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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
INTERNACIONAL


Canje en el frío
El caso Shcharansky: de una celda en Moscú a Israel

Revista Somos
febrero 1986

un aporte de Riqui de Ituzaingó


Natacha Avital Shcharansky

 

 

 

Pasaron nueve años hasta que el matemático Anatoly Shcharansky se enfrentara el martes 11 con la raya blanca que en el puente de Glienicke, en Berlín, marcaba tajantemente el límite geográfico entre la libertad y el cautiverio que soportó en la Unión Soviética por casi una década. Su caso se constituyó en un tema de las conversaciones secretas que en noviembre del año pasado Ronald Reagan y Mikhail Gorbachov mantuvieron en Ginebra.
Con Shcharansky, de 38 años, se realizó en el mismo puente el canje de otros prisioneros en manos de los dos bloques: los soviéticos cedieron a Wolf Georg Frohn (condenado en 1981 por Alemania Oriental a cadena perpetua), Jaroslav Javorsky (un checoslovaco de 38 años con una pena de 13 años de cárcel aplicada en 1978) y Dietrich Nistroy (convicto desde 1982 como espía de Alemania Occidental). Por su lado, el Oeste liberó a los checoslovacos Karls y Hana Koecher (encarcelados en Estados Unidos por espionaje a favor de Moscú), Yevgeny Zemlyakov (ex delegado comercial soviético), Detlef Scharfenorth (agente germano oriental) y Jerzy Kaczmarek (un presunto espía polaco). Pero seguramente el caso Shcharansky se constituyó en el nombre clave de una pulseada de último momento mantenida entre Washington y Moscú. Desde mediados de diciembre del año anterior, cuando el abogado berlinés Wolfgang Vogel fue visto con apenas una semana de diferencia en las dos capitales, los expertos en temas de espionaje quedaron en situación de alerta extrema: un canje de prisioneros entre las potencias era inminente. Es que Vogel constituye, desde 1962, la seña fundamental por cuanto es un especialista en el tema. El abogado es el más notorio de los 35 que obtuvieron licencia en la Alemania comunista, y tiene el raro privilegio de ser el "apoderado germano oriental para las cuestiones humanitarias'', designado por el número uno de Berlín Este, Erich Honecker. En un cuarto de siglo Vogel ha hecho del trueque su martingala para la fortuna: en ese tiempo, obtuvo aproximadamente mil millones de dólares a cambio de sus buenos oficios.
En realidad, se comenta ahora en medios diplomáticos occidentales, el abogado apuntó primero hacia la liberación del disidente soviético Andrei Sajarov, por el que habría ofrecido a Moscú entre 12.5 y 17 millones de dólares. El Kremlin tuvo que decir que Sajarov conocía
secretos que impedían cualquier canje, poniendo en claro que no había suma suficiente para comprar su pasaporte a Occidente. Vogel no se rindió. El más notorio disidente después de Sajarov era Shcharansky, uno de los principales dirigentes del movimiento soviético defensor de los derechos humanos en la década de 1970, motivo por el que fue arrestado en marzo de 1977 y condenado un año después a 13 años de reclusión en un campamento de trabajo. Naturalmente, Moscú lo declaró culpable de incurrir en actividades de espionaje, exhibiendo durante su proceso una presunta prueba de que el matemático —ciudadano judío desde enero de 1974, siete meses antes de su casamiento en la capital soviética con Natacha— le entregó documentación confidencial al periodista norteamericano Robert Toth, por entonces corresponsal de Los Angeles Times.

"Shalom, shalom"
El día elegido fue el 1º de febrero, pero las confidencias formuladas sorpresivamente por el Kremlin obligaron a diferir el canje de espías. Otro motivo —de fuerte contenido ideológico— fue la discrepancia de Estados Unidos a que Shcharansky, a quien el gobierno de Washington nunca reconoció como espía propio, no fuese entregado junto con los otros agentes. Hubiese significado admitir que el matemático judío también fue informante del espionaje norteamericano. Finalmente, triunfó la tesis de la administración Reagan y media hora antes del trueque de espías de ambos lados, Shcharansky traspuso la línea blanca en el remoto puente entre las dos Alemanias. También se afirma que hubo otro inconveniente de último momento: Vogel se despachó con una prima de 2 millones de dólares por el rescate de Shcharansky, suma conseguida en tiempo record (6 días) por la comunidad judía de Nueva York y la liga de diamanteros de Amberes.
Finalmente, vestido con un abrigo holgado y un gorro de piel al estilo soviético, sonriente y diminuto entre una nube de agentes secretos, Shcharansky fue recibido por el embajador norteamericano en Alemania Federal, Richard Burt; el negociador germano-occidental, Luwig Rehlinger, y el propio Vogel, a quien el disidente estrechó en un abrazo. En el aeropuerto de Francfort, desde donde partió hacia Israel, Natacha Avital Shcharansky se reunió con su esposo después de doce años.
"Shalom, shalom'', gritaron miles de israelíes que lo aguardaban en el aeropuerto de Tel Aviv, donde el presidente Hain Herzog calificó al ex refuznik (el que no obtiene la visa para salir de la Unión Soviética) como "un símbolo para todos los luchadores de la libertad y los derechos humanos del mundo". Los diarios cubrieron sus primeras planas con el retrato de Shcharansky. Pero la popularidad de disidente comenzó a provocar irritación política porque varios partidos tratan de capitalizar su figura en beneficio propio. Sea como fuere, el abanderado de los refuznik ya traspuso la línea blanca.
Andrés R. Alcaraz
Informe: Osvaldo Ciezar (Francia) 
Fotos: Gamma


"El año que viene en Jerusalem
Fundador junto con hombres como Andrei Sajarov y Edouard Kuznetzov del Comité de Vigilancia de los Acuerdos de Heisinski en 1976, Anatoly Shcharansky supo conservar en todo momento, y especialmente en los más difíciles, un optimismo a toda prueba: "Cada vez que comenzaba a sentir el desaliento, leía sus cartas y volvía a impregnarme de su fe, de su alegría de vivir, de su esperanza", afirmaba su esposa Natacha al separarse en Moscú en 1974, Avital al reencontrarse doce años más tarde en la República Federal Alemana.
Dos horas después de la ceremonia religiosa que los consagró marido y mujer, pero tres días antes de la ceremonia legal en el Registro Civil, Natacha recibió la visa para emigrar a Israel que las autoridades soviéticas habían negado media docena de veces a su marido. Condición para aceptarla: que viajara en un plazo de 48 horas.
A partir de julio de 1974 y con más énfasis todavía desde marzo de 1977, cuando la KGB lo confinó, nadie pudo ignorar la suerte del refuznik más notorio de la Unión Soviética después de Sajarov: su mujer se ocupaba de recordarlo en la Casa Blanca, en el 10 Downing Street de Londres, en el Palacio de las Naciones Unidas en Nueva York. Tenía 23 años cuando se separó de Anatoly.
Como parte de su calvario para recuperar a su marido del confinamiento solitario en una celda helada del Gulag, Avital contó sus peripecias en un libro, "El año que viene en Jerusalem", frase con que invariablemente Anatoly cerraba sus cartas. Esa era la esperanza, porque en julio del 74 los dos pensaron que en seis meses más estarían nuevamente juntos. Tulik (el apodo de Anatoly usado por Avital) escuchaba: "Primero descansaremos un poco, luego sumaremos nuestras fuerzas para lograr que la emigración de judíos soviéticos deje de ser un milagro para convertirse en un derecho", decía su esposa. Una ardua tarea les espera. 
Osvaldo Ciezar (Corresponsal en Francia)