Volver al Indice

crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Joan Manuel Serrat
El retorno

serrat1.jpg (28646 bytes)
Revista Humor - 1983

 

 

 

Y el trovador catalán volvió y cantó. No disfrutó como en sus visitas de nueve años atrás, las presiones fueron muchas y las emociones más. Pero prefirió vivirlas y no renunciar a nada. Ahora que ya ha partido, en su ritmo cotidiano, podrá ovillar la madeja de afectos y esperanzas que recibió de su público en todos los escenarios.
Muy flaco, con rasgos de cansancio, sencillo, con humor y picardía, este cantautor hubiera querido decir y hacer más. Todo fue a medias; le faltó tiempo y no estuvo cómodo, como cualquiera ante una situación anormal...
No le faltaron, en cambio, dos horas para encontrarnos y hablar de su vida y su arte. Música, política, España, sus comienzos, la democracia, sus hijos, su padre, mujeres... Y la memoria, esa memoria que juzga esencial para no repetir errores.
Serrat dejó su imagen de hombre libre, generoso, aspirando a que su música o su poesía no sean sólo repetidas, sino que permitan a quien las escucha inventar, descubrir, fantasear...
Al borde de los cuarenta años, tironeado por el cariño a un padre que no quiere olvidar y el amor de una hijita que lo tiene sometido, Juan Manuel Serrat se despidió prometiendo volver en el verano. Volverá...
Reportaje: Mona Moncalvillo
Fotos: Eduardo Grossman

