Vida moderna
¿Qué le falta a su automóvil?
Dentro de pocas semanas los automovilistas argentinos podrán agregar a sus vehículos un nuevo "chiche", según la jerga de Buenos Aires: una reluciente cigarrera-encendedor automática, de la cual, con la sola presión de un dedo y sin quitar los ojos del camino, podrán extraer los cigarrillos ya encendidos.

El nuevo artículo es sólo otro eslabón en una larga carrera hacia el mayor confort automovilístico, iniciada ya en la década del 30, cuando dos firmas de Buenos Aires, pioneras en la industria, comenzaron a fabricar en el país accesorios y adornos.
Hoy, la industria nacional cubre los más complicados rubros en esta materia en condiciones de competencia con los "chiches" importados, y el mercado parece ensancharse año a año. Los fabricantes y vendedores argentinos comprueban ahora el acierto de observaciones ya hechas en USA por los psicólogos que asesoran a las fábricas de automotores: el automovilista medio considera, inconscientemente, a su automóvil como una real prolongación de su propio cuerpo; ante el riesgo de un daño para un guardabarros, por ejemplo, el stress emocional del automovilista es igual en intensidad al que experimenta cuando le van a extraer una muela o a aplicarle una inyección.
Quizá en esa raíz se apoye el deseo de embellecer y enriquecer el automóvil propio. Ciertamente, desde el "zapatito del nene" y la foto de Gardel, hasta el pequeño bar empotrado en el respaldo del asiento delantero, se extiende una amplísima gama.
Durante los últimos años prosperaron en Buenos Aires no menos de doscientas firmas especialistas en accesorios, que se agrupan en tres centros tradicionales. El más antiguo está en la calle Viamonte, del 1.200 al 1.800; el más pintoresco y tal vez el más cómodo, en Warnes del 500 al 1.600; el más nuevo y pujante, en Jujuy, próximo a la Plaza Miserere.
"Quien adquiere una unidad 0 kilómetro —afirma Juan Kleinbort, socio gerente de una firma de primera línea— gasta en accesorios entre 15 y 20.000 pesos." En la compra de un accesorio influye, por sobre todo, la personalidad del automovilista, que en su elección refleja la intención de conferir a su unidad un toque distinto y peculiar. "Es el mismo proceso que en la moda femenina —agrega Kleinbort—. Así como en una temporada se usaron polleras cortas, los automovilistas colocaron ventiletes en sus coches; cuando se volvió a las faldas largas, buscaron cualquier tipo de espejo retrovisor para colocar en los guardabarros. Cambió otra vez la moda, y todos corrieron detrás de las antenas duales y de las bandas de rueda." Este último año causaron furor los artículos básicos (o no) para el camping: mesas plegadizas, calentadores, parrillas, heladeras portátiles.
• Los norteamericanos fueron los primeros en bañar sus vehículos en cromo; los europeos son más discretos en el uso de superficies metálicas brillantes. Sin embargo, se impusieron los accesorios cromados: defensas de paragolpes, uñas, molduras, tazas, adorno-gotera, parrilla. Los precios varían según el modelo del automóvil: las defensas para modelos grandes y medianos oscilan entre 4.500 y 5.500 pesos el juego. Las parrillas pueden costar 1.400 pesos en un compacto; en los modelos especiales llegan hasta 30 y 40.000 pesos. En cuanto a las molduras de aplique para guardabarros delanteros y puertas, su precio varía entre los 2.000 y 3.500 pesos. El metro de molduras cromadas adorno-gotera cuesta aproximadamente 170 pesos.
• Hay espejos comunes (exteriores e interiores); los hay de adorno o retrovisores. "Dos son los espejos indispensables —dice el agenciero Esteban Ratt—: el de frente-interior y el exterior contiguo al automovilista." Asegura que las mujeres "sólo usan el de la visera, para mirarse la cara". Una empresa holandesa produce un espejo retrovisor que se coloca sobre el guardabarros y que el conductor puede regular en forma sencilla por detrás del volante; además, se agranda a voluntad de su dueño, si el coche lleva una casa rodante o un acoplado. Los retrovisores cuestan entre 300 y 500 pesos, si son nacionales; si son importados, entre 500 y 1.000.
