III
FESTIVAL DE BUENOS AIRES
SILBIDOS Y MONEDAS FUERON EL FINAL DEL
FESTIVAL DE LA CANCION. ES QUE PARA EL
PUBLICO HABIA TRIUNFADO EL TEMA DE HUGO
MARCEL.
"Señores, por favor,
éste es un festival de canciones y no de
intérpretes". Antonio Tony Carrizo
no las tenía todas consigo. Acababa de anunciar
los resultados del evento y la respuesta había
sido una catarata de monedas, que repiqueteaban en
el piso del Luna Park, y un coro de silbidos.
Alguna botella, incluso, hizo una parábola desde
la tribuna popular hasta las plateas y se estrelló
contra un espectador desprevenido. Los policías de
la comisaría 1ª se revolvían nerviosos. La cosa se
había puesto fea, y a pesar de que no era un
concurso "beat" ni de canciones de protesta, el
público estaba exacerbado. Los potentes altavoces
no alcanzaban a quebrar el muro de aullidos de
disconformidad. La tribuna popular que da a la
avenida Corrientes, el super-pullman de Bouchard y
la platea —alrededor de 10.000 personas, en total—
descargaban su ira en monedas siseantes. Era un
público joven, el mismo que llena los clubes de
barrio en Carnaval. En la platea y en los aledaños
del escenario se podían ver muchas figuras
famosas, y no sólo del mundo de la canción.
Natalio Oscar Titi Bonavena expresaba su
disconformidad con un desplante de los
acostumbrados: "Si yo subo a cantar los mato a
todos, los mato; si subo me dan el premio Nóbel de
canto, me dan", anunciaba a gritos con su voz
imposible. El del sábado a la
noche no fue, sin embargo, el primer incidente. El
día anterior el III Festival de la Canción Buenos
Aires ya había nacido para el escándalo y la
protesta. Piero De Benedictis había cantado Juan
Boliche, una canción "entradora" que e] jurado se
había encargado de bochar por haber trasgredido un
reglamento del festival. Es que Juan Boliche había
sido cantada en el programa televisivo Sótano Beat
y el concurso era sólo para canciones inéditas.
Para canciones y no para intérpretes. El
intérprete era sólo el medio de comunicación entre
autores y público. Y de las veinticuatro canciones
que concursaron, el público había hecho su
elección ya el primer día. Pero jueves y viernes
trascurrieron en calma, en lo que a espectadores
se refiere. El clima había sido un tanto frío y la
explicación era lógica: se encontraba en tribunas
despobladas, en una platea semivacía. El fervor llegó con el
sábado. La primera ronda -—doce canciones; seis
seleccionadas el jueves, seis el viernes— pasó sin
mayor pena ni gloria. Hasta que llegó la
"finalísima". Abrió el fuego Hugo Marcel, con 'Hoy
he visto pasar a María'. Hace tiempo, en una
charla informal, Sandro nos explicaba un fenómeno
particular "De pronto el público empieza a sentir
algo, a tener calor. Simultáneamente yo empiezo a
vibrar y se establece una corriente fortísima de
comunicación y me emociono y empiezo a llorar y a
creer en la letra que estoy cantando". Le dijimos que era un
exagerado. Ahora le pedimos disculpas, porque ese
fenómeno fue el que ocurrió a las 12 de la noche
en el Luna Park: Marcel arrancó con un murmullo y
poco a poco fue elevando la voz. Al mismo tiempo,
el público se transformó en una masa fascinada por
la música. En él escenario, Marcel sobreactuaba,
gesticulaba y vibraba. El público estaba de pie y
más que escuchar, era parte de la canción. Había,
quizás, una sobreestimación: la canción no era
para tanto. Cuando Hugo Marcel se
inclinó para saludar, los espectadores llegaron al
paroxismo. El aplauso duró por lo menos cinco
minutos y entre las palmas el ídolo de la noche
fue alentado como un boxeador. "¡Hugo co-ra-zón!"
Hugo Corazón Marcel, detrás del escenario, se
abrazó con Silvio Soldán. Tony Carrizo anunció a
Django y Solamente yo, y el público se calmó con
una calma que se parecía un poco a la
indiferencia. Esa indiferencia que se notaba en
los cambios de sitio, en los murmullos, en las
conversaciones. Siguieron Fedra y Maximiliano y
Como somos; Daniel Toro y Te enseñaré a vivir; el
inefable Hernán Figueroa Reyes y Si tú volvieras,
y Mirtha Pérez y La nave del olvido. El resultado final
("Cómo somos", 8 votos; "La nave..." y "Si tú
volvieras", 5; "Hoy he visto pasar a María", 4)
desató el huracán, y los recursos de Tony Carrizo
se agotaron: de nada valió que dijera que era un
festival de canciones y no de intérpretes. Fedra,
Maximiliano, Piero y Tcherkaski se abrazaban en el
escenario, pero salvo los silbidos y el tintineo
de las monedas no se escuchaba nada. Carrizo llamó
por fin a Marcel, y ahora una ovación superior a
la que había despertado su interpretación. El
grito de "Hugo Hugo Hugo" llenó el estadio y ganó
la calle. Con cautela, los organizadores
suspendieron la interpretación de la canción
triunfadora, que era el broche previsto para el
festival: una multitud irritada no era la más
indicada para escuchar a nadie. Media hora después, ya
en la calle, el fervor y la indignación no se
habían aplacado. No era para tanto: si la
competencia había tenido un distintivo, no era
precisamente el de la calidad de las canciones.
C. B. Fotos: G. Alvarado y
M. Paganetti Revista Gente y la
actualidad 06/11/1969