-¿Qué tal el reencuentro?
-De momento, lo que está pasando es como una madeja de emociones muy diferentes, de afectos, desilusiones, ilusiones, esperanzas... Todas estas situaciones necesitan reposo... De alguna manera se han de sedimentar, se han de colocar cada una en su lugar. Esto lleva un tiempo determinado y una calidad determinada, que no es precisamente lo que se está produciendo en estos momentos... He llegado a un país que, evidentemente, está sufriendo angustias muy concretas que está volcando en mí, junto con toda la ternura y los afectos... Esto no lleva a una situación normal, ni permite -al menos a mí no me lo permite- situarme en una situación de equilibrio. Tampoco soy muy equilibrado, nunca lo he sido. Soy más bien intuitivo que de seguridades y de grandes conciencias y grandes metas. Voy tocando las cosas... Las entiendo en la medida que las huelo, las toco, las chupo, las veo, las escucho...
-No es el tiempo entonces...
-No... no es el mejor momento del tiempo. Y no lo es, porque no tengo tiempo, de verdad. En estos momentos estoy cumpliendo un trabajo que es diferente al de evaluar; estoy al servicio de algo que está ocurriendo.
-¿Estás presionado?
-Sí, soy un hombre muy presionado. Esto va en la medida en que cada uno acepte estas presiones o le guste; pero evidentemente me siento presionado. Lo que ocurre es que no renuncio a estas presiones... Lo que me está sucediendo es, de alguna manera, sumamente hermoso como experiencia personal y como hecho colectivo, pero yo vivo de otra forma; con más autonomía de manejo; de acuerdo a lo que siento cada día, con poco que ver con rutinas y mucho menos con lo que pueden ser precauciones...
-¿Cuándo has sentido mayor presión, en la programación de las actuaciones o con el público, bastante desbordado?
-El público me ha abrumado... Lo siento como si se estuviera ahogando y yo fuera una burbuja de aire... No sé si puedo trasmitir la sensación... Me es difícil trasmitir sensaciones...
-¿Qué crees que esperaba el público con tu vuelta?
-No creo que nada distinto a lo que está encontrando; pienso que es la situación exacta en la que nos estamos moviendo la que produce esta serie de cosas.
-¿Y qué esperabas vos?
-Es muy difícil contestar qué esperaba uno, cuando no sabe exactamente lo que va a encontrar. No esperaba, en absoluto, nada concreto. Esperaba sensaciones que encuentro multiplicadas, en todo sentido. Si me preguntas si estoy cómodo, la respuesta es no, no estoy cómodo. Uno no está nunca cómodo en las situaciones anormales. Tampoco hubiera preferido otra cosa. Prefiero lo que ocurre.
-Creo que también estarás sumando los casi nueve años que no venías y la recuperación de la familiaridad con los amores, los lugares, los recuerdos...
-Y con los desamores también... Siempre uno se imagina las cosas distintas de lo que en realidad son. Me es imposible hablar de lo que esperaba y lo que me he encontrado. Sobre todo, sería inexacto...
-¿Aparecieron fantasmas inesperados?
-Continuamente... Los recuerdos son fantasmas que aparecen por un lado y las realidades por otro. Son fantasmas absolutamente cotidianos para cualquiera de ustedes, y que para mí se convierten en cotidianos en la medida en que me voy encontrando con ellos.
-¿Tenes miedo? ¿Ganas de irte?
-No, para nada... Quizá la sensación que más me pesa es que cuando me tenga que ir, me iré sin haber podido ejercer de individuo en la medida que a mí me hubiera gustado, por haber tenido un espacio limitado de tiempo para cumplir con una serie de actos. Lo poco que he podido hacer es porque ha llovido. Ayer pude salir bastante a caminar, porque llovía y no había nadie por las calles; hoy también he podido funcionar bastante bien, porque sigue lloviendo. Pero estuve esperando un auto en San Martín y Corrientes, para ir a comer, el auto se retrasó y automáticamente empezó a caer gente repleta de afecto, gente que quería tocarme, decirme cosas... No soy yo el anormal, la gente es la anormal; el tiempo que estamos viviendo es lo que nos coloca en esta situación de anormalidad. Claro que es una anormalidad que yo no rechazo, en cuanto a lo que me cae encima... ¿Qué más puede pedir alguien que lo quieran y lo traten con cariño? Lo que ocurre es que está multiplicado por la situación.
-¿Qué pasó en tu vida en estos nueve años de ausencia en Argentina?
-¿Cómo resumirlo...? Es tanto tiempo y fueron años tan importantes... En estos años me han ocurrido cosas como sufrir un exilio de España; como pasar de una dictadura fascista en mi país a un estado de derecho; como participar de una victoria electoral, popular y mayoritaria; como que muriera mi padre; como casarme y tener una hija... Y muchísimas cosas más... He seguido cantando, escribiendo canciones y sintiéndome muy a gusto con el oficio...
-De setiembre del 75 a agosto del 76 te exiliaste en México...
-Sí... y espero no tener que exiliarme nunca más, pero uno nunca sabe... Espero que eso no pase más, ni por mí ni por nadie. El exilio es, seguramente, una de las experiencias más amargas que un hombre puede sufrir. Por la soledad; por el círculo en que uno mismo se puede acabar enterrando; por la distancia tremenda entre los sueños y la realidad donde aplicar esos sueños; por el nuevo mundo absolutamente provisional, que uno inicia en el exilio, donde no se puede fijar nada... Siempre los sueños están en otro lugar, todo lo que crece es provisorio...
-Te faltan los olores, los colores...
-Y no te los puedes inventar... Con los olores ocurre como con la música, creo que son las dos cosas capaces de transportarte rápidamente, y cuando por casualidad te los encuentras en cualquier lugar, te pegas unos viajes que te mueven el piso. Los exilios son absolutamente injustos...
-¿Cómo han vivido la transición en España?
-Con muchas dificultades; seguramente con muchas más que las que te podría resumir. Ha sido una época difícil, pero pienso que todavía nos espera otra mucho más difícil, que es intentar consolidar los pocos avances que en ese sentido hayamos podido tener. La memoria juega malas pasadas si uno no la tiene muy en cuenta... Hay una tendencia increíble en la gente a acomodarse, a considerar que, bueno... ya estamos acá, no pasó nada... lo pasado pisado... Si uno no se acuerda exactamente de lo que pasó, es muy difícil que pueda valorar lo que tiene... Esto es algo que me empeño mucho en contar a la gente joven de España, a los que vivieron con menos dolor aquellas épocas. Las conquistas son difíciles de conseguir, siempre, y muy fáciles de abandonar. En la vuelta de cada esquina te están esperando para volverte a bajar... Si les puedo dar un consejo a la gente de acá es que hagan memoria siempre, muy buena, que se acuerden bien dónde, de qué manera y quién... Pienso que en la vida es importante ser generoso, pero no olvidadizo... Porque uno corre el riesgo de volver a caer en los mismos errores del pasado que propiciaron todas las desgracias que luego nos llueven encima...
-Supongo que la transición bastante moderada que tuvieron ustedes, sin cambios tajantes, va a facilitar precisamente esa consolidación.
-Creo que es una espada de doble filo... Hay un refrán castellano que dice "al burro muerto, la cebada al rabo". Evidentemente fue de esta manera y pasó de esta manera; lo más deseable no lo sé... Pienso siempre que los reformismos corren el riesgo de quedarse en reformismos, como esas obras viales que nunca llegan a terminarse, siempre están en obras y uno nunca puede llegar a circular por ellas...
-¿No ha habido cambios profundos?
-Eso creo... Además, los hechos ocurridos en el 82, cuando un grupo de guardias civiles se metió en el Congreso de Diputados con la pretensión de secuestrar a un gobierno legítimamente constituido, me parece que son demostrativos...
-Pero hubo una reacción total contra eso...
-SI, pero fue la reacción de la gente en contra... que se quedó en su sitio... Podría haber ocurrido cualquier otra cosa. Creo que cuando hay una manzana podrida en un cesto hay que sacarla; es muy difícil convivir con manzanas podridas, así sabemos bien dónde está cada uno...
-¿Cómo ha sido la evolución de la música española en los últimos diez años?
-Estamos viviendo una crisis de difusión, no de creación, que confunde porque es lo que se ve. La música se está manejando, en cuanto a distribución, por un aparato burocrático, administrativo-económico, en el cual los ejecutivos llegan a tomar el rol de los creadores. Le dicen a los creativos qué es lo que tienen que hacer, y de qué manera, para vender o no vender. Algo que atenta contra lo que significa la creación. Creo que no sólo ocurre en España, es un fenómeno general... Los manejadores de marketing, se están metiendo en las que son decisiones de creación y administrando lo que hay que difundir o no. Eso es tremendo. Aunque sea sólo por inconsciencia, cometen un error gravísimo, porque cortan toda posibilidad a un muchacho de inventar, imaginar... Todo lo que puede hacer son genialidades y las genialidades solamente se permiten a los que tienen una trayectoria y pueden plantearse esto como un lujo. Y cuando hablo de genialidad, lo digo entre comillas, es el riesgo, porque pienso que la primera obligación de un creador es correr los riesgos, Siempre hay que estar corriendo el riesgo de lo que sea...
-De lo contrario no surgiría nada...
-Es claro... Y esto está castrado por todo el aparato de ventas, de administración, que imponen una serie de señores que, en la mayoría de las veces, son artistas frustrados...
-Tampoco le dan el tiempo suficiente a alguien que se inicia...
-Directamente, no se le da... Un chico joven crea en su casa, normalmente sin ayuda, sin escuela, sin ninguna protección previa... Si tiene suerte -entre comillas también- hace un trabajo con una dignidad, forma y calidad determinada. Si luego tiene la "suerte" de que le acepten aquello y tiene la "suerte" de que aquello funcione, le cae encima la tremenda desgracia de que a los seis meses le exigen que plantee un segundo trabajo que supere al primero o que mantenga el nivel. Con la diferencia que para hacer el primero tardó cuatro años, dio cincuenta vueltas, rompió ochenta cosas... Así se lo estrangula. Tiene pocas posibilidades de plantarse, enfrentarse, porque automáticamente se convierte en un enemigo de los tipos que lo tienen que administrar y con los que tiene un contrato por equis años... También creo que es un mal negocio para ellos, los inversores matan la gallina...
