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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Las opiniones de Salvador Dalí
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Revista Panorama
abril 1971

 

 

-¿Usted no era hostil a Hitler?
-Es una calumnia. Ni bien llegó Hitler, me apuré a irme. Pero en pleno surrealismo, yo decía a los surrealistas: "Si son surrealistas, si aman el romanticismo, y sobre todo el romanticismo alemán e irracional, entonces amen a Hitler, que es un loco, un ser delirante total". En esa época, yo mismo soñaba con Hitler, estaba apasionado por la espalda de Hitler. De igual manera, en otro momento, estuve apasionado por Lenin. Hitler me parecía tener una espalda muy comestible. De haber podido, hubiera extraído de la espalda de Hitler una porción, como una porción de queso. La vaca se ríe. Seguro, esa era una reacción puramente irracional y surrealista.
Yo había previsto el fin de Hitler con dos años de adelanto. Lo anuncié en una novela. Era verdaderamente ineluctable. Porque él era un puro masoquista. Sólo había emprendido toda esa acción wagneriana con la meta inconsciente de perder o morir.
-y de Stalin, ¿qué piensa?.
-Todos los personajes que poseen mucha autoridad -Mao, Lenin- me impresionaron mucho. Stalin, por encima de todos los demás, porque era el más cruel, el más autoritario, el que, dentro de la Historia contemporánea, fue verdaderamente Vulcano forjando el escudo de Aquiles. Escudo que, por otra parte, servirá para protegernos a todos. Porque los rusos estarán de nuestro lado para defendemos contra los chinos.
-¿Le teme a Mao?.
-Lo encuentro muy buen poeta. Por eso ilustré sus obras. Dicho esto, tengo mucho miedo de los chinos. Quisiera proteger de ellos a toda costa los alrededores de Perpiñán.
-¿Cuál es su posición con respecto al general Franco?.
-Estoy convencido de que el general Franco es un gran político. Hace algunos meses tuve el honor de almorzar con él y adquirí la convicción que también es un santo. Es decir, un místico en la tradición de los grandes místicos españoles. Después del almuerzo -allí fue donde me percaté de que era un santo-, me dije que iba a hacer una siesta como la hago cotidianamente, una siesta de media hora. Y él se fue a visitar una biblioteca de antiguos pergaminos, el museo. Cambió de traje para inaugurar una ruta, y después recibió a 15 ministros. No hay en el mundo un hombre joven capaz de tal energía. Sólo es capaz de ella un hombre con fe en su misión, como él. Es un ser absolutamente extraordinario.
-¿Qué habría pensado si, al final del proceso de Burgos, el general Franco no hubiera acordado la gracia a los condenados?.
-Personalmente estoy contra la pena de muerte. Me parece que un hombre no tiene derecho a disponer de la vida, de la existencia de otro, así fuese el mayor criminal. Por lo demás, estoy a menudo por los mayores criminales. Mi preferencia va más bien a los seres crueles. El arquetipo sentimental representado por el cantante Yves Montand es el ser que más desprecio, porque es bueno y lacrimoso. Metafísicamente, pues, estoy contra la pena de muerte. Pero si aún existe la pena de muerte en alguna parte, y si alguien cree tener una misión histórica, considero que debe aplicar lo que cree hasta los últimos límites. Veinte condenas a muerte, seguramente, es más económico que los miles de muertos de una guerra civil.
-¿No piensa que es monstruoso lo que dice?.
-Todo lo que estoy diciendo es efectivamente monstruoso. Pero la guerra civil es monstruosa. En uno de mis cuadros, que es la premonición de la guerra civil española, titulado "Construcción blanda con porotos hervidos", figuré además un monstruo que se auto-devoraba.
-¿Acaso lo monstruoso forma parte de la fiesta, para usted?.
-¡Y no! Me .gustaría muchísimo reventar seres vivos. No lo haré, porque estoy contra la pena de muerte. Pero cuando se trata de animales, tengo menos escrúpulos. Más sufren, más contento me pongo. Lo que más me gustaría, sería poner bombas en el interior de 8 cisnes y verlos explotar estroboscópicamente.
