Arturo Frondizi
Otra vez en busca de la coincidencia
Tres redactores de PRIMERA PLANA mantuvieron la semana pasada una entrevista con el doctor Arturo Frondizi. Lo que transcribimos a continuación es la versión taquigráfica de lo conversado, con lo cual se inicia una serie de reportajes a figuras nacionales e internacionales que irán siendo publicados en números posteriores.

PRIMERA PLANA: ¿Podríamos comenzar con una definición del actual gobierno y sus métodos de trabajo?
ARTURO FRONDIZI: Creo que es un gobierno totalmente anticuado y que trabaja con métodos de hace 30 o 40 años. Por lo tanto, no está en condiciones de afrontar ninguno de los problemas que plantea en su conjunto el mundo, y en particular la Argentina. Una Argentina que cada vez quiere modernizarse más.
PP: ¿Cuáles son esos problemas?
AF: Desde el punto de vista internacional, la marcha acelerada hacia una integración mundial a través de principios de convivencia internacional. Desde el punto de vista del país, deseo de modernización para poder satisfacer todas las apetencias espirituales y materiales que tiene la Nación, comprendiendo desde los problemas económicos y sociales hasta lo que hace a la vida moral y cultural.
PP: ¿En qué hecho concreto se demuestra que este gobierno no hace frente a los problemas de la convivencia mundial?
AF: Hay una tendencia al aislamiento internacional, y a no reconocer el papel que juegan instituciones tan fundamentales como las Naciones Unidas.
PP: ¿Se le puede exigir a un gobierno nuevo que no se tome, por lo menos, ocho o nueve meses para la elaboración de un plan en profundidad con el cual afrontar los problemas nacionales?
AF: Se le debe conceder al gobierno un plazo necesario. Pero si al asumir el gobierno existe, por ejemplo, un decreto de promoción de la siderurgia, y si en base a ese decreto hay una propuesta para instalar una planta que producirá un millón de toneladas de acero, lo lógico es que el gobierno estudie con cuidado antes de tomar una decisión. Sin embargo, sin ningún análisis previo, se derogaron los decretos de promoción industrial. Es evidente una tendencia de este elenco oficial a la paralización de energías vitales para el país. Esta es la crítica más severa que se le debe hacer al gobierno. Para resolver que la Argentina necesita acero, no hace falta un estudio de seis meses. Eso se sabe desde los estudios que realizó el general Savio. ¿Por qué se han paralizado esas iniciativas?, ¿por qué se han derogado esos decretos de promoción que iban a llevarnos a un autoabastecimiento en materia de acero y celulosa? Creo que
el gobierno tiene una típica mentalidad antiindustrialista. Que se inspira en una economía fundada especialmente en el agro, y que concibe un agro sin modernización.
PP: ¿Está el país en condiciones de incrementar su proceso de industrialización que, en gran parte, debe realizarse con protecciones, facilidades y subsidios de todo tipo?
AF: Si al ahorro nacional se le agregan las inversiones extranjeras, estaremos en condiciones de expandir el agro y las industrias liviana y pesada. Para ello necesitamos utilizar el ahorro nacional al máximo y traer inversionistas extranjeros. La acería de la cual hablé antes, iba a instalarse con capitales extranjeros. Todo el conjunto es una política de estancamiento, de inclinación estatizante vestida de tendencias izquierdizantes. Pero es la misma mentalidad de atraso y estancamiento que estos grupos, que hoy son gobierno, tenían hace 30 ó 40 años atrás.
PP: Si éste es un gobierno de tendencias izquierdizantes, ¿cómo se explica que sean apoyados por los conservadores de la Federación de Partidos de Centro?
