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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

EL ECLIPSE
UN JALÓN PARA NUESTRA CIENCIA
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Nuestro país será escenario de un eclipse de sol que concita la expectativa de todo el mundo científico. Decenas de investigadores y técnicos se distribuirán en puntos estratégicos del territorio nacional para seguir las alternativas del fenómeno. El singular hecho sirve para valorar la contribución argentina a la investigación espacial y para estimar el lugar que ocupa dentro del marco latinoamericano y mundial.

Revista Análisis
noviembre 1966

 

 

UNA MANCHA DE SOMBRA circular se arrastrará por América del Sur el 12 de noviembre, cruzando oblicuamente el continente, del noroeste al sudeste, desde las costas del Perú a las de Río Grande do Sul, en Brasil, para perderse en el océano Atlántico. La Luna, con su diámetro de apenas 3.476 km, cubrirá al sol, que posee uno de 1.392.000 km, y proyectará sobre la Tierra una sombra de unos 90 km de diámetro que se desplazará a la fantástica velocidad de casi 700 metros por segundo, y que durará en cada punto de su trayectoria algo menos de dos minutos.
Detrás de esa sombra, como los cazadores de una misteriosa mariposa negra, se movilizan desde hace ya un tiempo centenares de científicos y técnicos argentinos y extranjeros, con sus minuciosos programas de investigación.
Más de veinte estudios, en los que participarán varias universidades nacionales y las fuerzas armadas, a través de sus centros especializados, dicen de la intensa actividad científica que se desplegará en nuestro país para detectar las características relevantes de un fenómeno que no volverá a repetirse en los mismos lugares hasta dentro de 360 años.
En Las Palmas (Chaco) y Tartagal, (Salta) se fijará la atención principal. ¿Por qué allí y no en Corrientes, Resistencia, Tucumán, el océano Atlántico, Capital Federal, u Oran, en la misma Salta, lugares desde los cuales se seguirá de cerca el eclipse y donde se harán importantes verificaciones? La razón es sencilla: desde Tartagal y Las Palmas se lanzarán al espacio un total de 17 cohetes, lo que exigirá el mayor despliegue de recursos técnicos y humanos.
En el último de los lugares citados, la CNIE (Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales), de Argentina, y el CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales), de Francia, colaborarán en la realización de un estudio dirigido por el profesor francés Jacques Emile BIaumont. Se lanzarán al espacio dos poderosos cohetes de fabricación francesa denominados Titus, de tres toneladas y media de peso total, con una carga de instrumentos (carga útil) de 325 kg, capaces de alcanzar 270 km de altura. Más de cien personas trabajarán febrilmente en Las Palmas, a 50 km al norte de Resistencia, preparando los radares de seguimiento y otros aparatos, además de la rampa que contendrá a los cohetes de 12 metros de longitud y de mas de medio metro de ancho.
En Tartagal, a pocos kilómetros de la frontera con Bolivia, se realizarán dos tipos de lanzamientos balísticos.
En uno de ellos, en el que colaborarán la CNIE y la NASA, de Estados Unidos, y que dirigirá el Dr. Willis Webb, del último país. se enviarán al espacio doce cohetes Arcas, de origen estadounidense- Cada uno de ellos pesa 34 kg. tiene una carga útil de 3 kg y un alcance de 60 km.
En el otro estudio, proyectado por el Instituto de Investigación Aeronáutica y Espacial (IIAE), dependiente de DINFIA (Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas) y dirigido por el científico argentino Dr. Horacio E. Bosch, se lanzarán tres cohetes íntegramente nacionales, de la serie Orion, de 130 kg de peso y 16 de carga útil. con un alcance de 110 km de altura,

IMPORTANCIA DE ESTOS ESTUDIOS

Estas experiencias y otras que tienen también enorme importancia, pese a su menor espectacularidad, forman parte de investigaciones que permitirán conocer más profundamente los factores que afectan la vida en nuestro planeta y que tiene relación directa con los fenómenos solares, las radiaciones cósmicas y la circulación estratosférica, entre otros.
Es alto el valor teórico (para el desarrollo de la ciencia pura, en nuestro país y en el mundo) y práctico (para el dominio del clima y las comunicaciones terrestres) de estas experiencias.
Muchas veces, frente a acontecimientos científicos como éste, el hombre común suele tener la actitud de quien cree que no le atañe. No percibe a veces que ese elemento nuevo que se agrega a su vida para hacerla más agradable o inclusive para salvársela, como en el caso de las vacunas, es el resultado de una larga tarea de generaciones de científicos y técnicos.
Algo de esta actitud hubo, y quizás hay, acerca de las investigaciones espaciales que realiza nuestro país. El lanzamiento de los cohetes Orion sirve para medir el camino recorrido por la Argentina en esa materia. Constituye la culminación de un proceso mucho más largo e intenso, realizado en el laboratorio y en la planta industrial. Los cohetes fabricados en nuestro país, según diseños propios, muestran elocuentemente la capacidad de nuestros científicos y la calidad ejecutiva de nuestra industria y nuestros técnicos.
Cuando el 1' de febrero de 1961 un cohete Alfa Centauro fabricado por el Instituto Aerotécnico, dependiente de DINFIA, abandonó su plataforma de lanzamiento en un páramo de la Pampa de Achala, a un centenar de kilómetros de Córdoba, pocos percibieron la trascendencia del acontecimiento. En aquella febril mañana plomiza, el entonces comandante Aldo Zeoli, jefe del departamento de armamentos y cohetes del Instituto Aerotécnico y director de la prueba, comenzó la cuenta en retroceso a cuya finalización un violento estampido indicó el despegue del proyectil espacial.
A aquel primer lanzamiento siguieron muchos otros, como lo ejemplifica la tabla anexa, en la que hacemos constar solo los cohetes íntegramente nacionales fabricados por DINFIA. En Chamical (La Rioja), donde existía un antiguo destacamento aeronáutico a punto de ser levantado, se creó el Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados (CELPA). La pequeña población, cuya vida dependía de la permanencia del destacamento citado, había pedido revisar la medida que disponía su liquidación. La creación de CELPA vino a satisfacer una necesidad de nuestra experimentación balística y a responder favorablemente a un pedido de los pobladores. La insignia de un cohete en la chapa de las automotores patentados en Chamical evidencia el orgullo que sienten por la nueva situación.

