Actualmente viven
cinco ex presidentes argentinos, lo cual
constituye posiblemente un record en la historia
de la República. De esos cinco ex presidentes
(Farrel, Perón, Aramburu, Frondizi y Guido),
solamente tres tienen real vigencia política: Juan
Domingo Perón, derrocado en 1955; Pedro Eugenio
Aramburu, que entregó el poder; en 1958, y Arturo
Frondizi, derrocado en 1962. Los dos últimos viven
en la Argentina, tienen ascendiente sobre sectores
ideológicos, ejercen la jefatura formal o virtual
de partidos políticos con representación
parlamentaria y mantienen contactos con gobiernos
extranjeros y círculos económicos argentinos y de
fuera del país. Esos dos ex presidentes se
aprestaban, hacia fines de la semana pasada, a
iniciar una acción opositora al actual gobierno,
considerando que la suma de hechos producidos
hasta ahora justificaba el abandono de una cierta
retracción que tanto uno como otro habían
aprovechado para solucionar problemas de sus
respectivos partidos (en ese intervalo, Aramburu
fue elegido presidente de UDELPA y Frondizi
produjo la división de la UCRI) y, en lo que
respecta al último de los presidentes derrocados,
para reponerse de una enfermedad.
Durante la semana
pasada, PRIMERA PLANA entrevistó a Frondizi y a
Aramburu; conversó con sus principales asesores y
estableció tanto los actuales puntos de vista de
los dos dirigentes como sus modos de acción y sus
propósitos inmediatos. Una primera observación se
refiere a las coincidencias: tanto uno como otro
consideraron que los tres errores básicos del
gobierno, en el aspecto económico, eran la
anulación de los contratos petroleros, la
derogación de las franquicias para estimular la
promoción industrial en el Noroeste y en la
Patagonia y la forma en que se encara el problema
de la carestía de la vida. Las disidencias, en
cambio, se refieren especialmente a los aspectos
político-ideológicos.
Frondizi mantiene,
desde el momento de su derrocamiento
—especialmente desde que quedó en libertad—,
numerosos e importantes contactos con estadistas e
instituciones del extranjero. Hace unos meses, el
presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy,
lo había invitado a visitar nuevamente los Estados
Unidos. El programa se completaba con una serie de
conferencias que, sobre la Alianza para el
Progreso, debía pronunciar Frondizi en aquel país,
durante el mes de octubre. Su enfermedad le
impidió hacer el viaje —como hubiera querido—,
pero la idea sigue estando entre los planes del ex
presidente.
En efecto: hace unos
días, Frondizi recibió la visita del embajador de
los Estados Unidos, Robert MacClintock. Durante la
reunión se combinaron diversos aspectos del viaje
de Frondizi (el ex presidente recibió, por lo
demás, numerosas invitaciones para dictar cursos
en universidades norteamericanas), y el embajador
aprovechó la ocasión para formular diversas
preguntas, requiriendo información sobre algunos
hombres que actualmente gravitan en el gobierno
argentino y solicitando opiniones de Frondizi
sobre la evolución de los acontecimientos. Por lo
demás, Frondizi mantenía un intenso contacto
personal con Kennedy, a través de correspondencia
y mensajes que eran transmitidos por medio de
interpósitas personas: el portador de uno de éstos
fue, durante su reciente visita a la Argentina, el
dirigente aprista peruano Manuel Seoane. Con
Richard Goodwin, uno de los principales asesores
de la Casa Blanca, Frondizi mantuvo también
contactos periódicos, través de memorándum sobre
temas similares (que ambos pueden así cotejar),
enviados por correspondencia o a través de
intermediarios. Otros amigos de Frondizi en
la Casa Blanca, con los que también hay cotidiano
intercambio de ideas, son los asesores Ted
Sorensen y Arthur Schlesinger. Por lo demás,
Frondizi mantiene habitualmente correspondencia
con Rómulo Betancourt, presidente de Venezuela;
José A. Mora, de la Organización de Estados
Americanos; Juscelino Kubitschek, ex presidente
del Brasil; Víctor Paz Estenssoro, presidente de
Bolivia y otros políticos latinoamericanos y
europeos. Además, sostiene constante intercambio
de información con el equipo del periódico francés
"L'Express". En la Argentina tuvo recientemente
varias conversaciones con el nuncio apostólico,
monseñor Mozzoni.
Esa proyección
internacional de la personalidad de Frondizi se
concretará con un viaje que el ex presidente
piensa hacer, a mediados de 1964. El itinerario
comenzará con una gira latinoamericana por varias
capitales, a las que ha sido invitado, y culminará
en julio o agosto en los Estados Unidos. Después,
Frondizi haría una gira por Europa, de donde
también recibió varias invitaciones. "Por supuesto
—expresó—, todos esos proyectos dependen de la
situación argentina para mediados del año que
viene. Si entiendo que me tengo que quedar, me
quedo."