AF: Lo que les interesa a los conservadores argentinos no es el disfraz con el cual se realiza una política de estancamiento, sino la política de estancamiento misma. Lo que a este gobierno y a estos grupos parece interesarles es una sola cosa: que el país no tenga un gran impulso de desarrollo. Los conservadores no sólo apoyan la política estatizante del gobierno sino que, incluso, se pronuncian en general contra las inversiones extranjeras. Las aceptaban cuando llegaban los inversores extranjeros al país para fortificar la estructura agropecuaria, pero ahora que el capital extranjero está dispuesto a venir para modernizar y transformar el conjunto del país, ya les parece un peligro.
PP: El presidente Illia declaró que está dispuesto a comerciar con cualquier país del mundo, incluso con Cuba. ¿Está usted de acuerdo con esta actitud?
AF: Creo que la Argentina tiene que comerciar con todos los países.
PP: Un observador político señaló recientemente que las Fuerzas Armadas toleran que el gobierno actual comercie con China comunista y, eventualmente, con Cuba, porque los beneficios que se obtengan de dicho comercio serán aplicados al pago de sueldos de nuevos empleados públicos o a sostener una economía agropecuaria, pero que no hubieran tolerado que usted realizara esa política comercial, porque en su gobierno los beneficios se hubieran aplicado a la instalación de plantas petroquímicas y siderúrgicas. ¿Coincide con esa observación?
AF: No creo que el problema se reduzca a las Fuerzas Armadas, sino más bien a los sectores reaccionarios que, psicológicamente, presionan sobre las Fuerzas Armadas. Si nosotros hubiéramos comerciado con China se hubiera creado una situación insostenible. Pero desde afuera, los grupos reaccionarios ejercen enormes presiones sobre las Fuerzas Armadas. En abril de 1962 llegó al país un economista europeo a invitación de un grupo empresario. Este mismo grupo organizó una conferencia del economista en una institución militar, y el invitado se atrevió a afirmar que la industrialización de un país es el mejor camino hacia el comunismo. Evidentemente hay una mentalidad en el país decidida a interrumpir nuestro progreso.
PP: Sin embargo, el desarrollo siderúrgico argentino es iniciado por el Ejército.
AF: Sí, por supuesto, pero la presión sobre el Ejército se produce desde afuera de sus filas. El Ejército ha sido un factor modernizante. A través del general Savio, el Ejército intentó impulsar una política siderúrgica, pero existe concretamente la acción de varios sectores que se oponen a dicha política. Entre 1947 y 1948 se aprueba
el plan del general Savio, pero en la planta de San Nicolás se hizo la primera colada recién diez años después, bajo mi gobierno.
PP: Si se debe a la persistencia de una mentalidad agropecuaria en la conducción del país el estancamiento de la economía argentina durante varios años, esta afirmación es cierta también para el período peronista...
AF: En el peronismo había una fuerte tendencia industrialista, pero se dividía en dos sectores: los que creían que bastaba con impulsar la industria liviana y no advertían que el desarrollo de la industria liviana exigía más materias primas y más combustible de lo que producíamos y nos llevaba al estrangulamiento de la balanza de pagos, y otra tendencia que aspiraba a un desarrollo de base, pero no tenía poder económico suficiente para que se le entregara la conducción.
PP: Si el gobierno actual sigue la política que usted critica, es evidente que se irá acrecentando la crisis industrial. ¿En qué momento cree que hará eclosión esa crisis?
AF: Depende de muchos factores. Económicos en primer lugar, pero también sociales y políticos. Pero nadie dude de que si el gobierno no da solución a los problemas económicos, el país va a ser conducido a una crisis.
PP: ¿Tenía razón entonces la CGT en presionar al gobierno para exigir una serie de medidas urgentes?