LO QUE ESTAMOS HACIENDO AQUÍ

La investigación espacial mediante cohetes requiere una alta capacidad en la construcción del proyectil en sí (envoltura exterior y motor propulsante), en la carga útil (instrumentos capaces de recoger y trasmitir datos a la base), en los aparatos situados en tierra, encargados de controlar el cohete y recibir sus datos, y en la preparación del personal que los proyecta y ejecuta. La Argentina es actualmente el único país latinoamericano que cubre todas estas exigencias de la exploración espacial. El diseño y la construcción de una carga útil propia supone, especialmente, un complicado y cuidadoso desarrollo de laboratorio antes de su puesta a prueba en el cohete.
La Universidad de Tucumán ha proyectado y construido cargas útiles completas para investigaciones ionosféricas (la ionósfera es una región eléctricamente conductora que se extiende de los 80 a los 400 kilómetros sobre la superficie terrestre) y estudios de radiación cósmica, entre otros. Esa misma universidad también construyó un equipo para recibir fotografías de satélites meteorológicos. En el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de las Fuerzas Armadas (CITEFA) se creó el cohete "Prosón I", de 80 kg de peso total y 5 kg de carga útil, que fue probado con todo éxito el 23 de agosto de 1963, cuando superó los 40 km de altura.
Pero las construcciones y experiencias de cohetería más importantes en este momento se realizan en el Instituto de Investigación Aeronáutica y Espacial, dependiente de DINFIA.

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cohete Orion
logro de nuestra industria espacial

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las instalaciones de Chamical
el centro de lanzamientos mas importante del continente

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instrumentos argentinos
carga útil para captar los datos

Allí se construyen las cargas útiles y varios de los artefactos terrestres indispensables para el seguimiento de las experiencias espaciales, además de los cohetes de mayor capacidad y alcance de Latinoamérica. La magnitud de la tarea realizada aparece ejemplificada en el viaje a Estados Unidos del vicecomodoro Miguel Sánchez, jefe del grupo de desarrollo aeroespacial del IIAE. Con un reducido grupo de especialistas argentinos tratará de certificar la calidad del cohete Orion II, fabricado por DINFIA. En Wallops Island (Virnia, Estados Unidos), donde la NASA posee una de sus bases de lanzamiento, se enviarán al espacio cuatro unidades del modelo citado.
La homologación de la operatividad del cohete por parte de la NASA significará la posibilidad de que pueda ser comprado por otros países interesados en realizar sus propias investigaciones.
El costo del Orion II se calcula en unos $ 500.000, incluida la carga útil. La compra de un cohete similar en el exterior demandaría un desembolso bastante mayor. Ya en la reunión Internacional celebrada en Varsovia en 1963 se recomendaba obtener un cohete confiable de unos 80 km de alcance y de 5 kg de carga, cuyo costo fuera inferior a los 2.000 dólares. El Orion II tiene aproximadamente ese costo, pero posee mayor capacidad y alcance (16 kg y 110 km, respectivamente). Para el año próximo el IIAE proyecta lanzar un cohete de unos tres metros, capaz de alcanzar los 180 km de altura.

NUESTRO LUGAR EN EL MUNDO

Como hicimos notar, la Argentina ocupa en lugar de privilegio en Latinoamérica en materia de exploración espacial: porque construimos nuestras propias cargas útiles y algunos de los avanzados instrumentos de tierra; porque poseemos cohetes de mayor capacidad y alcance y porque tenemos programas de investigación más amplios, de concepción propia.
Dentro del panorama mundial, la preeminencia de Estados Unidos y la Unión Soviética es más que indiscutible. Bastante lejos de esos dos colosos, pero en una posición de privilegio, pues ha llegado a enviar satélites propios, se ubica Francia. En un tercer lugar, a prudencial distancia de este último país, se hallan Inglaterra, Canadá, Japón e Italia; puede ubicarse a Alemania en el mismo grupo, aunque en un escalón inferior. En el puesto siguiente se ubican la Argentina y la India, y, un poco más lejos. Brasil y Pakistán.
La relevancia práctica de estos estudios es incalculable, aunque muchos de ellos no tengan concreción inmediata. Podemos dar ya, sin embargo, algunos ejemplos. Sobre la base de los conocimientos, los recursos humanos y la capacidad técnica de nuestros centros de investigación se está organizando un centro regional de comunicaciones espaciales que será único en Latinoamérica. Hará posibles, comunicaciones intercontinentales casi perfectas en el campo de la televisión, la telefonía y la radiotelefonía, para citar solo algunas. El Instituto Geográfico Militar, y las universidades de Cuyo y de Córdoba están elaborando un programa de geodesia espacial que permitirá un relevamiento cartográfico más perfecto, mediante la utilización de las señales que envía un satélite, del en apariencia modesto, hay que sumar un mas amplio conocimiento de nuestro clima, con la evidente posibilidad de una mejor previsión y de una mas amplia capacidad de modificarlo.
Simultáneamente con la obtención de estos beneficios, las investigaciones espaciales permiten crear una fuente de trabajo profesional de alto nivel científico cuya tarea se proyectará mucho más allá de esas actividades.

 

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