-Cuando vos empezaste, hace dieciocho años, no te pasó eso.
-Claro, los ejecutivos sabían que eran vendedores y se limitaban a vender lo que otros hacían. Ahora no, te dicen cosas como "tú con la voz que tienes deberías hacer tal tema como hace fulano..." Y te cagan... Y fulano está haciendo eso porque es lo que hace mengano...
-A nosotros nos han mandado un nivel parejo de malos, lo sabemos bien...
-Sí, porque normalmente no responden a ellos mismos, sino al criterio de los ejecutivos. Así funcionan, actúan y tocan. Incluso, cuando hablan de estilo en los medios de difusión, los juzgan según las complicaciones en que se meten, no por los riesgos que corren en su trabajo. He oído críticas muy curiosas de un tipo que ha pasado del rock al blue, del blue ha pasado al folk y así a otros, dicen "este tío se la juega..." No se la juega nada, va tanteando, como un ciego, en todos lados... Lo he oído considerar como un hecho positivo cuando es sólo un despiste, un descontrol. Y el tipo las pasa muy putas, no vende, pasa hambre, pero lo consideran como un arriesgado... Va en contra. Bueno, va en contra de lo que yo pienso que tiene que ser... Desafortunadamente todo va más de prisa... Todo nace y muere más de prisa; hay una angustia por absorber rápidamente, sin absorber nada...
-¿Qué queda, entonces, para hacer el análisis de la música española?
' -Lamentablemente, en estos momentos quedamos los jovatos... Los de una generación con algo menos o algo más de cuarenta años, los que nacimos del 40 al 48. Eso ha quedado como una cosa consistente a partir de la cual deberían haber podido pasar más cosas. Pero en estos momentos hay dos generaciones que están muy jodidas; una, absolutamente frustrada, que es la que puede andar por los treinta años, están cansados... Y otra, con veinte años, que no sabe por dónde sacar la nariz.
-¿Y aquí en Argentina?
-Pasa más o menos lo mismo; el proceso es igual... Lo que está ocurriendo no es un fenómeno específico de un país, ni algo que un cuestionamiento social-político haya podido modificar. La reacción tiene un empeño servil en intentar demostrar que a partir de que España es un país demo... que vive en una democracia, pues todo lo que era un grupo de gente que cantaba se iba al carajo. Lo cual es absolutamente falso. Con las mismas cosas que están sucediendo igual se puede cantar y se puede trabajar muchísimo mejor en la libertad que en la represión. Lo que pasa es que una compañía discográfica que tenía cuarenta artistas de catálogo y que los defendía, ahora tiene nueve con los que trabaja de otra forma y para subir a la primera división los muchachos tienen que trabajar duro. A esos nueve los defienden a capa y espada aunque hagan bodrios, porque existe una inversión montada en ellos. Y así no pueden progresar.
-¿Y vos?
-Soy un hombre con mucha suerte. Entré en la música junto con un fenómeno como fue la "nova canco" y así aprendí un oficio becado por la gente. Me becó la gente que venía a escucharme cantar y que llenaba los lugares porque cantábamos una canción que no era nueva (nunca entendí el calificativo de nueva), pero que era la continuación de una canción que existía y que rompía con los esquemas de la canción que se da en llamar "comercial", tampoco creo en estos adjetivos, pero para entendernos un poco... Cantábamos lo que ocurría en aquel momento, nuestros sueños, incorporábamos textos distintos a los habituales y aprendíamos un oficio. Todo eso nos dio, a algunos, la posibilidad de progresar con independencia de lo que son las estructuras. Tanto de las promocionales como el afiche, o de los tipos que van castrando y dirigiendo al que tiene algo para contar. Me he salvado de esto... bueno... salvado relativamente, porque cuando uno depende de compañías discográficas para editar los discos, no está a salvo del todo, por mucha autonomía que tenga o las exigencias que pueda plantear respecto de su trabajo. A salvo del todo no está...
-¿Qué pasa con vos en tu país?
-Me tratan bien en casa, Me becan...
-¿Los jóvenes asimilan bien tu música?
-A los jóvenes y a los viejos se los usa para votar, pobres... Pero bueno, me asimilan fácilmente, andamos bien... Hace de la sabiduría, eso es otra cosa. Y luego hay un mundo de sueños, de imaginación, de héroes y de fantasmas que van apareciendo. Uno pone en primera persona lo que nunca ha sido en primera persona; y pone en plural algo que solamente es singular...
-¿Por pudor?
-No, creo que no es por pudor... no, no... en mi caso es por otra razón, supongo. Conozco algún caso que hemos comentado en que sí es por pudor, pero no es el mío. Creo que cuando lo pongo en plural es por pretensión, uno peca de pretencioso por creer que lo que le pasa a uno les pasa a los demás. Pero tampoco hay tanto de pretensión, si no no recibiría las informaciones que me vuelven.
-¿Qué te hace dejar la agronomía y la biología por el oficio de cantante?
-Alguna vez lo he contado, pero me lo creen muy pocos... piensan que es una "boutade"... Pero yo empecé a hacer canciones y a cantar sencillamente porque les tocaba el culo a las muchachas con más facilidad que cuando era un agrónomo... Y eso fue algo que me engolosinó... Luego descubrí más cosas, pero aquello fue muy atractivo...
-¿Fue?
-De hecho sigue siendo muy atractivo... Después vino el oficio. Aprendí que eso de las vocaciones es mentira; la vocación aparece con el uso de algo, como el amor aparece con el trato. Uno quiere las cosas que trata, es imposible querer lo que no se conoce. No sé si es imposible pero a mí me pasa eso. Puedo ilusionarme, puedo ambicionarlo, puedo desearlo, pero amarlo no. Solamente amo lo que conozco. Así me pasó con mi oficio, lo quise a partir de ejercerlo y sentirme participando con todos en algo...
-¿Qué cambios has tenido en los 18 años de ejercicio?
-Afortunadamente, ha habido muchos cambios. Si no hubiera habido cambios, estarías hablando con una momia... He nacido y he muerto muchas veces... O han nacido y han muerto cosas en mí continuamente... He abandonado unas, he retomado otras, y así pienso seguir...
-¿Te has replanteado tu oficio...? Creo que por el 71 pasó algo así...
-Yo me replanteé mi oficio antes del 71... No hay una ruptura, lo que sí hay es una reconstrucción de las cosas que se están haciendo sin saber exactamente dónde se ubica el cantante que el individuo lleva adentro. Una de las cosas que más influyeron fueron los castigos. Por mi decisión de querer cantar en catalán por televisión, en el 68, sufrí mi primer meneo...
-¿Fue cuando te echaron de la televisión?
-Digamos que no me dejaron usarla... También tuve muchas dificultades para trabajar, muy malas condiciones para poder hacerlo... un clima muy jodido me crearon... Era muy difícil de entender para un individuo de Castilla el acto que ejercía un catalán, pero para mí fue muy importante, porque no fue sólo un acto reivindicativo de una cultura sino también de enfrentamiento al sistema político. Yo sabía perfectamente a quién me dirigía... Luego, en el proceso de Burgos, en el año 1970, cuando me comprometí en esta historia, también me dieron otro meneo y tuve que irme a América. Ya en mi primer viaje descubrí una América efervescente, un Uruguay con problemas concretos, una Argentina con cuestiones clarísimas y un Chile en el que pasaban otras cosas. Conocí gente, viví con los cuestionamientos de esa gente, y todo eso me modificó, me cuestionó, y no tuve más remedio que tomar postura para poder sentirme no digo ni mal ni bien, sino simplemente sentirme en esos lugares...
-¿Hubo replanteos posteriores?
-Sí, supongo que cada día... pero aquéllos fueron tan fuertes que uno ya sabe en qué caballo está montado...
-¿Por qué te pareció oportuno volver ahora?
-Por dos razones; primero, porque el momento político del país es el indicado, y segundo porque la presión interna del país lo permite. Si estoy tocando, no es tanto por cubrir mis nostalgias, sino porque existe una presión interior que hace posible y sencillo que esto pueda ocurrir. Naturalmente, yo vengo corriendo...
-¿Fuiste expresamente prohibido?
-Nunca tuve la entrada prohibida en la Argentina; fueron prohibidos mis discos, la difusión...
-¿Vas a ir a Chile?
-De momento voy, hasta el día de hoy; mañana es día catorce y hay una manifestación de todos los sindicatos, veremos qué pasa... En Chile, en tanto pueda cantar lo que quiero, canto... Y voy a contestar todo lo que me pregunten, en la frontera no me quedo...
-¿Cómo está tu humor y el de España? ¿Qué está pasando?
-Ustedes sí que son un caso muy peculiar, se llaman HUMOR y de humor les está quedando poco, uno se acuerda de "Satiricón" y de eso no hay nada...
-Es que HUMOR salió hace cinco años a cubrir un espacio humorístico, pero poco a poco, fue respondiendo a necesidades que otros medios "serios" no cubrían. Y la gente lo agradece...
-Sin duda, por eso yo, aunque parezca reiterativo insisto siempre con eso de la memoria y en ese sentido funciona, en todos no... La gente se olvida de fechas, cambia fechas, corre para acá las fechas, y eso no es buen consejero para el futuro de este país...
-¿Te fue mal en el gobierno peronista?
-Los gobiernos de Argentina nunca me han afectado... no he estado nunca con ellos...
-Me refiero a si tuviste alguna censura o prohibición.
-No, ninguna censura.
-Volvamos al humor, ¿cuál es tu relación?
-Yo soy un pesimista lleno de optimismo... Por tanto, me manejo muy bien con el humor; España es un país de un gran humor; la gente tiene una gran capacidad humorística, pienso que eso le ha permitido sobrevivir...
-¿Qué revistas tienen?
-Sigue habiendo revistas de humor negro, cotidiano, como puede ser "Jueves" o "Papus", y los dibujantes, mucho más que en revistas, están haciendo publicaciones individuales. Forges, sobre todo, debe tener una fábrica porque su productividad es increíble, creo que debe tener a sus dos hijos trabajando para él... En este momento hay una mezcla del humor político y del humor negro, no hay una línea definida. El español no usa el humor para un rato determinado, vive absolutamente integrado en él; en la calle es donde hay buenos ejemplos de esto. Acá también se ve, sobre todo en Buenos Aires...

