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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
INTERNACIONAL

El ocaso de Mata Hari
Revista Vea y Lea
septiembre 1961


ingenioso y funcional artefacto ideado por los técnicos del espionaje para facilitar el trabajo de los agentes secretos: grabador magnético de bolsillo que funciona con batería


chapa imantada aplicada en una dentadura postiza. Contenía mensajes secretos enviados de Madrid a París por patriotas franceses


un agente alemán capturado por los franceses muestra el mensaje oculto detrás de un ojo de vidrio


Anna María Lesser, alias "Mademoiselle Docteur"


Odette Sanson


el capitán Peter Churchill

 

 

 

Ha concluido el tiempo de espionaje romántico, de las barbas postizas, de las valijas de doble fondo y de las seductoras y diabólicas Mata Hari. Los espías de hoy son técnicos especializados que no se guían por el instinto o la fantasía, sino que trabajan sobre la base de un gigantesco archivo. En este artículo el almirante Federico Vicedomini -el que durante las dos guerras mundiales tuvo amplios contactos con dirigentes del Servicio Secreto Italiano- evoca las figuras más célebres de espías del pasado y revela el mecanismo y los sistemas del
espionaje moderno.

¿SOBRE qué base una nación moderna puede formular sus planes de guerra? Hoy, el primer requisito es el conocimiento del potencial militar, económico e industrial del enemigo. Dicho conocimiento debe adquirirse durante los periodos de paz, mientras que, una vez estalladas las hostilidades, las informaciones sobre la importancia, ubicación y eventuales movimientos del adversario constituyen el elemento esencial de la victoria.
En los países de régimen democrático, las informaciones sobre dicho potencial pueden conseguirse con el examen de los debates parlamentarios, los presupuestos de los distintos ministerios y las publicaciones técnicas difundidas por los institutos científicos. En los países de régimen totalitario, en cambio, la custodia del secreto, en lo referente, directa o indirectamente, las fuerzas militares, es absoluta y no permite que filtren al exterior noticias sobre la defensa militar. Si bien en la actualidad se ha puesto en marcha, por medio de telefotografías sacadas desde gran altura, la observación de las instalaciones de interés militar (como lo demostró el episodio del capitán Powers, capturado mientras cumplía una misión de exploración en el espacio aéreo soviético con un avión a reacción estratosférico, el U-2), el arma de que se valen más comúnmente los estados mayores para lograr informaciones de carácter militar es el servicio de espionaje realizado por agentes secretos.
Sin embargo, el espía moderno es una especie casi del todo nueva. Las rubias fatales y las diabólicas Mata Hari han sido sustituidas por el tipo hogareño de mujer insignificante o por el aristocrático de las llamadas "condesas del Viminal", es decir, aquellas supuestas aristócratas que frecuentaban los ministerios durante la guerra en busca de informaciones. El pequeño agente ha sido reemplazado por el científico, por el técnico y el trabajador portuario. Los espías modernos ya no lucen barbas negras, anteojos oscuros o bastones provistos de cámara fotográfica. Los microfilmes han ocupado el lugar de la tinta invisible y los mensajes ya no se ocultan en valijas de doble fondo, pues las radioemisoras de ondas cortas resultan más prácticas. Los micrófonos, las cintas magnéticas y la televisión reproducen voces e imágenes. Lo cual no impide que el espionaje en su aspecto fundamental no ha cambiado desde sus tiempos más remotos. Siglos antes de que fuese descubierto el secreto de la bomba atómica, los egipcios disponían de un servicio bien organizado de informaciones secretas. Mucho más tarde, Homero escribió un poema clásico sobre el espionaje, es decir, la leyenda del caballo de Troya. A los cardenales Mazarín y Richelieu le corresponde el dudoso honor de haber inventado la primera organización de espionaje en Francia, perfeccionada más adelante por Pouché.
En sus "Memorias", el duque de Saint-Simon cuenta que un día recibió de un espía una carta que rezaba: "Le mando agua para los ojos. Lávese usted los ojos con ella y verá mejor". El duque y sus consejeros no comprendieron de qué se trataba hasta que al duque se le ocurrió bañar dicha carta en esa agua. Apareció entonces en la misma una escritura secreta. Era un pedido del padre Francis Berthod, al servicio del cardenal Mazarín, quien había sido detenido y solicitaba que un pescador le llevara ropas de marinero. Con ese disfraz, Berthod logró escapar.

