Diecisiete de setiembre de
1969. En Rosario arde medio centenar de ómnibus,
trolebuses y coches. En cada esquina una
barricada, fuego, manifestantes, policías, hombres
de prensa. Casi un centenar de periodistas de todo
el país habían llegado hasta la segunda ciudad
argentina para cubrir la información de un hecho
que ya tenia nombre propio: "el rosariazo". En
meses posteriores la convulsión seguiría siendo
una constante. Difícilmente cualquiera de los
que estaban allí entonces podría haber imaginado
que ese muchacho rubio, de pelo largo, que como
muchos otros reporteros gráficos registraban en
sus cámaras, más allá de los balazos, el fuego y
los gases lacrimógenos, imágenes de lucha, se
convertiría a partir de un año después y hasta la
actualidad, en el primer fotógrafo argentino. Era
difícil imaginar que ese muchacho inquieto y
arriesgado acapararía premios en nuestro país y en
el extranjero. Hablamos de Carlos Saldi, 30
años, casado, tres hijos, fotógrafo rosarino; un
ilustre desconocido. La memoria trae muchas
anécdotas. Historias de fotógrafos que más de una
vez arriesgan sus vidas en esa especie de "locura
de la profesión", que hace que el que aprieta el
obturador no repare en riesgos. —Ahora contanos
cómo es eso de que sos el primer fotógrafo
argentino. Luisa, su mujer, lidia con los 3
hijos de su pareja: Carlos Germán, Franco y la
pequeña Paola. Luisa es ceramista, Luisa le ayuda
a revelar fotos, a ordenar su gigantesco archivo.
—Mirá, la cosa empezó así. A comienzos de 1971 un
fotógrafo de Esperanza escribió a la Federación
Argentina de Fotografía quejándose porque entendía
que los premios eran digitados y había, según él,
una clara tendencia a favorecer a los
profesionales porteños. La respuesta de la
Federación al fotógrafo de Esperanza decía que
estaba equivocado, ya que en el año 1970, Carlos
Saldi, de Rosario, había ocupado el primer lugar
en el ranking de la FAF. De cualquier manera a mí,
oficialmente, no me comunicaron nada. Eso,
respecto a 1970, pero en 1971 y 1972 sí fui
notificado de que había obtenido el primer lugar.
La "prueba" está sobre el escritorio del comedor.
En una hoja con membrete de la Federación
Argentina de Fotografía se lee: "Tengo el
agrado de dirigirme a usted en nombre del Comité
Central, a fin de hacerle llegar nuestras más
sinceras felicitaciones al resultar ganador de
nuestro ranking, en su sección monocromo" (blanco
y negro). Ese testimonio prueba su éxito a lo
largo de todo 1971. La otra carta, que recibió
hace pocos días, reitera felicitaciones por haber
ocupado el primer lugar, ahora por segunda vez
consecutiva, en el ranking nacional. Ranking,
ranking, ¿qué es eso del ranking en fotografía?,
¿cómo se logra el primer puesto? ¿Por una foto,
por la suma de premios? Carlos nos muestra el de
1971. Su nombre figura al tope, con 260 puntos.
—Lo del ranking es muy simple. Uno presenta, en
las distintas exposiciones, una serie de fotos. Si
son aceptadas compiten. La suma de fotos premiadas
en todos los salones del país hacen el puntaje.
Recorremos la casa de los Sal-di. Entre las miles
de fotos perfectamente archivadas descubrimos las
del Rosariazo. —Sí, aquella vez vendí un montón
de fotos a distintos diarios y revistas de Buenos
Aires. Pero ojo, las fotos de exposición, las
premiadas, no las vendí, ni las venderé nunca.
Puede ser que se la regale a un amigo, pero no la
vendo como una mercancía. —¿De qué vivís?
—Hago fotos publicitarias, trabajo para agencias,
hago retratos, ilustro tapas de discos de empresas
da Buenos Aires, me las rebusco. Soy profesor del
Ateneo Foto Cine de Rosario, aunque allí no cobro
un peso, en cambio sí me pagan para dar clases en
una escuela de modelos. —¿Cuáles fueron los
medios periodísticos en los que trabajaste?
—Aquí, en Rosario, colaboré con todos. En Buenos
Aires lo mismo. En el 70, junto con un grupo de
amigos hicimos "Boom", una revista que hizo
historia dentro del periodismo del interior.
Trabajaban Svend Segovia, el Negro Ielpi, el
humorista Roberto Fontanarrosa, es decir, mucha
gente importante. Yo era jefe de fotografía y
ADEPA me dio el primer premio por mis fotos de
tapa, hecho inusual, ya que no registraba
antecedentes dentro del periodismo del interior.
Tuve propuestas para incorporarme a los diarios de
Rosario, pero no quise porque de aceptar tenía que
sujetarme a un horario y sentí como si me fueran a
quitar la libertad. Carlos es un poco la imagen
del fotógrafo de Blow Up. Rubio, cabello largo,
anda siempre con las cámaras a cuestas. No para
llamar la atención sino para captar la imagen que
le interesa. Juega con sus chicos, famosos en
Rosario por los cortos publicitarios que él mismo
dirigió, trabaja "porque tengo que entregar una
foto publicitaria para una compañía de Buenos
Aires" y explica: —Miré, la fotografía para mí
es un estado de ánimo. Me interesa todo, pero
fundamentalmente la gente, la gente que me rodea y
a la que trato de entender y que me entienda. No
me gusta hacer fotografía de "adorno" o "para
colgar". Te repito, para mí, obturar es un estado
de ánimo. Nos muestra El Nido, una foto que
ganó en el Salón de Hong Kong, y nos cuenta la
historia de la placa que aún hoy sigue acumulando
premios. —Mi mujer estaba embarazada de Paola,
mi hija menor. Ya tenía dos chicos y nunca había
hecho nada sobre el tema. La idea me perseguía,
pero no sabía bien qué era lo que quería hacer.
