"Perón sí, otro no;
Perón sí, otro no." Desde 1955 las falanges
peronistas respondieron con esa consigna —en
rigor, un voto de lealtad— a todos aquellos que,
desde las propias filas del justicialismo,
intentaron desobedecer las directivas de Juan
Domingo Perón. Y si en algunas de esas ocasiones
los rebeldes contaron con el respaldo de sólidos
dirigentes sindicales (como Augusto Timoteo Vandor
y José Alonso) o políticos (el caso más reciente
fue el de Jorge Daniel Paladino), ello no fue
suficiente para arrastrar tras de sí a las masas
adictas, fieles a su líder.
En aquellas
circunstancias, los "díscolos" no se atrevieron a
pronunciarse abiertamente en contra del caudillo.
Este, en cambio, no vaciló en acusarlos de
practicar el contubernio con los gobiernos de
turno, un cargo del que nunca pudieron
desprenderse. A los ojos de sus seguidores, Perón
seguía siendo el abanderado de la intransigencia y
del descontento popular.
Pero hoy la situación
ha cambiado: Perón ya no es intransigente y elige
aliados y candidatos que irritan a vastos sectores
justicialistas. En el Movimiento, sólo les
universitarios mantienen una férrea disciplina; en
los barrios y fábricas crece un sentimiento de
duda y desconcierto que quizás desemboque en el
comienzo de una nueva etapa en la vida política
argentina.
De todos modos, las
primeras voces que critican abiertamente al
general transitan otros carriles. Y si es cierto
que Patricio Kelly sólo habla por sí mismo, que
Eduardo Colom y Carlos Cichello representan a
sectores moderados y minoritarios, no es menos
cierto que, después de muchos años, ellos son los
primeros en enjuiciar al jefe del más nutrido
movimiento popular de Latinoamérica. Sus opiniones
—vertidas ante un redactor de Siete Días— son las
siguientes:
GUILLERMO PATRICIO
KELLY (ex pope de la Alianza Libertadora
Nacionalista; hoy es, según él mismo, "un
francotirador autocrítico").
—¿Cuál es su posición
actual respecto del aparato oficial del peronismo?
—En la entrada del año
1973 yo estoy definitivamente alejado de la
utilitaria antinomia peronismo-antiperonismo. Como
militante revolucionario, sustento mi accionar en
mi conciencia e intelecto y no en la verticalidad
impuesta por las sucesivas camarillas que rodearon
al mito y utilizadoras del mismo; por eso me
considero más allá del peronismo, pero junto al
pueblo peronista. Y, sobre Perón, hoy me pregunto
si en su gobierno fue un revolucionario o un
reformista. Mi respuesta es que, pese a haber
impulsado una avanzada reforma social, Perón no
supo," no quiso o no pudo complementarla con el
necesario apoyo de la revolución económica. Por
eso Perón ya estaba vencido antes del golpe de
1955, y por eso también, después de su exilio, dos
de los enemigos que contribuyeron a derrocarlo
—Mario Amadeo y Marcelo Sánchez Sorondo— buscaron
salvarle la vida, para evitar que la masa obrera
cayera en el comunismo. Mientras tanto, los
dirigentes sindicales y políticos jugaron durante
17 años a sostener el mito, un modo de mantener
las prebendas y el participacionismo que
protagonizaron con todos los gobiernos. Esta es la
explicación de por qué el pueblo todo (peronista y
antiperonista) fue víctima de los dos
establishments: el de la camarilla detentora del
mito y el de la camarilla del antimito.
—¿Por qué volvió
Perón, entonces?
—Durante 17 años,
ningún gobierno integrante del imperio burgués
supo, quiso ni pudo impulsar la industrialización.