OFENSIVA Y DEFENSIVA
El espionaje militar se puede dividir en dos ramas: el espionaje ofensivo y el espionaje defensivo. El primero consiste en conseguir noticias, informes, planos y documentos referentes a la preparación bélica del enemigo. El segundo, en cambio, trata de impedir que el enemigo conozca la preparación bélica del país interesado. En otros términos, las dos denominaciones corresponden, la primera al espionaje verdaderamente dicho y la segunda al contraespionaje. Sobre esas dos ramificaciones principales se injertan otras especialidades del servicio secreto, las que llegan hasta la preparación de sabotajes, atentados y golpes de mano.
Con la conflagración mundial de 1914-1918, el espionaje cobró sus características modernas. Las que habían sido pálidas excrecencias de las dependencias de los estados mayores adquirieron una fisonomía apropiada, convirtiéndose en reparticiones independientes que requerían la colaboración de centenares —y a menudo de miles— de personas elegidas entre militares y civiles. Se sabe cómo el servicio de informaciones de la marina de guerra italiana logró hacia fines de 1917 desenmascarar el centro de espionaje austriaco, causante de la voladura de los acorazados Benedetto Brin y Leonardo da Vinci por medio de bombas de tiempo introducidas en los depósitos de municiones de ambas naves. Se consiguió la valiosa noticia volando la caja fuerte del servicio austriaco de espionaje en Zurich, en una operación ejecutada por un profesional en la materia.
La importancia que durante el conflicto de 1914-1918 cobraron los servicios de espionaje, puede dar una idea de la valiosa contribución que los mismos brindaron a los ejércitos en lucha. La famosa batalla de Tannenberg, obra maestra del general Hindenburg, fue preparada según las precisas informaciones llegadas al comando alemán, que disponía en Rusia de un servicio de espionaje al que pertenecían muchos altos oficiales del ejército zarista de origen alemán. En la segunda guerra mundial, el espionaje se desarrolló merced a innovaciones en perfecta sincronía con los nuevos métodos técnicos. Sus armas fueron la llamada quinta columna, la intensificación del espionaje industrial y científico, la nueva técnica del sabotaje ejecutado con método y disciplina y los nuevos sistemas de corrupción política y económica. Todas son expresiones de un solo centro propulsor cuya finalidad tiende a socavar la resistencia interna de la nación enemiga para luego debilitar sus defensas en los frentes militares.

