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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
INTERNACIONAL

Cousteau en la Argentina
El creador de las nuevas técnicas de exploración submarina supera, en la realidad, la imagen que de él se forjaron sus muchos admiradores
Revista Vea y Lea
1962



 

 

 

Si las conferencias de prensa son buena vara para medir el interés público provocado por ciertos personajes, no hay duda alguna que el famoso comandante francés Jacques-Yves Cousteau ha llegado a un primer plano de popularidad prácticamente insuperable, pues, pocas veces ocurrió en la Argentina con un viajero internacional —casi siempre escaso de tiempo— que haya sido tan reiterada y tan largamente requerido para el reportaje como lo fue Cousteau durante su rápido paso por el país. Y debiera agregarse en homenaje al creador de "El mundo del silencio", que, asimismo, pocas veces podrá hallarse hombre más accesible y comprensivo con el periodismo que este incansable explorador de las profundidades submarinas.
En Mar del Plata, en Buenos Aires o en Puerto Madryn, el comandante Cousteau se vio continuamente rodeado por cronistas, reporteros, fotógrafos y admiradores, aceptando siempre de buen grado los requerimientos de todos, respondiendo a preguntas que le fueron formuladas mil veces, repitiendo explicaciones o pasando de un tema a otro con extraordinaria agilidad. Jamás mostró fastidio o cansancio. Un personaje verdaderamente excepcional cuya realidad humana, sencillez y llaneza, superan sobradamente los retratos imaginados.

EL BUCEO: PROHIBIDO PARA GORDOS
Cousteau hizo su llegada a Mar del Plata con precisión cronométrica, dirigiendo personalmente la maniobra de amarre de su buque "Calypso" con tranquila eficacia y sin ayuda de remolcadores. En mangas de camisa, aparecía y desaparecía de la cubierta. Cuando desde a bordo se instaló la angosta planchada con un solo pasamanos, el pequeño barco resultó invadido por docenas de personas —oficiales de la armada, periodistas, miembros de la colectividad francesa y unos pocos extraños— Cousteau escapó del asedio general por un par de minutos para volver de nuevo de "hábito completo": traje gris oscuro, camisa deportiva y corbata roja.
Sonriente se introdujo en la cámara de comando, de muy reducidas dimensiones y repleta de visitantes.
—Bien, estoy a sus órdenes —dijo en francés—. Pueden preguntar y pueden ver. En el "Calypso" no hay secretos; todas las puertas están abiertas.
Cousteau es alto y delgado, tostado por el sol, nariz aguileña y facciones angulosas; pelo canoso. Cuando lee, apela a unos anteojos de formas arcaicas pero que le permiten ver a distancia dirigiendo la visión por encima del arco de los cristales.
—Es elegante, pero, ¡qué flaco! —comentó una dama presente.
—Señora —aclaró un oficial de la base de submarinos, que estaba a su lado—; los hombres que bucean no pueden ser gordos.
Para beneficio del cronista, el mismo oficial hizo después una explicación más completa y comprensiva. Los buceadores autónomos no pueden ser gordos porque cuando se trabaja bajo el agua, el nitrógeno se fija en los tejidos adiposos; a mayor cantidad de grasas en el cuerpo, aumenta el riesgo de intoxicación por nitrógeno. Este es solo uno de los muchos problemas que deben enfrentar los buceadores.
La conclusión de lo precedente es obvia: Cousteau posee "la physique du rôle", es decir, la constitución física requerida para su tarea de explorador submarino.
La conferencia de prensa de Mar del Plata fue la primera de otras muchas sostenidas por Cousteau en la Argentina, sin contar conferencias de divulgación complementadas con espléndidos filmes documentales en colores que en todos los casos llevaron a públicos entusiastas, cultos y atentos. De todas ellas, la prensa diaria proporcionó abundante información.

