Artesanía
Cristal de Baccarat
Clasicismo, millones y una fabulosa tradición
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Cuanto jefe de estado o celebridad pasa por París cumple con un rito extraño en unas elegantes oficinas del barrio de la Opera, rodeado de formales y diligentes funcionarios. La mano del personaje de turno, que retiene una copa de finísimo cristal al que llaman "muselina", comprueba que el espesor —"tan delgado como un pétalo de rosa"— se desplaza, se "hunde"; es sensible a la presión de sus dedos. Como la "elasticidad" del cristal es observable con la vista, el personaje queda convencido de que no ha sido una engañosa sensación táctil. Acaba de palpar el producto de una fabulosa tradición: Baccarat.
En general, los jefes de estado y las celebridades son ya "iniciados" en el rito. Se calcula que en un 80% de los hombres que dirigen todos los estados del mundo —incluyendo el Vaticano— consumen productos de cristalerías de Baccarat.
Hay que admitir que no son los únicos. Los refinados, y ellos tampoco faltan en todo el mundo, realizan periódicamente singulares pedidos. Reclaman copas de cristal de Baccarat, sin pie, para poder producir una nueva sensación. Esa copa de fino cristal hace que el vino cambie de sabor y que resulte difícil pensar que está en una copa y no en la propia mano.
Los argentinos, buenos clientes de cristalería en épocas prósperas, acaban de recibir una visita vinculada al negocio y a la tradición sobre la cual se asienta. Durante una decena de días permaneció en Buenos Aires, Maurice Blanc, un corpulento auvergnés de 54 años que ya había vivido durante 4 en la Argentina. El señor Blanc, antiguo
co-director de exportación de las Cristalerías Baccarat, realiza ahora -una gira de inspección por América latina, como funcionario de UNIVER, un órgano central francés para exportación de cristales que incluye la venta de obras de Baccarat, de Daum y de Lalique, otras dos escuelas y tendencias de especialización de la cristalería francesa.
Maurice Blanc, que asegura el buen éxito de los productos de su país que resisten los asaltos de los cristales de Bohemia, los más viejos del mundo, y de las nuevas formas patrocinadas principalmente por los países escandinavos y los Estados Unidos, insiste en destacar que en todo aquello que signifique cristal tallado, el de Baccarat es el primer nombre del mundo. (Daum se especializa en cristal estirado a mano, sin molde; y Lalique, en cristales no pulidos, opacos, principalmente figuras artísticas y de decoración de las cuales el señor Blanc asegura que existen piezas realmente únicas.)
Pero con los cristales de Baccarat existe una confusión generalizada que se explica con facilidad. Se llaman así porque son producidos en una pequeña aldea francesa del Este, ubicada en el corazón de Lorena, que lleva el mismo nombre. Por lo tanto, es un error creer que puede existir cristal de Baccarat de alguna otra región o país. El único Baccarat que existe, pues, es el que elaboran con paciencia y gran capacidad esos 1.500 artesanos de Baccarat (sólo tiene cinco mil habitantes), aldea que se encuentra muy cerca de la frontera con Alemania, entre Nancy y Strasbourg.
Con algunas modificaciones formales, los artesanos de Baccarat siguen produciendo los cristales como fundamentalmente lo hacían los monjes que en el siglo dieciocho fueron alentados por el obispo de Metz a instalar la fábrica. Los monjes fabricaron objetos religiosos pero "no les fue bien", por lo que pasó a manos de civiles (1875). La producción de Baccarat no quedó simplificada. Durante la Revolución debió ser suspendida, como lo fue durante lasguerras napoleónicas. De esa época data su más grande problema. Hasta entonces fabricaban opalina, y cuando después de Waterloo se advirtió que no existían ya aquellos que conocían el secreto de la fabricación, todo debió ser suspendido durante un siglo. Pero finalmente, Baccarat pudo imponerse.
Hoy, 1.200 artesanos trabajan en la aldea y 300 empleados y funcionarios atienden las oficinas de París. Si no existieran otros indicios, éste podría ser el que mejor explicara la diferencia en importancia con Daufti (está en Nancy, capital de Lorena, pero en ella trabajan sólo 250 artesanos) y con Lalique (ubicada en Alsacia; 200 artesanos). Las dos guerras de este siglo (Lalique y Daum son prácticamente de este siglo, aunque una de ellas fuera fundada al finalizar el anterior) no pasaron sin dificultades, sobre todo para Lalique, arrasada en la Segunda Guerra Mundial.
Con Baccarat ocurrió el "milagro", ya producido con valiosas colecciones de pintura. Herman Göring, que era un artista, protegió a Baccarat como una joya inestimable. (Cuando el señor Blanc viaja en la actualidad a la fábrica, duerme en la misma habitación que ocupó Göring en el castillo). Y también diseñó una pieza con el intento de fabricarla en gran escala. Sólo se produjo un centenar de ellas, finalmente confiscadas per Francia al terminar la ocupación. (No son muy conocidas, aunque se piensa que pronto habrá una exposición.)
En Baccarat se produce toda la serie de objetos v piezas de cristalerías, algunas de las cuales son puestas en venta en Buenos Aires por la florería "La Orquídea", de señor Mario Camuyrano. Desde cepas altas para hindúes y musulmanes que se sientan muy cerca del suelo, hasta arañas de 150, 180 y 200 lámparas que demoran dos años en ser construidas, y por las cuales se paga —en Francia— algo así como veinte mil dólares (dos millones seiscientos mil pesos argentinos, aproximadamente.
En Baccarat la tradición se transmite de padres a hijos, y éstos son tomados a la edad de 10 ó 12 años para ser iniciados en el "metier". La enseñanza es prolongada, casi más que para una profesión liberal. Porque, aun después de cumplir el servicio militar se considera que son necesarios de 8 a 10 años de práctica para obtener un buen rendimiento y un buen índice de creación. Esto explica por qué no puede exportarse la calidad de Baccarat. Porque si bien es cierto que pueden ser implantados en otro país, o zona, los conocimientos técnicos, será difícil, si no imposible, trasplantar los secretos de la mano de obra, secretos que sólo suministra en última instancia la tradición.
14 de mayo de 1963
PRIMERA PLANA - Página 24

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