-¿Qué queres que ocurra con la gente que escucha tu música?
-Con los que escuchan, yo pasaría de mi música. Le deseo a la gente lo que me deseo a mí cada día. Y respecto a las canciones, cuando yo canto, mucho más que lo que estoy contando me importa lo que la gente sea capaz de inventar a partir de aquello; lo que yo sea capaz de descubrir en los resortes de su imaginación, de lo que cada uno puede aportar. Y siento no poder enterarme de todo esto para enriquecerme...
-¿No lo recibís?
-Lo recibo en afecto y en compadreo... Pero lo que no recibo es lo que cada uno inventa o imagina, el traje que cada uno se hace a su medida, después que recibe aquello...
-¿No te sentís demasiado exigido con tantas preguntas políticas, siendo tan escasas las de tu actividad específica?
-No, y supongo que es así porque existe angustia en ese sentido. Es lo que está en la calle.. Me preguntan, de la misma manera que yo escribo mis canciones, y yo escribo porque en la calle hay cosas... La gente habla, dice, huele, lame, toca... yo hago lo mismo...
-¿No te molesta tanta cosa política?
-Da una imagen limitada, pero es sólo un aspecto. No me incomoda, lo que pasa es que hay más aspectos que podrían ser, seguramente, más divertidos...
-¿Qué es lo más divertido?
-Ja, no te lo puedo contar... Pertenece a mi mundo más íntimo y secreto... Hay que contarlo en íntimos "comités"...

