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Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

REVISTERO
INTERNACIONAL

 


Cuba: espectáculo en dos tiempos
por Dysis Guira
Revista Mundo Argentino
12.03.1958

 


Fidel Castro, jefe del Movimiento 26 de julio, se ha convertido en la maor amenaza para el régimen de Fulgencio Batista, desde su desembarco en Belic, el 2 de diciembre de 1956


Fidel Castro escucha el informe de un rebelde que actúa como observador. La muchacha que a sus espaldas escucha atentamente, es una de las muchas mujeres que participan en las filas revolucionarias


La labor del día ha sido ímproba, y los efectivos rebeldes han quedado exhaustos


Otro cortejo fúnebre enarbola un gran cartel en que puede leerse una frase de José Martí: "la sangre derramada de los buenos no se derrama en vano" Pese a la violenta represión la lucha continúa


Mientras unos desansan otros vigilan. El pueblo cubano tiene puestos sus ojos en las cumbres de la Sierra Maestra


Fulgencio Batista, el hombre que hizo meteórica carrera desde sargento hasta presidente de Cuba, pactica deportes mientas la sangre de sus compatriotas se derrama


Las fuerzas rebeldes hacen continuamente prácticas de tiro. Aquí puede verse a Fidel Castro revisando personalmente un rifle con la mira telescópica, durante las maniobras


Escenas como ésta se han visto repetidamente en La Habana. Una multitud de personas acompaña silenciosamente el féretro de un estudiante asesinado por las fuerzas del dictador

 

 

La farsa
El viajero descuidado que decidiera pasarse unos días de vacaciones en La Habana, Cuba, sin temor a que lo alcanzara un tiro perdido o le estallara al paso un petardo, se sentiría agradablemente sorprendido. Le hablarían de las próximas elecciones del 1º de junio. Vería afiches electorales por todas partes. Oiría por la radio verdaderas descargas dinamiteras contra el régimen. Conocería por la televisión a algunos jerarcas del gobierno y de los partidos opositores. Y quizá le tocase en suerte, en sus merodeos turísticos, encontrarse con un mitin político callejero. Nuestro turista, que había leído u oído algo de que en Cuba existía una revolución, quedaría perplejo.
Bien es cierto que algunas noches el cañonazo tradicional que se dispara diariamente a las 21 desde el Castillo del Morro, a la entrada de la bahía, le parecería repetirse hasta el infinito. O que alguna mañana contemplara en un matutino el cuerpo acribillado a balazos de un hombre acusado de "terrorista". O que leyera algún artículo donde se hiciera alusión a la Sierra Maestra. O le cayera en las manos una hoja clandestina. Pero eso sería todo. Y cuando subiera al avión en el aeropuerto de Rancho Boyeros lo haría con la convicción de que en Cuba no estaba pasando nada.

La maquinaria
El ex sargento Batista adolece de cierta debilidad; le gusta aparecer como un hombre que, a pesar de su extracción militar, es amante del civilismo. Nunca se le verá de uniforme como a sus afines de otros países de Latinoamérica. Para complacer esta debilidad han montado él y sus adláteres toda una estructura partidaria.
Existen en Cuba cinco partidos que, agrupados bajo el nombre de Coalición Progresista Nacional, respaldan a Batista. Estos son: el Partido Acción Progresista (PAP), cuyo máximo dirigente es el propio Batista, el Partido Demócrata (PD), a cargo de su hermano Francisco; el Partido Liberal (PL), dirigido por el vicepresidente Rafael Guas Inclán; el Partido Unión Radical (PUR), creado y regido por Amadeo López Castro, orientador de la política azucarera del régimen y ministro sin cartera, y el Partido Unión Cubana (PUC), cuya dirección está en manos de Alberto Salas Amaro, viejo tránsfuga de las líneas oposicionistas y colaborador adicto del gobierno. Estos partidos que pretenden aparecer como voceros de diferentes postulados programáticos y seguidores de diversos personeros de la política criolla, no obedecen más que a una central única cuyos hilos convergen en Batista.
Sobre una población votante aproximada de dos millones trescientos mil electores, la Coalición figura con un estimado de un millón seiscientos afiliados. El procedimiento para obtener tan considerable número de afiliaciones es el siguiente: en Cuba, para que se le entregue al ciudadano la cédula de elector, éste debe concurrir a las juntas electorales. Allí se le toman por duplicado los datos personales, la firma, la huella dactilar del pulgar derecho y se le fotografía. Al elector se le envía por correo su cédula después de satisfechos los trámites pertinentes. Y en la junta electoral quedan como constancia en el registro de electores los duplicados. Los regimentales que tienen acceso a estas oficinas
públicas no tienen más que apoderarse de los registros, falsificar la firma y las impresiones digitales e inscribir en sus listas de
afiliados al mayor número posible de votantes. Por descontado que el ciudadano ignora su afiliación. A este sistema expeditivo de ganarse partidarios le llaman los cubanos "vaciar el registro". Además y como norma habitual en estos casos, se le hacen ciertas "discretas" observaciones a los empleados públicos sobre en quiénes debe recaer su elección para el mejor bienestar de la república y el propio.