UN FACTOR COLECTIVO
La organización del espionaje militar y político entre las naciones modernas comprende a un reducido núcleo directivo, que proviene generalmente de las fuerzas armadas, pues el adiestramiento y el conocimiento de las disciplinas militares constituyen una notable ventaja. Los cuadros directivos están integrados por elementos técnicos y expertos en política, industria y comercio. En torno a dicho núcleo se extiende el ejército anónimo de los agentes secretos, algunos de ellos establecidos en forma estable en países extranjeros y autorizados a actuar según determinadas directivas, otros emisarios móviles destinados a constituir eslabones de contacto entre los espías propiamente dichos y las oficinas investigadoras, y finalmente muchos simules informantes, estables u ocasionales, de ambos sexos. Ningún país da a conocer los sistemas utilizados para reclutar a sus agentes secretos, pero es evidente que no se trata de un tipo de carrera que se pueda emprender frecuentando la universidad y las escuelas nocturnas o recorriendo agencias de colocación.
En sus grandes líneas, el procedimiento para la selección de esos agentes es el siguiente: obtenida la indicación, o lo que fuere, de algún indicio de la existencia de un elemento que por su nacionalidad, sus características morales y sus condiciones familiares o económicas se presenta como particularmente apto, se lo invita para una entrevista oficiosa y se le asigna una misión informativa relativamente sencilla y no comprometedora. Si el neófito realiza esa misión en forma satisfactoria, se le confía otro encargo de mayor importancia. Sólo más tarde seguirá un adiestramiento especial y se le impartirá un conocimiento superficial de los métodos policíacos de administración ordinaria. Si se pregunta a un agente secreto cuándo y cómo se convirtió en espía, le resultará difícil contestar. Su alistamiento "profesional", en efecto, no se realizará en un solo día, sino de a poco; casi sin que él mismo se dé cuenta.
El agente moderno debe poseer en grado superlativo un espíritu de abnegación y sacrificio para arriesgar su vida en el desempeño de las difíciles misiones que se le confían, sin traicionar jamás sus vínculos con el servicio secreto.

LA ESCUELA DEL "INTELLIGENCE SERVICE"
Para la formación de los agentes secretos, algunos servicios disponen de una verdadera escuela de espionaje, como en el caso del Intelligence Service inglés, cuya escuela se halla en el castillo de Black-Castle, en el condado de Devon, en medio de un gran parque oculto a los ojos profanos. El citado servicio recluta a sus alumnos en todas las capas sociales, de modo que al lado de los mejores apellidos de la sociedad inglesa pueden encontrarse malhechores condenados por las autoridades judiciales a penas que fueron luego perdonadas a cambio de un largo alistamiento en el Secret Service. La instrucción de los agentes dura tres años. En los primeros dos años prevalece la educación física: gimnasia, natación, equitación, esgrima, boxeo y judo. Sigue luego el adiestramiento en todas las actividades prácticas, incluso el bridge y el baile, necesarias para hombres que deberán actuar en los ambientes más distintos y afrontar situaciones escabrosas e imprevisibles, y finalmente la preparación técnica propiamente dicha.
Los alemanes durante la segunda guerra mundial y los soviéticos en la actualidad, han llevado el espionaje al nivel de una ciencia que se enseña como cualquier otra disciplina del arte militar. El agente secreto, en efecto, debe estar en condiciones de hablar perfectamente el idioma del país en que actúa y de valerse de los métodos más modernos de transmisión de las noticias dentro del mayor secreto. Otras materias de enseñanza son la fotografía, la criptografía (para cifrar y descifrar los mensajes secretos), el dibujo técnico y los sistemas de reproducción de los diseños y levantamiento de los planos militares. Sin embargo, los largos y metódicos adiestramientos de dichas escuelas tienen los defectos de todos los sistemas de masa, es decir, que producen elementos tipos, eficientes sólo mientras pueden recibir órdenes y directivas, pero de escaso rendimiento cuando quedan abandonados a sí mismos.
La categoría de los informadores ocasionales se recluta sobre todo entre elementos mercenarios, pero los espías por dinero son mucho más numerosos en las películas que en las filas de los servicios secretos. Por más que el espionaje pueda aparecer como una rica fuente de lucro, en realidad no lo es. Ni siquiera el dinero es el factor determinante. Gerhart Eisler, que ha sido definido el espía soviético número uno en Estados Unidos, vivía pobremente en Nueva York. Magda Pontanges, quien fue íntima amiga de Mussolini y más tarde se convirtió en espía de la Gestapo, trabajaba durante la guerra por sólo 42 dólares mensuales.