"Como decíamos ayer..."
serrat2.jpg (5911 bytes)

Después de ocho años de ausencia -años coincidentes con la reorganización nacional- el gigantesco Joan Manuel Serrat volvió a los escenarios argentinos. Los sucesos que se produjeron al largarse la venta de entradas, demostraron -una vez más- que a las grandes voces populares no se las puede condenar al olvido por el simple procedimiento de la interdicción. Y ya desde el debut -anoche, al escribir estas reflexiones- se vio que la catarsis generada por el catalán nos une a todos aquéllos que preferirnos, corno él dice, un sioux al Séptimo de Caballería
A Serrat le temen casi en forma irracional.
Le temen los injustos, los déspotas y los mediocres. Le temen los estados basados en la fuerza. Y aunque los que le temen son infinitamente menos que los que lo aman sin condiciones, logran esporádicamente que la inmensa figura de este catalán desaparezca de escenarios y medios de difusión.
Ese miedo proviene, seguramente, de la certeza de que solamente los muy grandes son capaces de colocar ciertas valencias en su lugar. Y Joan Manuel es un maestro en eso de ubicar: a través de su canto y su poesía desfilan la hipocresía, la mojigatería, la estupidez, la burocracia, las convenciones obsoletas, las injusticias sociales, las miserias humanas. Por sobre todo ello, siempre presente el amor a la vida. Sin embargo, curiosamente, en su repertorio aparece muy raramente la política en forma directa. Ni el más histérico de sus perseguidores podría acusarlo de panfletario.
¿De qué acusan a este artista que desde su Cataluña natal ha iluminado los últimos años musicales de toda Hispanoamérica? ¿De haber cantado a Machado, otro gigante español que murió infamemente del otro lado de la frontera, con el corazón roto por el avance de las tropas franquistas? ¿De haber difundido la obra de Miguel Hernández, inconmensurable poeta aniquilado a los 32 años en una cárcel "nacionalista"? ¿De cantar sus propias letras, donde la vida y el libre albedrío son exaltados por sobre máquinas, represiones y reglas?
No; lo acusan de "peligroso". Y le temen porque saben que Serrat, con ese poder maravilloso de comunicación que le tocó en el reparto de dones carismáticos, es capaz de destruir en cinco minutos de canto las falsas escalas de valores que nos inculcan, desde la cuna, a los latinoamericanos en un siglo.
Es obvio: los que pretenden librarnos de las maléficas influencias de malos españoles como Joan Manuel, son los mismos que nos enseñan en las escuelas lo admirables que eran otros españoles como los bestiales conquistadores que arrasaron nuestras tierras y masacraron a nuestros aborígenes en nombre de la Cruz y la Corona. Desde tal punto de vista, la peligrosidad del catalán es cierta: esa unión de inteligencia, rebeldía y magnetismo, es difícil de resistir.
Y está el aspecto hombre. Ahí sí. Serrat ha mantenido una coherencia total a través de toda su trayectoria y ha sido una figura política desde su aparición como artista. El mismo poeta que cantaba al amor, la vida y la amistad, era el que se recluía en el Monasterio de Montserrat para protestar por los juicios contra los rebeldes vascos, y el que desafiaba abiertamente, a costa de la carrera artística en su país, al propio Generalísimo Franco, autor moral de la muerte de García Lorca, Miguel Hernández y otros creadores. Como él mismo se define, Serrat es un hecho político y todo lo que nace es político, aún cuando diga:
"Antes que nada soy partidario de vivir".

