HACE poco más de
cincuenta años aparecían en los diarios de
Norteamérica las primeras historietas dibujadas,
por entonces casi todas ellas cómicas, y con su
nacimiento, una nueva especialidad en el
periodismo.
El dibujante de
historietas hacíale imprescindible dentro de las
redacciones de los grandes periódicos, ya que
aquellas secuencias humorísticas habían caído de
pie ante el público lector, que poco tiempo
después no admitía un diario sin historietas. Los
directores incluyeron en las páginas de los
grandes o pequeños rotativos las inocentes
historias en cuadritos y poco a poco todos los
países del mundo fueron llevando al papel impreso
la necesaria tira.
Pronto habría de
descubrirse que ese sector interesado de la
población, grandes y pequeños, hombres y niños,
madres e hijas, podía ser buen comprador de
revistas de historietas. Así aparecieron los
primeros "comics" en Estados Unidos y en América
Latina las primeras revistas destinadas a explotar
el género.
En cuanto al material
que se incluía en las ediciones de ese tipo,
Norteamérica contaba con el mayor número de
profesionales del dibujo dedicados al tema. Geo
MacMannus a la cabeza de los humoristas de su
tiempo enviaba a Buenos Aires su Trifon y
Sisebuta, y El nene de los Pérez. Oper, por su
parte, nos vendía la Mula de Maud y las Aventuras
de Cocoliche.
Mientras las tiras
fueron cómicas la cosa andaba bien, pero pronto, y
coincidente con el nacimiento del cine sonoro,
aparecieron las historietas de aventuras, en cuyo
campo ya se habían hecho algunas incursiones. El
medio variaba entonces completamente. Ya la
historia en cuadritos interesaba a diferentes
núcleos de público, y las agencias que se habían
organizado para distribuir en todo el mundo las
historietas norteamericanas, comenzaron
a invadir todos los
campos posibles con sus bien realizados dibujos.
Así como el
cinematógrafo habría de cumplir su función de
propaganda proyanqui, la historieta dió origen a
un nuevo e inocente medio de propagación de
sistemas, estilos, ideas políticas y sobre todo a
la creación del célebre personaje buen mozo,
vencedor de insuperables aventuras. King Features
Syndicate, Smith Service, United Features
Syndicate, Fawcett Publications y otros, fueron
los encargados de la circulación de esa nueva
cuña.
Sin duda era, y es
aún, un fácil medio de hacer dinero, ya que el
ambiente se presta maravillosamente al tráfico de
la historieta. De allí que se realizaron los
grandes contratos y los periódicos, diarios y
revistas adquirieron las tiras de aventuras a un
precio sin competencia posible, traducidas al
castellano, con las letras dibujadas y listas para
entrar en máquina, cuando no entregaron
directamente el clisé anulando otro de los gastos
de imprenta.
Los grandes sindicatos
norteamericanos habían descubierto el sistema que
servía a los fines poco escrupulosos y nunca bien
intencionados de la política de Wall Street,
cuando no a los fines militares del Pentágono.
Ambas intenciones
pueden ser probadas perfectamente con solo
mencionar historias, bien documentadas y de
excelente dibujo, como "Terry y los piratas", "el
Superman", "Steve Cayon", "Captain Marvel, "Marvel
Family" y el reciente Front Line Combat, que hace
de la historieta una exaltada narración de los
acontecimientos que pudieron producirse en Corea,
o como en el caso de Terry, que muestra implacable
la ferocidad de algunos enemigos de Norteamérica.
Posición muy bonita" y perfectamente patriótica
dentro de las fronteras de los Estados Unidos,
pero poco interesante para los países pacifistas
que lo rodean. Para demostrar más claramente la
exactitud de estas palabras debemos recordar que
en época no muy lejana, uno de nuestros rotativos,
hoy realmente nuestro, publicó en sus páginas,
gracias a la interesada colaboración del
"Syndicate", la historia de Nueva York, que ocupó
sus páginas durante varios días. Nunca ese diario
se ocupó de llamar un dibujante argentino y
pedirle la historia de Buenos Aires en
historietas.
Esto es otro aspecto
que conviene aclarar con respecto al modus
operandi de los syndicates. En cuanto se relaciona
con el precio pagado por esas tiras diarias, o de
las páginas semanales para revista, no admite
competencia. Ello ha formado, sin duda, parte del
sistema. Cuando en 1942 un diario de Buenos Aires
pagaba como excepción poco más de ochenta pesos
mensuales por una tira diaria de cuatro cuadritos
a un dibujante argentino, recibía de agencias, un
servicio que no alcanzaba a publicar, por poco más
de cien nacionales. El servicio consistía en ocho
historietas diarias que el personal del diario
sólo se ocupaba de traducir y adaptar a las
medidas de la publicación.
Así es que no podemos
culpar en todo a las empresas, que por una razón
muy valedera de economía preferían el "servicio"
de agencia, y no la colaboración de los elementos
de nuestro país, muy capaces, como han podido
demostrarlo en algunas revistas que han preferido,
vislumbrando el manejo proyanqui, o por una simple
razón de nacionalismo bien "entendido, el trabajo
de gente de adentro.
Claro está que esto no
sólo ocurre en nuestra tierra. El autor de estas
líneas ha podido observar el mismo panorama en
otras ciudades de América, donde la profusión de
historietas es tan amplia como en nuestra
metrópoli. "Páginas y páginas podrían llenarse
para documentar el caso, pero por ahora creemos
suficiente, a modo de demostración, las
ilustraciones que acompañan esta nota, y que dan
una idea muy aproximada de lo que decimos. Además
el lector de historietas, tal vez, ya lo ha
descubierto. Queremos agregar, no obstante el
acerto tantas veces comentado, de que las
historietas de origen extranjero, mal adaptadas a
nuestro medio, pintan generalmente a personajes
cuya psicología poco o nada tiene que ver con
nuestras costumbres, exaltando en casi todos los
casos las poco recomendables aventuras de
gansters, cow-boys, supermen, briks brafords,
johny hazards, bruces gentry, etc.
Así es, de este modo
inocente, cómo la organización de los
norteamericanos para su intromisión
malintencionada para con América Latina llega a
cubrir todos los medios de su propaganda. Baste
decir, para finalizar, que Braden, el popularísimo
Braden, contaba entre sus asociaciones que hacían
de punta de lanza en América del Sur por los años
anteriores a 1945 una agencia distribuidora de
historietas, que según aseguran mantenía aquel
"agregado "cultural" llamado John F. Griffits.
Revista PBT
15.05.1953
Pie de foto e ilustraciones
-Milton Caniff, creador de Terry y los piratas.
¡Nada menos que ellos hablando de piratas! -El
Frontline Combat se ocupa de destacar la ferocidad
del enemigo y la bondad piadosa de los
norteamericanos. Aun no se mencionó en ella el
heroísmo de los combatientes colombianos.
-Terry es el héroe que puede adaptarse a cualquier
idioma que se hable en América. Terry es el piloto
salvador de los pueblos oprimidos donde se
encuentran los enemigos de la democracia yanqui...
-Italia fué una víctima propicia de la historieta
yanqui. Jonh Hazard, conocida entre nosotros como
Juan el intrépido, era la historieta más popular
de Europa. Editada por la casa Nerbini (Firence),
sirvió hasta para ridiculizar al soldado italiano
-Por un sucre puede uno enterarse en Ecuador de
cómo andan las aventuras de un tal Bruce Gentry,
capaz de detener con un solo gesto el "submarino
no identificado" que ataca de improviso a un país
pobre y pequeño, donde aún no se conocen libertad
y democracia. Ni las historietas...
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