HE aquí a Tato, el
laureado, el gracioso, el corrosivo. Tiene un
aspecto bastante formal, después de todo: muy
Joven, quemado, elegante, con cara de contento.
Sólo las patillas —europeas y copiosas— alteran su
presencia general de ejecutivo.
TATO: ¿Quiere que me
disfrace de cómico para sacarme las fotos?
EXTRA: No, no se
preocupe. Primero vamos a sacarle fotos "de
civil", que también pueden interesar para la nota.
TATO: ¿Seguro? Por
supuesto, Ud. sabe lo que hace, pero creo que la
nota debe ser sobre "Tato". No es el ciudadano
Borenstein el que dice las cosas, sino Tato.
EXTRA: De cualquier
forma, queremos fotografiarlo de civil.
TATO: Bueno, bueno,
usted manda. Desde el primer instante, Bores
—seguro de si mismo, de lo que dice, de lo que
hace, de la cara que pone— se granjea la
agresividad del periodista metiéndose en su
trabajo, con inteligencia.
TATO: ¿Usted cómo se
llama?
EXTRA: Hanglin.
TATO: Ah. si Usted.
Hizo una macana la vez pasada. Algo que escribió
en PAIS-PAIS.
EXTRA: ¿Algo relativo
a su oficio? Dijimos que Carret era mal cómico.
TATO: No, eso no puede
ser, porque yo estoy de acuerdo. Tiene que ser
otra cosa. Algo que leí y me molestó. A ver, a
ver... haga memoria.
EXTRA: ¿Será que
durante los últimos diez años el show televisivo
ha venido decayendo estrepitosamente?
TATO: Debe ser eso.
Puede ser ser eso. ¿Por qué lo dijo, ¿Usted ve
muchas horas diarias de televisión?
EXTRA: Dos o tres
horas. Además, usted sabe que es cierto. La TV
nuestra es mala. ¿Alguna vez vió el Show de Julie
Andrews, de la ABC?
TATO: Si, es muy
bueno.
EXTRA: ¿Y lo comparó
con el Special? No es cuestión de dólares
sino de buen gusto...
¿No le parece?
TATO: Tiene razón.
Pero cuidado ustedes, los periodistas... Mire lo
que hicieron con el cine argentino. Tanto decir
que era malo (aparte lo era, no lo discuto), le
crearon al público una fobia que llevó a nuestro
cine a la ruina. Y hoy día vemos cada bodriazo
extranjero ...
EXTRA: Habrá que decir
que son bodrios. Pero este no es nuestro tema.
TATO: ¿No? ¿Cuál es?
EXTRA: Usted, el humor
y la política. Dígame ¿Los presidentes que usted
conoció tenían sentido del humor?
TATO: Los conocí a
todos. Qué sé yo... son más público que el
público.
EXTRA: ¿Público se
llama al gusto inocente, popular, que no aprecia
los detalles técnicos?
TATO: Claro, eso es
público. Los presidentes se le ríen de cualquier
cosa. Usted hace un chiste cualquiera y se ríen.
EXTRA: ¿Diría que son
ingenuos?
TATO: Diría que no se
sabe nunca para dónde van a agarrar.
EXTRA: Sin embargo
demostraron con Ud. que tenían sentido del humor.
Frondizi, Illia, Guido ¡Hasta Onganía!
TATO: Sí. Pero
Onganía. ¿Tuvo sentido del humor con Landrú?
EXTRA: Ah. Es verdad.
De cualquier forma, este es un país para el humor.
A pesar de la decadencia de que hablábamos, los
programas cómicos de TV son cada día mejores.
TATO: ¿Sabe lo que
pasa con eso de la decadencia? Antes todos los
programas tenían auspiciador. Traían figuras de
primera porque había plata, había producción.
Ahora... ¿Sabe cuántos quedan, patrocinados por
una sola firma?
EXTRA: No.
TATO: Uno. El mío, que
es de Molinos. Hay un noticioso de Gillette por
ahí, algo de Alpargatas, Esso, IKA y nada más.
