionalistas argelinos constituyeron un Comité de Acción Revolucionaria,
que trató de plantear negociaciones. Los franceses las rechazaron de plano, y después de
varios años en que se habló de reformas, pero nunca se realizaron, o a lo sumo se
limitaron a vagas medidas administrativas, estalló la lucha armada. La situación de
Indochina repercutió directamente en Argel, donde se constituyó un nuevo órgano, el
Comité Revolucionario de Unidad de Acción, del cual debería salir después el Frente de
Liberación Nacional, FLN, que alcanzó la independencia tras siete años de guerra.
Esta comenzó el 1.° de noviembre de 1954 con una rebelión en la región de Aurés,
mientras en toda Argelia estallaban numerosas bombas, en una acción coordinada. Se hizo
muy sangrienta desde el comienzo, principalmente porque a los combates en el campo se
unió intenso terrorismo urbano. En Francia la situación no se comprendió ni por los
gobiernos ni, sobre todo, por el pueblo.
A medida que se producían los acontecimientos, los franceses descubrieron una Argelia
menos que subdesarrollada, con grandes zonas miserables y también que había un millón
de cesantes entre un total de nueve millones de seres.
Cuando el coronel Nasser nacionalizó el Canal de Suez, en 1956, Inglaterra y Francia
decidieron la intervención militar en la zona, de acuerdo secretamente con Israel, que
desató la primera campana relámpago del Sinaí. Pero ingleses y franceses tuvieron que
evacuar el Canal, ya casi ocupado por sus paracaidistas, ante la presión combinada de EE.
UU. y la URSS. Este gran fracaso repercutió directamente en la situación de Argelia,
donde la guerra tomó tales caracteres favorables al FLN, que por primera vez los
gobiernos franceses trataron de llegar a un arreglo.
La iniciativa fue rotundamente rechazada por los argelinos de origen francés, o mejor
dicho, europeo, con el apoyo, al principio encubierto, del Ejército, que operaba contra
los rebeldes. A comienzos de 1957, el general Fauré se enfrentó al ministro residente en
Argelia y fue arrestado.
El 15 de abril de 1958 el gobierno de Félix Gaillard fue derribado por la repercusión de
graves incidentes ocurridos en Argel, donde ya existía una franca insurrección dirigida
por extremistas que querían el exterminio de los rebeldes para mantener a Argelia bajo el
dominio francés. Su sucesor, Pierre Pflimflin, tuvo que hacer frente desde el 13 de mayo
a un levantamiento dirigido por el general Raoul Salan. Los militares formaron un Comité
de Salud Pública, que exigió la dimisión de Pflimflin y la entrega del poder al general
Charles de Gaulle. El Comité de Argel tenía fuerza para desencadenar la guerra civil,
pero no para asegurar su victoria. Salan y sus partidarios exigieron simplemente De Gaulle
y su investidura legal por la Asamblea fue aceptada.
DE GAULLE, ARTÍFICE DE LA INDEPENDENCIA
Nada más tomar posesión de la
Presidencia, De Gaulle decepcionó a los sublevados militares franceses de Argelia. Estos
empezaron a hablar de traición y organizaron una conjura, y la que sería tristemente
célebre OAS (Organización Armada Secreta).
El 16 de septiembre de 1959, De Gaulle propuso la "autodeterminación" con un
plazo de cuatro años para realizar sus decisiones. Esto provocó en enero de 1960 la
"semana de las barricadas" en Argel, levantamiento sangriento, y el despliegue
en gran escala del terrorismo de la OAS, apoyada en el fondo por la gran mayoría de los
habitantes de origen europeo. De Gaulle replicó destituyendo a los generales y oficiales
recalcitrantes y convocando un plebiscito en Francia, donde quince millones de votantes
contra cinco aprobaron la "autodeterminación" para Argelia el 8 de enero de
1961.
Pero cuatro generales. Salan, Jouhaud, Challe y Zeller, mandados por el primero, se
sublevaron. Los paracaidistas ocuparon los edificios públicos en Argel y declararon el
estado de sitio. De Gaulle estuvo a punto de ser asesinado en la Opera de París, pero
obtuvo la llamada "victoria de los transistores". Prohibió a los soldados
obedecer a sus jefes rebeldes, y aquéllos, que le escucharon por medio de los pequeños
aparatos de radio portátiles, obedecieron con todo entusiasmo, puesto que ya estaban
hartos de siete años de carnicería. En Regane acababa de hacerse estallar la primera
bomba atómica francesa. De Gaulle ordenó detonar una segunda para que no cayera en manos
de los sublevados.
Después de varios intentos, se reunieron en Evian representantes del FLN y franceses, en
una atmósfera de atentados y revuelta. Se acordó un alto el fuego para el 18 de marzo de
1962. Según las principales cláusulas del convenio, los europeos podrían quedarse en
Argelia y ser ciudadanos de pleno derecho, el país sería neutral en política exterior,
la gran base naval de Mers el Kebir quedaría arrendada a Francia, y el Gobierno francés
se encargaría de imponer el reconocimiento del tratado a los recalcitrantes de la OAS.
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Estos emprendieron la más inhumana de las campañas de terrorismo. "Devolveremos la
Argelia de 1930", era su consigna. En un solo día volaron cuarenta escuelas
públicas. Contra las colas de pacíficos europeos que esperaban obtener pasaje en las
agencias de viaje lanzaban sus terribles bombas de plástico, destrozando mujeres y
criaturas, "cobardes que huían", según ellos. Su misma ferocidad acabó
aislando a la OAS. Presos y condenados a muerte y a cadena perpetua los generales Jouhaud
y Salan, el último jefe de la OAS, Susini, pactó la paz racial con el FLN. Era tanto
más fácil cuanto que apenas quedaban europeos en Argelia. Unos 750.000 escaparon del
sangriento infierno que precedió a la independencia.
