Illia: Ejercer el
poder o cogobernar
Con renovados bríos,
algunos sectores de la UCR del Pueblo volvieron a
analizar, la semana última, la posibilidad de que
el gobierno nacional refleje, en forma más
estricta, las características y fuerzas internas
del partido oficialista. Tanto Carlos Perette como
Ricardo Balbín y Miguel Ángel Zavala Ortiz no
abandonan la idea de utilizar a la UCRP como
trampolín para convertirse en el factor decisivo
en la conducción de los asuntos nacionales.
Resulta curioso ver
hasta qué punto los tradicionales líderes de la
UCRP —Balbín, Perette y Zavala Ortiz— se sienten
tan extrañados de ver a Illia en la presidencia de
la Nación, como los millones de ciudadanos que,
divididos, votaron por otra cosa.
Es así que el flanqueo
a Illia y la creación de condiciones para que el
presidente de la Nación deba buscar apoyo es la
obsesión del jefe del partido, Balbín; del
vicepresidente de la Nación, Perette, y del
ministro de Relaciones Exteriores, Zavala Ortiz.
Los dirigentes
gremiales que asistieron a la entrevista con Illia
se mostraron sumamente decepcionados de comprobar
que, después de tres horas de exposición durante
las cuales presentaron al presidente los problemas
más agudos de la vida nacional, la única respuesta
que obtuvieron fue la de "tener paciencia", que
con buena voluntad todo se podrá arreglar.
Esta parsimoniosa
actitud provinciana del presidente de la Nación,
que pone casi histéricos a los empresarios y
dirigentes gremiales, y casi felices a opositores
extremados, no hace tampoco nada feliz a sus
partidarios. Resulta muy difícil determinar si
Illia se toma el tiempo necesario para no fracasar
y poder reubicar las fuerzas que, eventualmente,
serán sus enemigos y eventualmente podrían ser sus
aliados; o si realmente vive aislado de los
problemas nacionales.
Cualquiera que sea la
respuesta a estos interrogantes, Balbín, Perette y
Zavala Ortiz, sienten que quizás nunca volverá a
repetirse la oportunidad que tienen ahora para
alcanzar el cargo de primer ministro y convertir a
Illia en un monarca constitucional.
Los tres, en rara
coincidencia, confesaron a sus allegados más
íntimos que, en caso de que Illia encuentre en
diversos sectores de opinión apoyo para realizar
un programa de gobierno al margen de la UCR del
Pueblo, evidentemente la hegemonía del partido
oficial y sus dirigentes se habrá deteriorado
sustancialmente. Por otra parte, si no encuentra
forma de canalizar en los próximos 90 días la
acción de gobierno, aprovechando sustancialmente
la tregua que le otorga el verano, se pueden
precipitar acontecimientos de extrema gravedad que
ni el partido ni el gobierno estarán en
condiciones de controlar.
En cualquiera de los
dos casos, la alternativa es la misma: obligar a
Illia a ceder parte del poder del gobierno, u
obligarlo a cogobernar.
Quizás quien cuenta
con menos posibilidades de obtener algún triunfo,
en este panorama, es Zavala Ortiz. Sus apoyos
solamente pueden ser los sectores militares
"gorilas", que están totalmente desplazados de las
Fuerzas Armadas. La vía del golpe de Estado está
descartada, ya que no cuentan con fuerzas
suficientes. La única oportunidad de Zavala Ortiz
es la de unir sus pocos recursos con Perette, o
con Balbín.
Perette, que ha
luchado denodadamente desde el 7 de julio para
obtener cargos importantes en el Poder Ejecutivo,
cuenta ahora con algunas fuerzas, radicadas
especialmente en la línea nacionalista de la
Secretaría de Energía y Combustibles. En el campo
militar, en torno de él, más que de Zavala Ortiz,
se han ido unificando los sectores militares
desplazados por los acontecimientos de setiembre
de 1962 y abril de 1963. Al mismo tiempo, Perette
tiene seria hegemonía —por identidad de
propósitos— en la SIDE y los servicios de
espionaje y acción psicológica, que esta
Secretaría de Informaciones realiza.