¡Nada más! ¿Qué quiere?
EXTRA: Yo nada. Lo que
veo es que Ud. es un hombre de suerte.
TATO: Si. Bueno, para
qué nos vamos a engañar a esta altura del partido.
La verdad es que lo hago bien Eso no es suerte.
EXTRA: ¿Usted o
Warnes? ¿Quien "lo hace bien"?
TATO: Indudablemente
hay un equipo que funciona, y por eso lleva los
años que lleva. Nosotros leemos los diarios, por
eso podemos hacer humorismo político.
En realidad, Bores no
es tan brillante como él mismo cree. En un país de
cómicos talentosos. Tato muestra sólo oficio y
sobriedad: eso sí, una economía de recursos y una
precisión expresiva, además de su hábil
verborragia que más que nada es un hecho
anatómico, que entran en el nivel de los actores
en serio. Lo que, como dice el mismo Tato, es
indudable, es que con Warnes ha formado un equipo
admirable. La presencia de Rodolfo Crespi y Raúl
Ricutti en los sketches es siempre perfecta, y las
creaciones de César Bruto orillan la genialidad
por la alta categoría de su humor y su agudísima
interpretación de la vida argentina. Sólo un
porteño al mil por mil como Bores —a la vez— puede
dar vida a ese mundo, urdido en un libreto lleno
de ácidos corrosivos.
ARAMBURU: ME TENIA
LOCO
Bores ha tenido la
particularidad de llegar a los altos niveles
políticos con su humor, creando incluso un mundo
especial alrededor de Álvaro Alsogaray, o de
Arturo Illia. Uno de los más habituales blancos de
esos dardos satíricos es don Pedro Eugenio
Aramburu, que —recién llegado de París— se
encuentra en particular estado de bonanza.
ARAMBURU: Le he dicho
que no hago declaraciones políticas.
EXTRA: No le pido una
declaración política. Sólo quiero conversar un
rato sobre Tato Bores.
ARAMBURU: ¿Tato Bores?
EXTRA: Es decir, sobre
el humor y la política. ¿No le parece interesante?
¿Qué vió en Europa? ¿Un humor muy agresivo?
ARAMBURU: No sé, no
leo muchos chistes. Los franceses se orientan más
hacia el humorismo fino, elegante. La vez pasada
leí que era más fácil militarizar a los civiles
que civilizar a los militares... esa clase de
chistes me gustan. Son elegantes, no hacen daño.
EXTRA: En cambio
Landrú le hacía daño.
ARAMBURU: Nunca
entendí por qué me dibujaba como una vaca. Algunos
dicen que por mi apellido vasco. Otros por mis
facciones inexpresivas. Yo creo ser un tipo
bastante expresivo. ¿No?
EXTRA: Entonces sí le
hizo daño.
ARAMBURU: Para nada.
Cuando yo me fui de la Presidencia los llamé a
todos los humoristas, los felicité y me despedí de
ellos.
EXTRA: ¿De verdad,
tiene sentido del humor?
ARAMBURU: Una sola
cosa me disgusta: la guarangada¿ Además creo que
todo eso tiene que existir en clima de libertad.
Lo peor que se puede hacer es perseguirlos. Vea, a
mi Sánchez Sorondo con su Azul y Blanco me tenia
loco. ¡Me tenía loco! Vendía noventa, cien mil
ejemplares... Yo los dejé seguir, los dejé
seguir... y al final fue muriendo.
Los políticos como
Aramburu parecen tener, más que sentido del
humor... sentido político.
Lo cierto es que en
los últimos años el humorismo argentino ha
recorrido todas las gamas de la audacia y aún de
la insolencia, sin inconvenientes; Bores con
Alsogaray e Illia, Landrú con Alejandro Gómez,
Aramburu, Balbín, Pugliese... Flax con el propio
Illia.
Sin duda, los
radicales son blanco preferido de esa artillería.
Por su pintoresquismo por sus flancos débiles, por
ese aire inofensivo que los caracteriza.