AF: La CGT tenía absoluta razón en presionar al gobierno. En primer lugar, para terminar con la desocupación. En segundo lugar, para que no continúe el deterioro de los salarios a través del alza en el costo de la vida. Lo que no me parece positivo es la medida anunciada de ocupación de las fábricas. Esto haría enfrentar a los sectores empresario y obrero. El sector obrero quiere trabajo, lo que supone fábricas funcionando a pleno. A su vez, el sector empresario también necesita que esas fábricas estén funcionando a pleno. Los obreros deben pensar que los artículos producidos en una fábrica que trabaja con el cincuenta por ciento de la capacidad de sus máquinas, tienen un costo mayor, inevitablemente. Lo que se trata de saber es esto: ¿hay una zona fundamental de coincidencia entre la clase obrera y la clase empresaria? Yo afirmo que sí. Lo primordial, por lo tanto, es que esa coincidencia lleve a una acción común contra los responsables de una política económica de estancamiento.
PP: Si pasamos ahora al plano internacional, ¿podría decirnos si estima que la Argentina debe jugar un rol más activo en el campo mundial?
AF: Considero que sí. La Argentina debe jugar un rol más activo. En primer lugar, a través de las Naciones Unidas y los organismos dependientes de la UN; en segundo lugar, a través de la Organización de Estados Americanos y, en tercer lugar, un papel más activo en América latina y en el Cono Sur.
PP: En cierta ocasión, un redactor de PRIMERA PLANA preguntó a un asesor de Kennedy qué motivos había para no favorecer una acción más intensa de la Argentina en el plano mundial, considerando que había importantes coincidencias en las posiciones de los entonces presidentes Kennedy y Frondizi. Respondió que era imposible que todos los países del mundo, incluso con la ayuda de los Estados Unidos, pudieran jugar un papel importante en los asuntos mundiales. Citó el caso de los países nórdicos. ¿Por qué cree usted que la Argentina tiene un papel reservado en los asuntos mundiales?
AF: Todos los países, en la medida que tengan objetivos internacionales claros, pueden y deben gravitar en el campo mundial. La Argentina cuenta con condiciones inmejorables, tanto por su tradición internacional como por su fuerza moral y económica. No quiero significar con esto que deban excluirse otros países. La política mundial tiende a una participación creciente de todos los pueblos, y esto ocurre en especial en el foro de las Naciones Unidas.
PP: En la conferencia del desarme, realizada en Ginebra, hubo 18 delegaciones. Cinco fueron miembros del bloque comunista, expresado a través del pacto militar de Varsovia. Cinco de la NATO, y ocho representaban a países no alineados. Brasil y México asistieron a las deliberaciones formando parte del bloque de países no alineados, mientras que la Argentina, otro gran país de América latina, no obtuvo el apoyo del grupo afroasiático para obtener esa misma distinción. ¿No cree usted que ese hecho negativo es una consecuencia de la política exterior realizada en los últimos años?
AF: Nosotros íbamos a obtener, bajo mi gobierno, el apoyo de los tres bloques para ejercer la presidencia de la Asamblea de las Naciones Unidas, No olvidemos que uno de los objetivos que tiene la política de bipolaridad es, precisamente, el desarme. El mundo, en este momento, marcha muy rápidamente hacia una situación de convivencia, y creo que esa política debe ser estimulada.
PP: Brasil y México obtuvieron el apoyo del bloque afroasiático. La Argentina no lo consiguió.
AF: Sólo había dos puestos. Nada más.
PP: Durante el gobierno de Guido se produjo la crisis del Caribe. Los Estados Unidos decidieron el bloqueo de la isla de Cuba exigiendo el retiro de las bases de cohetes rusos. La Argentina participó de ese bloqueo con el envío de fuerzas armadas nacionales. Si bien se presume ahora que tanto Kennedy como Kruschev conocían los pasos que debía dar cada uno, y que la guerra no estallaría, era evidente que cualquier malentendido podía desencadenar una nueva guerra mundial. ¿Usted hubiera decidido el envío de tropas argentinas al Caribe?
AF: Creo que el envío de tropas fue un error de la política internacional argentina. El problema de Cuba era muy claro. Cuba era un hecho en América latina, resultado, entre otras cosas, del subdesarrollo económico. Nosotros planteamos la necesidad de que entre Cuba y los Estados Unidos se llegara a un statu quo, pues de lo contrario se dejaban entrar en el continente a Rusia y al clima de la guerra fría. Aspiraba a que el problema cubano no saliera del ámbito de América latina.