Pero sus reales
posibilidades dependen únicamente de un hecho: que
el ministro de Defensa, Leopoldo Suárez, caiga en
la trampa de las reincorporaciones, y una serie de
crisis militares otorgue el triunfo a los
colorados sobre los azules. La experiencia indica
que esto es poco probable.
En todos los casinos
de oficiales existe un juego: "¿Por cuál de sus
orejas escucha Leopoldo Suárez? ¿Por la oreja azul
o por la oreja colorada?" Hasta ahora nadie ha
dado la respuesta definitiva a estas preguntas.
Pero aquí entra a jugar Balbín. Jefe indiscutido
de la UCRP, cree posible una integración de las
fuerzas armadas, reincorporando a los colorados
menos iracundos y "planchando" a los azules más
iracundos. Poniendo pie en el partido y en algunos
ministros y gobernadores que le son adictos, está
tratando de inclinar a Illia y a Leopoldo Suárez a
esta tesis. Esto le otorgaría la fuerza política y
militar necesaria para hacer planteos a Illia. En
caso de ser aplicado este esquema resulta, sin
duda, muy lúcido y claro en las mesas del comité,
pero encierra un peligro evidente: puede
constituir un detonante para numerosos oficiales
en actividad que, por un lado, critican agudamente
la pasividad del gobierno ante los problemas
sociales y, por el otro, aspiran a que nunca más
los civiles, incluido el gobierno nacional,
golpeen a las puertas de los cuarteles para
utilizar a las Fuerzas Armadas como instrumento de
las luchas políticas.
Es muy posible que las
próximas semanas traigan alguna luz más concreta.
Pero no sería del todo imprudente recoger aún otra
anécdota de esos casinos de oficiales, a los que
se dirigen tantas miradas y tantas apetencias de
los dirigentes de la UCRP. Vuelve a bromearse con
aquel invento de Landrú que preanunció la
liquidación de Alejandro Gómez: "Y a mí, ¿por qué
me miran?"
Debate
70.000 millones sin
destino conocido
El sábado a la
madrugada la mayoría del Senado Nacional dio su
media sanción a la reforma de la Carta Orgánica
del Banco Central. Contó, para eso, no solamente
con el apoyo de quienes estaban de acuerdo con esa
medida, sino también con algunos que habían
impugnado el proyecto pero que luego,
sorpresivamente, lo votaron con el propósito de no
crear dificultades a la acción gubernamental.
Cuando el Poder
ejecutivo resolvió convocar a sesiones
extraordinarias, muchos observadores
parlamentarios pensaron que el temario no se
ajustaba a las necesidades más urgentes del país.
Se habló, inclusive, de una convocatoria absurda.
La convocatoria, sin
embargo, cobró sentido cuando pudo captarse el
plan del gobierno: la reforma de la Carta Orgánica
estaba destinada a permitir la emisión, y era el
único punto del temario que interesaba al
gobierno. El Poder Ejecutivo parece creer que una
mayor emisión de dinero y la baja del dólar en el
mercado de cambios constituyen la solución para
los problemas económicos, a pesar de que desde los
más distintos sectores se advierte que no habrá
expansión económica sin un plan que permita
canalizar funcionalmente las medidas.
Los entretelones de la
reunión secreta realizada recientemente en el
Congreso Nacional con la presencia del ministro
Blanco y representantes de partidos políticos
parecen demostrar hasta qué punto el Poder
Ejecutivo tiene la idea fija de la emisión, pero
no un plan coherente para provocar la expansión
económica.
La reforma a la Carta
Orgánica del Banco Central sancionada por el
Senado permite al ente presidido por el doctor
Elizalde recibir títulos del Estado por un importe
equivalente al 35 por ciento de los depósitos
existentes en la totalidad de los bancos. Esa suma
equivaldría a unos 70 mil millones de pesos,
cantidad que resulta especialmente importante si
se tiene en cuenta que el total del circulante es
de 170 mil millones.
