Panorama Político Nacional
Las divergencias internas están demorando la acción del gobierno
Es difícil trabajar con los comunistas
UDELPA: La nueva ola cree que ha triunfado
Conservadores: Crisis de bolsillo en el distrito capitalino
Panorama político nacional

Las divergencias internas están demorando la acción del gobierno

A cincuenta días de la fecha en que el doctor Arturo Illia asumió la presidencia de la República, las preguntas más populares en los medios politizados se refieren a la extrema cautela con que procede el Poder Ejecutivo: ¿Qué está haciendo el gobierno? y ¿Por qué no pasa nada?, son los interrogantes que se formulan los observadores de la política argentina.
Excepto algunas escaramuzas ocurridas en el campo militar al plantearse ciertas designaciones, una total inactividad —con respecto a hechos que constituyen realmente noticias— parece marcar esta primera etapa del gobierno del doctor Illia. Por lo demás, hubo algunos anuncios espectaculares, como el relativo a la anulación de los contratos petroleros, pero si se dejan a un lado sus ingredientes político-emotivos, puede observarse que, por sí mismos, esos anuncios no han determinado cambios profundos: Yacimientos Petrolíferos Fiscales está ahora renegociando los convenios con las empresas —a las que pidió que siguieran produciendo— y según piensa la mayoría de los observadores parece seguro que se proyectan nuevos acuerdos que se limitarán a sustituir a los anteriores cambiando de signo su connotación política.
En cuanto a la desocupación, la única actitud concreta de las actuales autoridades fue dar a conocer los resultados de una encuesta realizada en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. El otro problema nacional básico —el de precios y salarios— prometió ser resuelto enfáticamente por el doctor Ricardo Balbín mediante un "decreto del asombro". Nadie parecía, sin embargo, estar muy asombrado a fines de la semana pasada cuando seguía el debate entre funcionarios del gobierno sobre precios-tope o no-precios-tope, y la única medida que se había anunciado era una restricción de las exportaciones de carne, que constituía —dicen los expertos— una manera de estimular el consumo de carne y deteriorar, a la vez, la balanza de pagos con el peligro de incrementar la retracción en las otras zonas de la producción.
Lo cierto es que, justificada o no, la pregunta sobre qué hace el gobierno es formulada hoy por los más importantes sectores de la vida nacional. En esos términos, por ejemplo, la planteó durante una cena, la noche del jueves último, un grupo de militares al subsecretario del Interior. Luis Vesco, al senador oficialista Santiago Fassi y al presidente del bloque parlamentario radical del Pueblo, Raúl Fernández. Los tres interpelados se limitaron a contestar que el gobierno estudia las medidas de fondo que deberá adoptar y que, hasta tanto esos estudios no proporcionen conclusiones precisas, "nada concreto se puede anunciar o hacer".
La sensación generalizada, sin embargo, es que la parálisis oficial no está determinada por la labor de investigación, sino, más sencillamente, por las profundas disensiones que separan a los distintos grupos de funcionarios con poder de decisión. En ese sentido, quizá el índice más concreto lo constituye la polémica que divide a los integrantes del equipo económico.