El actual presidente
Illia había revelado, hace un tiempo, que cuando
Frondizi estuvo preso en Martín García le envió un
mensaje y le propuso una entrevista, que luego no
se realizó. Posteriormente, surgieron numerosas
versiones sobre intermediarios entre Illia y
Frondizi, y se atribuye a un ex ministro de Guido
haber declarado: "Los canales de comunicación
entre los dos funcionaron a todo vapor". Sin
embargo, Frondizi niega mantener actualmente
contactos con Illia, con quien tuvo estrecha
amistad durante muchos años. "No habría motivos
para no tenerlos; cada vez que nos quisimos ver,
aunque estuviéramos en posiciones distintas, nos
vimos. Sencillamente, esos contactos no existen."
Frondizi también
afirma que no elaboró una acción conjunta con
Aramburu ni existen emisarios entre uno y otro:
"Se dice que los emisarios son Bruno Quijano y
Salvador San Martín. A Salvador San Martín hace
mucho que no lo veo; Bruno Quijano no ve a
Aramburu desde hace meses."
En determinado momento
de la conversación, Frondizi es interrumpido por
una llegada inesperada: un alto joven santafecino,
llamado Juan Carlos Petrosino. Se trata del
marinero que le servía la mesa durante su estada
en Martín García. Es invitado a quedarse.
Frondizi prosigue, en
seguida, su diálogo. Sostiene que hay una evidente
diferencia entre el presidente Illia (al que
aprecia personalmente) y la mayoría de sus
colaboradores: "El asunto puede simbolizarse así
—habría manifestado en una reunión—: Illia es un
médico de Cruz del Eje, con muchos clientes
pobres. Hace recetas para los enfermos, pero sabe
que con las recetas solas los enfermos no se
curan. Lo importante es que puedan comprar los
remedios. De allí deriva un sano empirismo de
Illia, que no contradice una posición principista.
Pero los otros son ideólogos que quieren
solucionar los problemas con puntos del programa.
Un día dicen que lo importante es bajar la carne,
pero la carne es muy desobediente. Así les está
pasando con todo: los hechos no obedecen al
programa."
Es conocida la
admiración de Frondizi por Kennedy. Comentando el
asesinato del presidente norteamericano, el ex
mandatario argentino expresó:
—La guerra fría va
cediendo; el maccartismo va cediendo. Pero la
guerra fría, el maccartismo y la reacción tienen
todavía importancia, y esa importancia quedó
demostrada con el tiro en la cabeza de Kennedy. El
día del crimen llegó a la quinta donde yo estaba
descansando un ex funcionario de la Cancillería.
Estaba pálido. Lo primero que atinó a decirme fue:
Usted me habla avisado hace casi tres años; me
había dicho que a Kennedy lo iban a matar antes de
su reelección.
Y, en efecto, yo había
vaticinado el asesinato de Kennedy. Kennedy se
había enfrentado con las fuerzas más reaccionarias
y regresivas de los Estados Unidos. Esas fuerzas,
en los países de América latina, desencadenan
golpes de Estado. Pero como en los Estados Unidos
no puede haber golpes de Estado convencionales,
asesinan a los presidentes. Allí las tensiones se
resuelven con un tiro. Por eso, la vida de los
presidentes latinoamericanos es más segura:
simplemente se los echa."
En cuanto a su futuro
mensaje sobre el petróleo, Frondizi centrará su
exposición en un punto: "Dicen que los contratos
son malos, a pesar de que permitieron llegar al
autoabastecimiento. Dejemos por un momento a un
lado los contratos: la producción por
administración, es decir, la que hizo YPF sin
contratos, se elevó, desde 1958 hasta 1961, de 405
mil metros cúbicos a 877 mil. Más del doble."
En cuanto a Aramburu,
si bien mantiene también contactos
internacionales, aparece como más concentrado en
su trabajo político de tipo partidario, preparando
a su partido para los acontecimientos futuros. Dos
grupos (dentro de la Unión del Pueblo Argentino)
mantienen un contacto diario con él: el de los
llamados "ejecutivos de la política udelpista",
integrado básicamente por Bernardo Loitegui, Hugo
Wender y Raúl Sandler, y el denominado "grupo
Ondarts", compuesto por el mismo ingeniero Raúl
Ondarts, los generales Carlos Peralta y Ventura
Morón; Agricol de Bianchetti y la señora de
Decurgez. En una posición directa de contacto
personal aparece el ingeniero Salvador San Martin,
considerado a veces el "consejero íntimo" de
Aramburu. Entre los extrapartidarios, los hombres
de asesoramiento del ex presidente provisional son
Horacio Thedy, Adalberto Krieger Vasena, Julio
César Cueto Rúa y Francisco Manrique.