Y al hundirse la renta nacional, entonces hubo que
juntar al león herbívoro (así se auto-califica
Perón) con las gallinas pigmeas del corral en
donde están todos los representantes de la entrega
del esfuerzo diario del pueblo. Y cuando llega el
"jefe revolucionario" de la oposición a la
dictadura militar, ella le brinda la mayor
protección posible, previo pedido del coronel
Jorge Osinde. Durante las tres semanas que pasó en
el país, Perón tiró al tacho de basura su Tercera
Posición, exhibiendo un proyecto que tituló
graciosamente "democracia social integrada",
manifestando que en Europa los comunistas se
llevaban muy bien con los conservadores. Se dedicó
a hablar del Mercado Común Europeo y no tocó los
problemas de Córdoba, Tucumán o de la clase obrera
argentina. Incluso recordó, en su discurso ante
las 62 Organizaciones, a McNamara, tratándolo con
desprecio; en ese momento tenía a su diestra y
siniestra a dos fieles discípulos de McNamara:
José Rucci y Rogelio Coria, dos sujetos que cada
vez que pueden largan aquello de "inmundos
bolches". Y por todo ello, Perón recibió a la
prensa extranjera como un abuelito bonachón que
quiere integrarse al mundo de la coexistencia
pacífica y que sabe que la época de vivir a costa
de un pueblo leal y de una Tercera Posición ha
terminado.
—¿Qué opina de la
fórmula Cámpora-Solano Lima?
—Perón habló de
"trasvasamiento generacional" y de "la juventud al
poder", pero se prepara para hacer entrar al
peronismo en el jueguito de los podridos
partiditos burgueses. Y, consecuente con su
inconducta y aprovechando del resto de su mito, no
encuentra nada mejor que ordenar a través de la
verticalidad de su camarilla, la entrega del poder
a dos representantes del conservadorismo, Cámpora
y Solano Lima, que tienen como única preocupación
lograr los honores del régimen, y no cosechar los
horrores que desata todo proceso revolucionario.
Perón se ha ido del país largando una gran
carcajada y pensando, igual que Nerón: "Después de
mí, nada". Yo sostengo que después de Perón nacerá
el verdadero estado mayor revolucionarle y
empezará la revolución en serio.
—¿Por quién votará
usted en marzo próximo?
—Jamás voté en mi
vida, porque soy un revolucionarlo. Ni siquiera lo
hice por Perón en 1946, porque aunque Perón
hubiese perdido en las urnas mi posición era hacer
una revolución y no ganar una elección.
—¿Qué piensa de la
Juventud Peronista, el sector más duro de las
cuatro ramas?
—A la juventud le
señalo que la teoría de la revolución es una cosa
y la práctica es otra. Como teóricos actúan como
simples militantes de base, y como prácticos están
demostrando ser los más pícaros burócratas de la
apetencia electoral, escudados en la sumisión a un
líder que jamás ha querido un estado mayor de la
revolución, sino simplemente fuerzas de choque
fascistas que yo integré, burócratas de comité y
rufianes del "fraude patriótico". El ahora general
paraguayo Juan Domingo Perón dijo: "Tenemos que
unirnos todos; sin oposición no se podrá
gobernar". Y eso es el Gran Acuerdo Nacional.
Porque Perón se opone a Lanusse, pero en los
hechos se mueve de acuerdo con el GAN. Porque, en
definitiva, todos unidos triunfariola, y será el
pueblo el que se volverá a perjudicar. Como
siempre.
EDUARDO COLOM (ex
diputado peronista, hoy es lugarteniente de Jorge
Daniel Paladino y respalda a la Alianza
Republicana).
—Corresponde que antes
recordemos el pasado inmediato. Mientras el
Partido Justicialista estuvo dirigido por Jorge
Daniel Paladino, logró entablar el diálogo con
todas las fuerzas políticas del país, incluso con
las Fuerzas Armadas, cosechando frutos cuya
valoración no puede ser negada. Entre esos frutos
se encuentran el haber borrado la antinomia
peronismo-antiperonismo, el lograr fecha cierta de
elecciones y, lo más caro para la mujer peronista,
el rescate de los restos de Eva Perón.