PP: De haberse logrado ese statu quo entre Cuba y los Estados Unidos, ¿cree que se hubiera podido evitar que varias naciones occidentales aliadas de los Estados Unidos, entre ellas Inglaterra, Francia, Canadá y España, comerciaran con Castro?
AF: Se trataba de alcanzar un acuerdo que garantizara a ambos países una serie de condiciones básicas. Entre esas condiciones figuraba la no invasión del territorio cubano. Hubo un ofrecimiento público de mi gobierno que se formuló en momentos en que yo viajaba a la Antártida. Y hubo conversaciones personales de nuestros embajadores en los Estados Unidos y en Cuba, así como mías, personales, con Kennedy y con Guevara. La necesidad de un acuerdo era evidente para que el problema no saliera del ámbito americano.
PP: Respecto de la ofensiva que inicia de Gaulle sobre América latina, ¿qué derivaciones supone que tendrá?
AF: Pienso que puede agudizar las tensiones de América latina con los Estados Unidos, mientras que es evidente que en el plano mundial Francia intenta crear una especie de tercer bloque, de modo que se podría llegar a ser occidentalista sin necesidad de estar en un mismo bloque con los Estados Unidos, o quizá comunista sin estar ligado a Rusia. Pero por encima de todo creo que los hechos que se van sucediendo deben llamar a la reflexión a quienes dirigen la política norteamericana, haciéndoles comprender que América latina necesita un gran apoyo; de lo contrario será tierra fértil para cualquier tipo de experimentos.
PP: ¿Qué quiere decir cuando se refiere a mayor apoyo de los Estados Unidos?
AF: Hay un problema de filosofía de la ayuda. En los Estados Unidos sustentan una idea de ayuda social cuando se les hacen consideraciones angustiosas sobre América latina. Pero lo que América latina necesita es transformar su estructura económica, desarrollar su economía de base, mantener un adecuado ritmo de elevación de sus niveles de vida. Los Estados Unidos cuentan con elementos para colaborar en este proceso: en primer lugar, una diferente política de comercio exterior. Y en segundo lugar, una mayor comprensión de los organismos financieros internacionales. Es el caso del Banco Mundial, con el cual tuvimos una larga lucha para obtener la financiación que nos permitiera construir la represa de El Chocón. El Banco Mundial se oponía por diferencias de criterio sobre las necesidades argentinas en materia energética. Pero es evidente que sobre el Banco Mundial y sobre otras entidades, el gobierno estadounidense puede influir para que destinen fondos a los proyectos de obras básicas de América latina. Además, pueden orientar las inversiones privadas. Por su parte, los países latinoamericanos deben ofrecer seguridad jurídica, continuidad institucional y tranquilidad en el país. De todos los países de América latina salen al exterior enormes cantidades de dólares de los propios habitantes. Para recuperar incluso los capitales privados nacionales hay que ofrecer seguridad jurídica, continuidad institucional y tranquilidad en el país. La Argentina está constantemente exportando capitales de sus habitantes. No ocurre lo mismo con México, a donde han regresado trescientos millones de dólares.
PP: México no ha sancionado ninguna legislación de excepción para atraer capitales del exterior, cosa que sí ha hecho la Argentina. Hay quienes opinan que los capitales argentinos se evaden para regresar como capitales extranjeros y gozar de las garantías ofrecidas a éstos.
AF: La legislación de excepción existe únicamente para los capitales que vienen del exterior para inversiones que transformen nuestra estructura. No puede ser ése el motivo por el cual hay evasión de capitales, ya que no se conoce un solo caso en que los capitales argentinos hayan regresado, disfrazados o no. Todo lo contrario, seguimos exportando capitales desde hace veinte años.
PP: Pero el hecho es que el capital extranjero está asegurado contra todo riesgo, mientras que el capital argentino no lo está.