Un Debut a Manera de Introducción

serrat3.jpg (13228 bytes)

Jueves 2, diez de la noche, primer contacto de Serrat con el público argentino. Un público heterogéneo: adolescentes gritonas, señores circunspectos, gente de la farándula (detrás nuestro estaba Cacho Fontana, todavía preocupado por la intervención de Manrique en su segundo programa radial) y muchos jóvenes en estado de efervescencia, ansiosos por demostrarle al juglar que todos los intentos por borrarlo habían sido inútiles.
El hombre salió, con esa sencillez que le conocemos o le adivinamos, y retribuyó en silencio, como pudo y con una emoción conmovedora, la interminable ovación del Gran Rex en pleno, incluyendo fotógrafos, acomodadores y personaI de seguridad. Arrancó con "Cantares" y mostró que su voz era la misma de siempre. Y en seguida, se presentó con las clásicas palabras de Fray Luis de León, cuando se reencontrara con sus alumnos después de cuatro años de prisión: "Como decíamos ayer..."
Fueron dos horas de canciones, alternándose las de distintas épocas y los estrenos como "Cada loco con su tema". Y pasó de todo: no faltaron las consignas, que Serrat escuchó quietito y esperando, ni los gritos de "¡Genio!", "¡Maestro!" y otros epítetos nada exagerados, ni las lágrimas corriendo por las mejillas de muchos asistentes. La consigna coreada más fuertemente, sobrevino inmediatamente después de la frase final de un tema que termina diciendo: "Entre esos tipos y yo, hay algo personal". Todo un símbolo de la posición del catalán frente a los liberticidas. Hubo otro símbolo:
Joan Manuel, sin previo aviso, cantó "Cambalache" y lo hizo bien, sustituyendo (¿voluntaria o involuntariamente?) a Stavisky por Stravinsky.
Los "fuera de programa" duraron media hora. Nadie se quería ir. Y esto fue, seguramente, un pálido reflejo de lo que va a suceder -o está sucediendo- en el Luna Park. Allí estarán todos los que, como Serrat canta en "Cada loco con su tema", prefieren: "volar a correr, hacer a pensar, amar a querer, tomar a pedir" y "los caminos a las fronteras, una mariposa al Rockefeller Center, un sioux al Séptimo de Caballería'.
Ahí va a estar el pueblo. Y no van a estar muchos de los que fueron a saludar a Frank Sinatra en ese mismo lugar.
Aquiles Fabregat

serrat4.jpg (11063 bytes)

 

Que Serrat haya sido prohibido en Uruguay, no puede haber asombrado a nadie. Pero sí pueden resultar sorprendentes las justificaciones esgrimidas por las autoridades orientales. De ello habla un uruguayo que, al igual que otros talentos charrúas, vive lejos de sus pagos.

FRANJAS ROJAS
Escribe: Mario Benedetti

Estoy seguro de que a Joan Manuel Serrat, ducho en vedas a ambos lados del Atlántico, no le habrá asombrado que le prohibieran la entrada en Uruguay. Es posible, en cambio, que lo hayan dejado estupefacto los fundamentos del veto. Según ha informado "El País" (17 de abril), el coronel Washington Varela, jefe de policía de Montevideo, ha dicho que la prohibición se debía "a la militancia y actividad política de Serrat en ese concierto internacional que orquesta una sistemática campaña de difamación contra nuestro país y que integran todos aquéllos que quieren ver franjas rojas en nuestra bandera."
Al parecer, en Uruguay la dictadura no se resigna a ejercer la represión lisa y llana; por el contrario, siempre pretende justificarla. Y es ahí donde suele incurrir en graves errores de información. Por lo pronto, eso de "sistemática campaña de difamación" tal vez sea un prudente circunloquio para referirse a la serie de documentadas denuncias sobre violaciones de derechos humanos, torturas a presos políticos, atentados a la libertad de prensa (en los últimos meses han sido clausurados varios periódicos), partidos democráticos prohibidos, líderes proscriptos (Wilson Ferreira Aldunate, entre otros), dirigentes presos (el general Líber Seregni, entre otros), etcétera, vale decir hechos muy concretos que la dictadura no puede borrar del mapa con el mero calificativo de "difamaciones". ¿Quiénes llevan adelante esa campaña? "Aquéllos que quieren ver franjas rojas en nuestra bandera."
Aparentemente, no es una referencia a países comunistas (digamos la URSS, China, Vietnam, etcétera), ya que sus banderas no suelen limitarse a franjas rojas, sino que son rojas en su totalidad. Franjas rojas en sus banderas sí las tienen países como España, Austria, República Federal de Alemania, Bélgica, Canadá, Colombia, Costa Rica. Holanda, Italia, México, etcétera. Hasta Chile tiene una franja roja que ocupa la mitad del emblema, y ni siquiera Pinochet, tan cercano ideológicamente al actual gobierno uruguayo, se ha atrevido a quitarla. Pero hay un dato más curioso aún: la nación que tiene más franjas rojas en su bandera es nada menos que Estados Unidos. Tantas como pecados capitales.
Pero la desconcertante opinión sobre franjas rojas del jerarca montevideano es más grave aún si se la relaciona con emblemas de su propio país. Además de la bandera oficial (franjas blancas y celestes, con el sol en un ángulo), la República Oriental del Uruguay tiene otros dos emblemas de hondo significado histórico y patriótico (la llamada bandera de Artigas y la de los Treinta y Tres), que suelen izarse en las celebraciones públicas junto al pabellón nacional. Pues bien: ambas tienen sendas franjas rojas.
No es improbable que este desdén oficial hacia las franjas rojas y, por tanto, hacia las banderas de los libertadores, tenga causas que van más allá de la simple distracción. Por lo pronto, la indirecta alusión a Artigas tiene una historia que no es de hoy. La conspiración contra el héroe ha sido sobre todo de silencio. Los historiadores de la oligarquía se han preocupado siempre de que la imagen oficial de Artigas no damnificara sus intereses. En consecuencia, han destacado al vencedor de la batalla de Las Piedras, pero han ignorado virtualmente al autor del Reglamento Provisorio de 1815, documento artiguista ejemplar en que consta la primera reforma agraria de América Latina. En ese texto, el fin primordial era la reivindicación de los desposeídos ("los más infelices serán los más privilegiados"), o sea, de un proletariado campesino que, según el reglamento, incluía "los indios. los negros libres, los zambos de igual clase y los criollos pobres". Y un dato adicional: los títulos de propiedad que en 1825 repartió Artigas a los campesinos nunca fueron reconocidos por los sucesivos Gobiernos (democráticos o dictatoriales) que, desde su independencia hasta hoy ha tenido Uruguay.