Cuando el proyecto
tuvo entrada en el Senado, fue remitido a la
Comisión de Economía que preside el senador
radical del Pueblo Gamond. La primera sorpresa con
que se encontraron los representantes opositores
en la comisión, entre los que estaban los
senadores De Kege (democristiano), Ríspoli Borran
(neoperonista) y Aguirre Lanari (Federación de
Centro), es que se había citado, a efectos de
informar sobre el proyecto, solamente al bloque
radical del Pueblo, que recibiría las
correspondientes explicaciones del ministro
Blanco. Luego de una reclamación de los
opositores, se resolvió que Blanco tendría primero
una conferencia con los radicales del Pueblo y
luego, con su equipo dé asesores, informaría a la
Comisión de Economía.
Al concurrir el
ministro a esa comisión, fue interpelado desde el
principio por el senador De Rege (demo-cristiano),
quien comenzó preguntando si la suma resultante
iba a ser utilizada de acuerdo a un plan de
reactivación económica. El ministro,
sorpresivamente, se limitó a contestar que "iba a
ser utilizada con discreción, atendiendo a las
necesidades administrativas, por lo que no iba a
provocar inflación?
Cuando concluyó la
reunión, la mayoría de la comisión intentó
producir despacho favorable. De Rege volvió a
oponerse ("No se puede extender un cheque en
blanco si no hay un plan de reactivación") y se
llegó a una "impasse" de la que se salió con una
invitación al rector de la Universidad Nacional de
Buenos Aires, doctor Olivera, para que expresara
su opinión sobre las reformas proyectadas. Al día
siguiente se presentó un cuestionario al rector,
registrándose el siguiente diálogo:
—¿La reforma implica
la creación de dinero?
Rector: —Sí. Estimo
que va a ser utilizada para la expansión
monetaria.
—¿En qué rubro del
pasivo del Banco Central será imputada esa suma?
Rector: —En el de
Circulación Monetaria.
—¿Esas medidas pueden
producir inflación?
Rector: —Supongo que
el señor ministro tendrá un plan. Me parece
indispensable la adopción de un plan monetario y
financiero.
Luego de esas
preguntas de los senadores y de las respuestas del
rector, el senador Gadano, representante radical
del Pueblo, expresó que en Inglaterra se había
adoptado una solución semejante. El doctor Olivera
lo rectificó: "Es justo al revés. El sistema
británico —agregó— es el más opuesto a medidas
como la proyectada, ya que la emisión monetaria
está determinada legalmente y no puede ser
expandida, mientras que la banca central puede
recibir la cantidad de títulos que estime
conveniente". El senador Bassi argumentó que, de
todos modos, la Ley de Presupuesto implica una
limitación al uso discrecional del dinero y que
"no se va a utilizar para pagar seis meses de
adelanto a los empleados públicos".
La intervención del
senador Bassi provocó una franca sonrisa del
rector de la Universidad, quien explicó que
simplemente el pago de las deudas del Estado a sus
proveedores insumiría parte sustancial del dinero
y crearía así una rápida circulación del nuevo
efectivo en plaza.
Los dos legisladores
que más se opusieron al proyecto oficial en la
Comisión de Economía, De Rege y Ríspoli Román,
coincidieron finalmente en que el gobierno debe
presentar un plan corto, a fin de atender a las
necesidades más urgentes. Pese a la insistencia
del senador Gamond (radical del Pueblo), el punto
de vista de los opositores fue entonces:
"Facilitar solamente las sumas indispensables para
atender a las necesidades de los empleados
públicos, pero no dar al gobierno una masa de
maniobra equivalente al 40 por ciento del
circulante actual si no hay un plan concreto".
PRIMERA PLANA
24 de diciembre de
1963
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