AF: ¿A la Argentina le interesa o no que lleguen capitales extranjeros a radicarse en sectores fundamentales para la expansión económica? Creo que es un problema de interés nacional. En cuanto a garantías, si se pide al capital extranjero que venga al país, deben otorgársele ciertas garantías. Los países que deben ofrecer garantías de excepción, es porque no han tenido las garantías normales y permanentes. México no necesita ofrecer las garantías especiales que debe otorgar la Argentina, porque ha garantizado con los hechos, con la seguridad jurídica y la continuidad institucional la afluencia de capitales del exterior. Lo mismo ocurre con Suiza, país al que a nadie se le ocurriría solicitar garantías.
PP: ¿Prevé alguna situación especialmente explosiva en América latina?
AF: La situación es explosiva, si bien no preveo que puedan ocurrir acontecimientos graves de hoy para mañana. Pero es evidente que la situación se hace más grave a medida que se agudizan los problemas económicos.
PP: Si volvemos al plano político nacional, comprobamos que hay cierta estabilidad en las diferentes agrupaciones, con excepción de la UCRI y del peronismo. ¿Qué desarrollo estima que tendrá la crisis en la UCRI?
AF: De la UCRI van a surgir dos fuerzas políticas organizadas. Estos procesos críticos en los partidos políticos forman parte de un proceso de crisis general del país. Pero lo que aparece como un fraccionamiento a fondo de los organismos de carácter político, va a conducir a la unificación de grandes fuerzas.
PP: ¿Cómo se podría caracterizar la división de la UCRI?
AF: La característica doctrinaria fundamental es ésta: para quienes estamos militando dentro del movimiento de intransigencia, el desarrollo económico y social es fundamental. El otro sector no piensa lo mismo que nosotros.
PP: Sin embargo, esos sectores coincidían hasta el 29 de marzo de 1962. Luego se produce la división. La causa de esa división ha sido únicamente la aspiración del doctor Alende de ser el candidato presidencial del Frente Nacional.
AF: Efectivamente, tuve el apoyo de todos hasta el 29 de marzo. Creo que algunos estaban totalmente identificados con esa política de desarrollo económico. Incluso en cuanto a los métodos que utilizamos. Pero otros correligionarios no estaban tan identificados. Ese es el fondo de la cuestión. Por ejemplo, sobre el tipo de reforma agraria que necesita el campo. Algunos correligionarios pensaban en una reforma sobre la base de la división de la tierra en pequeñas unidades económicas. La reforma agraria que necesitamos es una revolución tecnológica, que no puede realizarse en pequeñas parcelas. Dividir el campo en pequeñas parcelas es una política de atraso. Lo que necesitamos es modernizar el campo.
PP: Cuando habla de unificación de grandes fuerzas, ¿se refiere a la unión de varios partidos?
AF: Sí. Creo que se van a producir grandes fuerzas, ¿se refiere a la unión las etiquetas partidarias. Hoy, los radicales del Pueblo coinciden con los conservadores en una política de intervencionismo estatal y estancamiento. Su objetivo es detener el progreso. Pero hay otras fuerzas, más numerosas, que quieren apurar el progreso.
PP: ¿Cree que el peronismo está entre esas fuerzas?
AF: No tengo ninguna duda.
PP: ¿Cree que el peronismo puede coincidir con el programa aprobado por la UCRI en Chascomús, de corte neocapitalista?
AF: El peronismo contiene por sí mismo los elementos que apoyan la gran expansión económica. Los peronistas y muchos otros sectores coincidiremos en la necesidad de una muy rápida expansión.
PP: Esa coincidencia, ¿se podrá expresar en las elecciones de febrero o de marzo de 1965?
AF: Por ahora, las próximas elecciones no son más que una anécdota.
PP: Aparentemente, la atomización que se advierte en la UCRI y en el peronismo daría nacimiento a varios partidos nuevos. ¿Coincide con esta perspectiva?
