Ciencia y Técnica
Tres países luchan por ganar el mercado del vuelo supersónico
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Dentro de poco —aproximadamente durante el último trimestre del año— volará por primera vez un nuevo avión supersónico fabricado por los Estados Unidos: se trata del bombardero B70, de 250 toneladas, movido por seis reactores y construido con acero inoxidable. Sin embargo, no sería luego desarrollado en serie, pues las autoridades militares norteamericanas están decididas a dedicarse, exclusivamente, a cohetes y vehículos espaciales.
Esto no invalida el interés de aquel primer vuelo, ya que el B70 constituye una etapa esencial en la carrera por la velocidad aérea. Recientemente, dos países acaban de unirse para ganar esa carrera y obligar a los Estados Unidos a una revisión de sus decisiones. La noticia es sintética: Francia y Gran Bretaña trabajan en la construcción de un aparato supersónico para transporta de pasajeros y calculan poder ensayarlo en 1966.

El dilema de los materiales
Como es notorio, no existe hoy ningún obstáculo técnico insalvable para realizar vuelos supersónicos, excepto los estudios y trabajos obligatorios tendientes a poner a punto máquinas perfectas y que ofrezcan condiciones estrictas de seguridad, confort y beneficios económicos. Una palabra va y viene cuando se toca este tema: Mach, que significa velocidad del sonido, vale decir, 1.250 kilómetros por hora al nivel del mar y 1.050 km/hora a 10.000 metros de altura. Mach se utiliza como unidad porque los fenómenos aerodinámicos están estrechamente ligados a la velocidad del aparato con relación al sonido y no a la velocidad en km/h.
En el plano de la aerodinámica y de los propulsores es posible hoy fabricar teóricamente un transporte Mach 3 ó Mach 2. En la práctica resulta menos fácil, porque interviene el muro del calor. La frotación con el aire calienta las paredes de un avión; en Mach 2, su
temperatura sobrepasa los 100º centígrados, y en Mach 3 convertiría en una pasta a las aleaciones de aluminio.
Ahora bien: desde sus orígenes, la tecnología de los aviones se basa sobre tales aleaciones, que son livianas y simples de trabajar aunque su punto de fusión es muy bajo. En otras palabras, para superar Mach 2 se requieren materiales que soporten altas temperaturas, tales como el acero inoxidable o el titanio. El problema reside en que estos dos últimos materiales exigirían intensas búsquedas y experiencias y una modificación de la propia tecnología.
Hasta el momento, sólo los norteamericanos han trabajado en la materia, claro que con un objetivo militar. El fruto logrado es el B70 que les asegura un avance considerable en la creación de un transporte de pasajeros que supere a Mach 2. Los armadores ingleses y franceses tomaron una resolución: fabricar el aparato con los materiales en uso. Así no podrán superar Mach 2, pero si adelantarse a los estadounidenses.
Sud Aviation y la British Aircraft Co., que elaboraban, cada una por su lado, un avión supersónico, abandonaron sus proyectos para unirse en la realización de un modelo único: el Concorde. Tendrá 52 metros de largo, será de aluminio, volará a Mach 2, a 18.000 metros de altura y albergará 100 pasajeros. Listo para 1966, las primeras entregas se efectuarán en 1968, de manera tal que en 1970 el Concorde sea la máquina de los servicios normales de la Air France y la British World Airways. Inclusive, la Panamerican Airways ha encargado ya seis unidades.
Fue precisamente este pedido de la Panamerican lo que llevó al gobierno norteamericano a cambiar de planes y anunciar su intención de ayudar a la construcción de un avión supersónico Mach 3, derivado del B70. Cuatro grandes empresas (Boeing, North American, Douglas y Convair) propusieron
fabricarlo si el estado paga la mayor parte de los gastos. Así, el modelo entraría en servicio en 1970, condenando al Concorde. Además, la URSS puede sumarse a esta carrera con su Miassichiev (Mach 2) derivado del bombardero cuatritrreactor presentado en 1961.
La Federal Aviation Agency de los Estados Unidos ha entrado ya en la competencia: en agosto iniciará un concurso de diseños para su máquina supersónica y espera comenzar la fabricación en 1965: el estado oblará el 75% de la inversión necesaria (calculada entre 700 millones y mil millones de dólares), y el aparato llevará 163 pasajeros, a una velocidad de unos 6.000 km/ h. Los entendidos piensan que ganarán la batalla. Uno de ellos dijo: "Francia y Gran Bretaña juegan con las fechas como factor principal para ganar el mercado supersónico. Nosotros jugamos con los resultados".

Ventajas y desventajas
¿Cuáles son las ventajas del vuelo supersónico? La travesía del Atlántico en tres horas (Mach 2) o dos (Mach 3) transformará apreciablemente las costumbres del público. Los viajeros que van al Oeste se habituarán a llegar antes de su hora de partida pues el avión irá más rápido que el Sol. Se estima que estas nuevas posibilidades acrecerán la demanda y que en lugar de los 200 aparatos que se calcula como máxima exigencia del mercado, hará falta poner en actividad 300 ó 400.
Al mismo tiempo, estos vuelos presentan diversos inconvenientes. Para comenzar, el estruendo que deberán soportar los habitantes de los lugares sobrevolados. Una solución sería elevar la altitud: los norteamericanos proyectan 24.000 metros. Claro que a semejantes alturas, la radiación cósmica es intensa y en casos de emociones solares la radiación corpuscular del Sol alcanzaría un peligroso nivel.
Otros problemas están planteados por el diseño —los actuales jets son, cada vez más, enormes monstruos que requieren amplias pistas de aterrizaje— y los motores.
Sin embargo, todas estas dificultades no impiden a los técnicos pensar en un porvenir aún más lejano para los aparatos supersónicos. Por ejemplo, aquellos que impulsados por estatorreactores alcancen una velocidad de Mach 7 y vayan de París a Nueva York en una hora. No se trata de una idea peregrina, pues el X 15 norteamericano ha obtenido velocidades similares. Más allá de Mach 7 se abandona el dominio de la aviación para entrar en el de los vuelos espaciales suborbitales.
Las perspectivas son claras: por un lado, franceses e ingleses elaborando una máquina con el fin de apoderarse del mercado supersónico: por el otro, los estadounidenses que buscan amortiguar ese triunfo, si se produce, proponiendo un modelo de mayor alcance. Y, finalmente, deben agregarse los adelantos que consigan los expertos soviéticos. En definitiva, todos conducirán a un solo objetivo: poner a disposición de la comunidad las recientes conquistas e inaugurar una era fabulosa para la aviación (USA) y cerrar una etapa (Francia, Inglaterra) apenas medio siglo después del vuelo de los hermanos Wright.
PRIMERA PLANA
16 DE JULIO DE 1963

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Supersónico
Uno de los modelos norteamericanos con los que se realizaron pruebas sobre vuelos supersónicos: ahora compiten con Francia y Gran Bretaña