La situación, en dicho campo, podía ser definida en la siguiente forma: Félix Gilberto de Elizalde, J. J. Alfredo Concepción, Carlos García Tudero y Bernardo Grinspun constituyen un equipo de la UCRP que actuó en el asesoramiento económico, antes de asumir Illia, con ideas más o menos homogéneas. Después, ese equipo apoyó a Eugenio Blanco cuando era candidato a ministro de Economía; pese a algunas reservas, sus componentes creían que Blanco, como los monarcas constitucionales, reinaría pero no gobernaría. No obstante, a medida que la dinámica de los acontecimientos se fue definiendo, la situación entre el equipo y el ministro se tomó conflictiva. El temperamento de Concepción —y también el de García Tudero— acentuó las diferencias; Elizalde, por ser amigo personal de Blanco, y Grinspun, por su carácter más conciliador, trataron, más o menos inútilmente, de actuar como amortiguadores.
Finalmente, la discrepancia surgió con respecto al problema de la carestía de la vida. Su exteriorización fue paradójica: ni Blanco ni Concepción consideran que la fijación de precios máximos constituye la solución. Pero Concepción, si bien no confía en el valor económico de una medida de esa naturaleza, no la rechaza en cuanto pueda obrar como disuasivo sobre productores y distribuidores mayoristas, y, además, entiende que una decisión así puede ser beneficiosa desde el punto de vista político-psicológico. En todo caso, no desprecia las listas de precios como factor de amenaza contra los especuladores. Concepción habló con productores y distribuidores sin llegar a resultados que, a su criterio, fueran satisfactorios: los intimidó, entonces, con la posibilidad de precios máximos. Blanco se opuso a utilizar ese argumento como amenaza apoyándose en una sencilla tesis: "Si no se asustan, tendremos que hacerlo y las consecuencias serán negativas". El sabattinismo, que desde el primer momento consideró a Blanco como su enemigo y que, por las vinculaciones del titular de Economía con Balbín, estima que un "cambio de guardia" sería útil en el frente interno radical, comenzó entonces a abrir una intensa ofensiva, apoyando a Concepción.
Como estaba implícito desde el comienzo de su formulación, el planteo se expandió y permitió observar, finalmente, la existencia de dos "alas" del gobierno con ideas contrapuestas en lo económico y social. Algunos de los hechos destacables dentro de ese panorama podían resumirse esquemáticamente:
• Illia es, por temperamento moderado, y partidario de que el Estado tenga la menor intervención posible — dentro de lo que la situación consiente— en el proceso económico. A la vez, es quizá el radical del Pueblo menos decidido a practicar una política de tierra arrasada con respecto a la obra de sus antecesores.
• Perette, en cambio, es partidario de una actitud definida en cuanto a los problemas económicos; se inclina por medidas espectaculares.
• Junto a Perette —o escudados detrás de él— se alinearon tanto los hombres del equipo económico estrictamente radical del Pueblo, que discrepan con Blanco (Concepción, García Tudero) como los funcionarios más estatistas (Pozzio, Silenzi de Stagni, Juan Sábato). En la línea de Illia apareció el ministro Blanco. Germán López, subsecretario de Trabajo, se colocó en una posición intermedia.
Las dos líneas, paralelamente, tendían a buscar apoyos políticos, dentro y fuera del gobierno. La política de compromisos que Illia manejó hábilmente hasta la formación del gabinete no había dado, aún, resultados que redundaran en beneficio de una mayor operatividad y dinamismo del gobierno.