El director y los personajes
Cuando Fidel Castro desembarcó el 2 de diciembre de 1956 por la costa sur de la provincia de Oriente, en la playa de Belic, Batista, por intermedio de la prensa, le hizo decir a su jefe del Ejército, el general Francisco Tabernilla Dolz: "Le daremos candela al jarro hasta que suelte el fondo". No pensó entonces que el jarro se iba a calentar de tal manera que iba a ser casi imposible de sujetar. Para evitarlo ha creído conveniente separarlo un poco del fuego. Y adelantándose al término que, según él, debería tener su mandato —noviembre 1958—, convocó a elecciones para el 1º de junio. Restituyó parcialmente —Oriente es zona prohibida—, después de nueve meses de suspensión consecutiva, las garantías constitucionales. Prometió que dejará el poder a quien el pueblo elija. Y se lanzó a hondas reflexiones sobre a cuál de sus satélites escogería como heredero.
Los últimos comicios celebrados en Cuba fueron en noviembre de 1954. Hacía dos años —10 de marzo de 1952— que Batista se había apoderado del poder mediante un golpe de estado. Pero el dictador creyó oportuno darle visos de legitimidad a su gobierno. Y llamó al pueblo a las urnas yendo él a la consulta como único candidato. Debido a que la Constitución cubana prohibe aspirar al poder desde el poder, tuvo el ex sargento el democrático gesto de designarse un sustituto en la silla presidencial con unos meses de antelación. A este sustituto, que resultó ser su Ministro de Estado, el doctor Andrés Domingo y Morales del Castillo, lo adjetivó con el título de "el cubano ilustre". Hasta hace muy pocos días los cubanos se preguntaban con sorna cuál sería "el cubano ilustre" del momento actual.
A estos efectos se barajaron en los predios batistianos varios candidatos disponibles. Los "presidenciables", como les llaman en Cuba. Pero no fué hasta el día 3 de febrero que el PAP proclamó como candidato oficial a Andrés Rivero Agüero. Según el cable de la United Press, fechado en La Habana el 3 de febrero, "la selección de Rivero Agüero por el Partido Acción Progresista le asegura, prácticamente, la postulación como abanderado de la coalición gubernamental", y añade refiriéndose a la proclamación de su candidatura por los restantes partidos del gobierno que "su ratificación se da por segura".