Batallas ganadas

Hace siete años, el ex presidente Bordaberry, en sus últimas semanas de gobierno, y ya teledirigido por los militares, prohibió que en la nueva base del momumento a Artigas figuraran algunas de sus ideas fundamentales y (precisamente él, que estaba a punto de perder su última reyerta) sólo autorizó la inscripción de batallas ganadas. Ahora bien, si se examina el ideario de Artigas ya no parece irracional que a Bordaberry le resultaran tan incómodas aquellas ideas como al coronel Varela las franjas rojas. No hay oriental que desconozca ciertas frases de Artigas: "Mi autoridad emana de vosotros y cesa por vuestra presencia soberana", "No venderé el rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad", "El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos", "La cuestión es sólo entre la libertad y el despotismo", "Podrán arrancarme la vida, pero no envilecerme", "Con libertad no ofendo ni temo" y, sobre todo, ésta, escrita el 21 de abril de 1811 desde el campamento de Mercedes: "A los tiranos no les queda más recurso que el triste partido de la desesperación." Cualquiera de estas frases iba a sonar como un estampido frente a la Casa de Gobierno, que es donde está situado el monumento al héroe.
Se ve que Bordaberry las conocía. Pero la precaución le sirvió de poco.
La prohibición de Serrat, ya no sólo para cantar sino también para entrar al país, viene a ser, después de todo, una actitud que se corresponde con ese "triste partido de la desesperación". En los últimos tiempos, el canto popular ha sido una de las pocas válvulas de escape para un pueblo oprimido por el colapso económico, azotado por la represión, diezmado por el exilio. Ese público ha sabido entender y aplaudir las entrelineas de esos cantantes, a los que reconoce como portavoces. Hace pocas semanas, la dictadura arremetió también contra ellos, acentuando la censura y prohibiendo recitales. Un recital nada menos que de Joan Manuel Serrat (cantante particularmente querido y admirado por los jóvenes de mi país) habría sido una ocasión para que esa juventud reconociera y reencontrara, en las viejas y nuevas canciones, su propia e indeclinable vocación de libertad. Según parece, la dictadura no está para esos lujos. Maligna ingenuidad, tal vez, ya que ¿quién puede verosímilmente impedir que una canción traspase una frontera?
Una país no es mejor ni peor porque su bandera tenga o no franjas rojas. En cambio, puede ser francamente peor si mantiene y tortura en sus cárceles a hombres y mujeres que se jugaron la vida y la libertad por sus ideales y principios. Quizá por eso sea comprensible que al severo jefe de policía de Montevideo no le agrade escuchar aquellos sencillos versos en la cálida voz de Serrat: "Y si no estuviera en su mano/ poner coto a tales desmanes/mándeles copiar cien veces/que esas cosas no se hacen."

serrat7.jpg (13094 bytes)
serrat5.jpg (8778 bytes)
serrat6.jpg (9456 bytes)