Aramburu, durante su
conversación con PRIMERA PLANA, se colocó en una
línea francamente opositora: "Pasaron dos meses
desde la instalación de Illia en el poder, y
seguimos en la incertidumbre porque las
autoridades no expusieron todavía su política
económica, financiera y social. Al parecer, este
gobierno está decidido a impulsar la recuperación
del país mediante la expansión monetaria,
adoptando a la vez controles y mecanismos de
intervención estatal que han probado, en la
práctica, ser el caldo de cultivo para el
discrecionalismo de los funcionarios y la
corrupción administrativa."
En forma recíproca a
lo que había expresado Frondizi sobre Aramburu (no
existe ningún motivo para no establecer contactos)
se refirió Aramburu a Frondizi; "Mantenemos
relaciones cordiales. No existe ningún motivo para
que las vinculaciones que siempre hemos mantenido
se hayan cortado. Pero ahora hace un tiempo que no
lo veo." Por lo demás, Aramburu reconoció la
existencia de puntos de vista similares sobre
muchos problemas: "Gran parte de nuestro programa
puede coincidir con el programa de la UCRI. En el
sentido de la enseñanza
de los tiempos
modernos: hay que desarrollar la economía,
impulsar las fuerzas vitales de la Nación para
cumplir con el mandato de estos tiempos. Y el
mandato de estos tiempos es elevar el nivel de
vida del pueblo."
Tanto Aramburu como
Frondizi señalaron que no mantenían contactos
políticos; uno y otro, sin embargo, afirmaron que
"no hay nada de malo en establecerlos, pero
todavía no se hizo". La reticencia en la negación
tenía un sentido bien concreto: al día siguiente,
los dos ex. presidentes cenaron juntos en la
Residencia de Alejandro Shaw, y cambiaron ideas
sobre la estrategia a seguir frente al gobierno.
Como Frondizi, se
consideró no-golpista. Sin embargo, su posición en
ese sentido pareció más fuerte: "No creo que la
situación sea de tal naturaleza que se pueda
pensar en golpes. Sería lo más grave que podría
ocurrirle al país." Sobre el mismo tema, Frondizi
había manifestado que "si el gobierno interviniese
en el proceso militar, se pueden producir crisis
muy graves y, de persistirse en la actual
orientación
oficial, no es
descartable un momento de disyuntiva extrema
dentro de un futuro más o menos próximo".
Aramburu también cree,
sin embargo, que la actuación gubernamental es
decididamente desacertada:
•"El país realizó un
importante reequipamiento industrial, pero no es
posible afirmar que ya no es necesario importar
más bienes de capital y cerrar las importaciones,
como lo ha hecho el gobierno. Así se está
imposibilitando la modernización y expansión del
aparato productor."
•"La anulación de las
medidas de promoción industrial para el desarrollo
de la siderurgia, la petroquímica y la celulosa
desalienta la inversión de capitales y frena las
posibilidades de elevar el nivel de vida de la
población."
•"La vida política de
la Nación se desenvuelve entre mitos, slogans y
tácticas demagógicas. En vez de mirar al futuro
desde el ángulo de lo posible, somos prisioneros
de los métodos ortodoxos y de los esquemas
ideológicos, que privan al hombre de su capacidad
de decidir."
•"Sostuvimos la
conveniencia de renegociar los contratos de
petróleo. Opinábamos que esa posición era la más
eficaz, ya que abría al país múltiples
posibilidades de negociación para tras-formar un
hecho presuntivamente negativo en otro altamente
positivo. El gobierno se decidió por la anulación
de los contratos, de acuerdo con su programa. No
compartimos los puntos de vista ni el momento
elegido para llevarlos a la práctica: sólo nos
queda esperar que el gobierno haya previsto la
incidencia de la anulación de los contratos en el
proceso político, económico y social, y tenga ya
pensadas las medidas necesarias para que esa
decisión no se traduzca en un factor más de
deterioro."
Lo evidente es que el
gobierno radical del Pueblo —tal como está ahora
constituido— tiene, en Aramburu y en Frondizi, a
dos opositores muy significativos, tanto desde el
punto de vista nacional como internacional. Sin
embargo, esa oposición no alcanza a la persona de
Illia, y tanto Aramburu como Frondizi incitarán
seguramente al presidente para que realice un
esfuerzo tendiente a resolver los principales y
urgentes problemas del país. Harán, en ese
sentido, un tipo de oposición muy distinto del
realizado por los radicales del Pueblo (con
excepción justamente de Illia) al gobierno de
Frondizi, cuando trataron, desde el primer
momento, de derrocarlo y no de encauzarlo.
Aramburu y Frondizi están contra el derrocamiento
de Illia, pero tienen conciencia de que se pueden
crear condiciones sociales tales que ellos mismos
sean incapaces de evitar un golpe de Estado. Se
proponen colaborar, pero entienden que, antes, el
gobierno debe avanzar algunos pasos en un camino
que haga posible ese apoyo.
PRIMERA PLANA
24/12/1963
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