Sorpresivamente, Paladino fue relevado de su cargo
como consecuencia de las intrigas tejidas por el
espiritista López Rega. En ese momento se preparó
un atentado contra él. Por suerte esas sombras se
despejaron luego de una conferencia de prensa en
la que yo denuncié ese plan. Frente a la
injusticia, yo, que tengo alma de Quijote,
reaccioné y organicé con Paladino unidades básicas
que exigieron limpieza en los comicios internos.
Eso no fue suficiente para impedir que se
cometiera fraude, al que se sumó la expulsión de
Paladino y la mía por parte del Consejo Superior
del Movimiento Peronista, entidad jurídicamente
inexistente.
—¿Por qué usted apoya
a la Alianza Republicana?
—Cuando Perón llega al
país, renuncia a su candidatura y nomina la
fórmula Cámpora - Solano Lima. Los peronistas,
reunidos en Neuquén el 21 de noviembre [se refiere
a la conferencia de partidos neoperonistas
provinciales], habían resuelto apoyar fórmulas
netamente partidarias, pero luego de conocer la
fórmula justicialista no tuvieron más remedio que
apoyar la constitución de una tercera fuerza
política, que bajo el nombre de Alianza
Republicana se aprestaba ahora a librar batalla en
los comicios. Me propongo abrir un surco dentro
del Movimiento Justicialista para encauzar en esta
nueva fuerza a todo el peronismo fiel a la memoria
de Eva Perón. Es la única manera de salvar a la
República.
—Pero en la Alianza
Republicana militan sectores hasta ayer
antiperonistas.
—Nosotros entendemos
que Perón, con toda su representatividad, no tuvo
inconvenientes en aliarse con Frondizi, con los
conservadores de Solano Lima y con todos los
sellos de goma que existen en el país y que
representan en muchos casos fraude, traición y
aplicación del plan Conintes a la masa peronista.
Yo no digo que eso esté mal, al contrario; de ese
modo Perón nos da el ejemplo de unión con todo
argentino que quiera servir al país. Y como
nosotros acordamos con la idea real de la
pacificación, recibimos con simpatía todas las
adhesiones, sin analizar el origen de las mismas.
—Pero entonces ustedes
están en contra de Perón.
—Nosotros estamos con
la doctrina de Perón, pero no aceptamos órdenes de
la conducción local. Además, a 15 mil kilómetros y
con 77 años a cuestas, no se está en condiciones
de valorar la situación real del país. Cuando
Perón llegó a Buenos Aires, le tendieron un cerco
y le impidieron apreciar bien el panorama, al
punto que eligió de candidato a un ciudadano que
no puede serlo en virtud de la cláusula —ilegal
pero vigente— del 25 de agosto. Y si Cámpora es
impugnado, es posible entonces que la Alianza
Republicana recoja el descontento peronista. No
hay que olvidarse que la fórmula Cámpora-Solano
Lima restará un millón de votos al peronismo.
Ocurre que Perón está haciendo un juego
maquiavélico: su fin es que el Partido
Justicialista no tenga presidente. Y como él no
confía en nadie que no sea él mismo, pone una
fórmula que no se ajusta a las reglas del juego,
para que se la impugnen, quedando el peronismo sin
candidato presidencial. Nosotros hemos aprendido
que primero está la Patria, después el movimiento
y después los hombres. Y entre Perón y el país,
elegimos al país. Nosotros respetamos la voluntad
popular, y sostenemos que el próximo gobierno será
de transición, como dijeron el presidente Lanusse
y el ministro Mor Roig.
CARLOS CICHELLO
(expulsado secretario general de la unidad básica
de la circunscripción décima, jefe del grupo
Acción Depuradora Justicialista Nacionalista).
—¿En qué estado se
halla su controversia con el Partido
Justicialista?
