El operativo Europa
En una verdadera maratón política Alfonsín busca apoyo para la Argentina.
Raúl Alfonsín en Europa

El TC91 (un Boeing de la Fuerza Aérea, pero con tripulación de Aerolíneas Argentinas) salió de Ezeiza a las 15.45, cuatro minutos antes de lo previsto. Ese sábado 20 Raúl Alfonsín y su comitiva de nueve funcionarios y veintiún periodistas enfiló hacia París, vía Canarias.
Estrasburgo, Roma, Ciudad del Vaticano y Argel, vendrían luego. Y también una pregunta: ¿para qué? Obviamente el acuerdo por el canal del Beagle dado a conocer días pasados explicaba, de por sí, la decisión de visitar a Juan Pablo II. Pero, ¿por qué también a Mitterrand? ¿Por qué al Parlamento Europeo y a Sandro Pertini y a Bendjedid?
El tema fue materia de análisis y de conjeturas diversas entre la gente de prensa durante las casi 14 horas que duró el primer tramo del viaje, el que incluyó una escala de 1 hora en el aeropuerto de Las Palmas. "El viaje a Francia es para arreglar con el club de París." "No, es por Malvinas." "Lo de Roma es protocolar: no puede ir al Vaticano sin visitar a Pertini." "Lo de Argel es comercial." "No, es para dejar contento al Tercer Mundo." Lo visto y escuchado en los dos días y medio de su estada en París vino a darle su cuota de razón a cada comentario.
La comitiva del presidente incluyó a un solo ministro: Bernardo
Grinspun y a cuatro secretarios de Estado: Jorge Sábato, de Asuntos Especiales de la Cancillería; Lucio Reca, de Agricultura y Ganadería (se quedó en París); Roberto Penna (SIDE) y Emilio Gibaja, de Información Pública, que ya estaba en Francia cuando llegó Alfonsín y sólo lo acompañó hasta Estrasburgo.
En vez de Claude Chaysson, fue Paul Quiles quien recibió al jefe de Estado argentino. "¿Qué hace en Orly el ministro de Urbanismo, Vivienda y Transporte, en vez del canciller?", se preguntó todo el mundo. Y la explicación fue coherente: "Esta no es una visita de Estado. Alfonsín viene a Francia a hablar con los bancos privados. Por eso no corresponde que lo reciba Chaysson". Pero la respuesta de un periodista francés (toda la prensa parisina estaba presente) fue todavía más clara: "Quiles se muere por hacer el subterráneo porteño, y ser amable es una forma de negociar". Por supuesto tampoco faltó Ortiz de Rozas en el aeropuerto.
La comitiva oficial se alojó en el hotel Meurice, en la Rué de Rivoli, muy próximo a la plaza Vandome y antigua residencia del rey Alfonso XIII durante su exilio.

"Tengo gancho"
Desde el mediodía hasta la noche, Alfonsín no cumplió ese domingo ninguna actividad oficial. Pero durante la tarde tuvo tres entrevistas de prensa: con el diario Le Matin, con el semanario Le Point y con el canal de televisión Antenne 2. Cansado de esperar el momento de entrar en directo (hacía 25 minutos que estaba debajo de las luces de cámara) Alfonsín apeló a su buen humor: "No se aflijan, si voy último es porque tengo gancho". Esa noche el presidente argentino tuvo su primera cena de trabajo en el hotel Meurice: fue con el futuro presidente de la CEE, Jacques Delors, el vicegobernador del Banco de Francia, Michel Camdessus y el embajador francés Antoine Blanca. El lunes por la mañana, su primer desayuno de trabajo con representantes de la banca francesa. Entre ellos estuvieron los presidentes del Credit Lyonnais, Jean Deflassieux; de la Banque Nationale de París, Jacques Wahl; de la Societé Generale, Jacques Mayoux; del Banco Paribas, Patrick Deveaud; del Credit Commercial de France, Claude Jouven; de la Banque Française Du Commerce Exterieure, Michel Freyche; del Club de París, Philippe Jurgensen y nuevamente Michel Camdessus. A la salida, Grinspun no dio mayores explicaciones sobre lo que allí se habló: "Es secreto de Estado —dijo, y ante la insistencia agregó sonriente—. Ellos quieren cobrar y nosotros queremos pagar. La cuestión pasa por el cómo y eso no se resuelve tornando un desayuno".
Pasadas las 12 otro fue el escenario: Alfonsín llegó al Palacio Elíseo para almorzar con François Mitterrand. Antes, sin embargo, ambos mandatarios mantuvieron una charla. De acuerdo al programa, el diálogo se extendería 35 minutos. Pero se prolongó por otros 20. En el ínterin, otras personalidades iban ingresando al Elíseo para participar de un almuerzo. El primero en entrar fue el primer ministro Laurent Fabius. Luego llegaron Michel Rocard (Agricultura) y Claude Cheysson (Relaciones Exteriores) por la parte francesa y Grinspun, Sabato, Solari Yrigoyen y Penna, por la Argentina.