Las comparsas
Pero no están solos los gubernamentales en la arena política. Haciéndole coro encontramos cuatro partidos denominados de oposición. Entre ellos y como primero y principal hay que señalar a la rama del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), PRC (A), que rige el doctor Ramón Grau San Martín. Para hablar de Grau San Martín es preciso hacer un poco de historia.
Allá por el año 33 desgobernaba a Cuba la dictadura del general Machado. Los obreros y los estudiantes hicieron una revolución, secundada por el pueblo y las clases y soldados de las Fuerzas Armadas. Grau San Martín fué abanderado de este movimiento revolucionario. Cuando la revolución llegó al poder, Grau fué el presidente.
Entre los otros tres partidos están el Partido del Pueblo Libre (PPL), el Partido Liberación Nacional (PLN) y, finalmente, está el Partido Nacionalista Revolucionario (PNR), conducido por el comentarista radial José Pardo Llada. Sobre este último habría algo que añadir a título de información personal. A raíz del derrocamiento de Perón en la Argentina, Pardo Llada se declaró en sus editoriales "amigo personal" del adalid del justicialismo y corrió a entrevistarse con el dictador prófugo durante su estada en Panamá. En Cuba se comentaba que de dicha entrevista había salido Pardo con 45 mil dólares de más. No hace mucho Perón le hizo llegar, a través de la prensa, un amistoso regaño por prestarse a la componenda electoral de Batista. El tal regaño no parece haberle sido obstáculo para que las relaciones Perón-Batista, a través del intermediario peronista Borlenghi, radicado en La Habana, se mantengan cordiales. Este hecho motivó que un periodista cubano comentara "la ingratitud de los dictadores".

El mutis
Sin embargo, en medio de la algarabía precomicial que envuelve a Cuba hay voces que no se oyen. Por ellas hablan la lucha en la Sierra Maestra y el estado de sitio impuesto en la provincia de Oriente. El segundo frente abierto en las montañas de la provincia de Las Villas, en la zona central de la isla. Y el sabotaje y la quema de los cañaverales. Si hablan es para repetir el slogan de "libertad o muerte". No aceptan el diálogo con Batista, porque están convencidos de que lo que hay no es diálogo sino monólogo. Es innecesario aclarar que estas voces son las del Movimiento 26 de Julio, que comanda Fidel Castro, y las de los estudiantes cubanos. El mutis de estas voces es lo que con mayor fuerza testimonia su presencia.
Se preguntará si no constituye una falta de táctica esta actitud, que puede lucir muy heroica, pero que denotaría incapacidad práctica, políticamente hablando. Los revolucionarios no lo creen así. Las figuras políticas que dicen hacerle posición al régimen son todas figuras gastadas, o elementos desprestigiados en el sentir popular. Si los revolucionarios se animaran a deponer las armas y formar frente conjunto con ellos, su prestigio quedaría liquidado. Asumir esa postura significaría aceptar las condiciones de Batista. Y en cierta medida legitimar, por transigencia, al gobierno de facto. Sin contar que representaría una desconfianza en las posibilidades del triunfo revolucionario.
Por otra parte, no hay punto de contacto ideológico entre las fuerzas revolucionarias y los partidos opositores. Estos basan su propaganda en un simple caudillismo y no simbolizan más que una regresión al mismo estado de cosas que imperaba en la república antes del golpe de estado. El Movimiento Revolucionario enarbola banderas de reivindicación nacional, tales como la nacionalización de las empresas de servicios públicos y el intervencionismo estatal en la explotación de las fuentes de riqueza del país.
Los revolucionarios reciben aportes económicos de la más diversas capas sociales del pueblo. Desde el mínimo de un dolar hasta mil y cinco mil dólares. Esto se explica porque el Movimiento Revolucionario es un movimiento policlasista, en el que están empeñados los más disímiles sectores de la ciudadanía. Si se considera este respaldo popular que hasta ahora hecho posible el mantenimiento de las fuerzas revolucionarias, se puede llegar a la conclusión de que las voces que hacen mutis en el panorama político cubano del momento, son las que más alto se escuchan a lo largo del territorio nacional.