• El aparato de radio es actualmente indispensable: el tiempo que se invierte conduciendo es el que cada cual puede dedicar a las noticias del día, y la música sedante absorbe las descargas nerviosas que se traen de la oficina. "Un auto sin radio sólo sirve para correr carreras", dijo a PRIMERA PLANA empleado de agencia Abel Sáenz. Hay para todos los bolsillos: un seis transistores nacional vale 6.800 pesos; entre los importados, algunos llegan a 20.000 pesos. Recientemente llegó a plaza una radio acoplada al espejo retrovisor, de origen italiano. En opinión de los comerciantes del ramo, esta combinación no es muy conveniente, porque "cuando usted quiere cambiar de estación se mueve el espejo" y también porque "es fácil de robar".
• Un incendio puede iniciarse en la instalación eléctrica del automóvil: corto circuito, mala aislación, deficiencias causadas por el tiempo o la humedad. También una contraexplosión del motor puede inflamar la mezcla del conducto de admisión, e inflamar la emulsión que aún circula por el carburador. A veces, la culpable es una colilla, simplemente. Los daños sor menores si se dispone de un extinguidor, comúnmente llamado matafuegos La más cara de estas piezas raramente excede los 2.500 pesos, o sea apenas el 0,2 o 0,3 por ciento del valor de un auto; sin embargo, son pocos los automovilistas que lo tienen, entre sus muchos accesorios. Los hay de espuma química y de espuma mecánica. En los de percusión, el ácido, en vez de estar contenido en una botellita, viene en una ampolla hermética y se libera mediante un golpe seco. También puede verse en Buenos Aires un matafuego-inflador: por uno de los extremos sirve como inflador, y por el otro como extinguidor, con sólo apretar un botón.
• El cansancio del automovilista es un problema que preocupa a todos los diseñadores. De los estudios que ha merecido, surgen las condiciones esenciales para el asiento ideal:
—el respaldo debe estar inclinado de 30 a 35 grados para atrás; —debe sustentar la columna vertebral en forma de S, impidiendo dislocaciones laterales;
—debe estar alineado longitudinalmente con el volante y los pedales; —el asiento propiamente dicho no puede estar inclinado hacia atrás más de 10 grados;
—debe estar bien ventilado; —el asiento debe doblarse hacia adelante y atrás, e inclinar el respaldo para que el conductor pueda adoptar la posición de semi-acostado.
• Los modelos corrientes de asientos cuestan entre 4.500 y 12.000 pesos.
Pronto llegarán los de otro tipo que, según sus importadores, es 'la última palabra" en Europa. Se trata de un asiento hondo, con respaldo alto y una extensión que llega por encima del cuello, con el fin de proteger la cabeza contra los bruscos saltos hacia atrás, motivo muy frecuente de las lesiones llamadas de "golpe de látigo". El asiento cubre a los pasajeros por los lados, para protegerlos de las fuerzas laterales.
• Hasta ahora, dos coches nacionales venían con asientos reclinables que se transforman en cama, comodidad ideal para viajes largos. Una firma de plaza los fabrica ya por separado, para ser montados en cualquier modelo de coche. El precio varía con el modelo de la unidad entre 4.500 y 12.000 pesos.
• Los expertos recomiendan el uso de cinturones de seguridad, especialmente para viajes largos. Se fabrican con bandas de nylon y hebillas de acero inoxidable; otros incluyen correas para los hombros que toman firmemente a los ocupantes para evitar ser lanzados hacia afuera.