¿De qué hablaron?
¿De qué habló Alfonsín con Mitterrand? Todos lo dijeron menos ellos: Malvinas y deuda externa, diálogo Norte-Sur e inversiones. Pero cuando al día siguiente Alfonsín dio una conferencia de prensa nadie pudo sacar nada en limpio. Un periodista le preguntó:
-¿Le pidió usted a Mitterrand que hiciera de intermediario ante la señora Thatcher?
Alfonsín: —No señor.
-¿Debe interpretarse entonces que Mitterrand no le va a llevar ningún mensaje suyo a la señora Thatcher?
Alfonsín: —Así es señor.
-¿Podemos esperar alguna declaración sobre Malvinas en Estrasburgo?
Alfonsín: —No señor.
-El tema Malvinas va a ser abordado en las Naciones Unidas a fin de mes, ¿qué espera usted de Gran Bretaña?
Alfonsín: —Señor, si se trata de esperar, yo espero hasta un voto afirmativo de Gran Bretaña.
La gira de Alfonsín por París incluyó otros sugestivos encuentros: con la plana mayor del CNPF (Conseil Nationale Du Patronat Français), con el FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola), en el Palacio de la UNESCO y con un grupo de 21 científicos argentinos residentes en París. Y un tour no menos sugestivo por la ciudad ofrecido por la empresa París Visión (de un argentino) y al que Grinspun no quiso ir. Tal vez por esto en el colectivo se escuchó decir frente al Arco de Triunfo: "En Buenos Aires van a levantar uno igual, pero en honor a la inflación".
Ana María Bertolini(Enviada especial) Fotos: Jorge Selar y Agencia Gamma

De la Rioja a París
En París todo es posible. Por ejemplo, que Alfonsín y Menem se encuentren. También, que el gobernador justicialista de La Rioja participe de los actos oficiales invitado por la embajada argentina. Y que además declare —contra todo lo que podía esperarse— que "Alfonsín hizo muy bien en arreglar con el Fondo Monetario Internacional, ya que, por toda la situación heredada, no estamos para hacernos los locos".
Carlos Menem llegó a París el lunes por la noche y se alojó en el hotel Montmartre. El martes por la mañana fue al congreso del SIDA. Se sentó en una plataforma, al lado de Ortiz de Rozas, de Reca y de Solari Yrigoyen, a un metro de Alfonsín. Cuando el presidente terminó su discurso ("La Justicia en el Sur es también hoy más que nunca una condición necesaria para la paz en el Norte. Una paz mundial que no elimine el hambre de los pueblos, que no asegure el más esencial de los derechos humanos, el derecho a alimentarse, no será una paz duradera ni real"), Carlos Menem fue el primero en aplaudirlo y el último en dejar de hacerlo.
¿A qué fue a París? Fue invitado por empresas interesadas en la explotación de los minerales riojanos. Por esa misma razón había estado en Roma el día anterior y, un poco antes, en Suecia. "El encuentro con Alfonsín —dijo— es casual pero muy grato."
A.M.B.

Revista Somos
26.10.1984

 

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