-¿Cómo concilia ese aspecto cruel de su carácter con el amor que profesa a su mujer?.
-Gala, de cualquier manera, es una excepción en todo. Pero siempre dije que si Gala muriera, me gustaría comerla.
-¿La trozaría?.
-No. Si fuese posible que, muerta, Gala empequeñeciera como una aceituna, entonces la tragaría. El canibalismo es una de las manifestaciones más evidentes de la ternura.
-¿En qué es tan excepcional Gata?.
-Me hizo ganar todo el dinero que poseo.
-¿Y qué más?.
-Fue la primera con quien hice el amor. No es que me guste mucho hacer el amor, pero tenía 29 años y me creía impotente. Gala me reveló a mí mismo. Jamás hice el amor con nadie más.
-Sin embargo, usted mismo organizó "festicholas".
-Jamás. Asistí a "festicholas", y lo encontré antierótico por excelencia.
-¿Qué piensa, de la libertad sexual actual?.
-Es muy mala, de todo punto de vista. La mayor cretinización -y empleo una vez más la palabra en un sentido no peyorativo- es caer enamorado. Porque entonces, uno babea como un cretino. Ahora, con la promiscuidad, no hay posibilidad de enamorarse. Creo, por lo demás, que se va a volver a cierta forma de amor cortés. Se pasará de la licencia total a un período de castidad.
-Políticamente, usted se dice monárquico. ¿Por qué?.
--Porque, desde el punto de vista científico, es la única forma de gobierno que corresponde a los recientísimos descubrimientos de la ciencia biológica. Desde la primera a la última célula, todo se ha trasformado de manera ineluctable, genéticamente. La monarquía es genética. Viene de Dios.
-Usted es más que monárquico: es legitimista.
-Exactamente. Y mis ideas al respecto acaban de ser reafirmadas por la lectura de Legitimite, un libro extraordinario de Blanc de Saint-Bonnet, que busqué durante años y que al fin encontré en estos días. El autor refiere que Blanca de Castilla, madre de San Luis, decía: "Preferiría ver muerto a mi hijo antes que saber que estuvo unos minutos en pecado mortal". Mientras que Leticia, madre de Napoleón, le repetía sin cesar: "Aprovecha, porque no va a durar". Es toda la diferencia entre lo legítimo y lo ilegítimo.
-¿Cree que los soberanos legítimos son más honestos, más desinteresados?
-Para hablar de manera vulgar, los presidentes de las repúblicas siempre tienen tendencia -ya que su mandato sólo dura 5 años- a hacer combinaciones, a poner dinero a izquierda y derecha, en Suiza... Quien nace príncipe no precisa tomar dinero. Le basta con nacer. Todo lo tiene. También resulta mucho más decorativo.
-¿Cree en el restablecimiento de las monarquías en Europa?.
-Según mi parecer, todo marcha hacia la monarquía. Ineluctablemente. En España, ya es un hecho cabal. Rumania vendrá después. Y después, no sé. Lo terrible es que los reyes actuales ya no son monárquicos. Dicen: hay que ser liberal, hablan de socialismo, etcétera. Nada de eso. Hay que ser absoluto. Pero convencer a un rey de que debe ser monárquico es muy complicado. Por eso quisiera publicar extractos del libro de Blanc de Saint-Bonnet y ofrecerlos a mi príncipe, Juan Carlos.
-¿Piensa que don Juan Carlos será un rey monárquico?.
-Para un rey, lo esencial es no ser un genio, sino lo más legítimo posible, haber recibido una buena educación y creer en su misión. Juan Carlos recibió una educación buenísima, estuvo en Zaragoza. Y estoy convencido de que cree en su misión.
-¿Cómo vive en su casa de Cadaqués?
-Llevo una vida muy estricta, pero siempre jugando. Me levanto muy temprano a la mañana. Cada día doy un paseo a la misma hora. Hago una siesta de media hora, tomo otra media hora para nadar. Siempre me acuesto a la misma hora. En Cadaqués, a las 10.30 ya estoy en la cama. Todo eso jugando todo el tiempo, divirtiéndome como un loco.
-¿A qué juega?.
-A montones de juegos. Por ejemplo, cuando escribo en la cama, tengo ante mí un aparato de televisión japonés. Y lo miro al revés para no saber qué pasa en la pantalla, o pongo un filtro delante para complicar las imágenes. Después, como tostaditas con miel. Pongo miel en el interior de mi camisa para que se pegue a la piel y para sentir mis pelos todos pringosos.