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Cismas
Es difícil trabajar con los comunistas
Una cuestión caballeresca planteada entre el izquierdista vicecomodoro Rafael Pites y el doctor Adolfo Silenzi de Stagni constituyó la plataforma de difusión de la crisis que se está desarrollando en el Movimiento de Defensa del Petróleo Argentino. La organización, que núcleo tradicionalmente tanto a comunistas como nacionalistas y afiliados de partidos liberales, unidos en torno de una posición similar con respecto a la política energética, asiste ahora al enfrentamiento entre los núcleos filocomunistas e izquierdistas, por una parte, y los sectores moderados y nacionalistas, por la otra.
Cuando Silenzi de Stagni realizó su reciente viaje a Europa, el Movimiento quedó a cargo de treinta personas > y bajo la presidencia de Julio Notta. Era fácil advertir la presencia de dos sectores antagónicos en esa comisión:
• Un sector filocomunista, integrado fundamentalmente por Ernesto Guevara Lynch (padre del "Ché" Guevara), vicecomodoro Rafael Pites, Héctor Pollino, Fernando Groisman y Carlos Pastoriza. De los nombrados, solamente Groisman sería directamente comunista, pero las simpatías de los demás hacia la URSS o el régimen cubano son conocidas.
• Un sector no-comunista, constituido por Juan B. Gandolfo, Juan Sábato, Alberto Candioti, Andrés López Acotto, Jorge del Río y Emilio Samyn Ducó. Aquí hay, básicamente, radicales, socialistas y nacionalistas.
Hasta el triunfo electoral de los radicales del Pueblo, comunistas y no-comunistas habían trabajado sobre bases más o menos estables de acuerdo. Pero el 12 de octubre, cuando manifestantes izquierdistas enarbolaron en Plaza de Mayo cartelones del Movimiento de Defensa del Petróleo, se produjo el primer roce serio entre los dos sectores. "Aquí pueden trabajar los comunistas; no somos maccartistas —dijo entonces un dirigente—, pero todavía no entendieron que ésta no es una colateral, y no van a hacer lo mismo que con el Movimiento de la Paz." La crisis se desarrolló luego rápidamente y, en poco tiempo, Silenzi de Stagni había decidido marginar a los comunistas y filocomunistas del Movimiento.
Silenzi convocó entonces a una asamblea, cuya entrada fue rigurosamente controlada. El izquierdista Ricardo Rojo, por ejemplo, no pudo asistir por no franqueársele la puerta. En un discurso, Silenzi de Stagni fustigó a los izquierdistas y solicitó sanciones contra los que aprovecharon al Movimiento para "llevar agua a su molino o sirvieron de idiotas útiles para que otros lo hicieran".
Sin embargo, las sanciones contra los izquierdistas —expulsión concreta de 14 miembros— no prosperaron. Julio Notta (ex comunista, separado del partido) se opuso. Se decidió que resultaría más práctico pedir la renuncia a todos los miembros de la actual comisión. declarar al Movimiento en estado de asamblea y proceder a una amplia reestructuración. El capitán Pavón Pereira dijo: "Si cambiamos la estructura de nuestra organización, quedarán de hecho a un costado del camino quienes no compartieron el espíritu esencial de nuestros objetivos". Se resolvió nombrar una comisión redactara de estatutos que controlará celosamente las admisiones.
Sin embargo, los 14 miembros a quienes se había pensado expulsar y luego se les pidió la renuncia junto con los demás integrantes de la comisión no dimitieron ni aceptaron el estado de asamblea. Como únicos no-renunciantes, decidieron actuar como Comisión Directiva en minoría. E inmediatamente realizaron un acto en Y.P.F.
Debido a la evolución de los hechos, se realizó una nueva asamblea en el local de un sindicato. Allí se hizo un nuevo padrón y se decidió, en principio, adoptar un nuevo nombre: Movimiento por la Nacionalización del Petróleo. Julio Notta señaló que la organización debe luchar ahora por la nacionalización del petróleo "en todas sus etapas". Silenzi de Stagni no coincidiría con ese criterio: la comercialización puede quedar en manos de empresas privadas argentinas.
La semana pasada resultaba difícil predecir hasta qué punto llegaría el cisma interno en el Movimiento de Defensa del Petróleo (o Movimiento por la Nacionalización del Petróleo); no se conocía, tampoco, el momento en que la división podía formalizarse. Por de pronto, los principales protagonistas eluden en general precisar las posibles consecuencias' y —quizá como corolario de la situación caballeresca planteada— evitan dar su opinión sobre el conflicto.
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UDELPA
La nueva ola cree que ha triunfado
La nueva ola aramburista logró un sólido triunfo en la Convención Nacional de ese partido realizada en Córdoba hace diez días. Con el desplazamiento del ingeniero Raúl Ondarts de la jefatura de UDELPA consiguió neutralizar otras dos tendencias: la política, cuya cabeza visible es el diputado nacional Miguel del Pero, y la militar, orientada por los generales Peralta y Comini. Los jóvenes udelpistas, al menos, entienden que su triunfo fue "sin atenuantes"; los dirigentes de las otras variantes, por supuesto, afirman que algunos representantes de la nueva generación inventaron un juego de tendencia que luego los haría aparecer como vencedores.
Los jóvenes entienden, sin embargo, que aunque Ondarts fue elegido vicepresidente del Comité Nacional, queda totalmente neutralizado con la elección de Aramburu (calurosamente apoyado por la nueva ola) como presidente y la, designación, en dos puestos clave, de nuevaolistas o dirigentes directamente apoyados por los sectores juveniles: el ingeniero Bernardo Loitegui, secretario general, y el ingeniero Hugo Werder, vocal.
Además de ellos, las figuras más destacadas de esa variante son Raúl Sandler, presidente del bloque parlamentario, y Luis Antón, diputado nacional por Misiones. Esa tendencia afirma que aspira "a una síntesis entre lo político y lo técnico que permita estructurar un partido político con sentido moderno". Luego de las tres entrevistas que Aramburu sostuvo recientemente con Arturo Frondizi, en busca de un acuerdo que permita el enfoque común de ciertos problemas económicos en el parlamento, los nuevaolistas —que se proclaman partidarios de una Argentina industrial y desarrollada— entienden que el ex presidente provisional está firmemente ubicado junto a ellos.

