¿EN QUE ANDA AHORA PATRICIO KELLY?
Contrariamente a lo que muchos sospechaban, Guillermo Patricio Kelly no se fue del país ni se recluyó en su casa. Anda por la calle, le sigue enviando telegramas a Perón y proponiendo un peronismo revolucionario con la juventud, sin transacciones verticalistas. Está en contra de Rucci, Osinde y López Rega; y acusa a la ALN de querer resucitar el nazismo. Redacción lo reporteó.
Guillermo Patricio Kelly

—El 20 de junio Perón regresó al país, y desde ese día su presencia física gravitó sobre los actos de Gobierno. El 13 de julio, además, se abrió un nuevo período, con Perón postulado para Presidente. ¿Y usted qué dice ahora?
—Tal como le dije en un telegrama dirigido a Perón, ya no podrá haber intermediarios entre él y el pueblo. Creo que se acabaron las cartitas y los disquitos tantas veces fraguados y/o vendidos al mejor postor. También creo que a partir de ahora. Perón es el dueño de la verdad y de la mentira, de los triunfos y de las derrotas porque es el líder absoluto, y esta vez con la sumisión de sus más recalcitrantes enemigos.
—Pero lo que interesa es el proceso político.
—Miren, la película de ese proceso quedó cortada el 16 de junio de 1955 con el rencoroso bombardeo a Plaza de Mayo; lo más grave es que la película una vez unida con la actualidad sea pasada hacia atrás y muestre los errores y los horrores del pasado.
—En ese corte fílmico que usted supone pegado de manera arbitraria están incluidos 18 años cuajados de hechos muy importantes. Supongamos que la película imaginaria a que usted se refiere continúe proyectándose sin ese corte y que usted deba juzgar en el contexto de casi dos décadas a la Alianza Libertadora Nacionalista y al Ejército Revolucionario del Pueblo, ¿cómo los diferenciaría?
—La ALN es un tacho de basura con un recolector de corte hitleriano. Creo que la televisión, la radio y el periodismo en general deberían mostrarla con su pensamiento tal cual es; en cuanto al ERP es necesario comprender que Cuba es una nación y una patria muy distinta a la nación y a la patria argentina, que Juan Domingo Perón no es Fidel Castro y que mientras viva el líder de las masas argentinas, guste o no, todas las siglas de formaciones especiales quedan reducidas a sectas. Y todos sabemos que del sectarismo no sale la vanguardia revolucionaria.
—¿Entonces para usted Perón ya no comete más errores?
—Aún los comete. Por ejemplo el de confundir a los Quisling con el pueblo. Estos, a su vez, con el aval de la verticalidad se dedican a los progrom en vez de hacer la revolución. Creo que Perón tiene la obligación moral de un reconocimiento a la verdadera resistencia civil-obrera-popular que en definitiva fue la que sostuvo, a sangre y fuego, el mito en apogeo.
—Usted siempre busca promocionarse a costa de otros. Hace unos años subió al campanario de la Recoleta y provocó a Pedro Eugenio Aramburu.
—Sólo un ególatra o un enajenado mental puede buscar promoción a costa de -su vida. Por otra parte, no estaba solo sino en compañía de Humberto Guidi. Estábamos allí para protestar, con la eficacia que proporciona el escándalo, contra la presencia de los responsables de los asesinatos de la Revolución Libertadora y porque el acto que se realizaba constituía un insulto al pueblo y a la dignidad de los argentinos.
—Usted y sus amigos se alinean en una tendencia autotitulada "peronismo revolucionario". ¿Significa eso que no consideran al peronismo revolucionario o que lo hallan contrarrevolucionario?
—No. Cuando nos definimos como peronistas revolucionarios no nos diferenciamos de la mayoría peronista. Somos parte de ella y no podríamos dejar de serlo sin negarnos a nosotros mismos. Somos peronistas y no vamos a dejar de serlo mientras no renunciemos a dejar el papel que nos corresponde en la lucha por destruir las viejas estructuras de la dependencia. Sí nos diferenciamos de la burocracia podrida, la que en representación del peronismo habla de revolución y la frena, de la justicia social y la sepulta bajo las frustraciones del statu quo.
—Cuando usted anatematiza esa burocracia, ¿no le parece que lo hace contra un fantasma?
—No es un fantasma, sino un equipo muy articulado y por muchos años activo al servicio de los enemigos del pueblo y del país.
—Es evidente que usted desde hace tiempo discrepa con Perón, y pese a lo que dice, todo indica que niega su liderazgo. ¿Cuáles son realmente las bases de esa discrepancia?
—No niego, ni negué nunca el liderazgo de Perón. El es el creador y el jefe del Movimiento. Pero entiendo que en todo movimiento policlasista, como lo es el peronismo, coexisten tendencias que aunque acordes en lo fundamental, como la independencia económica, formulan soluciones diferentes para concretar algunos objetivos. Creo que de acuerdo a esa realidad, además de líder, esas tendencias deben estar representadas en un cuerpo colegiado donde la autocrítica sea permanente. Es la única manera posible de crear revolucionarios. De lo contrario se genera un puñado de rebeldes y una mayoría de felpudos. Osinde, Rega y Rucci, por ejemplo, usan a Perón; y si la juventud transa verticalmente con esa infiltración se van a encontrar negociando la sangre derramada.
—¿Cree que Perón es el responsable de esa situación?
—Perón es el jefe y el sostenedor de la verticalidad, y aunque es también el creador de la consigna que señala que primero está la Patria, después el Movimiento y finalmente los hombres, en la práctica primero está el mito y después todo lo demás. Para un revolucionario, la revolución es lo fundamental. Y la revolución para nosotros es transformar en independencia el estado actual de dependencia, que es progresivo porque cada vez tenemos más necesidades de autodeterminación. Debemos producir aquí, porque tenemos materias primas para hacerlo y porque sólo depende de una política que ponga énfasis en hacer de la reconstrucción y de la liberación el objetivo irrenunciable de todos los argentinos.
—¿Pero es necesaria o no la participación del capital extranjero?
—El capital no tiene patria y su ley fundamental es la ganancia. Sólo pagan precios políticos por él quienes carecen de una política de liberación y del apoyo de las masas.
Revista Redacción
08/1973

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