- ¿Por qué no estás afiliado a ningún partido político?
-No estoy afiliado porque no quiero, aunque sea clara mi militancia política. Tengo militancia política en el partido socialista de Cataluña, pero no tengo carné... De la misma forma que, si pudiera, no tendría cédula, ni carné de conducir, ni pasaporte... Esto de los carnés no me gusta nada, estar identificado continuamente me parece un abuso de confianza, por parte del poder.
-¿Por qué no estás convencido de la democracia española?
-Porque creo que el proceso de democracia pasa por la educación y la cotidianeidad. La democracia es algo que hay que usar desde que uno se levanta hasta que se mete otra vez en la cama. Y después de cuarenta años de dictadura, con un pueblo desinformado políticamente, el asentamiento de la democracia es algo que nos va a costar muchos años. Todavía la justicia no está bien distribuida, tampoco los medios de producción... Una democracia tiene que ocuparse de que todo esto ocurra. Y a veces en un estado de derecho, precisamente por ser una democracia, los avances son tremendamente lentos. Nos falta bastante, por eso no estoy conforme ni cómodo...
-¿Por qué le diste al Servicio de Paz y Justicia la organización del recital para recaudar fondos para los inundados?
-Me pareció que era un mecanismo con el cual nos podíamos mover y con el que nos sentiríamos integrados muchos. Es una iniciativa que hace algún tiempo estaba gestándose, lo que hace falta son permisos, lugares y otras cosas. Y para evitar cualquier tipo de manipulación, porque estos momentos se prestan a muchas confusiones. En este mes, y en los venideros, aquí, hasta que se definan una serie de cosas que se tienen que definir, como quién es quién, por ejemplo, me pareció lo mejor...
-¿Conoces a Pérez Esquivel?
-Lo conocí acá. Me parece un hermoso luchador. No por lo que lo traté ahora, sino por los ejemplos cotidianos que ha dado. A un hombre no se lo conoce tomando un café con él, sino por sus actitudes de todos los días... Lo conocía desde hace muchos años, lo que pasa es que no había tomado café con él...
-¿Cómo es tu vida en la montaña y con tu hijita María?
-De sumisión...
-¿Te educa bien?
-Sí, soy un hombre absolutamente sometido a ella. Me educa mucho, es verdad... Me hace volver a vivir continuamente. Hoy cumple tres años y medio.
-¿Cómo te manejas con ella y con Queco, tu otro hijo adolescente?
-Con el muchacho, que ya tiene catorce años, es dificultoso, pero intentamos superar todo; su edad, sus ilusiones, el que tenga un padre que sale en los periódicos y que es famoso, a diferencia de los padres de sus amigos... Intento que lo asimile, que lo asuma y que sepa que eso es una satisfacción muy grande que tiene que tener y no que le caiga encima como una losa. Con la niña no hay problemas, hace de mí lo que quiere... Suerte que tiene una madre que no consiente que nos maneje...
-¿Y Candela, tu mujer, maneja bien tu fama, tu éxito, las mujeres...?
-Nuestra relación es excelente; ella no se cree las historias, sabe bien quién soy, perfectamente; pasa esas historias porque sabe la realidad...
-¿Ella es la síntesis?
-No, ella es ella, ni más ni menos...
-¿Fue mejor tu relación con tu padre que la que tenes con tu hijo?
-Hay un refrán catalán que dice "es más fácil ser buen hijo que ser buen padre". Y es verdad. Seguramente porque el padre es más generoso que el hijo...
-Tu padre ha muerto hace tres años, ¿qué te queda de él?
-La sensación de haber perdido el tiempo... De no haber aprovechado mejor todo el tiempo que estuvimos juntos... A pesar de haberlo usado bastante plenamente, tengo esa sensación. Supongo que siempre la habría tenido... pasara lo que pasara... Lo echo mucho de menos al viejo... Era como esas cosas que uno está tan acostumbrado a tener, le son tan fáciles, tan accesibles, tan tiernas y tan agradables, que no se tiene que pelear por ellas para retenerlas. Cuando se escapan de las manos te das cuenta de lo que eran... Tuve muy poco tiempo para recuperar el terreno que perdí. Fue el tiempo de la enfermedad... Y fue jodido. Siempre tuve sensación de impotencia, de no poder hacer nada, de que no sirvieron los médicos que conocía ni las posibilidades económicas, para poderlo ayudar... Sin embargo no había amargura. No me sentía bien, evidentemente, pero había algo de felicidad en aquella situación terrible... Había una respuesta amorosa por parte de todo el entorno familiar. Yo pensaba, cuando me muera, quiero morirme como este viejo...
-¿Supo que lo querías, se lo dijiste?
-Si, esto se lo dije siempre, para eso nunca me faltó tiempo, pero no me consuela... No me gusta mucho hablar de estas cosas...
-¿Qué pasa con vos, en el umbral de los cuarenta?
-Nunca pensé que tuviera cuarenta años... Sólo lo noto cuando me tuerzo la rodilla, cuando me doy cuenta que el envase no funciona en la medida en que funcionaba antes. Me doy cuenta cuando intento jugar un partido de fútbol a tope y termino con una lipotimia... Por lo demás, no me siento mal. No quisiera volver a vivir otra vez, por nada del mundo. Me siento a gusto con lo que me ha tocado vivir y sé que no tengo ningún sentimiento de volver atrás; me encuentro bien a esta altura del partido. No me siento frustrado por lo que soñé ni por lo que me ocurrió...
-Las carreras de caballos te gustan bastante, ¿pudiste ir a Palermo?
-No, no he podido... Procuraré desquitarme de toda esta historia en el próximo viaje, cuando todo este furor se convierta en normalidad. No quiero perder por nada del mundo el afecto, pero deseo moverme con la soltura de alguien que está todos los días en la calle...
-¿Volverás?
-Quiero volver en el verano... Me gustaría tocar en toda la República, en canchas de fútbol, en sitios grandes, donde podamos juntarnos muchos y donde todo sea más racional. Espero volver y que no surja ningún hecho que impida el normal camino de la Argentina para recuperar las libertades que se merece. Claro que uno nunca sabe...
-¿Dudas que salimos bien de ésta?
-¿Y vos...?
-¿...?

 

Google
Web www.magicasruinas.com.ar

Todo Serrat aquí