CHINO POR CARIÑO
Cada vez más callado a
pesar de su mote partidario ("pico de oro")
Ricardo Balbín soporta varias décadas de chistes
de apodos, de "cargadas" en todos los tonos. ¿A él
lo lastimó Tato? ¿Tiene humor?
Ese rostro sombrío no
lo aparenta, pero hay que preguntar.
EXTRA: Doctor Balbín
se lo nota más delgado. ¿Hace régimen para estar
más liviano y correr mejor?
BALBIN: Parece que
ustedes, los de EXTRA, no pierden el sentido del
humor. A ver si nos toman en serio y nos atacan
menos en sus publicaciones.
EXTRA: ¿El humorismo
político argentino es sano?
BALBIN: Creo que el
humorismo manejado por los auténticos humoristas,
es un vehículo útil que invita a soñar sonriendo.
Pero cuando el humorista tiene una pasión propia y
la utiliza como arma de combate, en tal caso sirve
su causa, no la del humorismo propiamente dicho.
EXTRA: ¿A pesar de las
vicisitudes que pasa su partido, usted conserva el
humor?
BALBIN: Tengo sentido
del humor, y cuando estoy alejado de las
preocupaciones, lo pongo de relieve en mi charla.
Yo creo que el humorismo hace a la personalidad
feliz.
EXTRA: ¿Se sintió
molesto alguna vez, por que lo llaman chino?
BALBIN: ¡Cómo me voy a
sentir molesto, si este apodo nació en el seno
cariñoso del pueblo! Cualquier alteración no
modifica el concepto.
EXTRA: ¿Festeja los
chistes políticos?
BALBIN: Mucho... me
río como un chico, como cuando veía las películas
de "Carlitos".
EXTRA: ¿Que humorista
recuerda con cariño?
BALBIN: "Blas", fue el
primer dibujante que tuve, cuando dirigía el
diario "Adelante". Es un distinguido profesional
de La Plata. En estos momentos lo sigo con
admiración, por su agudeza psicológica, en la
Revista "Inédito".
EXTRA: ¿Qué le parece
Tato Bores?
BALBIN: Es un
personaje muy especial dentro del humorismo
argentino, que cuando alcanza a ser totalmente
natural, es admirable. Lo acompaña un libretista
(César Bruto) de condiciones sobresalientes, que
tiene al igual que "Tato", una buena dosis de lo
que está haciendo falta en el país: Aprender
nuevamente a reír.
EXTRA: ¿Si usted fuera
presidente castigaría una caricatura que no fuera
de su agrado?
BALBIN: El pueblo es
el que juzga esos actos. Yo reaccionaría muy
suavemente. Si en mis manos estuviera auspiciarlos
o prohibirlas, me decidiría abiertamente por lo
primero. Irigoyen, que es el personaje argentino a
quien más se pretendió ridiculizar con las
caricaturas, haciendo alusión al "peludo", triunfó
a pesar de ellas y por sobre ellas. Sólo se
muestran molestos lo que no tienen personalidad
...
LA REVOLUCION
Así pues, Onganía se
encuentra ante una grave prueba: ¿Tiene
personalidad? Toda su trayectoria dice que sí.
Pero algunos golpes de intolerancia (caso "Tía
Vicenta") hablan de esas molestias a que alude
Balbín. El país, resquebrajada la noción de
autoridad, necesitó quizá esos desplantes. Pero
las grandes empresas —como la Revolución— exigen
inteligencia, y la inteligencia presupone humor.
Tato será pues un problema más en un año 68
colmado de incertidumbre política. Pero Bores no
se preocupa: lee las palabras de Balbín y Aramburu
con un encogerse de hombros, y se dirige a la
Cantina del Piacere, donde arruinará con un pollo
al oreganato toda su semana de dieta. Vive así,
eufórico, cabalgando sobre sí mismo como cuando,
ante las cámaras, se calza el smoking y la peluca.
En esa despreocupación lo sostiene una verdad: los
que hacen cosas necesitan humor. El Gobierno no
puede cerrarle el programa. ¿O sí?.
Revista Extra
05/1968
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