—En el partido no se
cumplen las leyes, ni la carta orgánica, ni los
reglamentos internos; todos actúan
arbitrariamente. Por eso no titubearé en pedir la
intervención del partido, por el no funcionamiento
de sus órganos directivos. Le doy un ejemplo: por
todas partes se dijo que yo estaba expulsado, por
eso acudí a declarar al tribunal de disciplina
partidario. Pero el expediente está parado, porque
las pruebas que yo aporto sobre fraude y violación
de deberes pueden provocar la expulsión de unos
cuantos miembros de la conducción, empezando por
Cámpora y terminando por todos los presidentes de
la junta electoral. Además, sostengo que el Frente
Justicialista de Liberación es jurídicamente nulo
porque la reforma de la carta orgánica del
peronismo no fue homologada por el juez, como lo
manda la ley. Y como la reforma de la carta
orgánica es anulable por fraude anterior, toda la
lista de candidatos del peronismo sería nula. Pero
dejando de lado el problema legal, a mí lo que me
interesa es que no engañe al pueblo una vez más,
porque si yo soy abogado y hoy vivo bien, todo se
lo debo a les obreros, que fueron mis clientes y
me dieron indirectamente de comer.
—¿Cómo incidió en el
proceso peronista la vuelta de Perón?
—Estuvimos esperando a
Perón 17 años y jamás imaginamos que se iba a
abrazar con Frondizi, Frigerio, Levingston, que se
iba a aliar con conservadores y que, finalmente,
iba a designar candidato presidencial a Héctor
Cámpora. Si durante su estadía Perón hubiese
puesto orden en su propio partido, seleccionando a
los dirigentes en elecciones democráticas, el
peronismo habría barrido con sus adversarios en
marzo. Hoy existe un claro peligro de perder en
los comicios generales. Ye de ninguna manera voy a
votar por Cámpora-Solano Lima, ni sé por quién
votaré. Por encima de todo, los partidos políticos
son sólo un medio; el fin es el país. Por lo
tanto, entre "traicionar" a un grupo de
dirigentes y traicionar al país no tengo elección.
—¿Es Perón uno de esos
"malos dirigentes"?
—Perón, como la Luna,
tiene dos caras: una es clara y significa el ideal
de las tres banderas del peronismo y la fe de mi
pueblo; la otra es sombría y en ella prevalece su
ego. Parecería que, entre permitir que el
movimiento se depure democráticamente o imponer
una verticalidad de acero, Perón elige el segundo
camino. Este es un modo de darles la razón a
quienes dicen que Perón está dispuesto a negociar
los huevos, pero jamás la gallina. Porque Perón
ahora se alía con los politiqueros del fraude y no
recibe a quienes, como yo, somos honestos y le
pedimos audiencia por telegrama. Es para llorar.
—En consecuencia,
usted se ha alejado del peronismo.
—A mí no me interesa
obtener cargos o prebendas. Cuando yo impugné los
comicios internos del peronismo, Cámpora me
ofreció una diputación; yo la rechacé porque exijo
un cargo desde el que pueda gravitar. Y
contestando su pregunta, le voy a contar un hecho:
cuando era más joven, yo era adicto a Boca, pero
iba a ver a River. ¿Por qué? Porque River tenía un
gran equipo, jugaba bien al fútbol. En cambio Boca
era algo así como el peronismo. Por eso cuando me
dicen que pertenezco a la masa peronista me
enervo: porque eso implica decir que yo no pienso,
que soy idiota. Yo no soy de esos que gritan "Viva
Perón" y cuando le preguntan por qué, sólo
responden: "Ah, no sé. Viva Perón". . . Le repito,
no sé por quién ha de votar, hasta ahora nosotros
no hicimos proselitismo. Pero le advierto que ya
estamos pensando en las elecciones de 1977.
Revista Siete Días
Ilustrados
01.01.1973
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