Una noche, Luisa me dijo que tenía fuertes
contracciones y que suponía que la criatura podía
nacer de un día para el otro. Estaba acostado, me
levanté y lo vi a Pachi (Carlos Germán, el chico
mayor) que todavía no se había acostado. Le pedí a
mi esposa que se quitara la ropa y al nene
también. En un momento dad0 vi que Pachi,
señalando el vientre de la madre, dijo: acá está
el hermanito ¿no? Le dije que se quedara quieto, y
disparé dos o tres veces, fuera de foco y en
movimiento. Horas después le mostraba la foto a
Luisa. Le gustó mucho y, cosa poco común en mi,
también se la mostré a gente amiga; todos quedaron
enloquecidos, cada cual la veía desde su punto de
vista; para algunos el bracito de Pachi señalando
el embarazo de su madre semejaba el cordón
umbilical, un arquitecto amigo me habló de la
plasticidad de la foto. Todos, sin excepción
quedaron maravillados. Después la mandé a Hong
Kong y allá ganó. —¿Es la foto que más querés?
—Y... motivos habría, es una cosa muy dulce,
tierna, pero no es la que más quiero. La foto que
más quiero se llama "Carlitos y sus aparatos", con
la que gané el segundo premio del concurso mundial
de CAESPO, sobre el tema "La salud del hombre".
Pero no es por el premio. Logré otros más
importantes. Es por lo que significa, por la
crítica que despertó. Según las bases del concurso
había que mostrar la recuperación, la felicidad
del hombre a pesar de sus males. El chico de esa
foto es mi hijo mayor, que usa, ahora con menos
frecuencia, unos aparatos para corregir
genu-valgum (deformación congénita del talón) que
al caminar tiende a deformar las piernas en "patas
de catre". Actualmente también las usa Franco, el
segundo de mis pibes, lo que evidencia que el mal
es hereditario. El mostrar a mi hijo así me valió
el siguiente comentario, publicado en una columna
de fotografía de un diario metropolitano: "Para
obtener «la foto» y ganar un premio, su autor no
vaciló en colocar a su hijo sano una prótesis para
que posara como enfermo de parálisis infantil. Es
un caso penoso que muestra la desviación de un
individuo perdido por su deseo de brillo. Sin duda
ha trastrocado los valores." —En la foto se ve
a Pachi muy feliz y, es más, el autor de la
crítica, además de juzgar sin saber se equivoca:
los aparatitos del chico no son para parálisis
infantil. Yo nunca tuve ni tendré reparos en
mostrar a mi hijo así, y tampoco me hubiera dado
vergüenza mostrarlo con verdaderas prótesis para
corregir la parálisis, si es que realmente la
hubiese sufrido. Además en la foto se ve que el
chico se siente realmente feliz. Yo no lo obligué
a que sonriera. Lo hizo espontáneamente, jugando
con su padre. Por todo esto que te expliqué, y aun
cuando no sea la más premiada, "Carlitos y sus
aparatos" es la fotografía que más quiero.
Saldi habla con bronca. Le duele que alguien haya
pensado que especuló con la enfermedad de su hijo.
Cuesta sacarlo del tema, pero la pregunta
interrumpe su monólogo de rabia: —De acuerdo
con los rankings sos el primer fotógrafo argentino
en tu especialidad, blanco y negro. ¿Por qué no
hacés color? —Hago monocromo y también color,
lo que pasa es que a los salones de exposición,
por mi afán de artesano, es decir, que me gusta
"hacer" toda la foto, mando blanco y negro. En
color tengo una gran producción también. Casi te
diría que as la mitad del total, pero más que nada
para trabajos publicitarios. Para mandar a los
salones fotos en color me falta tiempo, tiempo
para hacer lo que me gusta y no mandar cualquier
cosa. —¿Te vas a Europa con una beca o algo por
el estilo? —De la beca no quiero hablar. Hay
dos posibilidades bastante importantes y en eso
ando. Lo concreto es que dentro de tres meses me
voy por dos o tres años. Me voy a estudiar, a
trabajar; quiero aprender más. Es muy importante
vivir un tiempo en Europa. Pero te repito, no voy
en plan de turismo ni a ganar plata. Voy a
estudiar. Carlos Saldi. Un desconocido que
desde hace mucho tiempo guarda, con una frecuencia
poco común, decenas y decenas de premios. Es
nacido y criado en Rosario. Estuvo fuera del país,
en los EE. UU., durante cuatro años, cuando
también decía que quería aprender. Carlos Saldi es
un ignorado que desde hace tres años viene
anotando su nombre en el ranking de la Federación
Argentina de Fotografía en el lugar más alto de la
lista. Atrás de él, Raota y otros muchos apellidos
famosos. Saldi es un muchacho humilde, sin
vedettismos, inteligente. Es además, conocido como
brillante reportero gráfico. Ahora está en su
estudio, que fue armando de a poco y con
sacrificios, con su hermano Pepe. —¿Qué es lo
que te gusta más?: ¿entrar en un lugar prohibido y
hacer una foto de "asalto", registrar una
manifestación, hacer fotos publicitarias, buscar
temas, y plasmarlos luego en fotos para concursos?
—A mí me gusta sacar fotos. Sería complicado que
te dijera que sigo teniendo alma de reportero
gráfico. Me gusta mucho hacer publicidad, o buceo
permanentemente la realidad que me circunda. La
cosa es simple. Simplemente soy fotógrafo.
JORGE MARRONE Fotos: EDUARDO GIMENEZ revista
Gente y la actualidad 17.05.1973
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