AF: La política de atomización se debe a muchas causas, pero una de ellas es que se la está alentando. En la medida en que haya atomización se podrá continuar con la política de estancamiento. La atomización se promueve desde muchos sectores.
PP: Entre estas causas, ¿cree que influye la ley de representación proporcional?
AF: Por supuesto. No soy en absoluto partidario de esa ley.
PP: Fue promovida por su gobierno.
AF: Era un paso para poder llegar a la legalización del peronismo. Y sólo debía funcionar por esa única vez. En aquella oportunidad hice conocer mi opinión, y la reitero: creo que es una ley nociva para el país.
PP: Si los conservadores coinciden con el gobierno de Illia, ¿cómo se explica que un sector originado en el conservadorismo, como UDELPA, esté en contra del gobierno?
AF: En algunos aspectos, UDELPA ha adoptado una política de desarrollo, advirtiendo que el desarrollo económico es fundamental para el país. En UDELPA trabajan algunos técnicos con mentalidad modernizante.
PP: Para la constitución de las fuerzas nacionales a que hizo referencia, seguramente uno de los métodos es el encuentro personal de sus dirigentes. ¿Discutiría usted con líderes peronistas los temas de la coincidencia?
AF: Sin ninguna duda. Tiene que producirse una maduración de la conciencia del país en su conjunto. Creo que los contactos personales son útiles, pero mientras los grandes sectores nacionales no realicen su propia experiencia, la acción del dirigente a veces no es aval suficiente.
PP: ¿Cómo se explica que el partido Comunista, en términos generales, apoye al gobierno de Illia?
AF: Hay posiciones de carácter político que no hacen al fondo de la cuestión. El partido Comunista está en una posición típicamente política. Un comunista argentino no podría explicar por qué en el año 1946 la inversión extranjera era útil, y constituía un atentado a la soberanía nacional en 1958. Las posiciones del partido Comunista obedecen a elementos políticos que no hacen a la concepción que se debe tener sobre la Argentina.
PP: Usted fue electo sobre la base de una coincidencia en las urnas. Pero no funcionó. ¿Cree que es posible repetir la coincidencia nacional?
AF: La historia argentina demuestra que el país, cada vez que pudo expresarse, lo hizo a través de grandes coincidencias. Así ocurrió en 1916, en 1928, en 1945 y en 1958. ¿Por qué el país no podrá encontrar una nueva coincidencia dentro de tres o cuatro años? La coincidencia de 1945 duró diez años, y comienza a resquebrajarse cuando algunos sectores del peronismo no comprenden el sentido del movimiento nacional. Perón fue empujado a convertirse en jefe de la clase obrera, exclusivamente, dejando fuera del movimiento a otros sectores muy importantes,
PP: Volviendo a su gobierno: creemos recordar que quizá el único problema que llegó a provocar luchas callejeras entre dos bandos, fue el de la enseñanza privada. ¿Qué experiencias cree que recogió el país de la aplicación de la llamada ley de enseñanza privada?
AF: En primer lugar, dicha ley permite que distintos sectores del país puedan crear sus propios establecimientos educativos. Tenemos, por ejemplo, un instituto tecnológico dirigido por marinos. Esto es altamente favorable. Existen, además, experiencias muy importantes en el orden universitario, secundario y primario. La aparición de organismos educativos no oficiales obligó a éstos a aceptar la competencia y la comparación, por ejemplo, en cuanto al costo por alumno. Con lo que le cuesta un alumno a la escuela primaria oficial, se puede educar a tres niños en la escuela privada. La agitación de los primeros momentos fue artificial. Después de un año, ya nadie habló de aquello, y ahora nadie se acuerda.
PP: Sin embargo, en Córdoba, el gobernador Páez Molina parece decidido a una ofensiva en este sentido, y ya ha eliminado al Consejo de Enseñanza Privada.
AF: Uno de los males de los radicales del Pueblo es que son ideólogos; e ideólogos atrasados. La pedagogía moderna ha superado hace mucho esas ideologías.