Las críticas
Pero, al menos en la superficie, las críticas de los jóvenes a Del Pero y a Ondarts no se centran en problemas: ideológicos. Se limitan a sostener que Ondarts tiene demasiadas prevenciones contra los políticos y es algo así como un "tecnócrata", mientras que Del Pero, cuya línea no obtuvo representación en el Comité Nacional elegido en Córdoba, está excesivamente influido por las viejas normas políticas. Con respecto a la línea militar, su desplazamiento se contó, tal como explicó PRIMERA PLANA, con la designación del general Peralta —que había sido propuesto para el Comité Nacional— como presidente del Tribunal de Conducta.

Recuento globular
Las cifras, en tanto, permiten cierta objetivización del actual juego de tendencias de UDELPA. Sobre 102 convencionales presentes, los votos obtenidos por los distintos miembros electos en la reunión de Córdoba fueron los siguientes: Pedro Eugenio Aramburu, 101 (Ondarts se abstuvo); Manuel Crespo, 99; Alberto Barrionuevo, 96; Jorge Christe, 92; Bernardo Loitegui, 92; Hugo Werder, 92; Raúl Ondarts, 91; Agricol de Bianchetti, 89; Raúl Sandler, 89; Luis Antón, 84; Arturo Etchevehere, 83; Mario Mangiaterra, 83; Alfredo Díaz, 81; Elena Zara de Decurgez, 73; y Julio Lanfranconi, 54.
Cautela de Aramburu
Aunque Aramburu se manifiesta cauteloso con respecto al juego de fracciones, los jóvenes opinan que apoya sus posiciones políticas. La nueva ola quiere que UDELPA sea un partido diferenciado de los demás, inclusive de la UCRI frondizista; pero, no obstante, marcan la necesidad de coincidencias con esa agrupación en materia de desarrollo, petróleo e inversiones de capital extranjero. Mientras tanto, en el bloque de diputados nacionales sigue pendiente la situación de Amura, quien no contestó el emplazamiento que el titular del bloque, Sandler, le efectuó para que aportara el 10 % de su dieta al partido. El presidente del bloque, ahora, ha derivado el caso al nuevo Comité Nacional.
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Conservadores
Crisis de bolsillo en el distrito capitalino
La lucha interna, dentro del conservadorismo metropolitano adherido a la Federación de Partidos de Centro tendía, durante la última semana, a estructurarse en torno de dos corrientes definidas y orgánicas, representadas por simpatizantes y partidarios del actual presidente del Comité de la Capital, Jorge Mariano Almada.
No menos de seis grupos internos deberán definirse en las próximas semanas con respecto a esas dos corrientes fundamentales. Luego se entrará en un proceso preelectoral que culminará, dentro de un año, con los comicios de renovación de autoridades. Esos seis grupos, básicamente, son:
• El sector oficialista (en el doble sentido del término: con respecto al gobierno del doctor Illía y con respecto a las autoridades nacionales del partido) que encabeza el doctor Almada. Está constituido fundamentalmente por el grupo que se denominó "Cabildo Abierto". Cuenta con el apoyo condicionado de algunos sectores de las llamadas "parroquias independientes", que responden al doctor Juan Miguel Martínez de Hoz; sin embargo, fue Martínez de Hoz quien reprochó a Almada por no haber insistido en la línea del partido — renegociación — sobre los contratos. Versión porteña de Pablo González Bergez, Almada representa al sector que más identificado estuvo con los militares colorados y con la tesis de que era necesario derribar a los gobiernos de Frondizi y de Guido. Entre los jóvenes, esta línea cuenta con el apoyo del presidente de la juventud, Jorge Echechiquia. Tiene también el respaldo de algunos caudillos de sección, como Sousa, en la primera.
• El grupo demócrata liberal, que encabezan los doctores Saavedra y Fernández Sáenz y el ingeniero Soules. Tuvo vinculaciones con Oscar Vicchi y constituye el ala liberal del partido. En su adhesión a los colorados es mucho más moderado y tibio que el anterior.
• "Reafirmación conservadora", sector ortodoxo, cuyas cabezas visibles son el capitán de fragata Fitz Simón y Pacheco Santamarina.
• Los pequeños grupos populistas, uno de los cuales, dirigido por el doctor Raúl Torres, parece contar con ciertos contactos en la dirección de varios sindicatos.
• Los independientes, con influencia ideológica pero sin fuerza política: doctores Malbrán, Martínez Carranza y Gastón Lacaze.
• Los grupos juveniles antialmadistas, sobre los que generalmente influye el doctor Julio César Cueto Rúa.
Ahora, los objetivos de los adversarios de Almada pueden sintetizarse en cuatro puntos: elaboración de un programa común y formación de un grupo antioficialista compacto, con vistas a enfrentar a las autoridades; acercamiento progresivo a UDELPA y al resto del aramburismo; promover el debate interno sobre las medidas económicas de los radicales del Pueblo y prepararse —finalmente— para las próximas elecciones.
A través de la crisis de bolsillo de los conservadores metropolitanos puede advertirse, así, la clara correlación de los dos sectores con el resto de las fuerzas políticas: Almada, por ejemplo, coincidió con el gobierno en la anulación de los contratos petroleros; Cueto Rúa asumió —sobre el mismo tema— una especie de línea intermedia entre las posiciones frondizista y de UDELPA.

3 de diciembre de 1963
PRIMERA PLANA

Panorama político nacional

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