TRABAJAN POR IDEALISMO
En el juicio celebrado en diciembre de 1940 ante el tribunal especial para la defensa del Estado contra los miembros de una organización de espionaje, que actuaba a favor de Francia y preferentemente en los círculos allegados a la marina de guerra italiana, se descubrió que uno de los principales acusados, condenado luego a la cárcel, había recibido la modesta suma de 28.000 liras por algunos documentos referentes a la expedición a Albania.
En un solo caso, ilustrado para el público por la película intitulada "Cinco dedos", el mucamo-espía del embajador británico en Ankara cobró cien mil libras esterlinas como precio por las copias de documentos referentes a las conferencias de Teherán y Yalta, pero se trataba en gran parte de dinero falsificado por los servicios secretos alemanes.
Muchos de los espías de primera magnitud, saboteadores, traidores y miembros de las quintas columnas, no son ávidos de dinero, sino que
actúan por motivos idealistas: la patria, el partido, etc. Sólo motivos semejantes pueden inducir a una persona a aceptar los riesgos que corren los espías, contra los cuales todas las legislaciones disponen de penas severísimas.
Odette Sansón, la única francesa viviente condecorada con la cruz inglesa de San Jorge, integraba el grupo de mujeres francesas que por obra del servicio secreto británico fueron lanzadas en paracaídas sobre Francia durante el desembarco aliado en Normandía. Capturada por los alemanes y sometida a tremendas torturas, soportó con heroico valor esos sufrimientos y no traicionó al compañero que había sido lanzado con ella, el capitán Peter Churchill. La oficina de contraespionaje de Scotland Yard estaba informada de que por lo menos 400 de los miles de gobernantas y sirvientas alemanas empleadas en Gran Bretaña antes de la segunda guerra mundial, eran agentes potenciales del servicio secreto germánico. Muchas de esas 'frauleinen', puestas por dicho servicio en contacto con desocupados, dispuestos a vender su apellido y su propia persona a cambio de dinero y a desaparecer inmediatamente después de la ceremonia nupcial, se habían convertido en ciudadanas británicas. El caso más resonante fue el de María Augusta Ingram, hija de un director de los ferrocarriles del Reich y cuñada de un oficial de estado mayor alemán, que luego de casarse con un sargento de la aviación inglesa se empleó como sirvienta en casa de un oficial de alto rango de la marina británica y desempeñó durante largo tiempo, hasta el momento de su detención, misiones de espionaje sobre los movimientos de naves mercantiles en los puertos ingleses.

DE LA BÍBLICA DALILA A MATA HARI
El medio más frecuentemente empleado por las mujeres implicadas en funciones de espionaje, sin embargo, es el de suscitar, valiéndose de sus dotes físicas, ardientes pasiones en sujetos que por sus cargos están en condiciones de dejarse despojar de importantes secretos militares. Los anales del espionaje rebosan de casos ya legendarios —desde la bíblica Dalila hasta Mana Hari, de Mademoiselle Docteur a Louise Bettigny y de la esposa de Benedict Arnold a la de Klaus Puchs—, pero el de Michelene Carré ofrece un ejemplo característico de espía ocasional, es decir, envuelta en la red de espionaje por circunstancias extraprofesionales. Alistada como enfermera al estallar la segunda guerra mundial, después de la rendición de Francia estuvo al lado del coronel polaco Román Czerniawski, organizador de la resistencia con el nombre de coronel Achard, y sirvió como agente de enlace entre los distintos grupos de 'maquis'. Arrestada por el servicio de contraespionaje del almirante Canaris, al cabo de catorce meses de lucha clandestina, fue llevada a la residencia del actor Harry Baur y confiada al cuidado del sargento alemán Hugo Bleicher, agente del servicio secreto, del que se enamoró, convirtiéndose en su amante. En los meses que siguieron, Micheline continuó desempeñando aparentemente su obra a favor de la resistencia, pero todas las noches se trasladaba en secreto a la residencia Baur, donde confiaba a Bleicher los planes operativos de los 'maquis' provocando así la detención de 25 de los jefes más importantes del movimiento. En julio de 1942, el contraespionaje inglés logró descubrir el secreto. Fue detenida, condenada a muerte y su pena conmutada por encarcelamiento.
Espía por venganza fue Violette Szabó, una muchacha inglesa de Stockwell, casada con un oficial de las fuerzas francesas libres. Su esposo cayó en El Alamein y Violette, que ya integraba el servicio auxiliar femenino, se ofreció al servicio de espionaje para poder vengarse. Dos veces fue lanzada en paracaídas sobre Francia, llevando a cabo sin incidentes las misiones impartidas. La tercera vez fue traicionada y enviada al campo de concentración de Ravensbruek, donde murió en enero de 1945.