PP: Si hiciéramos una encuesta en la opinión pública sobre las presiones que se han ejercido sobre usted durante su gobierno, seguramente habría unanimidad en señalar como origen de las mismas a las Fuerzas Armadas. Sin embargo, en el contacto permanente que los cronistas de esta revista tienen con las Fuerzas Armadas, así como con los otros sectores de la vida nacional, parecería descubrirse una reivindicación de su presidencia. Las Fuerzas Armadas han experimentado profundas crisis internas desde aquellas presiones y desde la decisión que sus comandantes en jefe tomaron de derrocarlo. ¿Qué ubicación formularía usted de la situación actual de las Fuerzas Armadas? ¿Nota alguna diferencia con los grupos militares que lo derrocaron?
AF: Creo que existe una diferencia sustancial. Creo que después de setiembre de 1962 y de abril de 1963 hay una toma de conciencia en las Fuerzas Armadas sobre los problemas reales de la Argentina. Será difícil engañarlas como antes por el simple instrumento de la acción psicológica. Esto es altamente positivo. Hay un cambio de mentalidades, no sólo de hombres.
PP: A veces no parece exteriorizarse demasiado.
AF: Sin embargo, creo que en todos los niveles de las Fuerzas Armadas se ha producido un cambio importante. Si setiembre de 1962 y abril de 1963 fueron posibles, es porque la actitud de los mandos era expresión de la actitud y de la mentalidad generales de los cuadros.
PP: El apoyo obtenido por los azules en los cuadros, ¿no fue solamente porque los cuadros estaban cansados de los golpistas?
AF: No, la nueva posición de las Fuerzas Armadas no se agota diciendo que son antigolpistas. Creo que hay un cambio sustancial que va mucho más allá, y es la toma de conciencia, vuelvo a decirlo, que están asumiendo sobre todo el conjunto de los problemas nacionales.
PP: Ese proceso de coincidencia nacional del que habló antes, ¿es posible sin la participación de las Fuerzas Armadas?
AF: No. En la maduración de todas las fuerzas está la posibilidad de esa coincidencia. Ese cambio de mentalidad tiene que ir dándose en las Fuerzas Armadas, en las fuerzas obreras y en las fuerzas empresarias. Si no se produce ese cambio profundo, poco es lo que podrá hacer el político encerrado en sus ideologías particulares.
PP: Ha señalado usted los errores de este gobierno. ¿Qué salida específica ve para este gobierno, para que enmiende esos presuntos errores?
AF: Necesitamos una decisión de nivel político. Cambiar el rumbo de la política económica. Ese cambio se puede ejecutar con hombres de cualquier partido o sector, siempre que haya la decisión de cambiar las estructuras del país. No es el método el que no aparece, sino la capacidad de tomar la decisión de querer alcanzar esos objetivos.
PP: Si usted debiera dirigir hoy, ahora, un mensaje a la opinión pública, ¿sería un mensaje de fe, de esperanza o de paciencia?
AF: Mi mensaje sería de esperanza, de fe. Pero también de enfrentamiento con los problemas que nos plantean la realidad argentina y la realidad del mundo. Creo que diría al pueblo argentino que cada uno. en el sector específico de su actividad, afronte los problemas sin anteojeras ideológicas, buscando las soluciones que el país necesita. Esto es lo que pediría a obreros, a empresarios, a industriales, a técnicos, a militares, a intelectuales. Sin perjuicio de las ideologías de cada uno, busquemos determinar la realidad de los problemas, de todos los problemas, y cuál es el mejor camino para la República. Este es el mensaje. Que cada sector fije con franqueza su posición. De ese modo, el país verá clarificarse muchos puntos oscuros, y se resolverán muchas dificultades. Debemos caminar todos hacia lo que considero más vital: las grandes coincidencias sobre los objetivos nacionales básicos.
24 de marzo de 1964
PRIMERA PLANA

 

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