EL DEPORTISTA
EL CREADOR Y EL INVESTIGADOR
El prestigio, la popularidad mundial de Cousteau, es efecto de una polifacética personalidad y una vida plena de actividad en la que se conjugan el método del científico, la disciplina del militar, la imaginación del creador, la curiosidad del explorador o el afán del deportista. De aquí que se le puedan hacer tantas y tan distintas preguntas y contestarlas a todas sin vacilaciones. Esto resultó regla hasta que un cronista le preguntó:
—Usted que es un cineasta, ¿puede decirnos cuál es, a su juicio, la mejor película que ha visto en los últimos años?
Cousteau frunció el entrecejo, llevó una mano al mentón, guardó silencio un instante y respondió:
—No le puedo contestar ahora. Lo pensaré esta noche y se lo diré mañana. Pero por si le interesa, creo que Chaplin es la gran figura de todos los tiempos del cine, la que más me ha impresionado.
Preguntas y respuestas van y vienen. Detalla el largo itinerario del "Calypso" y desfila el recuerdo de las nuevas especies marinas descubiertas; hace la historia del buque y refiere sus características con el mismo explicable orgullo con que un padre hablaría de las virtudes de su hijo: "¿arqueología submarina?: sí, es una nueva ciencia, algo maravilloso que acaba de deparar el hallazgo en aguas del Mediterráneo, frente las costas de Turquía de un buque de la Edad del Bronce; el perfeccionamiento de los medios de exploración abre a la arqueología submarina perspectivas inmensas".
—¿Qué es lo que más le ha impresionado en su viaje por aguas sudamericanas?
—La inmensa reunión de lobos marinos en la Isla de Lobos, en Uruguay. Es algo único en el mundo y la mejor evidencia de que la explotación de los recursos naturales no está en contradicción con una política conservacionista. Entiendo que el gobierno uruguayo ha reglamentado la caza de lobos marinos permitiendo así el mantenimiento de una especie que en algún momento corrió el riesgo de quedar extinguida por la matanza indiscriminada. También me ha impresionado la riqueza y variedad de los peces del Atlántico Sur, la abundancia de merluzas y de rayas. Se necesitarán de 4 a 5 años para clasificar la totalidad del materia! obtenido en unas 250 operaciones de dragado, rastreo y pesca realizados a profundidades de entre 70 y 300 metros en 180 estaciones cumplidas. Debo aclarar que en la actual campaña hicimos —lamentablemente— muy pocas operaciones de buceo porque la misión del "Calypso" ha sido de investigación oceanográfica y de estudio de la biología marina. No obstante buceamos tantas veces como pudimos.

UNA NUEVA PELÍCULA
Es sabido que la popularidad mundial de Cousteau coincidió o es consecuencia de la publicación de su libro "El mundo del silencio", aparecido en 1953 y del que llevan editados más de 5 millones de ejemplares en una docena de idiomas. Con el mismo título, el comandante francés hizo su célebre película, laureada con el título máximo en el Festival Internacional de Cine en Cannes, en 1956, y un Oscar de la Academia de Hollywood. La película —según la expresiva síntesis de un crítico— "'puso ante los ojos del mundo el mágico ambiente que existe bajo la superficie del mar e impulsó a científicos y deportistas a ver por sí mismos ese nuevo mundo".
Para realizar el filme, Cousteau empleó equipos de su propia invención, que hicieron posible la fotografía submarina. Esos equipos están en permanente proceso de perfeccionamiento y el último de ellos, llamado "platillo sumergible", constituye el aporte más sensacional logrado hasta el presente para el avance de la exploración submarina y será empleado por Cousteau en los trabajos de filmación de su próxima película, que será de largo metraje y podrá terminar en 1963. Se hará en la cuenca asiática del Océano Pacífico, en las proximidades de las islas Kuriles y de las Marianas, donde las hoyas alcanzan las tremendas profundidades de 8.513 metros y de 9.636 metros, respectivamente. Entra igualmente en los proyectos de Cousteau filmar la vida marina en los millares de islas de la Micronesia y la Polinesia.
—Mis proyectos de filmación —explicó Cousteau— son bastante difíciles porque resultan muy costosos y porque pienso hacer algo totalmente distinto a todo lo realizado.