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-¿Por qué la televisión?. ¿Necesita informaciones?.
-No. Para mí la televisión es una especie de pantalla en la que veo todo lo que puedo imaginar.
-Resumiendo, ¿hace su fiesta personal sin parar?.
-Sin parar. Tengo miedo de morir por un exceso de satisfacción. Vea, hoy me divierto mucho con usted.
-En Cadaqués, ¿se repite todos los días el mismo libreto?
-¡Jamás! Un día, pego miel. Otro, pongo bajo mi camisa una abejita. Otra vez, coloco bajo mis ojos una cajita de hormigas iluminadas por gotas fosforescentes. Ciertos días, no hago nada. Otros, me libro a todo tipo de manipulaciones con aglomerados de materia que saco de mi nariz, o si no, que manoseo, que olisqueo, que hago rodar de uno a otro lado de mi cuerpo. De repente, la bolita se me escapa. La pierdo. Entonces, ahí viene el enloquecimiento. Podría recomenzar, hacer otra, tomar en reemplazo una miguita de pan. Pero es preciso que sea ésa. Porque corresponde a una cibernética del pensamiento.
-¿Jamás experimenta angustia por otras razones?.
-No, jamás. No experimento ningún sentimiento humanitario. Las grandes catástrofes, como la de Pakistán, me regocijan. Más catástrofes y guerras hay a mi alrededor, más placer experimento en mi vida visceral. Dicho lo cual, siendo un gentleman católico, apostólico y romano, cuando tales cosas ocurren, actúa muy bien, envío dinero, me comporto como debo, mejor que los humanitarios sentimentales. Si alguna vez me piden cuentas... es necesario que esté en regla.
-Pero ¿quién podría pedirle cuentas?.
-Todas esas historias, Dios, todo eso... "Seamos prudentes", como decía Saint-Granier.
-¿Sintió la muerte de sus amigos? Usted quería mucho a Federico García Lorca. Cuando lo fusilaran, ¿se conmovió?
-Me gustó. Además, ya lo dije. Como soy jesuita al más alto grado, siempre tengo la sensación, cuando muere uno de mis amigos, que soy yo quien lo mató. Que murió por mi culpa. Es particularmente cierto en cuanto a Lorca, Porque si Lorca me hubiese seguido, no le habría sorprendido la guerra civil. Y como hice todo para que no fuera a unírseme a Italia, donde estaba yo entonces -y eso más bien por celos-, me dije, cuando murió: "Ahí .está, es mi falta, nuevamente. Pero lo maravilloso fue que, en el fondo, yo sabía que no era cierto. Mi sentimiento de culpabilidad duró muy poco. Me dije que, de todos modos, habría muerto. Y eso me puso doblemente contento.
-Todo lo que dijo es humor negro. Recuerda al Perro andaluz, que rodó con, Buñuel en 1929. ¿Por qué ya no hace cine?.
-Primero, porque no es un arte. Uno no se puede expresar a través del cine porque posee demasiados medios. Cuando uno tiene demasiadas riquezas a su disposición, resulta imposible hacer una obra de arte. Ni siquiera una obra.
-¿Quiere decir que la obra de arte supone más coerción?.
-Todo está fundado en la coerción. Gérard Dou pudo hacer una obra maestra porque tenía una tela, óleo y su ojo, y sanseacabó. En cine, ni bien se fotografía la cosa, huye el misterio.
-Según su parecer, el arte es la coerción. Una definición muy clásica en boca de un personaje como usted.
-Ah, pero yo estoy por una mayor rigidez aún. Estoy por los períodos de inquisición. Más coerciones hay, más es llevado uno a precisar qué debe decir. La libertad es el esfuerzo. Nuestra época lo olvidó. Se liberó de la pintura del tema, se liberó de la técnica, del color, de la figuración, de la forma. Vea el resultado: cuadros donde sólo hay un color con una línea.
-Pero usted, cuando habla, cuando escribe, tiene un lenguaje muy libre, rechaza absolutamente toda coerción.
-Porque soy jesuita, hipócrita, y utilizo todos los medios para difundir las ideas que quiero imponer a mi época.
-¿Prepara una continuación al Diario de un Genio?.
-No. Concentré toda mi actividad literaria en una tragedia erótica en tres actos y un verso, que transcurre en la época de Vermeer y de Dou. Ya hice dos actos. Sólo falta el tercero.
-¿Tiene intención de darla en París?.
-Mientras haya regímenes democráticos. creo que no la podrán representar en ninguna parte. Se precisarán varios años de monarquía para que un rey pueda permitir la representación de tal abominación. El marqués de SADE, a mi lado, es un gracioso.
-Usted, que ama las catástrofes, las abominaciones, ¿qué piensa de la bomba atómica?.
-Me gustan tanto las catástrofes que estoy listo para recibir una bomba atómica en la cabeza. Con una bomba atómica, uno sólo se arriesga a ser desintegrado, a pasar del estado de hombre al estado de ángel. Nada que perder, todo por ganar.
-Usted anhela una especie de coronación, de apoteosis atómica...
-El Apocalipsis me gusta mucho. Además, lo ilustré. Pero soy como San Agustín. Deseo que venga lo más tarde posible. Cuando San Agustín hacía todas sus orgías, las mayores orgías que jamás se soñó, rogaba a Dios todas las noches para que lo convirtiese. Y acababa su rezo diciendo: "Pero aguarda dos o tres semanas más".
-Una última palabra, Salvador Dalí. ¿Es un hombre feliz.?
-Usted vio perfectamente que durante esta charla no me aburrí un segundo... Sobre todo, no olvide añadir un poco de confusión en el texto si las cosas aparecen demasiado claras...

 

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