El 1.° de julio de 1962 un 99,6 por ciento de los votantes argelinos decidió separarse
de Francia. De Gaulle reconoció el resultado, cumplió lo ofrecido en nombre de su país,
y el 3 de julio proclamó la independencia. Se encargó provisionalmente del poder en la
nueva nación a Yousef Ben Khedda. Inmediatamente comenzó la guerrilla de las ambiciones.
Un mes después Ahmed Ben Bella desplazaba al primer gobernante argelino.
LARGO CAMINO A LA ESTABILIDAD
Durante los años de guerra contra
Francia ocurrió un episodio notable. El avión extranjero en que viajaban los Jefes
principales del FLN fue interceptado por cazas franceses y obligado a aterrizar. Hechos
prisioneros los argelinos, no fueron fusilados por el Ejército francés, gracias a la
decidida protesta mundial. Entre ellos figuraba Ben Bella, hombre de gran personalidad, de
quien se auguraba un porvenir brillante. Los años de cautiverio debían serle funestos
para su popularidad, y, sobre todo, por permitir a otros jerarcas desplegar un juego
propio. Entre ellos, cierto "coronel" autodidacto, pelirrojo, esquelético,
nervioso y perfecto conocedor del alma del "fellah", el campesino pobre, entre
los que se crió: Ouari Boumedien.
Boumedien se unió a la sublevación desde el primer momento. El FLN, con instructores
militares profesionales y bases en Túnez y Marruecos, organizó sus fuerzas en
"wilayas" o distritos militares. La quinta "wilaya", de Oran, pronto
fue mandada por Boumedien, al cual acusaban sus propios compañeros de privarles de armas
para ir formándose una especie de ejército particular con sus amigos personales.
Esta previsora medida le permitió constituirse en la fuerza tras el trono desde el primer
momento de la independencia. Ben Bella le pareció más amigo y más seguro que Ben
Kredda, y le apoyó para que se hiciera con el poder, preparando su elección de
Presidente una vez promulgada la Constitución, el 3 de septiembre de 1962, según la cual
Argelia pasaba a ser una república democrática y popular.
Antes de ser ungido Ben Bella, habían ocurrido varios episodios, entre ellos el de la
sublevación de la cuarta "wilaya", partidaria de un régimen distinto al
propugnado por la fracción del entonces Premier. Boumedien se preparó para aplastar el
movimiento con sus leales, pero Ben Bella se adelantó. Penetrando vestido de mujer en
Argel, descubrió su verdadera identidad para arengar al pueblo y a los sublevados, y
liquidó por simple presencia la rebeldía. Boumedien nunca se lo perdonó. Era un hombre
demasiado popular, luego peligroso.
A pesar de todo, el 15 de septiembre de 1963, Ben Bella triunfó sin oposición. Argelia
ya era un país con gobierno de partido único, tal vez muy socialista, pero en el cual
era prudente no discrepar del clan dominante en el FLN, como lo probó Ferhat Abbas,
presidente de la Asamblea Nacional, expulsado del Frente y decapitado
políticamente al hablar demasiado de libertades.
Ben Bella tenía, además de su extraordinaria popularidad, otro gran defecto. Era
antimilitarista. Pretendía, tal vez un poco ingenuamente, que el ejército argelino fuera
como el de los países realmente democráticos una organización obediente al poder y no a
su origen. Alcanzó a ser Presidente hasta el 19 de junio de 1965.
Boumedien, su antiguo amigo y protector, decidió que había llegado el momento de
eliminarle. El ejército ocupó de madrugada los edificios gubernamentales y ante la
indiferencia del pueblo hizo prisionero a Ben Bella. Se constituyó el correspondiente
comité o "junta", según la fórmula grata al gorilaje de todas las latitudes,
y se acusó al depuesto Presidente de "tirano", lo cual resultaba pintoresco en
un régimen que no admitía oposición. Además se añadieron otros cargos de rutina en
tales ocasiones, y se anunció que su suerte sería la de "todos los tiranos",
frase que hizo pensar en su próximo fusilamiento. Nasser y Tito intervinieron
decididamente en su favor; además, la circunstancia de reunirse la Conferencia del Tercer
Mundo, continuadora de la de Bandung, por aquellos días en Argel, contribuyó a salvarle.
Pero no de un encierro prolongado ya más de cuatro años, y tal vez hasta que Boumedien,
si es que a su vez logra durar, esté seguro de que ya es un cadáver político.
Entretanto, Argelia lucha con enormes dificultades para salir del empobrecimiento y el
caos creados por la larga guerra de independencia. Únicamente una minoría de políticos
profesionales sigue agitándose, planeando golpes de mano como el de Thar Zhri, que
fracasó en 1967, o el atentado del cual escapó ileso Boumedien en 1968. La masa popular
se limita a hacer lo que siempre hizo, trabajar y callar. Únicamente que ahora tiene la
luz lejana de una esperanza. Las enormes riquezas del país, el petróleo, especialmente,
algún día servirán para mejorar su suerte.
Boumedien dijo "El país no necesita hombres providenciales, sino instituciones,
leyes y respetarlas". Excelentes palabras, si logra imponerlas con sinceridad. En
realidad, lo que necesita el mundo árabe, víctima del caudillismo. |