COUSTEAU DESCRIBE SU "PLATILLO SUMERGIBLE"
Digno de la imaginación de Julio Verne, el "platillo volador" es un casco de acero resistente formado por dos valvas de 2 metros de diámetro y 1,50 metros de altura. Lo tripulan un piloto y un observador ubicados sobre el vientre en un colchón de caucho diseñado por fisiólogos de modo tal que proporcionan la máxima sustentación con el mínimo de fatiga. El "platillo sumergible" posee la apariencia de los "platos voladores" que se afirma navegan por el espacio cósmico y acerca de los cuales se sigue discutiendo sobre la realidad de su presencia en la Tierra. La propulsión se obtiene por chorros de agua que salen de dos toberas móviles y proporcionan a la extraña nave excepcional capacidad de maniobra. El comando es hidráulico y los motores eléctricos alimentados por baterías. Las fotografías se obtienen con cámaras cinematográficas y cámaras simples ubicadas en lugares fijos. Cuando opera la cámara de cine, dos lámparas de pyrex con atmósfera de xenón se encienden a una potencia de 100 mil lúmenes cada una; cuando trabajan las cámaras fotográficas, la iluminación la dan dos electrónicos de destellos. En el "platillo sumergible'' funcionan además un complicado sistema de instrumentos de navegación, radio y registrador "sonar" de alta precisión. El lanzamiento y recuperación de este submarino de bolsillo se hace desde a bordo por medio de una grúa hidráulica, que en el "Calypso'' está situada a popa.
El "platillo sumergible" —oficialmente bautizado "Denise"— hizo sus primeras operaciones en aguas del Atlántico, a fines de 1959 y comienzos de 1960. al cumplirse la .llamada "misión Seamount", los resultados provocaron entusiasmo y superaron las previsiones más optimistas.
Lamentablemente, en su viaje a la Argentina, el "Calypso" no trajo el "platillo sumergible", submarino que, si bien fue imaginado por Cousteau, pudo construirse gracias al trabajo en equipo. El trabajo en equipo es característico de Cousteau, norma que no se alteró en este viaje oceanógrafico.

UNA NECESIDAD URGENTÍSIMA
¿Por qué, para qué y cómo se llegó a la construcción del "platillo sumergible"?
El propio Cousteau dio respuesta a estas preguntas en un artículo escrito hace tres años.
"En la actual etapa de la exploración submarina —dice Cousteau—, el acceso directo a ella por el hombre ha sido conseguido por medio de aparatos respiratorios de aire comprimido que restringen el radio de acción del explorador a una profundidad práctica de 45 metros. Los buzos experimentados pueden alcanzar una mayor profundidad, pero en todo caso el tiempo de permanencia en el fondo es limitado. El batiscafo permite penetrar hasta unos 4.000 metros, que es la profundidad media del océano: mas, las operaciones de descenso de este artefacto son costosas y delicadas y deben limitarse a zonas en que haya a proximidad grúas, diques secos y talleres. Así, pues, entre el alcance del buzo libre y el del artefacto de gran profundidad existe una vasta zona submarina para la cual no se disponía de un medio de acceso adecuado. Y se da el caso de que esta zona intermedia comprende el sector mas interesante del mundo: la plataforma continental. Es esta la región del litoral continental que en muchos lugares avanza a gran distancia hasta un límite de unos 180 metros de profundidad, que es la llamada línea de desplome. Las definiciones de la plataforma continental son forzosamente inexactas, pero en términos generales ésta abarca la parte sumergida del litoral que ofrece posibilidades de explotación inmediata o futura por el hombre. Desde la línea de desplome, la plataforma continental desciende hasta las profundidades abismales. En el campo de la exploración submarina, la necesidad histórica más urgente es la investigación de la plataforma continental. Para poder explorarla detenidamente y descubrir sus recursos naturales, hacía falta un vehículo de observación de pequeñas dimensiones, práctico y poco costoso. El prototipo del vehículo de exploración de la plataforma es, precisamente, el "platillo sumergible", o "platillo buceador'', o "submarino de bolsillo".
Cousteau propuso la construcción en 1955 y a partir de entonces un equipo del Centro de Investigación Submarina de Francia, dirigido por André Laban, hizo múltiples estudios y construyó un primer casco experimental que descendió hasta 600 metros, perdiéndose por rotura de un cable. Pudo comprobarse posteriormente que el casco resistió perfectamente las enormes presiones, sin aplastarse, y se encaró entonces la construcción de un nuevo vehículo, que es la primera unidad funcional en uso, el llamado "Denise", en honor del ingeniero Jean Mollard, jefe de los trabajos de construcción.