COMO TRABAJA UN SERVICIO SECRETO
Las informaciones que llegan por esos distintos conductos a un servicio secreto son estudiadas y seleccionadas previamente, antes de ser condensadas por una dependencia especial en monografías que describen las instalaciones militares, los criterios de adiestramiento y destino de las fuerzas armadas, las líneas y sistemas de comunicaciones, los puertos y los recursos del enemigo. Otra dependencia se encarga de la adaptación a las exigencias militares de la técnica fotográfica. Ya que el empleo de microfilmes constituye el medio más eficiente para fotografiar instalaciones particularmente interesantes desde el punto de vista militar y para una reproducción rápida, página por página, de códigos cifrados, sin que quede rastro alguno de la operación; el desarrollo más moderno del arte fotográfico militar tiende a retratar objetivos militares desde aviones que vuelan a alturas superiores al alcance de cualquier artillería antiaérea. Artefactos de fotografía telecontrolados han sido instalados recientemente hasta en los satélites norteamericanos y soviéticos con resultados satisfactorios también desde el punto de vista meteorológico, en previsión de los huracanes.
Quedó ya en evidencia que uno de los factores que más interfirieron con el mantenimiento de las líneas de comunicación italianas con Libia durante la segunda guerra mundial, ha sido el sistemático servicio de reconocimiento fotográfico efectuado por los aviones ingleses sobre los puertos de Nápoles y Tarento, que permitió identificar con precisión la formación de convoyes italianos, seguir las operaciones de carga y calcular con exactitud la fecha de salida.
Otra sección del servicio secreto se ocupa del descubrimiento de los mensajes radiales enemigos; misión de suma importancia especialmente para los movimientos bélicos de las armadas que, para sus comunicaciones entre los buques y con los comandos superiores en tierra, tienen que valerse de la radiotelegrafía. Mientras que las comunicaciones alámbricas quedan, por su naturaleza misma, circunscriptas en un número bien delimitado de circuitos y, por tanto, bastante fácilmente controlables, las comunicaciones por radio pueden ser captadas por cualquiera que tenga interés en hacerlo. La utilización de comunicaciones cifradas ofrece una garantía relativa, ya sea porque son limitadas en el tiempo y supeditadas a los azares de la guerra, o porque, pese a las más severas precauciones, los códigos pueden caer en manos del enemigo.
El conocimiento de los sistemas de cifrado del enemigo constituye una de las misiones más importantes de cualquier servicio de informaciones. Se lo logra preestableciendo ya en tiempo de paz un cuidadoso servicio de interceptación de los mensajes radiales, a fin de poder someter al examen de los especialistas un amplio material radiotelegráfico. En tiempo de guerra, la ventaja que el beligerante puede sacar del conocimiento previo de los planes operativos del enemigo, resulta un elemento determinante de la victoria. Se sabe que durante la primera guerra mundial, a causa del abuso hecho por la armada alemana de las radiocomunicaciones, el almirantazgo británico logró conocer de antemano las fechas y modalidades de las incursiones de las fuerzas pesadas de exploración del almirante Hipper contra los centros más poblados de las costas inglesas del mar del Norte. Sólo condiciones adversas de distancia, comparables a las que se verificaron en el Adriático durante la misma guerra para la armada italiana, impidieron que los ingleses pudieran aprovechar todas las ventajas del caso.