El final feliz
Si se habla con cualquier exilado revolucionario cubano, lo primero que impresiona es su confianza en cuanto a la victoria de la revolución. "Nosotros no tenemos prisa", dicen los más. Esta confianza no está descaminada. Para fundamentarla, a más de la dilatada e irreductible permanencia de los rebeldes en la Sierra Maestra, está la apertura reciente del segundo frente de la provincia de Las Villas. La infiltración lograda en ciertos cuerpos de las Fuerzas Armadas, que se puso de manifiesto cuando el levantamiento de Cienfuegos. La intensificación de la quema de los cañaverales y el incremento del sabotaje en toda la isla. El cable que hace algunos días comunicó el incendio de la refinería de petróleo de la Esso Standard Oil en La Habana omitió aclarar las verdaderas causas. Estas no eran otras que el inicio del cumplimiento de un plan de sabotaje en gran escala que afectase a las industrias. Al parecer los revolucionarios están tratando de atacar directamente los intereses norteamericanos en la isla, para demostrarle de una vez por todas al Departamento de Estado que Batista es incapaz de resguardar el orden y ofrecerle la protección requerida a los inversionistas de Estados Unidos. Se esperaría que, en consecuencia, el Departamento de Estado cambie la política de ayuda que viene prestándole al dictador.
En estos momentos se está trabajando activamente en la isla para la realización, en el momento oportuno, de una huelga general que, como en el caso de Venezuela, precipite el fin de la dictadura. Tampoco son infundadas las esperanzas en cuanto a la posibilidad de la huelga. Existe el precedente de la paralización parcial que afectó a la isla durante la semana del 30 de julio al 5 de agosto del año pasado. Este paro fué producto espontáneo de la protesta de los obreros ante el asesinato cometido por José María Salas Cañizares, jefe de la plaza militar de Santiago de Cuba, y en presencia de la familia que lo ocultaba, en la persona del dirigente revolucionario Frank País. Si los rebekies logran producir la, huelga general, como añadido al estado caótico en que se encuentra el país, las posiblidades del derrocamiento inminente de Batista aumentarán en casi un 80 por ciento. En contra de la huelga tienen el factor respetable del control férreo que ejerce el secretario general de la Confederación de Trabajadores de Cuba, CTC, Eusebio Mujal, sobre los sindicatos, apoyado por los cuerpos represivos del régimen.
En caso de triunfo de la revolución, todo parece indicar, hasta el presente, que la figura presidencial de los revolucionarios sería el magistrado de la audiencia de Oriente, hoy exilado en Estados Unidos, doctor Manuel Urrutia Lleo. El doctor Urrutia Lleo fué el hombre que, actuando como magistrado ponente y presidente de sala, en la causa que juzga a un grupo de expedicionarios capturados cuando el desembarco de Castro, se pronunció en un voto particular, declarando a los revolucionarios exentos de toda pena. 
También sería posible la aparición de otras figuras, ya que los revolucionarios, y Fidel Castro personalmente, han reiterado en múltiples ocasiones que ellos no tomarían el poder sino para entregárselo al ciudadano que designara el Comité Conjunto de Instituciones Cívicas Cubanas. Este Comité está integrado por Corporaciones Profesionales, Instituciones Femeninas, Agrupaciones Culturales, etc. Los revolucionarios señalan la necesidad de reorganizar políticamente el país a la mayor brevedad posible, convocando a elecciones generales que reestructuren los cuadros de gobierno.
Como el Movimiento Revolucionario es eminentemente civil, no sería probable la aparición en escena de una junta militar u organismo de índole semejante. A menos que, y sin inteligencia previa con el Movimiento, se gestara un nuevo golpe en las Fuerzas Armadas.

El personaje fundamental
A todo esto, el personaje fundamental de la obra, el pueblo cubano, luce bastante entristecido y harto de los derramamientos de sangre. Las Navidades pasadas fueron muy poco brillantes, a pesar del esfuerzo oficial por conseguir que tuvieran su acostumbrada alegría. Hay centenares de cubanos en el exilio. Multitud de presos. Y las muertes son incontables.
El extranjero que conozca de antes al pueblo cubano se asombrará con pena de encontrar a este pueblo, alegre y comunicativo ahora ensimismado y triste. Su confianza, frustrada muchas veces, tiene hoy puestos los ojos en las cumbres orientales de la Sierra Maestra. Con todo el pueblo de Cuba, nos preguntamos también: ¿Llegará Cuba a ser "la república justa, sin mengua para nadie, con todos y para el bien de todos" que soñó José Martí?