• "De la justa elección de las fundas para los asientos y los paneles interiores, depende la elegancia de un coche", sentencia Antonio Ferri, fabricante de un recubrimiento plástico. Aún se usan, desde luego, fundas de tela. Las que protegen el automotor están revestidas a veces de policloruro de vinilo, cosidas a máquina y soldadas electrónicamente. Mantienen a distancia la lluvia, el sol, el polvo y neutralizan el agua de mar, que oxida el cromado. Pueden comprarse entre 2.500 y 5.000 pesos.
La enumeración de todos los accesorios de un coche se tornaría prolija. Algunos son elementos complementarios, prácticamente indispensables: faros, buscahuellas, parabrisas, "guiñada", tazas. Otros se movilizan cuando se requiere auxilio: por ejemplo, los criques hidráulicos o mecánicos. La seguridad del automóvil (contra robo) constituye todo un capítulo aparte.
A la lista pueden añadirse los múltiples detalles de confort y otros decididamente frívolos.
• Un buen ventilador puede adquirirse por 3.500 pesos. Pero ya no son raros los coches con acondicionadores:
pesos. Las casas de accesorios los importan a pedido del cliente. En todo caso, sólo pueden aplicarse a ciertos coches que lo admitan, por la capacidad del capot y la amplitud del tablero. En cuanto a los calefactores, valen entre 8 y 10.000 pesos los nacionales, entre 12 y 15.000 los importados.
• La higiene del coche obsesiona a muchos automovilistas. Últimamente cuentan con un equipo portátil que infunde agua a una presión de hasta 7 kilos por centímetro cuadrado. El precio del equipo completo (motor eléctrico, bomba, mangueras y conexiones) es de 9.800 pesos. Si el cliente lleva su propio motor eléctrico, algunas casas se lo adaptan al equipo por 3.000 pesos.
• Nada impresiona peor que los "bollos" del automóvil, pero no todos están dispuestos a dejarlo un día o más en el taller por tan poca cosa. Un secador a gas de garrafa permite desabollar, masillar y pintar en un momento. Funciona según el principio de oxidación catalítica sin llama: no hay peligro de incendio.
• Gente de espíritu nómade ha concebido la casa-rodante, combinación de remolque y hogar. Una firma local las fabrica con comodidades para cuatro pegonas, remólcateles por autos de 700 y 1.200 cc. Los modelos se adaptan para exposiciones, laboratorios, servicios médicos rodantes, inspecciones viales, oficinas de uso múltiple. El precio oscila entre los 250 y 340.000 pesos.
• Aun sin pretender llevarse el techo de una a otra parte, muchos automovilistas aspiran a distraerse (sin peligro). En la Argentina, aun son pocos quienes disponen de tocadiscos; generalmente, se trata de modelos especiales importados de los Estados Unidos. Los coches que no los traen de fábrica pueden ser equipados mediante una conexión especial a la batería. Los jugadores de Boca tienen tocadiscos en sus Falcon. En cambio, sólo hay en el país un coche con televisor, según los entendidos: lo tiene el señor Ricciardi, dueño de la joyería del mismo nombre.
• La mayoría de los conductores se contentan con halagos más modestos. Últimamente están de moda las cintas sport y los monogramas adhesivos. Las primeras son calcomanías plastificadas que se utilizan para decorar el automóvil: la tira de 70 centímetros de largo cuesta 55 pesos. En cuanto a los monogramas adhesivos, la propaganda exhorta: "Personalice su coche" y se presentan en letras doradas o plateadas, totalmente inalterables. Su precio es de 100 pesos cada letra.
• Muchos automovilistas se muestran orgullosos con un aparatito —el Selectone— que, colocado en el oído, elimina los ruidos producidos por los motores de los coches que pasan, sin impedir la conversación. Su precio es de 3.300 pesos. Y la lista puede cerrarse, provisionalmente, con un recuerdo para el bar portátil. Los fabricantes, a pedido concreto del cliente, se encargan de disponer las comodidades suficientes para servir unas copas. Afortunadamente, sólo caben pocas copas.
PRIMERA PLANA
24 de marzo de 1964

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