CUANDO EL ÁRBOL NO DEJA VER EL BOSQUE...
Del breve viaje de Cousteau a la Argentina pueden hacerse muchos excelentes relatos, aun omitiendo sus tan conocidas expediciones o sus tan difundidas invenciones, que hicieron las veces de llaves utilizadas para abrir las puertas del mundo submarino.
Con este viaje del "Calypso" el público argentino cometió en forma no deliberada una injusticia, que afortunadamente repararon jefes y oficiales de la Armada y los científicos del Instituto Antártico Argentino, los del Instituto de Biología Marina y los de otros organismos que en el país estudian problemas del mar. Por falta de información, el público ignoró casi completamente que además de Cousteau, el "Calypso" trajo al grupo de hombres de ciencia que está a la vanguardia en la investigación oceanográfica y estudio de las infinitas formas de vida que proliferan en el mar: los profesores Forest, Roux, Mizoule y Fenaux, especialistas en ictiología, plancton, crustáceos, etcétera.
El olvido alcanzó a la esposa del comandante Cousteau, que también vino en el "Calypso", y quedó en Mar del Plata algunos días, mientras el comandante viajaba a Puerto Madryn con el profesor Jacques Forest, cumpliendo así una promesa hecha el año pasado a los miembros del equipo argentino que participó en el Cuarto Campeonato Mundial de Pesca Submarina disputado en Almería, España. El interés de Cousteau por Puerto Madryn se explica por el hecho de que allí funciona el Club Náutico Atlántico Sur, cumpliendo una esforzada tarea de difusión y perfeccionamiento del deporte de la caza y pesca submarina. El club de Puerto Madryn —que preside el doctor Elías Peretz Smolarky— es seguramente el más activo de la especialidad en la Argentina. Incidentalmente cabe decir que en el ya mencionado Campeonato Mundial de Almería, la representación argentina, formada por Nelson Dames, Bruno Nicoletti y Francisco Sanabra, obtuvo el sexto puesto entre un total de 18 naciones clasificadas, clasificación considerada excelente sobre todo porque uno de los argentinos, Sanabra, no pudo actuar por insolación.
En Puerto Madryn, Cousteau comprobó que sus aguas, más claras que en el resto de las costas argentinas, ofrecen por razones de visibilidad buen ambiente —a pesar de que suelen ser bastante frías— al desarrollo de las actividades subacuáticas. Esto se entiende mejor si se sabe que en el Río de La Plata la turbiedad del agua impide ver a más de 10 centímetros; en mar del Plata la visibilidad no supera los 30 centímetros y en Golfo Nuevo llega a unos 10 metros.

LA PESCA MARÍTIMA, DEPORTE DE MILLONARIOS
Cuando el "Calypso" llegó a Buenos Aires desde Mar del Plata, la bienvenida a bordo estuvo a cargo del profesor Roux, quien manifestó verdadero entusiasmo por la cantidad de la pesca obtenida en la plataforma continental argentina. Cree que es una inmensa riqueza desaprovechada al alcance de las manos, a la espera da la gran industria que con ella puede fundarse.
—Millonarios americanos y europeos que gastan fortunas en sus cruceros de pesca deportiva sobre otras aguas del mundo, enloquecerían aquí de entusiasmo —comentó un tripulante del "Calypso"—. No me explico por qué no vienen.
La explicación de "por qué no vienen los millonarios" puede hallarse en algo que le ocurrió al "Calypso" en la Argentina.
Obligado a cargar combustible, el comandante del barco comprobó que 18 toneladas de combustible cuestan aquí, en Brasil o en Uruguay, alrededor de 240 mil pesos, mientras en cualquier otro puerto del mundo el precio oscila en unos 30 mil pesos.
El del combustible fue tal vez el único episodio chocante en las estadías del "Calypso" en puertos argentinos. Comprobación lamentable que hace poner en duda los beneficios de la "batalla del petróleo" y encarece el costo de una misión científica de la que también el país extraerá grandes ventajas.
Antes de partir en avión al Perú se le preguntó al comandante Cousteau su opinión sobre el futuro de la exploración submarina.
—Todo lo que se ha hecho sobre la superficie —respondió—, se hará tarde o temprano debajo de ella. Será la conquista de un nuevo mundo.